¡Gracias Uruguay!
andrés rebolledo smhitmans/emb. de chile en uruguay
Cada chileno(a) tiene certeza de que vivirá al menos dos movimientos telúricos de envergadura durante su vida. Nuestra historia ha estado marcada por estos desastres naturales. Cada 25 años la naturaleza nos recuerda que estamos a su merced con total vulnerabilidad y que el miedo y el descontrol son inevitables. Los chilenos(as) recordamos con nitidez lo que hacíamos el instante preciso del «terremoto del 60, 71, 85». Tenemos el triste récord de los sismos más destructores, las consecuencias del reciente terremoto-maremoto, 8,8º Richter, fueron devastadoras: 600 personas muertas y desaparecidas, 800 mil damnificados, 200 mil viviendas destruidas o gravemente dañadas, 2.700 escuelas y 35 hospitales inhabilitados. El costo de la reconstrucción alcanzaría a U$S 30.000 millones 17% del PIB del país.
La madrugada del 27 de febrero marcó otro hito en la trayectoria de un Chile «Tantas veces roto», parafraseando al presidente Mujica, que en su discurso de asunción del mando la tarde del 1º de marzo en la colorida Plaza Independencia, se pronunció solidariamente frente a las consecuencias de este cataclismo.
Es precisamente desde la primera autoridad del país y, con él, todo el pueblo uruguayo, que hemos recibido un torrente de solidaridad. El propio presidente Mujica, a los pocos días, participó y vivió en Valparaíso un desconcentrado cambio de mando en medio de fuertes réplicas post terremoto, incluso con alerta de tsunami. Aquí en Uruguay, por su parte, muchísimas instituciones públicas, privadas y ciudadanos comunes han entregado su contribución en la emergencia y en la reconstrucción que hoy Chile planifica y emprende.
Han sido muchas las muestras de ayuda. En las primeras horas el gobierno uruguayo apoyó decididamente a la Embajada de Chile y de forma mancomunada con la Fuerza Aérea del Uruguay pudimos evacuar a casi 200 chilenos imposibilitados de volver por sus medios. De igual manera, fue posible acoger y alimentar a compatriotas que de lo contrario habrían pasado noches de espera incierta en el aeropuerto. Desde ese momento, la solidaridad ha sido conmovedora: uruguayos que se organizan en sus barrios, empresas que emprenden campañas solidarias, instituciones deportivas que le dan un carácter solidario a sus masivas convocatorias, artistas que ofrecen su música y poesía a Chile, medios de comunicación que apoyan la difusión de estos eventos, uruguayos anónimos que como símbolo solidario despliegan la bandera chilena en su ventana, automóvil o local artesanal y, finalmente, cada uno de los miles de uruguayos que se sumaron a la campaña solidaria y se acercaron a alguna sucursal de Abitab (empresa a la que también agradecemos) y colaboraron desde sus posibilidades con la reconstrucción de nuestro país.
A todos ellos, vaya el sentido agradecimiento del pueblo de Chile. En estas circunstancias adversas es cuando la amistad se consolida y se pone a prueba la afinidad y los estrechos vínculos entre nuestros países. Las variadas muestras de solidaridad del pueblo uruguayo han fortalecido esta relación, es un hito más en la historia fraterna de nuestros pueblos. Chile no olvidará que esta amistad y sintonía ha quedado ampliamente demostrada en los hechos y que el apoyo uruguayo se ha traducido no sólo en recursos para la reconstrucción del país sino que también ha representado una palabra de aliento para cada uno de mis compatriotas, que ahora, después de la catástrofe, se levantan sabiendo que tras la cordillera tienen un amigo leal y solidario. Chile está en deuda con el Uruguay… ¡Amor con Amor se paga!