Archivo de agosto 2021

31
Ago
21

Lacalle Herrera reivindicó al General Franco el ASESINO de la República de España y socio del nazismo de Hitler . . .

LOS ENEMIGOS de Wilson (el herrerismo) DICEN QUE Juan Raúl NO es el wilsonismo:

¿Dónde está el wilsonismo?

 

escribe: Juan Raúl Ferreira

Un solo Wilson

Esta es la pregunta que se siguen haciendo todos desde que murió Wilson. Su ausencia se sintió muy fuerte. Pasados un par de años, un semanario publicó titulares de hechos políticos. Agregó: “Se nota un
antes y un después del 15 de marzo del 88” (fecha en que falleció Wilson). Hubo un quiebre para el país. Naturalmente, también para su partido.

Su ausencia se sintió en el resultado electoral. Muere un año antes de las elecciones del 89. Las encuestas lo daban como ganador. La última vez que había podido ser candidato había sido en 1971. Más allá del fraude, sobre el que cada vez hay más evidencias, regía la ley de lemas. Aun en los números oficiales fue el más votado por un enorme margen. Pero el herrerismo tuvo una votación paupérrima.
En ausencia de Wilson, ganó Lacalle. El mismo llegó a decir, al terminar su mandato, “Wilson dejó una correntada ganadora, murió, tomé la posta y gané”.

Pero aunque él mismo reconozca que ganó por Wilson, no ganó el wilsonismo. Había sido adversario, más feroz que muchos de fuera de su partido. Los hechos son conocidos, Wilson se forma de joven en la
solidaridad a la República Española. Lacalle admiró al falangismo. En su libro Trasfoguero describe uno de los días más emotivos de su vida: cuando conoció a Franco.
Cuando muere Franco, yo estaba de viaje con mi padre visitando familiares españoles exiliados en México. Ese día Lacalle fue a la Embajada de España en la puerta, alzó su brazo derecho y cantó el himno
fascista “Cara al sol”. Wilson escribe al Dr. García Costa cortando para siempre con Lacalle.

El episodio dejó huellas en la interna blanca. En 1980 Lacalle se acercaba al “sí” de la dictadura. Cambió por las medidas que Wilson estaba dispuesto a llevar adelante. En 1982 quiere integrar las listas wilsonistas (ACF) a lo que el caudillo blanco se opone desde el exilio escribiendo varias cartas al respecto. El propio Lacalle lo ha narrado. El gobierno que surge en el 90 no lo representa.

Más pronto que tarde el Partido Nacional deja de lado los intereses que Wilson convocaba a defender. No solo dejan de flamear sus banderas, sino que se izan aquellas que representan todo lo que había combatido en vida. El propio Lacalle, en un documental sobre Wilson, describe esta situación, dice que nunca se llevaron bien ni creyeron en las mismas cosas.

Tras uno de los tantos frustrados intentos de Lacalle de volver al gobierno, su hijo (actual presidente) es suplente de su madre en la cámara baja representando a Canelones. Ella opta por el Senado y él asume la banca de diputado. Antes, en una sesión de “autocrítica” por la pésima votación partidaria, en uno de los micro cines de Montevideo Shopping,

Lacalle Pou dijo pertenecer a la generación de herreristas que veía en Wilson a un enemigo: “Nos desarmó el movimiento, compró a nuestros dirigentes”. Fue tan ofensivo que me obligó a abandonar la reunión.

Desde la muerte de Wilson, conducen el partido Lacalle padre e hijo, sin ocultar, sino más bien exteriorizando, su animadversión no solo a Wilson sino al wilsonismo. El influyente Dr. Ignacio de
Posadas dice claramente: “‘Nuestro Compromiso con Usted’ -programa de gobierno de Wilson en el 71- era un mamarracho”.
Muerto Wilson se siente su falta, la de su carisma, su prestigio dentro y fuera del país, su inobjetable conducta moral (reconocida por seguidores y adversarios), su capacidad de hablar por la gente y
decir con sus propias palabras lo que esta quería o sentía.

Se deja de hablar de las transformaciones que quería para el país. De inmediato se empiezan a aplaudir e instrumentar políticas para favorecer a quienes había combatido siempre.
¿Queda dentro del actual partido espacio para el Wilsonismo? Tras cinco años de inhibición política como miembro del Consejo Directivo de la Institución de Derechos Humanos, el 4 de setiembre de 2017,
declaro en esta revista: “No sé lo que haré, pero sé en donde no puedo estar más”.

El Partido Nacional no me representaba, pero además fui consciente que era en vano procurar abrir un espacio wilsonista en su seno. Los hechos demostraron que tenía razón. Los que eran wilsonistas y permanecieron en el partido terminaron, en su casa u ocupando cargos en apoyo a las políticas del actual gobierno, que se encuentra en las antípodas del wilsonismo.

Desde el presidente del Directorio del partido, a algún ministro y subsecretario de ese origen (dos exsecretarios míos, aunque lo oculten, integran el gabinete) defienden desde la entrega del puerto a la alineación con EEUU y la presencia de las FFAA en tareas policiales, por ejemplo. Los wilsonistas que quieren seguirlo siendo no tienen lugar en el Partido Nacional. No dudo de la buena fe de quienes lo intentan y no ocupan cargos en el gobierno. Este no defiende sus valores. Claro, hay algo, muy intangible, que no se obtiene por mero deseo. Es innegable que en la esencia del wilsonismo pesaba mucho el magnetismo personal.

Eso que hacía que en el exilio, con solo conocerlo e intercambiar dos palabras, presidentes, reyes y gobernantes de todo tipo le abrieran las puertas de par en par. En el aniversario de Simón Bolívar, Wilson fue orador único en el Parlamento de Ecuador en nombre de todos los ecuatorianos.

Aparte del prestigio que ello demuestra, su discurso enfrenta duramente los principios de la LUC, que hoy queremos derogar. Por ejemplo cita a Bolívar cuando dice que “en democracia todo ciudadano debe tener por permitido lo que no esté expresamente prohibido por la ley”. Luego dice que es el Bolívar de hoy, el del pensamiento vigente en el siglo XX, al que quiere homenajear: habla de no intervención ni influencia de las potencias.

El gobierno de Lacalle Pou inicia su diplomacia con una visita al Secretario Pompeo de Donald Trump, en plena pandemia. Visita a Bolsonaro a continuación y a Fernández al año y medio. Apoya las políticas injerencistas de la OEA de Almagro. Tiene con este camino de doble vía: acata su línea y lo tiene rodeado de gente de confianza directa.

El resto del discurso en Quito, Wilson lo dedica a la unidad sudamericana, en tiempos de Bolívar y de su propio exilio. Yo agregaría también el hoy, con impresionante vigencia. Parece condenar el “magnicidio” de la Unasur, del Mercosur y la sumisión a la OEA, a la que solía calificar como otros: como el ministerio de colonias de EEUU. Veamos, en lo interno, con qué Uruguay soñaba Wilson.

Hoy siempre se busca denostar a los gremios. El Pit- Cnt es culpable de todo. Se cercena el derecho de huelga y prohíbe ocupar los lugar de trabajo (LUC). La primera tarea que Wilson encomendó a sus seguidores, la noche del golpe, fue la recolección de alimentos no perecederos para llevar a los lugares de trabajo ocupados por los trabajadores. Consideraba la ocupación “la extensión del derecho de huelga”.

En carta que me dirige el 4 de octubre del 83, sostiene que no es pensable construir un futuro sin la participación de todos. Dice: “No es solamente una ampliación de los criterios formalmente políticos [sino la imprescindible participación] de todas las fuerzas sociales y gremiales”, pidiéndome que tome contacto dentro del país “con representantes del PIT y Aceep […] para lo que te pido invoques mi nombre y asumas mi representación”.

No se puede sostener que era un impulso emocional del momento, como lamentablemente se ha dicho. El 16 de mayo, en Bogotá, había dicho en un acto: “La CNT es la central única de trabajadores de mi país. Podrán ilegalizarla, pero no borrarla de la vida nacional”. Creía en la necesidad de fomentar la incorporación de mano de obra a nuestras exportaciones. Ello le llevó, siendo ministro, a tomar medidas poco simpáticas, como la prohibición de la exportación de ganado en pie. Este gobierno entrega la conducción de la política agropecuaria a dirigentes de las gremiales de productores. Las mismas que silbaron Wilson en la Exposición del Prado (ARU) en Montevideo y forzaron una salida en medio de insultos y puñetazos de la exposición Rural en Salto (FRU).

¿Y por qué todo esto? Porque en sus programas de gobierno no exponía principios generales ni propiciaba acuerdos para el reparto de cargos. Iba al grano, al detalle. En “Nuestro Compromiso con
Usted” del 71, que reivindica en el 84 desde la prisión y para la elección del 89, a la que no llegó vivo, adaptado a nuevas realidades y desafíos, prácticamente planteaba el texto mismo de los
proyectos de ley. Sobre política agropecuaria decía: “Nuestro país ha participado en un carácter común a otros de América Latina: consumir como rico, producir como pobre […] la demanda no ha cesado de crecer, mientras que la oferta [sigue] sometida a sus propias rigideces […] Si la demanda no ha encontrado respuesta en la oferta interna, ello no significa que se la reduzca tal cual intenta hacer el oficialismo, congelando los ingresos de los grupos más extensos de la población”.

Su defendida reforma agraria tendía a “asegurar en el medio rural la justicia social, estableciendo […] una nueva relación hombre-tierra-comunidad. A esos efectos [promovía] el proceso que incluyera la distribución del ingreso y de otros beneficios derivados de la propiedad de la tierra”. Hoy, por ejemplo, con el Instituto de Colonización: “Están desvistiendo un pobre para mal vestir a otro” (diputado Alfredo Fratti). En plena democracia se le preguntaba por la compra de bancos fundidos; decía: “Estamos pagando con plata de la gente la deuda de los banqueros para luego entregar la banca a extranjeros”. ¿No fue así? Sobre política tributaria afirmaba: “Mejorar la distribución del ingreso [vía una legislación] lo suficientemente flexible […] sin que el sacrificio recaiga en los estratos de más bajos niveles de rentas”.

Yo dejé el cargo que ocupaba por dejar al Partido Nacional, porque no había lugar para el wilsonismo. Hay dirigentes que usan las redes sociales para decir que me “vendí por un cargo”. ¿Cambié yo o
cambiaron ellos?

31
Ago
21

EL PARO . . .

Un año y medio terrible para la clase trabajadora.

Y todavía alguno pregunta: ¿por qué convocan a un paro general?

Menos salarios / menos jubilaciones / menos ventas en el mercado interno / menos empleo y nuevamente menos salarios, y así sucesivamente.

 

Repasemos los datos de nuestra economía a un año y medio de gobierno, en lo que se refiere a los trabajadores.

Salarios

Empecemos por los temas de salario.

De arranque se propuso un ajuste a la baja de los salarios públicos y privados (en estos últimos del orden de 4,3% en el famoso año puente).

Y luego se propone a algunos sectores privados recuperar (sin total certeza) el 40% de los perdidos en un año, en dos años. No cierran las cuentas, no.

A otros sectores, los de las microempresas, les proponen recuperar 25% del total perdido en los próximos dos años.

Y a los que les fue mal les vuelven a bajar el salario real otro año más.

Y obvio, no se podría esperar otra cosa de este gobierno alineado al sector empresarial concentrado, a los que les fue bien los ubica en el mismo grupo de los que les fue menos mal y, como dije, solo recuperarán 40% de lo perdido en los próximos dos años, mientras la tasa de ganancia sigue creciendo.

En el caso de los públicos aún no se ha anunciado formalmente, pero se dice que se les dará 1% de recuperación en el 2022, o sea, igual que los privados, una pequeña parte de lo perdido.

Empleo

Sigamos con el empleo.

El gobierno ha dicho que ajusta los salarios a la baja porque prioriza el empleo.

Ya hemos demostrado hasta el cansancio que no hay tal correlación. Que la caída de salarios no asegura el empleo; y menos aún cuando en los convenios de rebaja salarial el gobierno y las empresas se negaron a incluir cláusulas de estabilidad laboral.

Solo hay garantías al empleo si se ponen en marcha políticas activas que estimulan a crearlo. En este año y medio solo existió una política activa que fue la de otorgar un subsidio a las empresas que retomaran trabajadores en seguro de paro. Pero con ello no alcanzó. Ahora mandaron al Parlamento una ley de promoción del empleo de jóvenes, personas con discapacidad, que es un refrito de normas ya existentes y con financiamiento ya adjudicado desde antes.

O sea, sobre el empleo, nada.

Y para culminar digamos que la inversión pública fue el componente que más bajó en el año 2020 según muestra la rendición de cuentas, en un orden del 14%. Y la inversión pública es un gran generador de empleo.

El gasto público social

Vayamos ahora al gasto social, que es un componente central de la calidad de vida de la clase trabajadora y sus familias. Otra vez vamos a la rendición de cuentas y nos dice que en 2020 el gasto público social se redujo.

Bajaron las asignaciones presupuestales de la ANEP y de la Udelar, bajo el gasto de los servicios de salud del Estado (ASSE), bajaron los gastos de INAU y sobre todo en 2 mil millones de pesos bajó el gasto del Fondo nacional de Vivienda (Fonavi).

Por lo tanto, además de las pérdidas salariales y las incertidumbres enormes en la creación de empleo, las familias trabajadoras van a tener un fuerte impacto en el acceso a la vivienda (por ejemplo, los sorteos para cooperativas se han reducido a la mitad y bajó el gasto de viviendas para jubilados y de Mevir), en las condiciones de aprendizaje en la educación y en la atención en el sistema de salud.

Las consecuencias

A esta situación dramática en 2020 y lo que va de 2021, se suma entonces que la rendición de cuentas no toma en cuenta la realidad, no es una rendición con sensibilidad social y define prácticamente un incremento nulo de recursos para 2022, año siguiente a su aprobación.

Debemos agregar dos ingredientes más de impacto al drama social que hoy vive Uruguay, fruto de la política de clase de la coalición de derecha: primero, que la caída de salarios va a acarrear nuevas caídas de jubilaciones y seguramente en 2022 superior a la de 2021.

Segundo, que si la masa salarial y de jubilaciones es menor, habrá menos consumo interno. Y si hay menos consumo interno, decenas de miles de pequeñas y medianas empresas que viven de dicho mercado tendrán problemas. 

Y acá volvemos al empleo. Las empresas de menos de 20 ocupados son el 50% del empleo en Uruguay; y si sumamos las empresas hasta 100 ocupados son el 67% del empleo.

Por lo tanto nos enfrentamos a un círculo vicioso entre:

Menos salarios / menos jubilaciones / menos ventas en el mercado interno / menos empleo y nuevamente menos salarios, y así sucesivamente.

Y el Estado ausente con menos gasto social y menos inversión pública agravando el círculo vicioso.

Estado ausente que además tiende a ausentarse cada vez más.

Entrega las llaves del puerto a una transnacional belga, desregula servicios de comunicación, debilita la empresa de combustibles, entre otras empresas públicas de las que se desentiende. Y allí también propone menos inversión pública.

Por este diagnóstico, que denominamos de tragedia socioeconómica y laboral, es que tiene todos los fundamentos la convocatoria de la central sindical a un paro general el 15 de setiembre,

Y no se entiende quienes preguntan desde los medios, o desde las redes, o desde donde sea, por qué convocan (basta leer este nota); no se entiende los que siguen con aquella cantinela que hay otras medidas posibles, después de haber transitado muchos caminos de negociación en este año y medio pero que terminaron en esta tragedia; no se entiende a quienes les preguntan a los dirigentes sindicales por qué cuestionan la política económica o la LUC, o lo que fuera, y no le hacen la misma pregunta a las gremiales empresariales que defienden el presupuesto, que defienden la LUC y que quieren una política salarial aún más ventajosa para sus intereses.

Sin duda, un año y medio terrible para la clase trabajadora.

30
Ago
21

QUÉ HONOR !! . . .

Profeta (en La Haya) – Corte Penal Internacional inaugura sala con el nombre de Felipe Michelini

 

La sala de sesiones de la Corte Penal Internacional con sede en La Haya llevará el nombre de Felipe Michelini Delle Piane. Se trata de un trascendente reconocimiento internacional al académico expecialista en Derechos Humanos, diplomático y político uruguayo. Pese a la relevancia de la inusual distinción, el asunto no ha tenido hasta hoy difusión masiva en nuestro país.

 

 
 

 

El miércoles 1 de septiembre (hora 11:45 de Uruguay; 16:45 de la Haya), en la sede de la Corte Penal Internacional, se inaugurará la sala que llevará el nombre de Michelini. En el acto —que será de acceso restringido por razones sanitarias— participará la embajadora uruguaya ante los Países Bajos Laura Dupuy Lasserre, el presidente, el fiscal y el Secretario de la Corte, asi como los miembros del Consejo del Fondo Fiduciario para las víctimas. Se trata de la primera ceremonia presencial que realizará la Corte desde el inicio de la pandemia de COVID-19.

 

La Corte Penal Internacional es un tribunal de justicia internacional que tiene por misión juzgar a las personas acusadas de cometer crímenes de genocidio, guerra, agresión y lesa humanidad, según lo establecido en el Estatuto de Roma, que le dio creación.

 

El organismo cuenta con un Fondo Fiduciario con el que se repara a las víctimas de los los casos juzgados. Precisamente, Felipe Michelini fue —hasta el momento de su inesperado fallecimiento el 19 de abril de 2020— presidente del Consejo de Dirección del Fondo Fiduciario para las víctimas en la Corte Penal Internacional.

 

En ese momento, la Corte Penal Internacional emitió un mensaje en el que destacó que Michelini «era respetado y admirado», al tiempo que calificó como «memorables» sus «contribuciones a la justicia penal internacional».

30
Ago
21

neoliberalismo . . .

SIEMPRE TROPEZAMOS CON LA MISMA PIEDRA

Sin perdón al olvido

escribe: Enrique Ortega Salinas

Hay tramos de la historia que no tenemos derecho a ignorar y menos olvidar. Hay hechos que debemos narrar a nuestros hijos para que no cometan los errores que nosotros cometimos, unos por defender intereses oscuros, otros por creer una y otra vez en los mismos vendepatrias de siempre, otros por no saber defender lo que debíamos defender.

Caras y Caretas nació hace dos décadas, en la fría madrugada del 3 de agosto de 2011; y desde entonces ha sido la cruda cronista de todo aquello que a veces nos llenó de alegría y muchas otras, de amargura e indignación. Gobernaba entonces Jorge Batlle, el menos batllista de los Batlle, el cuarto de su familia en llegar al gobierno, el más neoliberal de los colorados y el más persistente de los candidatos presidenciales, ya que intentó llegar a la presidencia en cinco oportunidades: 1966, 1971, 1989, 1994 y 1999. Cuando por fin se le dio, sus convicciones ideológicas (era un neoliberal honestamente convencido) llevaron al país al peor de los desastres; aunque no todo fue culpa suya.

Uruguay venía de padecer dos gobiernos de Julio María Sanguinetti (1985-1990/1995-2000) con un terrible intervalo plagado de hechos de corrupción protagonizado por Luis Alberto Lacalle (1990-1995). ¡Cómo hubiera querido Jorge Batlle recibir un país como el que el Frente Amplio entregó a Luis Lacalle Pou en 2020!

Como sea, Caras y Caretas nació en una época en que todavía imperaba la infame Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, redactada por el Partido Nacional y promulgada durante el primer período presidencial de Sanguinetti. El Partido Colorado no sospechaba que aquel gobierno de un Batlle antibatllista estaba llevando al partido a una debacle histórica y, hasta ahora, irremontable. Eran los tiempos del “riesgo país”. El dedazo, el amiguismo y el tarjetazo estaban a la orden. Era el tiempo del ministro Alberto Bensión, sucesor de Luis Mosca.

En la Carta Intención elevada al Fondo Monetario Internacional, Bensión (léase Batlle) se comprometió, como buen neoliberal, a bajar el salario real, la inflación y el gasto público. Tal como escribió Alberto Grille, “La receta fracasó como había ocurrido antes y como volvió a ocurrir. En pocos meses, mientras Bensión dormía, aumentó la inflación, crecieron el desempleo y el endeudamiento externo y bajaron los salarios y pasividades”. “Una fotografía de ese día” (cuando nace C&C) “mostraba la caída del Producto Interno Bruto, disminución de las exportaciones, de la inversión externa directa y del salario real, aumento de la tasa de desempleo, de la pobreza, de la indigencia, de la inflación, de la cotización del dólar, del déficit fiscal y del endeudamiento externo”.

Era obvio; pero los neoliberales no oyeron las advertencias del Frente Amplio. Bajar la inversión social y el salario real, retirando al Estado de donde jamás debería retirarse, claudicando en la ayuda a los más necesitados, solo aumentaría la tragedia, y así fue.

En tanto, Argentina era un caos. El 20 de diciembre un helicóptero sacó al presidente Fernando de la Rúa de la Casa Rosada, abandonando el poder. Desde el 20 de enero de 2001 hasta el 20 de enero de 2009, George W. Bush gobernaría Estados Unidos. En Venezuela, desde 1999, Hugo Chávez Frías ejercía la docencia política despertando a los pueblos sometidos, derrotando electoralmente a adecos y copeyanos y poniendo fin al pacto de Punto Fijo. Millones de personas eran salvadas de la pobreza, la discriminación y el analfabetismo, mientras el imperio recurría a todos los métodos posibles para sacarlo del poder; pero él se iría invicto a la tumba recién en 2013. Lo acusaron de dictador; pero ningún otro gobernante convocó a las urnas tantas veces, aceptando el veredicto popular en cada ocasión. “El mejor sistema electoral del mundo es el de Venezuela, y el peor, el de Estados Unidos”, señaló por aquellos tiempos el expresidente estadounidense Jimmy Carter, cuya fundación monitoreaba los comicios venezolanos.

Uruguay, por su parte, daba vergüenza en materia de derechos humanos y aquellos que habían torturado y violado, que habían asesinado a quienes pensaban distinto, que habían secuestrado niños y puesto al país de rodillas, andaban libremente por la calle. Nino Gavazzo, Hugo Campos Hermida, Gregorio Álvarez, Juan Carlos Blanco, Juan María Bordaberry, entre otros, disfrutaban de la impunidad y el dinero de sus pensiones pagadas por todos los orientales.

 

Cabe acotar que Juan Carlos Blanco, que fuera canciller de Bordaberry y de la dictadura blanquicolorada militar y embajador de esta ante la ONU, fue procesado con prisión preventiva en octubre de 2002 por el secuestro y asesinato de la maestra Elena Quinteros; pero obtuvo la libertad provisional siete meses después. Recién el 16 de noviembre de 2006 el juez Roberto Timbal lo sometió a proceso y a prisión preventiva junto al expresidente y exdictador Juan María Bordaberry por los asesinatos de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw Blanco en mayo de 1976 en Buenos Aires.

El 17 de enero de 2017 un Tribunal de Italia lo condenó a cadena perpetua por la muerte de ciudadanos italianos en el marco del Plan Cóndor.

Juan Carlos Blanco, del Partido Colorado, murió este 22 de agosto a los 87 años.

En cuanto al militar y dictador Gregorio Álvarez, fue procesado en 2007 (ya cuando gobernaba el Frente Amplio) por la desaparición de 37 personas, también en el marco del Plan Cóndor. En 2008, el Tribunal de Apelaciones cambió la carátula del expediente de “reiterados delitos de desaparición forzada” a “reiterados delitos de homicidio muy especialmente agravados” y fue condenado a 25 años de penitenciaría. Recién entonces el BPS suspendió la jubilación que percibía como expresidente de la República. El Goyo murió a fines de 2016 a los 91 años de edad.

Sin embargo, Batlle no había comenzado mal y generó una expectativa positiva cuando creó la Comisión para la Paz, integrada por referentes de los partidos tradicionales, del Frente Amplio, el arzobispo de Montevideo y reconocidas personalidades. Los restos de dos desaparecidos durante la dictadura fueron entregados a sus familias en Argentina y se encontró a Macarena Gelman; pero la alegría duró poco, ya que el mismo poeta Juan Gelman, abuelo de Macarena, acusó a Batlle, dos años después, de haber usado el caso con fines políticos y ocultar información sobre el lugar donde yacía el cuerpo de su nuera María Claudia García. Todo aquel aparente y primario esfuerzo por desenterrar la verdad sobre el Plan Cóndor finalmente se fue evaporando; el presidente se dio por cumplido y no quiso saber nada más.

Batlle había derrotado a Tabaré Vázquez en una segunda vuelta (1999) en alianza con el Partido Nacional y la Unión Cívica, obteniendo 54,13% de los votos contra (45,86%) del Frente Amplio. Uruguay pagó bien caro aquel error.

Jorge Batlle se subordinó, tanto por necesidad como por entusiasmo y adoración, a Estados Unidos, intentando de cualquier manera un acuerdo de libre comercio con dicha potencia.

En abril de 2002 Batlle rompió relaciones diplomáticas con Cuba, las que serían restablecidas cuando el Frente Amplio llegara al gobierno; pero ya en 2020, cuando asumiera Luis Lacalle Pou, la agresión contra la revolución cubana continuaría y comenzaría con un insulto diplomático al no invitar a su asunción a los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, por lo que dicha ceremonia se convirtió en una cumbre derechista.

Pese a toda la genuflexión de Jorge Batlle, el FMI le cerró los grifos al concluir que no era seguro prestar dinero a Uruguay; pero George Bush le dio una mano con un préstamo de 1.500 millones de dólares que evitó el desplome total. Pero si algo de 2002, aparte de la crisis económica, quedó grabado a fuego en nuestra memoria, fue lo que Batlle respondió a un periodista de la cadena Bloomberg cuando le preguntó si a nuestro país le sucedería lo mismo que a los argentinos: “¡Una manga de ladrones del primero al último!”. “No compare Argentina con Uruguay, ¿o usted es ignorante?”. De remate, opinó sobre el presidente argentino: “Pero ¿cómo le voy a plantear a Duhalde nada, querido? No tiene fuerza política, no tiene respaldo, no sabe a dónde va”.

Todo terminó con Batlle viajando a Buenos Aires a pedir disculpas públicas.

Aquel año fue patético para él. Fidel Castro lo había etiquetado como “un judas, un genuflexo y un mentiroso de los grandes”, y no eran pocos los uruguayos que suscribían lo dicho por el legendario caribeño.

Jorge Batlle intentó desmonopolizar la venta de combustibles (lo mismo que ahora pretende Luis Lacalle Pou); pero los trabajadores organizados lo impidieron.

La receta neoliberal dio sus frutos: se alcanzaron niveles históricos de desempleo mientras los depósitos bancarios desaparecían y dos personas se suicidaban cada día. En julio de 2002, y en medio de la crisis bancaria, el senador frenteamplista Alberto Couriel llevó adelante la interpelación al ministro de Economía. Bensión no cayó; pero el presidente tuvo que remover a César Rodríguez Batlle, director del Banco Central del Uruguay. Días después, el Partido Nacional (aliado del gobierno colorado) le soltó la mano al responsable de la conducción económica y se plegó a la exigencia del Frente Amplio de que Bensión renunciara. El 20 de agosto, “renunció” Bensión y fue sustituido por Alejandro Atchugarry, quien no estaba precisamente ansioso por agarrar aquel hierro caliente; pero fue un gran acierto de Jorge Batlle, porque Alejandro, cuya esposa había fallecido poco tiempo atrás, era querido y respetado por todos los partidos políticos.

Bancos liquidados, banqueros procesados, ahorristas suicidándose, fuga de depósitos, corralito bancario disfrazado de feriado bancario (desde el 30 de julio hasta el 5 de agosto), asalto a mercados, el ministro del Interior Guillermo Stirling desbordado por los saqueos, helicópteros de la Fuerza Aérea sobrevolando Montevideo e Isaac Alfie arrodillado ante los delegados de Estados Unidos clamando por un préstamo puente de 1.500 millones de dólares para capitalizar los bancos estatales y evitar caer en default. El Partido Nacional huyendo del barco timoneado por Jorge Batlle, retirando del gobierno a los ministros Álvaro Alonso, Carlos Cat, Sergio Abreu, Antonio Mercader y Jaime Trobo.  Con ese cuadro, nadie le pedía milagros a Atchugarry, quien puso toda su voluntad, logrando lentamente que lo peor fuera pasando. Sin embargo, Atchugarry renunció al Ministerio de Economía luego de un año y, tras haber solucionado buena parte de los problemas, volvió al Senado. Fue cuando el presidente nombró al neoliberal Isaac Alfie al frente de dicha cartera y regresamos al desastre.

Encaramado sobre su reconocida soberbia, cuando los periodistas le preguntaron sobre las propuestas del Frente Amplio para enfrentar la crisis, revoleó sus ojos hacia el cielo y dijo que estaba en la tapa del libro que aquello (unas treinta medidas) no debía hacerse. En pocas palabras, se cargaron sobre la espalda de los más débiles las peores consecuencias de la crisis; lo mismo, exactamente lo mismo, que Luis Lacalle Pou hizo cuando estalló la crisis económica de 2021 como consecuencia de la pandemia por un lado y de su ideología por otro, salvaguardando a los “malla oro”.

En 2004, Tabaré Vázquez ganó las elecciones pulverizando al Partido Colorado, y Batlle obtuvo una banca en el Senado, pero la abandonó dejando en su lugar a Isaac Alfie. Varios años después, y tras el triunfo del Partido Nacional, Lacalle Pou lo designó como su futuro director de la OPP. Alfie viajó a Estados Unidos y declaró en un juicio contra su propio país para apoyar a la empresa demandante, la cual pretendió, sin éxito, que Uruguay le pagara 3.536 millones de dólares.

Cuando el Frente Amplio llegó al gobierno con Tabaré en 2005, luego con José Mujica en 2010 y después, en 2015, nuevamente con Tabaré, todo cambió abruptamente. Uruguay pasó a ser el país con el salario mínimo nacional más alto de América Latina y el Caribe, el país menos corrupto (junto con Chile), el país con menos pobreza e indigencia, con 15 años de crecimiento ininterrumpido, el país del Plan Ceibal, el país del Plan Ibirapitá, el que multiplicó los salarios de maestros y policías, el de la ley de 8 horas para los trabajadores rurales (terminando con la explotación laboral de los grandes terratenientes blancos y colorados), el país libre de humo, el que le ganó un juicio a una multinacional de la muerte, el país donde los derechos humanos comenzaron a ser prioridad, el país que dejó de enviar a la cárcel a las mujeres que decidían interrumpir un embarazo, el que enfrentó como nunca la discriminación contra personas por su condición sexual, el país donde ni Tabaré ni el Pepe se llevaron un pinche peso a su bolsillo. Por el contrario, Pepe Mujica donaba la mayor parte de su sueldo.

Justo es decir que cuando Tabaré le ofreció a Jorge Batlle ser su embajador en Estados Unidos (considerando la excelente relación que éste tenía con la Casa Blanca), el expresidente tuvo la grandeza de rechazar gentilmente la oferta manifestando que era público y notorio que él no era un buen diplomático. Generalmente, un neoliberal es un conservador de privilegios, un vivo, un egoísta desalmado que busca privilegiar a una minoría a costa de las mayorías populares. Jorge Batlle, como ya señalamos, era un neoliberal convencido, y ni los hechos irrefutables lo lograron convencer de que las fórmulas que hoy utiliza Luis Lacalle Pou solo deparan injusticia, dolor y corrupción. Tengo para mí que era un ser humano bien intencionado, pero su inteligencia lo traicionó y se aferró a postulados erróneos que provocaron tragedias, ya que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

Todos estos episodios históricos fueron quedando grabados en las páginas de Caras y Caretas, que nunca ocultó sus convicciones políticas. De estas salieron las más fervorosas defensas de la izquierda; pero también las más crudas críticas, porque el peor favor que un revolucionario le puede hacer a su causa es ser obsecuente. Criticamos lo que había que criticar y defendimos con uñas y dientes lo que había que defender. No siempre nos entendieron.

Con el herrerismo en el poder, no son pocas las voces que anuncian el cierre de la revista; pero, por el contrario, Caras y Caretas ha redoblado la apuesta haciendo televisión por streaming, logrando niveles de audiencia que superaron las predicciones más optimistas.

Con Lacalle Pou, Uruguay tiene el triste reconocimiento de estar entre los países que menos han invertido para contrarrestar las consecuencias de la crisis producida por la pandemia; han descendido el salario real y las pasividades, se han recortado de manera infame infinidad de planes sociales creados por el Frente Amplio mientras se aumentan los sueldos de los cargos de confianza; la corrupción, el amiguismo, el nepotismo y el tarjetazo se han disparado tanto como los abusos de la Policía. No hay dinero para que los escolares puedan repetir un plato de comida; pero sí para comprar dos cuadros por 18.000 dólares.

La única promesa electoral que han cumplido los aliados derechistas es la de (al decir de Sanguinetti y refiriéndose a los derechos de los trabajadores) “desplumar al pollo pluma por pluma, para que no chille tanto”.

Estamos en un momento nuevamente dramático; pero nadie nos prometió nunca un jardín de rosas. La lucha continuará, y en esa lucha (que a nadie le quepan dudas) Caras y Caretas estará en la primera línea de combate. Hablamos de lucha de ideas, no de una revolución de fusiles, sino (y como decía Chávez) una revolución de mentes y corazones.

Leandro Grille está siendo demandado por un socio del poder por llamarle farsante a un farsante, el gobierno se queda con dinero legítimamente ganado por la revista y los líderes sindicales están sufriendo un ataque como solo se vio durante la dictadura.

Mientras la derecha se manifiesta en contra del monopolio de Ancap, defiende el monopolio de Katoen Natie, entregándole el puerto por 12 períodos de gobierno y pisoteando las leyes. Y mientras dedican todo el mes a la deuda de 48.000 pesos de Óscar Andrade, los grandes medios no dicen ni una letra de una información que cuando me llegó por diversos medios, tuve que chequearla porque me parecía demasiado escandalosa como para ser cierta; pero lo es.

El abogado de Katoen Natie es Augusto Antonio Durán Martínez, integrante del Comité de Ética del Partido Nacional, cuyo hijo Andrés es nuestro embajador en Estados Unidos. Enrique Antía contrató a Augusto Durán para elaborar informes pagándole 12.000 dólares, aun cuando la Intendencia de Maldonado tiene sus propios abogados, y fue subsecretario de la Presidencia entre 1990 y 1995, cuando gobernaba el padre del actual presidente.

El Partido Nacional entregó el puerto sin contar con más informe jurídico que la opinión del abogado de la empresa, amenazando con demandarnos por 1.500 millones de dólares.

¡Cuánta razón tenías, Graciela! Esto es entre oligarquía y pueblo y nadie, absolutamente nadie, hoy puede negarlo.

Por esto y más, la lucha de Caras y Caretas es contra la desinformación y el olvido. Lleva veinte años resistiendo toda clase de ataques; pero tengo una mala noticia para nuestros adversarios.

No nos rendiremos nunca.

No nos rendiremos jamás.

29
Ago
21

CHINA y el virus . . .

QUE NO TE ESCONDAN LA VERDAD, NO SIGAS COMPRANDO LAS MENTIRAS CANALLAS DE LA PRENSA LOCAL

LA MILENARIA CHINA, EL PCCH Y SU PUEBLO, VENCIÓ EL VIRUS

China, la pandemia, el Partido Comunista y el Mandato del Cielo

escribe: Daniel Barrios

Xi Jinping: Ninguna persona o fuerza frenará a China
Xi Jinping, Presidente de China

El punto de inflexión fue en febrero de 2020. Me encontraba en Beijing por mi trabajo y la epidemia de neumonía causada por el nuevo coronavirus en la ciudad de Wuhan ni siquiera tenía un nombre oficial.

La última semana de enero, Xi Jinping había presidido una reunión del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) -el organismo más importante e influyente de la República Popular- y exigió a sus otros 6 miembros, que la prevención y el control de la epidemia debían ser desde entonces la tarea más importante del partido, el gobierno y la sociedad. Un día después encomendó a altos exponentes de su gobierno que inspeccionaran el trabajo de control de la epidemia en Wuhan, dio instrucciones a organizaciones, miembros y funcionarios del partido, así como a las fuerzas armadas, y se reunió con el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.

«Habríamos visto muchos más casos fuera de China de no ser por los esfuerzos del gobierno [chino] y el progreso que han logrado para proteger a su propio pueblo y a las personas del mundo», reconoció el jefe de la OMS el 11 de febrero y anunció que covid-19 -un acrónimo de coronavirus disease 2019 (enfermedad por coronavirus 2019, en español)- sería el nombre oficial de la enfermedad. Se evitó de esta manera que la denominación contuviera referencias a ningún país o lugar como pretendió Trump hasta ultimo momento llamándolo el “virus chino” para estigmatizar al gigante asiático como responsable del patógeno.

Fue entonces que sucedió lo que inevitablemente tenía que suceder, porque así lo determinaba su historia y porque así lo exigía el presente dramático.

Todo un pueblo contra el virus

El 12 de febrero, días después de haber presidido una nueva reunión extraordinaria del Comité Permanente del Buró Político, Xi Jinping, mientras visitaba un hospital y un centro distrital para la prevención y control de la enfermedad en Beijing, definió la covid-19 como el principal enemigo y llamó a “una guerra popular ” para combatirlo, el mismo término utilizado por Mao en su lucha triunfante contra los nacionalistas de Chiang Kai-shek durante la Guerra civil china (1945-1949).

Desde entonces, y aún hoy, los medios de comunicación utilizaron repetidamente el lenguaje militar para describir la “batalla” contra el virus, exaltando a los trabajadores de la salud como “heroicos soldados de primera línea” y apodando a Xi el “comandante”.

Una historia de pandemias

Pestes, epidemias y pandemias tienen una historia milenaria en China.

La Plaga Antonina, según epidemiólogos la primera pandemia de la historia, que en la segunda mitad del siglo II causó la muerte de cinco millones de personas y devastó el imperio romano, habría tenido originen en China durante la dinastía Han para luego viajar por la ruta de la seda hacia Occidente.

La Peste Negra o bubónica de principios del siglo XIV, la segunda y más destructora pandemia global de la historia, que costó entre doscientos y cuatrocientos millones de vidas, también se originó en el Imperio del Medio en los tiempos de la dinastía Yuan (uno de sus focos fue la actual provincia de Hubei, donde tuvo inicio el nuevo coronavirus) y es “exportada” a Europa por la armada mongola.

La tercera pandemia de peste, también llamada Peste de China, fue una variante de la bubónica y comenzó en lo que es actualmente la provincia de Yunnan, en 1855, durante el quinto año del emperador Xianfeng de la dinastía Qing. Este episodio de peste se extendió a todos los continentes, provocó más de 12 millones de muertes en India y China y, según la Organización Mundial de la Salud, se consideró activa hasta 1960.

El castigo divino

Durante milenios, pestes y epidemias se consideraron castigos divinos para pueblos y gobernantes que pagaban sus culpas por los errores cometidos.

La tradición que considera el contagio de masas como un flagelo enviado del Cielo está especialmente arraigada en la cultura china. Desde que existe, para la civilización China, el poder de los emperadores ha estado asociado al Mandato del Cielo o tianming, una variación asiática de lo que luego fue la doctrina de las monarquías europeas del «derecho divino de los reyes” y de los emperadores romanos que se equiparaban a los dioses.

Sin embargo, la versión china es anterior y sobre todo mucho más radical. por un lado el emperador fue siempre visto como el Hijo del Cielo pero al mismo tiempo responsable ante ese mismo poder divino del bienestar de su pueblo que tenía el derecho/obligación de rebelarse contra el soberano y revocarle su mandato cuando desde arriba se recibían señales claras de desastres naturales como inundaciones, sequías, hambrunas o epidemias.

No solo la doctrina china del Mandato del Cielo vincula las pandemias a la caída o decadencia de imperios, dinastías y gobiernos. Muchos historiadores coinciden en que la Peste Antonina fue un acelerador de la caída del Imperio romano, así como la Peste Negra de 1300 provocó profundas transformaciones en Europa que aceleraron el tránsito de la Edad Media al Renacimiento. Y hay quienes afirman que la fiebre española que causó 40 millones de muertos en 1917 es una de las explicaciones para entender las dos guerras mundiales, la depresión de 1920, el nazi fascismo y hasta la revolución bolchevique de octubre.

Confucio, el comunismo y la tecnología

48 días después, el Comandante Xi (y no es una metáfora apologética porque además de presidente y secretario general del PCCh, el líder chino es el jefe de la poderosísima Comisión Militar Central) visitó por primera vez la ciudad de Wuhan, la zona cero del brote, y desde allí proclamó a su pueblo y al resto del mundo su primer gran triunfo en la guerra contra la covid-19.

“El coronavirus está ‘prácticamente contenido’ en su epicentro. Los primeros resultados fueron obtenidos estabilizando la situación y cambiando la tendencia en Wuhan y en Hubei”, confirmó el mandatario, donde 56 millones de habitantes estaban en cuarentena y aislados a cal y canto desde finales de enero. “ Juntos venceremos esta guerra, Wuhan vencerá, China vencerá”, alentó Xi Jinping.

En menos de dos meses la República Popular había pasado de ser el villano que había infectado al mundo con su propio virus a convertirse en un héroe capaz de contener la pandemia en su propio país y enviar ayuda y asesoramiento técnico fuera de sus fronteras. La catástrofe inminente y el precio altísimo que China podría haber pagado internacionalmente por el supuesto ocultamiento del virus se convirtió en un modelo a seguir para enfrentar la crisis sanitaria más grave de los últimos cien años.

Los mismos expertos y analistas estadounidenses que pronosticaron un nuevo “Chernóbil de Xi Jinping” (comparándolo con el accidente nuclear de 1986 cuya pésima gestión marcó el inicio del fin de la Unión Soviética y de Gorbachov) empezaron a preguntarse si Occidente no debería aprender de la experiencia asiática.

Muchos factores pueden explicar el éxito de la “guerra del pueblo” chino contra la gran peste del tercer milenio.

Uno de ellos las enseñanzas de Confucio, su sentido del orden y la cohesión social, el interés colectivo por encima del individual, la búsqueda de la armonía y el respeto por las jerarquías contribuyeron para superar una crisis que amenazaba, como nunca antes, la estabilidad política, social y económica y, por sobre todas las cosas, la vida misma de un quinto de la población del planeta.

Aún más decisivas que el legado del refinado pensador del siglo V a.C. fueron dos las claves para controlar la pandemia: el Partido Comunista, su prestigio y liderazgo indiscutido y su extraordinaria capacidad de movilizar a cientos de millones por un mismo objetivo y la alta tecnología aplicada a la salud para prevenir los contagios y reprimir el virus.

Inmediatamente de conocida la existencia del virus, un ejército de 91 millones de reservistas (tantos son los afiliados al PCCh) respondieron al llamado de su “comandante en jefe” y se constituyeron en sus células partidarias, comités de fábricas y de barrios, sindicatos y organizaciones civiles. Fue el Partido Comunista quién asumió la responsabilidad de organizar, informar y educar acerca de los peligros del coronavirus, así como de implementar las medidas sanitarias a aplicar para combatirlo por todos y cada uno de los casi 1.500 millones de sus compatriotas.

Aunque a muchos les cueste reconocerlo, solo un partido político y un gobierno reconocido y respetado por su gente es capaz de establecer una gran muralla sanitaria que llegó a inmovilizar y aislar durante semanas a más de 500 millones de habitantes, construir hospitales en cuestión de días, movilizar en tiempo récord decenas de miles de médicos y enviar técnicos y especialistas y miles de toneladas de material sanitario a más de 80 países.

Ese entramado capilar de relaciones entre el partido y la sociedad habría sido imposible sin la asistencia de una sofisticada tecnología de información. Inteligencia artificial y vanguardia en redes de comunicación de quinta generación fueron las armas que contó el ejército de comunistas para derrotar el flagelo. Todas las empresas digitales, públicas y privadas, se pusieron al servicio del gobierno para recoger y almacenar los datos sanitarios, informar y dar seguimiento y control sobre el estado de salud de cada uno de sus ciudadanos y detectar los contagios en tiempo real.

Me tocó vivir la combinación virtuosa militante/tecnología. Apenas instalado en la casa donde me alojaba, fui visitado por un voluntario comunista encargado de la vigilancia sanitaria del conjunto habitacional. Todos mis datos personales y médicos fueron cargados en mi celular con un código QR y a partir de entonces y hasta que abandoné el país, debí tomarme la fiebre cuatro veces por día y enviar la información a la unidad sanitaria local. En caso de no hacerlo, un voluntario se presentaba termómetro en mano y él mismo medía mi temperatura y llenaba el formulario.

Desde un principio la pandemia fue un mega desafío para cada uno de los países y al mismo tiempo una confrontación entre distintos modelos y formas de gobiernos y sus capacidades para reaccionar ante el virus, proteger a su población y prevenir los contagios. En definitiva una competencia por salvaguardar el más supremo de todos los bienes y derechos, la vida humana.

Desde el comienzo de la pandemia, Estados Unidos registró un total de 36.680.287 contagios y 621.636 muertes. Si China hubiese registrado las mismas tasas de infección y mortalidad sus decesos habrían sido más de 2.500.000 (fueron 4.636) y los afectados por el virus más de 155 millones (fueron 94.379).

Las cifras no mienten ni los dioses (chinos) se equivocan.

29
Ago
21

Afganistán . . .

AFGANISTÁN

OTRA HUIDA de los YANKIS: Michael Moore: “Por dicha, EE.UU. perdió otra batalla. Hagamos de esta la última”

El cineasta y activista estadounidense dijo que “no hay nada que celebrar” tras el fin de la catastrófica ocupación de 20 años de Estados Unidos en Afganistán.

Militares estadounidenses salen de Afganistán en un avión de la Fuerza Aérea de su país. Foto: Twitter / USArmyMilitares estadounidenses salen de Afganistán en un avión de la Fuerza Aérea de su país. Foto: Twitter / USArmy

El documentalista y activista de los derechos humanos y el medio ambiente, Michael Moore, calificó de “fracaso” la ocupación de Estados Unidos en Afganistán, que inició en los gobiernos de George W. Bush y perduró por 20 años durante las administraciones de Barack Obama y Donald Trump.

No fue sino hasta que llegó Joe Biden que las fuerzas militares estadounidenses, junto con sus aliados de otros países del orbe, salieron del territorio afgano en medio de una crisis humanitaria detonada por la abrupta toma del poder por parte del movimiento talibán.

 

“La mayoría no lo dirá, así que lo haré: afortunadamente, Estados Unidos ha perdido otra guerra. Hagamos de esta la última. No hay nada aquí para celebrar. Este solo debería ser un momento monumental de reflexión seria y un deseo de buscar la redención para nosotros mismos”, dijo Moore en una columna de opinión divulgada por medios de todo el mundo.

“No necesitamos dedicar un solo minuto en este momento a analizar cómo Biden se equivocó o no mientras manejaba el final de este lío que se le entregó, incluidas sus increíbles negociaciones privadas durante toda esta semana con los líderes talibanes para asegurar que ni un solo combatiente enemigo de la fuerza de ocupación (que seríamos nosotros; por ejemplo, soldados y espías estadounidenses y personal de la embajada) resultara dañado.

Han sacado con vida a todos los periodistas estadounidenses y extranjeros, además de la promesa de los talibanes de que los que se queden para cubrirlo no sufrirán daños. ¡Y ni uno solo lo ha hecho! Por lo general, una fuerza como los talibanes se apresura a matar a todos los enemigos a la vista. ¡Eso no ha sucedido! 

El activista además rememoró las sucesivas invasiones que ha realizado Estados Unidos desde mediados del siglo XX: Corea, Vietnam, Camboya, Irak (1991), Irak (2003) y Afganistán. Para él, hay dos asuntos que recorren esta lista de países: primero, que ninguno de ellos invadió ni representó amenaza alguna para EE.UU., ni micho menos amenazó vidas de los estadounidenses. Y segundo, “no son blancos (…) Desde el 8 de mayo de 1945, por alguna razón, solo matamos personas de color”.

La similitud con Vietnam

Michael Moore hace un paralelismo entre la fallida operación en Afganistán y lo sucedido con el Frente Nacional de Liberación de Vietnam (Viet Cong). “Fuimos derrotados en Afganistán por un ejército desordenado que no tenía ni un solo helicóptero, ni un solo caza a reacción, ni bombarderos furtivos, ni misiles, ni napalm, ni Burger King en el PX, ni una carpa con aire acondicionado, ni una! No hay un maldito tanque a la vista, solo un grupo de tipos con barba en camionetas que disparan balas al aire”, analizó.

“Ah, y otra similitud con Vietnam: ¡era su país! No el nuestro. Nosotros fuimos los invasores. En Vietnam matamos a 2 millones de personas. En Afganistán, las estimaciones de muertos llegan a 250.000. En Irak matamos a casi un millón (volviendo a la campaña de bombardeos civiles de Bill Clinton)”, añadió.

Durante los 20 años de ocupación estadounidense en Afganistán, el país se gastó 2.4 billones (millones de millones) de dólares “mientras los pobres en Estados Unidos se quedaban sin comida, sin atención médica y sin escuelas decentes”, criticó Moore.

 

Se sacrificaron más de 2.400 vidas de soldados estadounidenses, y no fue sino hasta 2011 cuando la administración Obama aseguró haber matado a Osama Bin Laden, pero no en territorio afgano sino en Pakistán. 15 de los 19 perpetradores de los ataques del 11 de setiembre de 2001 ni siquiera eran afganos, iraquíes o iraníes: eran oriundos de Arabia Saudí.

 

27
Ago
21

Nuevas Mayorías vs. HAMBRE y MISERIA lacallista . . .

Hacia la Nueva Mayoría

Nuestro país atraviesa hoy una etapa de decisiones que determina por varios años el tipo de país en el que queremos vivir.

 

Las 800.000 firmas que presentamos el 8 de julio abrieron las compuertas de la democracia para que la decisión radique en la expresión más directa de la soberanía nacional: el pueblo uruguayo expresándose libremente en las urnas. Los avances que se han promovido por parte del núcleo duro de nuestro actual gobierno suponen una línea programática de larga tradición en nuestro país, que durante todo el siglo XX enfrentó una idea de Estado concebido como escudo de los débiles.

Una tradición nacional, siempre en pugna, de contención social e intervención pública al servicio de una concepción del desarrollo nacional basada en la justicia social. La LUC es el espinazo jurídico, la columna vertebral de un modelo de país que supone retirar al Estado de este rol histórico, que distingue al Uruguay en el mundo y se ha transformado en una seña de identidad.

El referéndum contra los peores 135 artículos de la LUC es un proceso democrático que pretende poner freno a una idea de país que desampara a los sectores más débiles de nuestro pueblo. Fue esa convicción la que nos arrastró a embarcarnos en esa lucha, luego de un proceso de intercambios largos, profundos, fundados en un amplísimo consenso popular de decidir colectivamente, en unidad, lo que las organizaciones de las que formamos parte entendimos lo mejor para los intereses de nuestro pueblo.

Una vez culminado este proceso de decisión, salimos a pelear firma a firma, a recostarnos una vez más en el lugar en el que nos sentimos más seguros, el protagonismo popular. Una gesta histórica, en la que las organizaciones populares demostramos nuestra enorme responsabilidad, con un trabajo impecable para garantizar al mismo tiempo un riguroso cuidado sanitario en el marco de una pandemia sin precedentes, asegurando que se cumpla el mandato constitucional, el derecho ciudadano a expresarse libremente en las urnas Las 800.000 firmas dejaron claro que existía y existe en nuestro país una necesidad popular de expresarse sobre el modelo de país que encarna la LUC.

El mismo que encarna el Presupuesto Nacional, el acuerdo de transferencia al capital privado de la soberanía portuaria, la pauta planteada en la negociación colectiva. Nuestro país no se divide entre buenos y malos. Hay buena gente en todas las colectividades políticas, las organizaciones sociales y deportivas, la cultura, la ciencia.

Vivimos en un país hermoso, en el que es posible dirimir las diferencias en democracia, desde el respeto y hasta el cariño. En un país de tantas bellezas naturales, la cultura de diálogo, de convivencia fraterna y respetuosa, es posiblemente lo mejor de nuestra patria. En las últimas horas ha cobrado fuerza una idea que con mucho cariño y respeto vienen manejando queridas compañeras y compañeros frenteamplistas, que manejan la posibilidad de construir a la interna del Frente Amplio un importante consenso para que ocupe en mi rol de militante de toda la vida la presidencia de dicha fuerza política.

Nunca oculté ni oculto mi condición de frenteamplista. Fui durante muchos años presidente de mi querido comité de base Unidos Venceremos e intendente del comité de base 25 de Agosto de 1825 y, pese a no tener una intensa vida orgánica en la fuerza política, buena parte de mis valores, mis principios y de mis afectos se han cultivado allí.

La sola mención de mi nombre para ocupar una responsabilidad así me llena de orgullo, de honor y gratitud. Soy un militante de toda la vida y que compañeras y compañeros con los que compartimos tanto camino de vida entiendan que mi nombre puede contribuir a fortalecer a la fuerza política me llena el alma. Hasta el momento no existe una propuesta formal para analizar.

Mis energías, mi esfuerzo y todo lo que tenga para dar están puestos en las luchas que nuestro pueblo tiene por delante. Ese es el eje que nos orienta a diario y así será en el lugar que nos toque ocupar en el futuro. Si se concreta una propuesta formal, la analizaremos con las compañeras y compañeros con los que milito a diario, con mi familia, y en el acierto o el error trabajaré por lo que entendamos que contribuye más a fortalecer la unidad y la lucha de nuestro pueblo por una sociedad más justa.

Hoy me toca ocupar una responsabilidad enorme, presidir al PIT-CNT. Desde mi punto de vista, el más alto honor que puede tener una trabajadora o trabajador del Uruguay. Allí están puestas mis energías, mi experiencia y convicciones, trabajando en construir una nueva mayoría que abra paso a una perspectiva de avance para nuestro pueblo.

26
Ago
21

Wilson y el exilio . . .

Mis Archivos del Exilio – 29

Atentado y muerte: encuentro democrático; Albufeira, Portugal, 1983

Cada tanto la vida del exilio era golpeada por crímenes y muerte. Ya era (no ha dejado de serlo) un mundo injusto que generaba lucha por la justicia. Lleno de autoritarismo, que empujaba a pelear por la libertad. Plena guerra fría, lo que comprometía a defender con la no intervención.

 

 

Doctrina de la Seguridad que movilizaba por la dignidad. Terrorismo de Estado en la región que obligaba a la denuncia. Y así fue. Muchas veces. Mayo del 76 en Buenos Aires… ¿Puedo recordar haber vivido algo más doloroso que la muerte de Zelmar y Toba? Junto a ellos murieron Barredo y Whitelaw. Desapareció Liberoff, luego el Gral. Torres de Bolivia a quien quisimos salvar. Yo confieso que creí que papá no salía vivo.

Terminamos salvándonos ambos. El Plan Cóndor no daba paz. En Washington, contra mí: advertencia del FBI, en Londres contra el viejo: notificación de Scotland Yard. Pero además seguían desapareciendo uruguayos. Militantes y dirigentes del PVP en Buenos Aires, Julio Castro, Elena Quinteros, Bleier. Otras veces era contra gente con quienes compartíamos la lucha: Letelier, Roldós, Torrijos… Así pasó en la Internacional Socialista (Socialdemócrata).

Nuestra relación con la misma arranca en las horas negras de Buenos Aires. Estaba reunida en Venezuela. Estaban Willy Brandt, el Primer Ministro Kreisky de Austria. Asistió Ricardo Balín de Argentina. Llevó una carta de mi padre. Era su primera salida del país, casi al final de su vida. Denunciaron los hechos pero, además, comenzaron a darnos protección. Fue por ello, y gracias a las gestiones y riesgos asumidos de Tito Berro, que salimos vivos.

Ojalá lea esto y sepa que esa deuda de gratitud no prescribe. Salimos de Argentina por el asilo otorgado por Austria. Estuvo en la Fundación, y en el 1º y 2º aniversario de la Convergencia, nos invitaba a sus Congresos. También al celebrado en Albufeira, al Sur de Portugal en abril de 1983. Mario Soares estaba en su 3er mandato como Primer Ministro.

Pero ya había decidido ser candidato a la Presidencia para el 86. El Congreso debía darle respaldo en esa nueva etapa. Cuando asume como Presidente de Portugal, 3 años después, en 1986, el viejo representó al Estado uruguayo. Soares lo trató con mucho afecto. Lo llevó a conocer familiares de Ferreira que hacían oporto, uno de los mejores. Después del Burmester, de familiares de mi madre.

Aproveché la invitación al Congreso del 83 para pasar por Londres y ver a mis padres un par de días. El 6 de noche ya estaba en Portugal. El 7, a las 11 fue la inauguración. Soares me invitó a la cena que ofreció a los Jefes de delegación. Aquella fue mi gran oportunidad. Queríamos sacar una resolución unánime de condena al régimen uruguayo, pero que reclamara por la libertad de los presos y la aparición con vida de todos los desaparecidos. Ya los líderes europeos nos tenían bien junados. Ni hablar los latinoamericanos como Peña Gómez, Dominicana; Carlos Andrés, Venezuela; Memo Ungo, El Salvador; etc. Si la moción era suya, no agregaba mucho. Shimon Peres: él tenía que ser.

No era una reunión fácil para él. Se había aceptado la participación de un delegado del líder de la OLP, para procurar un diálogo. Se trataba del Dr. Issam Sartawi, médico personal de Arafat, y uno de sus amigos y asesor más cercano. Ello le iba a causar algunos dolores de cabeza a su regreso a Israel. Fue más fácil de lo que pensaba.

Aceptó de inmediato y me pidió un borrador en inglés y otro en español para la mañana siguiente. Ninguno de los dos sabía que nacía allí una amistad, que incluiría a mi padre. Tampoco que un hecho trágico iba a opacar cualquier otra noticia que no fuera el atentado fatal que se estaba planeando. Conservo su carta personal, cuando murió el viejo.

Vino al Uruguay poco después, y Sanguinetti armó un almuerzo en Suárez con él, Tarigo, E. Iglesias, Shimon Peres y yo. Después lo vi en Israel en la visita del propio Sanguinetti, durante la rotación Peres-Shamir. Uno, Ministro de Relaciones, y el otro, Primer Ministro y viceversa. El 8 junto a socialistas uruguayos que allí estaban íbamos consiguiendo firmas y votos.

Almorcé con José Díaz y Melgarejo, presentes en la reunión, y nos dividimos tareas: qué delegados abordaríamos cada uno. A las 8 de la noche se reunió el bloque latinoamericano e hizo suya la declaración. Fue una noche larga. EL Secretario general de la Internacional era el sueco Bernt Carlsson, muy amigo. Pero el Prosecretario era un joven militante chileno, Lucho Ayala, sentía nuestros temas más cercanos. Estuvimos trabajando en la difusión que le íbamos a dar a la declaración hasta las 3 de la mañana.

Tras un rápido sueño, estábamos todos en el plenario. Fueron muchos los sorprendidos con el discurso de Shimon Peres: «Uruguay, Shimon Peres…» Sonaba como un: «¿Qué me perdí?» Yo, confieso, me divertía para mis adentros. ¡Se aprobó por aclamación! Sufrí mucho una corrida de toros en honor de los delegados. La primera y última, por suerte, que vi en mi vida.

En cambio disfruté mucho la copa de cierre que ofreció Mario Soares a los participantes, en los jardines del Hotel. Allí conversé con la Senadora Española Elena Flores, gran amiga. Lo último que supe de ella es que dirigía la Asociación Internacional para la Gobernanza, la Ciudadanía. Me hizo un comentario al pasar.

Creo que ninguno de los dos era consciente, en ese momento, que no olvidaríamos su frase en el resto de nuestras vidas: «Oye, Juan Raúl, qué poca seguridad hay en este Hotel, más bien ninguna si piensas las personalidades mundiales que aquí se alojan». El mismo 10 me regresaba a Washington, para llegar a tiempo a una conferencia de WOLA con gente del interior de Uruguay. A primera hora le agradecí a Peres sus gestiones.

Pero la parada no iba a ser fácil. Sin que nadie los detuviera, ingresaron dos personas jóvenes, vestidos con ropa de cuero. Habían dejado su moto en la puerta del Hotel. Pasaron a metros del líder Israelí. Todos creíamos que iban por él. Pero no. Quizás nunca supieron que lo tuvieron a su lado. Se dirigieron al representante de la OLP, Sartawi, y lo mataron.

A sangre fría. Llegó una ambulancia, cuyo equipo apenas logró cubrir con una manta negra el cadáver y llevárselo. No era contra nosotros. No teníamos nada que ver. Sólo fuimos testigos de un hecho terrible. Quizás, la vida que llevábamos nos pusiera siempre en un ambiente donde estas cosas podían pasar. Una cápsula de seguridad retiró a Peres. Ello no impidió ver su rostro de tristeza. Recuerdo ese día y me sigue generando algo de angustia, de frustración. Me enseñó a respetar a todos los que buscan el diálogo antes que la confrontación.

24
Ago
21

¿ corrupción ? . . .

¿ es CORRUPCIÓN ? La entrega . . . 

escribe: Enrique Ortega Salinas

entrega Antel
Foto: Nicolás Celaya /adhocFOTOS

Hasta hace poco mantuve la ingenuidad de creer que la desesperación de los herreristas por vender o cerrar las empresas públicas provenía de su ideología neoliberal; pero ahora estoy comenzando a sospechar que en sus múltiples y reiterados intentos por beneficiar a grandes multinacionales hay intereses económicos personales e inconfesables. Es que el neoliberalismo no es una ideología; es un modus operandi.

 

Ahora que la LUC ve amenazada la permanencia de 135 de sus artículos más nefastos, el gobierno aprieta el acelerador en su plan de dejar caer las empresas públicas, favoreciendo a sus competidoras, caso de Antel, desprestigiar a los sindicatos y promover la desmonopolización, caso de Ancap, o la entrega directa pisoteando todo y a todos, caso del puerto.

El lema de los blancos es claro: lo que no has de vender, déjalo caer.

 

La entrega de Ancap

De todas maneras, y como el abuso tiene límites, en el proceso de entrega de nuestras empresas públicas pretenden contar con el apoyo de la opinión pública, aquella que no pudo conseguir Lacalle I cuando a comienzos de los 90 intentó hacer, exactamente, lo que está intentado hacer su hijo. Para lograrlo, tanto el gobierno como los medios de comunicación y organizaciones afines al mismo están abocados a imponer algunas mentiras a fuerza de repetición. Algunas de las falacias que intentan imponer es que Ancap es ineficiente y que el precio de los combustibles bajará si la cerramos y/o habilitamos la importación de los derivados del petróleo en régimen de libre competencia porque el mercado todo lo soluciona. Ante esto, van aquí algunas acotaciones.

  • Ellos saben perfectamente que nuestro mercado es demasiado pequeño y si eliminan el monopolio público estarán creando de hecho un oligopolio privado. Si se quita a Ancap del medio y, con suerte, se establecen dos empresas, lo más seguro es que pacten los precios para no perjudicarse con una guerra comercial. Desmonopolizar Ancap es eliminarla.

  • Mienten cuando afirman que tenemos los combustibles más caros del mundo. Sí es cierto que son los más caros de la región; pero los demás países no subvencionan con ellos ni el gas, ni el boleto ni los agrocombustibles. Un litro de gasolina en Francia cuesta (en dólares y en este mes de agosto) 1,857; en Alemania, 1,842; en España, 1,656; en Reino Unido, 1,873 y en Portugal, 1,973, mientras que en Uruguay cuesta 1, Es alto; pero no tanto como se afirma.

  • Este gobierno recibió una Ancap saneada y en marcha; pero no es conveniente a sus planes ventilarlo.

  • Un informe de la Comisión de Industrias concluyó, tras un estudio en el que no participó Ancap, que esta empresa es eficiente, produce combustible de alta calidad, y que la refinación de petróleo y producción de nafta le genera ganancias.

  • Tal como lo ha explicado Daniel Martínez en Montevideo Portal, con respecto a la incidencia en el costo final del combustible: “La mano de obra de refinación, los costos administrativos, el mantenimiento de los equipos, los costos financieros de la empresa, el margen de ganancia para la reinversión, tecnológica, en equipos, etc., no llega a 10%”.

  • El costo depende fundamentalmente del precio de la materia prima, el petróleo; y sobre eso Ancap no tiene incidencia, porque depende de variables que incluyen desde el precio del dólar a cuestiones políticas. Esta incidencia del crudo oscila entre el 50 y el 60%.

  • Otra parte de los costos tiene que ver con el IVA, el Imesi (que este gobierno subió y representa el 40% del valor de las gasolinas), el fideicomiso del boleto (unos 3 pesos por litro), el subsidio al supergás ($ 2,91) y nuestra apuesta por los biocombustibles ($ 0,68/litro). También las pérdidas de la División Portland incrementan $ 0,12/litro el costo final.

Con el subsidio del boleto y del supergás, Ancap cumple una función social tendiente a mejorar el nivel de vida de la población; pero aquellos que condenan la “solidaridad obligatoria” de los compradores de combustible no le hacen asco a dicha solidaridad cuando se vuelca hacia ellos. ¿O acaso no son actos de solidaridad (como recuerda Liliam Kechichian) los millones de dólares que el Estado (o sea, todos nosotros) vuelca al Fondo Arrocero, al Fideicomiso lechero, al Fondo de Garantías para el sector lácteo, al Fondo Agropecuario de Emergencia (16 millones), a la rebaja de la tarifa eléctrica (5 millones), a la devolución del IVA en compras de gasoil a productores que no tributan IRAE, a la exoneración del 18% de la contribución inmobiliaria rural (y con un 10 % adicional para pequeñas extensiones), exoneración tributaria para pequeños y medianos productores, descuento en impuestos de Primaria y al Patrimonio, a la trazabilidad (12,5 millones), a la ley de riego (3 millones) o a la vacunación antiaftosa (13 millones)?

Al margen de eso, Daniel Martínez ha explicado que “importar en decenas y decenas de pequeños barcos los distintos productos, para cubrir el consumo nacional es más caro que importar crudo en un barco con 1 millón de barriles cada poco menos de un mes y refinarlo en el país”.

Por otra parte, si perdemos Ancap, dejaremos de producir supergás, y si importamos la totalidad de lo que consumimos, saldrá mucho más caro. No es una especulación. Como Ancap no produce lo suficiente, hay una parte que importa y ya sabemos que el costo es muchísimo más elevado. Como mínimo, se estaría cumpliendo el deseo de Isaac Alfie (ministro de Economía en las sombras desde la OPP) de que la garrafa de 13 kilos valga 1.300 pesos.

A ellos no les importa ni el bienestar de la población ni el medioambiente. Uruguay apostó a su protección al mezclar etanol en las gasolinas y biodiesel en el gasoil, lo que nos llevó a pagar un pequeño sobrecosto; pero gracias a ese esfuerzo colectivo disminuimos el impacto ambiental. Los diputados de la coalición gobernante, cumpliendo directivas del Poder Ejecutivo, han presentado un proyecto para eliminar la obligación de mezclar 5% de biodiesel en el gasoil para bajar el precio de venta al público. Esta mezcla se realiza para contrarrestar el efecto invernadero; pero a ellos solo les importa el precio final.

Si logran concretar su propósito de cerrar ALUR y terminar con la producción de biocombustibles, la consecuencia medioambiental será equivalente a tener medio millón más de automóviles en la calle, mientras que rescindir el contrato con la empresa Cousa, que provee a ALUR de materia prima, nos costará más de 60 millones de dólares. Todo por ahorrarnos 1,5 pesos de sobrecosto.

ALUR está montada sobre un trípode al cual basta con quitarle una pata para que caiga toda la estructura. Las plantas de Capurro, Paysandú y Bella Unión se sostienen mutuamente. La buena zafra de una protege a las demás cuando están en baja. El juego del gobierno es cerrar una que esté mal para así derrumbar a todas. Luego irán por Ancap, de la cual ALUR es subsidiaria.

 

La entrega del puerto

Mientras tanto, ya entregaron el puerto a un monopolio privado (Katoen Natie) hasta 2081 (o sea, por 12 períodos de gobierno) y las maniobras con Antel son groseras. En el primer caso, Lacalle decidió favorecer a un operador con el argumento de que tal empresa nos podría demandar y ganar el juicio, cuando no existe informe alguno que sustente dicho extremo. Por el contrario, ya esta empresa demandó al Estado uruguayo en 2008, con argumentos similares a los que tendría ahora, y la sentencia se dictó en contra de la empresa. Lo tragicómico es que, por evitar un juicio, ahora le lloverán demandas de los demás operadores portuarios; pero con una diferencia: ellos sí tendrán fundamentos para ganarnos los juicios, ya que con este acuerdo nefasto entre el gobierno y Katoen Natie se echará del puerto a sus competidores y se perderán 1.000 puestos de trabajo. Lindo año 2021 para que un millar de familias pierda su sustento.

Esta entrega (no hay otra forma de llamarle) viola la Constitución de la República, la Ley de Creación de la TCP y la Ley de Puertos, entre otras normas (de la transparencia del acuerdo mejor ni hablemos); pero no será fácil para la bancada frenteamplista revertir semejante operación. El Partido Colorado propone una nueva ley para legalizarla; lo cual, traducido al criollo, significa que reconocen la ilegalidad.

El diario El País arremete contra el monopolio de Ancap; pero no se queja del monopolio de la empresa belga en el puerto. Lo que no pierde nunca es la oportunidad de destilar veneno contra los sindicatos. Su odio de clase chorrea sin control por sus grandes páginas, siempre al servicio de los poderosos. En su editorial del 17 de agosto, exigió al gobierno dar la gran batalla y terminar con el monopolio de Ancap. En esta embestida colaboran también desde el programa Santo y Seña, de canal 4, justificando al presidente al incumplir su promesa de no subir el precio de los combustibles y presionando para que cierre ALUR.

Si solo quisieran bajar el precio, bastaría con que el MEF le bajara el Imesi a Ancap en lugar de habérselo subido.

 

La entrega de Antel

¿Qué puede explicar esta desesperación por perjudicar al Estado y beneficiar al capital privado? ¿Qué justificación tenía lo planteado en el artículo 281 de la Rendición de Cuentas, que suprimía la obligación de los organismos del Estado de colocar sus fondos en la banca pública, perjudicando al BROU y favoreciendo a la banca privada? A fines de julio el gobierno tuvo que retirar este artículo por falta de apoyo de sus socios políticos; pero sus intenciones e intereses quedaron a la intemperie.

¿Cómo explicar la decisión de Mercedes Aramendía, presidente de la Unidad Reguladora de Comunicaciones (Ursec) de regalar 6.500.000 dólares a las telefónicas privadas al rebajar drásticamente lo que deben pagar por el uso de redes ajenas, lo que perjudica directamente a Antel? ¿Este beneficio a la competencia de Antel en telefonía móvil tiene que ver con que, aparte de Claro la otra beneficiaria es Movistar, donde, casualmente, Mercedes Aramendía ocupó un alto cargo?

Con la nueva ley de medios Antel quedará habilitada (léase “obligada”) a arrendar su infraestructura de fibra óptica para que las empresas privadas puedan ofrecer sus servicios de internet. A la trampa de la portabilidad numérica, se suman otras artimañas. Gabriel Molina, presidente de Sutel, denunció que el actual presidente de Antel, el ingeniero Gabriel Gurméndez, afirmó “que no iba a seguir ofreciendo contenidos porque no era su cometido tener una plataforma para que los uruguayos pudieran, a través del celular, ver películas u otros contenidos; pero resulta que Movistar y Claro, que compiten con Antel, sí pueden tener TV y contenidos a través del celular”.

Recordemos que el ingeniero Gabriel Gurméndez ya estuvo en la empresa en los gobiernos de Luis Lacalle Herrera y Jorge Batlle y celebró con bombos y platillos cuando Claro, empresa de Carlos Slim, accedió a una banda de telefonía celular, luego de lo cual fue nombrado gerente general del aeropuerto de Cancún, perteneciente a una sociedad anónima vinculada al magnate mexicano.

Así de retorcida es la realidad. Ahora bien, votante multicolor, si comprendiste hasta aquí lo que es la punta del iceberg, la pregunta es: ¿qué vas a hacer para impedir que esta maniobra contra el patrimonio de los orientales se lleve adelante? ¿Te comiste la pastilla de que Un Solo Uruguay protesta contra el gobierno o vas a despertar de una vez y ver que ambos están contra Ancap? ¿Acompañarás a tus compañeros en las movilizaciones o te quedarás cruzado de brazos en tu casa mientras los blancos entregan el país?

La inocencia no mata al pueblo; pero tampoco lo salva.

23
Ago
21

Así era el pepe Batlle . . .

Don Pepe, la huelga de 1911 y los comedores escolares

escribe: Marcia Collazo

comedores Jose Batlle y Ordoñez

En la novela de la vida, ocurrieron en nuestro país muchos acontecimientos relacionados con la lucha por el trabajo digno, con el salario y con la huelga. Todos fueron, sin excepción, dolorosos y amargos, porque a ningún trabajador de este mundo le agrada tener que enfrentarse al poder instituido y poner en riesgo su medio de vida, salvo que no encuentre otra salida. En la novela de la vida, en el año 1911, Batlle recién había asumido su segundo gobierno, cuando estalló en aquella tranquila ciudad de Montevideo la primera huelga general de los tranviarios.

 

Los tranvías de la capital, esos mismos que hoy podemos contemplar en unas pocas fotografías de época, pertenecían por entonces a dos empresas extranjeras. Una era la United Electric Tranways of Montevideo Limited, y era inglesa. La otra era la Compañía Alemana Transatlántica. Cuando los trabajadores crearon su propio sindicato, la respuesta de las empresas fue el inmediato despido de todos los miembros de la directiva, que eran nueve.

No quedó ni uno solo en su puesto, porque había que dar un escarmiento ejemplar contra cualquiera que se atreviese, ya por entonces, a desafiar al gran capital con pretensiones salariales y demás reivindicaciones. Fue entonces cuando, fracasadas las negociaciones, estalló la huelga. Faltó así el transporte público porque, como sucede en todas las huelgas y paros del universo, la única protesta y el solo instrumento con el que suelen contar los trabajadores es la detención de sus tareas. Y esto, por fuerza, trae como consecuencia la retracción del servicio en cuestión.

Llegó pues, la fecha de la huelga general, y en la mañana de ese día se produjo en la Av. 18 de Julio una concentración de miles de trabajadores que se dirigió a la casa del presidente Batlle, en Mercedes 891, entre Florida y Andes. Llegados hasta el lugar, los  trabajadores exigieron la presencia del Presidente. Entonces Batlle salió al balcón. Según un relato de la prensa, el poeta Ángel Falco, que supo ser además militar, diplomático y anarquista, se subió a un árbol y leyó de viva voz una proclama en la que señaló cuáles habían sido las conquistas sociales alcanzadas por los trabajadores durante el gobierno batllista, instando finalmente al presidente a sumarse al movimiento de protesta. Esta situación, que puede ser entendida como un horror, un verdadero sacrilegio o una insolencia por quienes desprecian a los trabajadores, constituyó un desafío mayúsculo. Se hizo el silencio entre la muchedumbre. El aire se cortaba con un cuchillo, como suele decirse. Pero don Pepe Batlle solo necesitó unos minutos de reflexión. Su respuesta fue: “Organizaos, uníos, y tratad de conquistar el mejoramiento de vuestras condiciones económicas, que podéis estar seguros que en el gobierno no tendréis nunca un enemigo, mientras respetéis el orden y las leyes”.

Esta anécdota, que pinta de cuerpo entero a Batlle, retrata también varias cosas más. En primer lugar, invita a meditar en esa proposición formulada por el prestigioso historiador Gerardo Caetano, quien afirma enfáticamente que el batllismo era una izquierda. En segundo lugar arroja luz sobre el proceder recto de un gobernante que -más allá de su ideología- se abstiene de incurrir en groseras manipulaciones, en prejuicios y en actitudes demagógicas dirigidas a entorpecer el reclamo legítimo de los trabajadores, pertenezcan al ramo productivo o al servicio que pertenezcan. Pero también demuestra que la historia no deja de ser dialéctica en su curso; que la historia no es un progreso indefinido y ascendente (salvo, tal vez, en ciencia y en tecnología) sino que está continuamente acechada por caídas y retrocesos en la ardua conquista de los derechos humanos.

La huelga es uno de esos derechos, y sin embargo, a más de cien años de aquellos acontecimientos, estamos hoy presididos por un gobierno de talante liberal conservador que no trepida en considerar a los trabajadores como sus enemigos, toda vez que no se limiten a aceptar pasiva y resignadamente cada uno de los abusos que se pretende inferirles. Entre esos trabajadores, parecería que la primera línea de choque -para el gobierno, reitero- estuviera constituida por los docentes. No será por casualidad, en especial teniendo en cuenta que los docentes son los formadores de nuestros niños, niñas y adolescentes, y que la aparente cruzada que llevan adelante los sectores de la coalición de gobierno apunta a señalar a toda libre manifestación de pensamiento como una amenaza que debe ser prontamente conjurada. Batlle, haya sido o no de izquierda, y aun sin creer en la lucha de clases uno de los puntales de la teoría marxista- obró sin embargo en favor de los más débiles, actitud que a la más rancia derecha conservadora le causa, de acuerdo a sus actitudes de hoy, una suerte de maligna urticaria. Ahora, en vísperas de un paro docente, esa derecha conservadora enarbola una serie de discursos en los que, básicamente, parece estar tomando como rehenes a los niños y niñas que acuden a los comedores escolares. No se trata únicamente -lo cual ya sería bastante grave- de que emita juicios que nadie la ha pedido sobre la oportunidad o inoportunidad del paro docente. No se trata solamente de que apunte a un diálogo racional con una parte tan importante de la sociedad y de la ciudadanía. No se trata de que esté desconociendo y descalificando el derecho a la huelga, que es en todo caso un acto político democrático de primer rango.

La cuestión radica, además de todo eso, en la burda e inaceptable manipulación de los niños y niñas y de su necesidad. Como dice Antonio Baylos Grau, catedrático español del Derecho del Trabajo, toda huelga es ante todo “un proceso de aprendizaje”. Para ambas partes: trabajadores y gobierno. La huelga, además de constituir un derecho consagrado en nuestra Carta Magna, expresa la resistencia ciudadana al abuso, a la inseguridad, a la arbitrariedad en la toma de decisiones, a la injusticia en el reparto de bienes materiales e inmateriales. La huelga crea un espacio de visibilidad del trabajo, de su valor y de su dimensión social, y demuestra la importancia de ese servicio o actividad. Por eso está prevista en el artículo 57 de la Constitución, inciso tercero: “Declárase que la huelga es un derecho gremial. Sobre esta base se reglamentará su ejercicio y efectividad”.

Quienes se rasgan las vestiduras –deseando, en el fondo de sus almas, que esta norma no hubiera sido plasmada jamás por nuestro constituyente, y que la han leído con lupa para ver de qué modo pueden actuar contra ella- suelen argumentar que, si bien está reconocida como un derecho, el constituyente no la definió ni marcó sus límites. El argumento desconoce la propia índole del derecho del trabajo, que por algo -y no ciertamente por olvido o descuido del legislador- no está contenido en ningún código laboral. ¿Que el derecho de huelga tiene límites? Obviamente. No existe ninguna figura normativa que no los tenga. Ni la huelga, ni ninguna otra de las figuras normativas, pueden ejercerse con abuso de derecho. Pero no debe olvidarse que sigue siendo un derecho. Volviendo a don Pepe, éste expresó que “tenemos el sufragio universal y la forma republicana de gobierno, que ponen el destino de las multitudes en ellas mismas” (El Día, 30 de noviembre de 1919).

En la actualidad, el gobierno liberal conservador parece contrario a esa idea. No solamente proclama, a propósito de la reciente ley de teletrabajo, que las ocho horas son algo caduco, sino que, de cara al próximo paro docente, las autoridades de la ANEP salen a utilizar a los niños y niñas (a su estado de necesidad, a su hambre) como caballito de batalla para descalificar la medida. La grieta sigue ensanchándose. En próximas entregas seguiremos comparando aquel viejo batllismo y sus logros, con la herencia decadente de quienes hoy por hoy tienden al castigo, a la intolerancia, a la indiferencia y al olvido.




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