Archivo de enero 2018

31
Ene
18

las farc …

Las FARC en la paz

Timochenko, líder de las FARC, “Desde hoy, soy candidato a la presidencia de la República. Represento a mi partido: la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Y me comprometo a encabezar un gobierno de transición que genere las condiciones para el nacimiento de una nueva Colombia”, dijo el sábado Rodrigo Londoño, más conocido como Timochenko, quien fue líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y ahora es el candidato presidencial del partido que las sucedió, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC).

El candidato, que en los carteles de campaña usa el apodo “Timo” y aparece con su barba prolijamente recortada, dio un discurso en el que presentó a FARC como un partido revolucionario que tendrá como prioridad la lucha contra la pobreza y la desigualdad en Colombia. Timochenko enumeró los diez puntos centrales de su propuesta, entre los cuales están, además de estos dos, solucionar los problemas de educación y salud, y reducir el desempleo.

“No tenemos la fórmula mágica de la salvación; venimos a proponer un despertar general, una toma de conciencia en el sentido de que cambiar las cosas es posible”, aseguró en su discurso el candidato del que denominan “el partido de la rosa”, por la flor roja que presentan como logo. Agregó que FARC va a hacer de la política “una actividad noble y bienhechora” en la que “los colombianos del común [en referencia al nombre del partido] serán los verdaderos protagonistas, los que se apoderen de ella”. El llamado a la renovación es tal que el lema del partido es “una nueva forma de hacer política”.

En el acto también habló el número dos de la ex guerrilla y actual partido político, Iván Márquez, quien encabeza la lista de FARC al Senado, y subrayó la importancia de que lleguen al Congreso para “consolidar” el acuerdo de paz firmado en 2016. Por su parte, Byron Yepes, primero en la lista para Diputados, llamó a legislar “para que los problemas no los paguemos nosotros”, para que “las mujeres que hacen el trabajo doméstico puedan jubilarse” y para que “las víctimas reciban correctamente su reparación”.

FARC participa en estas elecciones sabiendo que contará, producto del acuerdo de paz firmado con el gobierno, con diez curules garantizados (cinco en el Senado y cinco en Diputados), que serán asumidos por sus candidatos más votados. En total, el partido presenta 74 nombres a las elecciones legislativas y espera conseguir más que los diez que ya tiene garantizados.

Sin embargo, las encuestas muestran pocas posibilidades de que eso pase: su intención de voto está en el entorno de 1% en los distintos estudios.

Por un lado, esta es una etapa temprana para las elecciones de Colombia. Pese a que las legislativas son en marzo y las presidenciales en mayo, es usual que los distintos partidos cuenten con baja intención de voto (actualmente es de alrededor de 20%) casi que hasta el día en el que se instalan las urnas. Además, FARC es un partido en cierta medida desconocido, y sus propuestas fueron presentadas el sábado en el acto.

Por otro lado, las encuestas también reflejan que los ex guerrilleros reúnen más rechazo que respaldo. Esto parece coherente con que más de la mitad de la población rechazó el primer acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla y con el escepticismo que puede generar el hecho de que personas que hasta hace unos meses portaban armas y estaban acusadas de delitos contra la humanidad ahora estén haciendo campaña política. Acerca de este punto, en una entrevista con la revista Semana Timochenko dijo que la imagen política de los ex guerrilleros “se ha venido superando” y agregó: “Es sumamente difícil para nosotros tener una imagen positiva tras diez años de una campaña mediática en la que siempre se nos pintó como monstruos”. En esa misma entrevista Timochenko dice que quiere terminar con “un fantasma que han utilizado los sectores retardatarios”: el “castrochavismo” venezolano. “Nadie quiere que se repita la crisis que se está viviendo en ese país. Yo creo que con los aciertos y errores de esa experiencia hemos aprendido todos”, aseguró, antes de agregar que no daría casas gratis porque “todo beneficio debe tener un costo social” y que un gobierno suyo respetaría la propiedad privada tal como está establecido en la Constitución.

30
Ene
18

lula …

Grotesca farsa judicial contra Lula

escribe: Ángel Guerra Cabrera / Rebelión

Como era de esperar, el juzgado de segunda instancia de Porto Alegre ratificó la sentencia por corrupción del desvergonzado juez de la 13 Corte Federal de Curitiva, Sergio Moro. No sólo eso, las tres señorías aumentaron la condena pedida por Moro de nueve años y medio a 12. El sueño del magistrado encargado de la oscura operación Lava Jato y su objetivo principal en la vida, es condenar sin pruebas a Lula. Sólo «basado en indicios», como no se ha cansado de repetir desde que comenzó esta injusta, grotesca y despreciable farsa judicial.

Moro, un juez mediocre y venal, con todo y sus estudios en Harvard y en cursos de lavado de dinero del Departamento de Estado, ha subido mediáticamente como la espuma a partir de que lidera la operación Lava Jato y, sobre todo, desde que acusó a Lula de corrupción por, supuestamente, haber aceptado un departamento de lujo frente a la playa en Guarujá, municipio del estado de San Pablo, a cambio de favores a la constructora OAS con contratos de la estatal Petrobras.

Sin embargo, a lo largo del juicio no se logró demostrar que el ex presidente sea el propietario y mucho menos se identificó cuál fue el acto o la omisión (delito de «corrupción pasiva») que habría dado origen al recibimiento del inmueble. Toda esta mojiganga leguleya tiene como único propósito sacar de la carrera presidencial de 2018 al único político que según todas las encuestas ganaría por muy amplio margen. Por eso, el pueblo ha lanzado la consigna: «elección sin Lula es fraude».

Es demasiado lo que está en juego en las próximas elecciones de Brasil. Pueden significar la victoria de Lula (o de un eventual candidato respaldado por él en caso que se le prohíba postularse) y con ello la derrota de la opción neoliberal, entreguista a Estados Unidos, la recuperación de la soberanía nacional y la política exterior independiente y de unión latinoamericana, de las políticas de redistribución del ingreso, reconstrucción del Estado y mayor extensión y gratuidad de los servicios sociales a la población. Esto implicaría además que Brasil dejaría de ser el convidado de piedra en los BRICS en que lo ha convertido el gobierno golpista de Temer y volver a ser uno de sus más activos y dinámicos integrantes. En resumen, la eventual victoria electoral de Lula podría parar y revertir la ofensiva derechista en nuestra región y, unida a la relección de Maduro en abril en los comicios presidenciales venezolanos y al eventual triunfo de López Obrador en las de México en julio, cambiar no sólo la correlación de fuerzas en América Latina y el Caribe en favor de las fuerzas populares, sino influir notablemente en el mundo en favor de las luchas sociales y de las fuerzas políticas que a la vez que Rusia y China luchan por la paz y la multipolaridad en el mundo.

Ojalá y presenciemos de aquí a fin de año el contragolpe de izquierda a la escalada golpista mediático-judicial-parlamentaria de la derecha y el imperialismo, iniciada en Honduras (con participación militar hasta hoy), continuada en Paraguay y consolidada en el Cono Sur con el golpe en Brasil y la exigua victoria electoral de Macri, convertida a estas alturas en una transgresión al mandato que recibió y a las instituciones democráticas. Este conjunto de acciones de Washington y la derecha es ya conocido como la fase dos de la Operación Cóndor, que al igual que su homónima busca liquidar a todo luchador social, todo revolucionario y gobierno progresista o de izquierda que defienda los intereses de nuestros pueblos. Ahora con plumas vendidas, jueces y legisladores corruptos.

Lula ya dijo que continuará su batalla hasta el final y con el pueblo. Así relata Emir Sader su llegada antier a la multitudinaria concentración popular en Porto Alegre: Lula vino con mucha confianza y alegría, llegó y, como siempre, saludó y se tuvo que sacar fotos con gran cantidad de personas. Flanqueado por los dirigentes de los principales movimientos sociales de Brasil –CUT, MST, MTST– y de dirigentes políticos nacionales, Lula afirmó en su discurso que no iba a hablar de su proceso. Que para ello él tiene abogados competentes que han logrado que no haya ningún jurista que defienda las posiciones de los que lo acusan porque no quedó ningún argumento en pie. De hecho, se ha logrado un consenso general respecto de que no hay pruebas en contra de Lula. A tal punto que el juez Moro se refugia en sus «convicciones» y en «indicios», a falta de pruebas.

29
Ene
18

el sionismo …

Para evitar graves daños en su imagen, Israel desprestigia a sus críticos acusándolos de antisemitas

 

escribe: Moshé Machover / Mondoweiss

 

El 25 de enero el activista laborista y cofundador de la Campaña de Solidaridad Palestina de Gran Bretaña Tony Greenstein será sometido a una audiencia disciplinaria por acusaciones de presuntos comentarios antisemitas internet. Greenstein fue suspendido del laborismo en 2016, cuando salieron a la luz los comentarios. Greenstein ha sostenido que el contenido fue una crítica legítima de la política israelí y no declaraciones despectivas sobre los judíos.

Moshé Machover, un activista británico-israelí miembro del Partido Laborista del Reino Unido, ha preparado el siguiente testimonio en defensa de Greenstein. Machover también fue el fundador del partido político socialista israelí Matzpen.

Introducción

Este testimonio está dirigido al Comité Constitucional Nacional del Partido Laborista en relación con su audiencia convocada para considerar acusaciones de «antisemitismo» que han sido formuladas en su contra por una persona o personas desconocidas.

Soy un ciudadano israelí disidente, nacido en Palestina en 1936. He vivido en Londres desde 1968 y soy ciudadano británico naturalizado. Soy miembro del Partido Laborista, sección Queen’s Park (Hampstead & Kilburn Constituency).

Conozco a Tony Greenstein como un firme socialista desde hace más de 40 años, activo en defensa de los derechos de los trabajadores, en particular los desempleados, y contra todo racismo, incluido el antisemitismo. De acuerdo con esto, es un opositor intransigente del proyecto sionista de colonización y del régimen sionista de Israel, que lo convierte en un Estado colonizador. Greenstein ha dedicado mucho estudio e investigación exhaustiva a la historia del sionismo y la dialéctica de su compleja y paradójica relación con el antisemitismo. Habiendo hecho yo mismo también muchas lecturas sobre el tema –de hecho- sus declaraciones están bien fundamentadas.

A continuación abordo tres preguntas relacionadas. En la sección 2 analizo la naturaleza del sionismo. En la Sección 3 analizo la fusión entre la oposición al sionismo y el antisemitismo. En la Sección 4 deconstruyo la definición errónea deliberada de «antisemitismo» y su militarización como un medio para atacar a los críticos de izquierda de Israel.

Qué es el sionismo

Es un movimiento político que combina una ideología y un proyecto. Si bien -como la mayoría de los movimientos políticos- comprende una variedad de corrientes y matices de opinión, todos tienen un núcleo común.

El núcleo de la ideología sionista es la creencia de que los judíos de todos los países constituyen una única entidad nacional en lugar de una mera denominación religiosa. Y que esta entidad nacional tiene el derecho a la autodeterminación, que tiene derecho a ejercer el reclamo de su patria histórica (o dada por Dios), que es la Palestina anterior a 1948 (Eretz Israel, la Tierra de Israel).

Aquí, por ejemplo, hay una formulación autorizada:

«El sionismo es el movimiento nacional de reavivamiento de los judíos. Sostiene que los judíos son un pueblo y, por lo tanto, tienen derecho a la autodeterminación en su propio hogar nacional. Su objetivo es asegurar y apoyar un hogar nacional legalmente reconocido para los judíos en su patria histórica e iniciar y estimular un renacimiento de la vida nacional, la cultura y el idioma judíos» [1].

Sin embargo este reclamo plantea un par de preguntas. ¿La totalidad de los judíos constituye una nación en el sentido laico moderno, a la que se aplica el derecho de autodeterminación nacional? Esto es, en el mejor de los casos, extremadamente cuestionable y, de hecho, ha sido negado por muchos judíos, quienes afirman convincentemente que la identidad judía no es nacional, sino que se basa principalmente en la religión.

Así, cuando Lucien Wolf -distinguido periodista y miembro destacado del Comité Conjunto de Asuntos Exteriores de judíos británicos que se enfrentó a los esfuerzos de Chaim Weizmann para obtener lo que se conocería como la Declaración Balfour- escribió una carta preocupada a James de Rothschild, con fecha 31de agosto de 1916

«Estimado Sr. James de Rothschild,

«Al cierre de nuestra conferencia con el Dr. Weizmann el día 17, usted me pidió que le escribiera una carta que definiera mi punto de vista».

«He reflexionado muy cuidadosamente sobre las diversas declaraciones que me hizo el Dr. Weizmann y, con la mejor voluntad del mundo, me temo que debo decir que hay entre nosotros una diferencia vital e irreconciliable de principios y método».

«La cuestión de principio se plantea por la afirmación del Dr. Weizmann de una nacionalidad judía. La afirmación debe leerse a la luz del ensayo autorizado sobre «Sionismo y el futuro judío» publicado recientemente por el Sr. Sacher, más especialmente aquellos escritos por el propio Dr. Weizmann y por el Dr. Gaster. Entiendo por estos ensayos que los sionistas no se limitan a proponer formar y establecer una nacionalidad judía en Palestina, sino que afirman que todos los judíos forman en el presente una nacionalidad separada y desposeída para lo cual es necesario encontrar un centro político orgánico porque son y siempre serán extranjeros en las tierras en las que ahora habitan (Weizmann P. 6). Y más especialmente porque es ‘un autoengaño absoluto’ creer que cualquier judío puede ser al mismo tiempo ‘inglés por nacionalidad y judío por fe’ (Gaster Pp. 92). He pasado la mayor parte de mi vida combatiendo estas mismas doctrinas, cuando me las presentan bajo la forma de antisemitismo, y solo puedo considerarlas como las más peligrosas cuando vienen a mí bajo la apariencia del sionismo. Constituyen una capitulación para nuestros enemigos que no tiene ninguna justificación en la historia, la etnología o los hechos de la vida cotidiana, y si fueran admitidos por el pueblo judío como un todo, el resultado sería solo que la terrible situación de nuestros correligionarios en Rusia y Rumania se convertirían en la suerte común de la judería en todo el mundo» [2].

Y el 24 de mayo de 1917, cuando las negociaciones que conducirían a la Declaración de Balfour se encontraban en una etapa avanzada, Alexander y Claude Montefiore, presidentes respectivamente de la Junta de Diputados de Judíos Británicos y de la Asociación Anglo-Judía, escribieron una carta al Times en nombre del Comité Conjunto de estos dos cuerpos, protestando contra las falacias y los peligros del sionismo político. Después de declarar su adhesión a la posición de Lucien Wolf, los escritores continuaron diciendo que las teorías del sionismo político socavaron la base religiosa de la judería para quien la única alternativa sería

«Una nacionalidad judía laica, reclutada bajo algún perdido y oscuro concepto de raza y peculiaridad etnográfica. Pero esto no sería judío en ningún sentido espiritual y su establecimiento en Palestina sería una negación de todos los ideales y esperanzas por los cuales la supervivencia de la vida judía en ese país se encomienda a la conciencia judía y la simpatía judía. Sobre esta base, el Comité Conjunto de la Junta de Diputados y la Asociación Anglo-Judía desaprueban sinceramente las propuestas nacionales de los sionistas».

«La segunda parte en el programa sionista que ha despertado las dudas del Comité Conjunto es la propuesta de investir a los colonos judíos [en Palestina] con ciertos derechos especiales superiores a los disfrutados por el resto de la población…»

«En todos los países en los que viven los judíos, el principio de la igualdad de derechos para todas las confesiones religiosas es vital para ellos. Si ellos dieran un ejemplo en Palestina de ignorar este principio, se convencerían de haberlos traído por motivos puramente egoístas. En los países en los que aún luchan por la igualdad de derechos se encontrarían irremediablemente comprometidos… La propuesta es más inadmisible porque los judíos son y probablemente por mucho tiempo seguirán siendo una minoría de la población de Palestina, y podrían involucrarlos en las peleas más amargas con sus vecinos de otras razas y religiones, lo que retrasaría severamente su progreso y encontraría ecos deplorables en todo el Oriente».

La visión, evidentemente sostenida por estos líderes de la comunidad judía británica, de que el judaísmo se basa más en la religión que en una categoría nacional se sostiene en hechos básicos. De hecho, el único atributo compartido por todos los judíos de todo el mundo es la religión, el judaísmo, practicado por ellos o por sus antepasados ​​recientes. Además, una condición necesaria y suficiente para que un no judío se convierta en judío es someterse a una conversión religiosa, giyyur. Así, los judíos pueden pertenecer a varias naciones: un judío puede ser francés, estadounidense, italiano, escocés, etc. Pero el judaísmo excluye otras afiliaciones religiosas: un judío no puede ser musulmán, hindú o católico.

Otra debilidad fatal en las justificaciones del sionismo como la implementación de un supuesto derecho a la autodeterminación nacional judía es que no a cualquier grupo de personas a las que se puede aplicar el derecho de autodeterminación nacional se les da derecho a escoger y elegir a voluntad el territorio para ejercer ese mismo derecho. Las afirmaciones de que los supuestos ancestros distantes del grupo vivieron en el codiciado territorio hace muchos siglos, o que una deidad en cuya existencia muchos de ellos creen o que desean desde hace mucho tiempo poseerlo se lo prometió, simplemente no son suficientemente buenas. El derecho a la autodeterminación ciertamente no autoriza a ningún grupo a colonizar un territorio habitado durante mucho tiempo por otras personas.

Pero el hecho clave sobre el proyecto sionista es precisamente que es un proyecto de colonización de Palestina, una tierra habitada. Y es precisamente este hecho esencial el que se omite convenientemente por la definición de sionismo que ofrecen sus propagandistas actuales. Evitan la palabra «colonización» como la plaga proverbial, se ha vuelto demasiado comprometedor.

Los primeros líderes e ideólogos sionistas no tenían tales escrúpulos. Así, por ejemplo, Vladimir Jabotinsky (1880-1940) -el progenitor político y espiritual de cinco primeros ministros israelíes, incluido Binyamin Netanyahu [3]- utilizó en su artículo fundacional The iron wall (1923) el término “colonización” repetidamente e inconscientemente para describir el proyecto sionista:

«Cada población nativa en el mundo resiste a los colonos mientras tenga la más mínima esperanza de poder librarse del peligro de ser colonizado. Eso es lo que están haciendo los árabes en Palestina y lo que persistirán en hacer mientras haya una chispa solitaria de esperanza de que podrán evitar la transformación de Palestina en la Tierra de Israel…

La colonización puede tener un solo objetivo y los árabes palestinos no pueden aceptar este objetivo. Se encuentra en la naturaleza misma de las cosas, y en este aspecto particular la naturaleza no puede ser cambiada…

La colonización sionista debe detenerse, o bien proceder independientemente de la población nativa. Lo que significa que puede proceder y desarrollarse solo bajo la protección de un poder [es decir, Gran Bretaña – MM] que es independiente de la población nativa, detrás de un muro de hierro, que la población nativa no pueda violar” [4].

Muchos años después el historiador sionista Yigal Elam escribió:

«El sionismo no puede apelar al principio de autodeterminación y confiar en él en Palestina. Este principio funcionó claramente contra él y a favor del movimiento nacional árabe local…»

«Desde el punto de vista de la teoría nacional, el sionismo necesitaba un relato que fuera incompatible con los conceptos aceptados de la teoría nacional… [Se] necesitaba una concepción mucho más amplia que la simplista. En esta otra concepción… el referéndum de los judíos del mundo reemplazó al referéndum de la población de Palestina» [5].

El antisionismo se combina con el antisemitismo

Como hemos visto, el sionismo es una ideología política con un proyecto. El Estado de Israel, un producto del proyecto sionista, así como un instrumento para su continuación y extensión es, como cualquier estado, una entidad política.

Israel ha estado ocupando militarmente Cisjordania y la sitiada Franja de Gaza por más de 50 años y está ejerciendo una dura opresión sobre millones de árabes palestinos que no tienen derechos civiles o nacionales. Ha estado robando ávidamente sus tierras y colonizándolas con asentamientos ilegales exclusivamente para judíos. Es posible que Israel no sea peor en este aspecto que otros estados que gobernaron otras naciones y colonizaron sus tierras, por ejemplo Gran Bretaña en sus antiguas colonias, como Kenia [6]. Pero Israel tampoco es mejor que otros estados colonizadores, ni hay ninguna razón para esperar que sea mejor: la colonización tiene su propia lógica y generalmente implica una dura represión racista y atrocidades ocasionales, justificadas por la “necesidad de mantener el orden entre los nativos”. El racismo inspirado y fomentado oficialmente en Israel es ampliamente conocido y condenado [7].

La oposición al sionismo y al régimen colonizador y las políticas de Israel es, por lo tanto, una posición política legítima. Solo se vuelve ilegítimo si está motivado o acompañado de motivos o argumentos ilegítimos, por ejemplo, como consecuencia del odio generalizado o el prejuicio contra los judíos como judíos. Pero tales motivos o argumentos ilegítimos deben probarse antes de acusar a un oponente del sionismo y al régimen de «antisemitismo». No pueden simplemente asumirse o tomarse de hecho. En ausencia de pruebas, acusaciones o insinuaciones de que el discurso antisionista y la oposición al régimen israelí son per se antisemitas, es una calumnia despreciable.

Sin embargo este tipo de calumnia a menudo se ha hecho maliciosamente y últimamente se dirige a menudo contra personas de la izquierda, incluidos miembros del Partido Laborista. Algunos funcionarios del Partido me han difamado de esta manera, por lo que todavía tienen que disculparse. Y muchos otros, incluido Tony Greenstein, son víctimas de difamaciones similares.

Los judíos en la diáspora, incluido este país, están profundamente divididos en su actitud hacia el sionismo e Israel. Muchos han hecho del apego a Israel parte de su identidad judía, como un suplemento y en algunos casos como un sustituto de su religión. Apoyan a Israel en «lo correcto y lo incorrecto» y tienden a suponer que la hostilidad al sionismo debe estar motivada por el antisemitismo.

Pero un número cada vez mayor de judíos tiene una actitud muy diferente: se sienten profundamente ofendidos por las acciones de un Estado que dice ser la “nación-Estado del pueblo judío” y pretende representar a todos los judíos y actuar en su nombre. Aborrecen la implicación de que ellos, como judíos, son cómplices de los crímenes de Israel. Los opositores judíos al sionismo incluyen a muchos judíos laicos, así como a la comunidad ultraortodoxa (haredí), cuya hostilidad de larga data y profundamente arraigada al sionismo se basa en su fe religiosa [8].

La oposición al sionismo ha aumentado entre los judíos más jóvenes, especialmente los de la izquierda, incluido el Partido Laborista. Esta es la firme impresión que me he formado a través de contactos extensos y fue corroborada por eventos y ambiente generalizado en la conferencia del Partido en septiembre de 2017. Esta tendencia no se refleja plenamente en las diversas encuestas y estudios que pretenden mostrar mucho apoyo judío a Israel. La razón es que estas encuestas sufren un sesgo estadístico incorporado. Como no hay una base de datos que enumere a todos los judíos en Gran Bretaña, las muestras utilizadas por las urnas se pierden por la gran cantidad de personas de origen judío que no están afiliadas a ninguna sinagoga u otra organización judía oficial o semioficial. Y son aquellos que no están incluidos en la muestra y que tienden a estar menos inclinados al sionismo y al apego a Israel.

Errónea definición deliberada de «antisemitismo»

La oposición judía a la colonización israelí de las tierras palestinas y a la opresión del pueblo palestino es parte de una tendencia creciente en la opinión pública progresista en todo el mundo. Esto se refleja en el rápido crecimiento de la campaña mundial de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS, por sus siglas en inglés), con el objetivo de aplicar presión económica y política sobre Israel para poner fin a sus violaciones del derecho internacional.

Ante este grave daño a su imagen, el Gobierno israelí ha tomado medidas para atacar y desacreditar a sus críticos con una variedad de recursos siniestros. Las operaciones mundiales con este objeto están orquestadas por el Ministerio de Asuntos Estratégicos. Desde 2015, este ministerio está dirigido por el miembro del gabinete Gilad Erdan, que además es ministro de Seguridad e Información internas. El propio Erdan ha declarado que sus «logros deben mantenerse en silencio» [9]. The Guardian, informando sobre su reunión secreta en Londres en septiembre de 2017 con la desacreditada ministra conservadora Priti Patel (después de su regreso de una «fiesta» en Israel), comenta que «al ministerio de Erdan se le pidió en 2015 “guiar, coordinar e integrar las actividades de todos los ministros y el Gobierno y las entidades civiles en Israel y en el extranjero sobre el tema de la lucha contra los intentos de deslegitimar a Israel y el movimiento de boicot»… Se puso a Erdan a cargo de los esfuerzos a gran escala dirigidos a individuos y organizaciones extranjeras y “su personal» es reclutado por la agencia de inteligencia extranjera del Mossad, la agencia de inteligencia nacional Shin Bet y la dirección de inteligencia militar» [10].

Una de las principales armas en estos «esfuerzos para apuntar a individuos y organizaciones extranjeras» que critican a Israel, especialmente a los que apoyan al BDS, es acusarlos de «antisemitismo». En esta campaña, los operadores de Erdan en países extranjeros se aprovechan de los lobbies locales pro-Israel. Una exposición de como trabajó un operador encubierto, Shai Masot, en este país y sus intentos de inmiscuirse en el Partido Laborista, fue proporcionada en enero de 2017 por Al Jazeera en una fascinante serie de televisión en cuatro partes, The Lobby [11].

Dado que los acusadores de Tony Greenstein están ocultos tras un velo de anonimato, es imposible determinar si sus esfuerzos (que involucraron una formidable pesca de material «incriminatorio»), y en qué medida, recibieron ayuda, aliento y orientación de los operadores de Erdan. Pero a la luz de las revelaciones de Al Jazeera, que incluían ilustraciones de falsas acusaciones de «antisemitismo», esta suposición no puede descartarse por completo. Para disipar sospechas de este tipo, la identidad de los acusadores debe darse a conocer y someterlos a un interrogatorio, como exige la justicia ordinaria.

Un arma usada regularmente en las falsas acusaciones de «antisemitismo» es el conjunto de 11 ejemplos ilustrativos adjuntos a la denominada definición de antisemitismo propuesta por un grupo estadounidense llamado «Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto» (IHRA). ) Que yo sepa, el Partido Laborista no ha adoptado los ejemplos ilustrativos, sino solo la definición misma:

«El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos, que puede expresarse como odio hacia los judíos. Las manifestaciones retóricas y físicas del antisemitismo están dirigidas hacia individuos judíos y no judíos y/o hacia sus propiedades, hacia las instituciones de la comunidad judía e instalaciones religiosas».

Sin embargo las acusaciones formuladas contra Tony Greenstein citan los ejemplos ilustrativos y hacen un uso extensivo de ellos. Si bien la definición en sí misma es, en mi opinión, insatisfactoria, son los ejemplos los que son profundamente problemáticos. La mayoría de ellos están ocupados no con los judíos como tales, sino con Israel y están deliberadamente diseñados para rodear a Israel de críticas fuertes y combinar la hostilidad a su régimen sionista con el «antisemitismo». Estos ejemplos han sido duramente criticados por eminentes autoridades legales: Hugh Tomlinson QC [12] y el juez retirado de la Corte de Apelaciones Sir Stephen Sedley [13].

Consulte estas opiniones autorizadas y tenga en cuenta su advertencia de que la aplicación de los ejemplos puede entrar en conflicto con el derecho a la libertad de expresión. Aquí ilustraré el absurdo de los Ejemplos examinando dos de ellos.

El ejemplo 7 del presunto antisemitismo según la definición IHRA es:

«Negar al pueblo judío su derecho a la autodeterminación, como por ejemplo afirmar que la existencia de un Estado de Israel es una empresa racista».

Ahora, como ha señalado Sir Stephen Sedley, esto genera varias preguntas. Me explico.

• ¿Cuál es la relación entre la primera y la segunda parte de este ejemplo? ¿Cómo tiene la parte del enunciado, por ejemplo, alguna conexión con la primera parte? Es claramente posible afirmar que existe un pueblo judío y que tiene derecho a la autodeterminación, pero al mismo tiempo, creer que su supuesta implementación del Estado de Israel es una empresa racista.

• ¿La totalidad de los judíos de todo el mundo constituye una nación diferenciada a la que se aplicaría el derecho de autodeterminación? Como he demostrado anteriormente, es perfectamente legítimo afirmar que la judeidad no es una categoría nacional sino religiosa. Y esto, de hecho, ha sido argumentado por eminentes eruditos judíos. Pero el derecho político internacionalmente reconocido de autodeterminación se aplica a las naciones, no a las religiones.

• ¿La comunidad judía en este país forma parte de una minoría nacional no británica, con derecho a buscar la autodeterminación en otro país?

• ¿Tiene un grupo que se supone que goza del derecho a la autodeterminación y por lo tanto también derecho a colonizar un territorio habitado por otras personas y desplazar a estos habitantes indígenas? ¡Seguramente no! Pero el proyecto sionista desde su comienzo, hace más de 100 años, se arrogó a sí mismo ese «derecho».

• ¿Puede un objetivo de colonización, como se declaró abiertamente en sus comienzos el sionismo, evitar ser racista hacia los pueblos indígenas del territorio colonizado? No conozco ningún ejemplo de colonización no racista. Y el Estado colonialista israelí definitivamente se ajusta al esquema general.

El ejemplo 10 del presunto antisemitismo adjunto a la definición IHRA es:

«Hacer comparaciones de la política israelí contemporánea con la de los nazis».

Bien, comparaciones de este tipo han sido hechas por intelectuales israelíes. Como ejemplos recientes, permítanme remitirlos a dos artículos del profesor Daniel Blatman, historiador del Holocausto y el Genocidio en la Universidad Hebrea de Jerusalén [14] y a un informe sobre un pronunciamiento hecho por el profesor Ofer Cassif, que enseña Política y Gobierno en la Universidad Hebrea de Jerusalén [15].

Pero mire de nuevo ese ejemplo 10. Permítame admitir por un momento que comparar la política israelí contemporánea con la de los nazis es una calumnia injustificada. ¿Pero insultar a qué o a quién? En el peor de los casos podría ser una difamación contra un Estado, Israel. Y como tal, puede molestar a los partidarios de ese Estado y a los que todavía creen en él. Pero, ¿cómo puede ser una farsa contra los judíos, y por lo tanto “antisemita”? Bueno, la única forma en que podría soportar esa interpretación es si consideramos a todos los judíos colectivamente responsables de las acciones del Estado de Israel.

Sin embargo, el ejemplo 11 de antisemitismo adjunto a la definición de IHRA dice:

«Hacer que todos los judíos sean colectivamente responsables de las acciones del Estado de Israel»

Esto es evidentemente correcto: de hecho es claramente antisemita que todos los judíos sean colectivamente responsables de las obras de Israel. Pero si aceptamos que el ejemplo 11 es realmente un verdadero ejemplo de antisemitismo, como claramente lo es, ¡la afirmación de que el ejemplo 10 es un verdadero ejemplo de antisemitismo es en sí misma una afirmación antisemita!

Por lo tanto, los 11 ejemplos tomados en conjunto son contradictorios y autoincriminatorios. Deben descartarse y sin duda nunca deberían haberse utilizado tan vergonzosamente para manchar a Tony Greenstein, un veterano activista contra todo racismo.

28
Ene
18

Lenin … la lucha final

La última lucha de Lenin

escribe: Alina B. López Hernández / La Joven Cuba

El 21 de enero de 1924, a las 6:50 p.m., falleció Vladímir Ilich Lenin. Los últimos 9 meses había permanecido en estado vegetativo. Nunca se recuperó del atentado de 1918, y su dedicación total a la revolución terminó por arruinar la salud de un hombre que murió antes de cumplir 54 años.
Durante al menos un mes, la prensa cubana de la época lo hizo protagonista de sus páginas, en ellas reconocían su capacidad, dedicación e integridad; lo que no quiere decir que los articulistas compartieran su ideología. El mismo día del deceso, el alcalde del municipio de Regla aprobó una resolución para erigir un monumento que perpetuara la memoria del revolucionario que, “por su intensa labor social (…) se ha distinguido como gran ciudadano del mundo”. [1. Javiher Gutierrez y Janet Iglesias: “La muerte de Nicolai Lenine en la prensa cubana”, revista Estudios del desarrollo social: Cuba y América Latina, RPNS 2346 ISSN 2308-0132, vol. 2, no. 1, enero-abril, 2014 (www.revflacso.uh.cu).]

En la reciente conmemoración del centenario de la Revolución Socialista de Octubre, nuestros medios presentaron al Lenin de las Tesis de Abril, de El Estado y la Revolución, de los momentos sublimes e iniciales de la gesta soviética. Quedó un vacío que pretendo llenar aquí: el Lenin de los últimos años, más realista, que comprendió que las revoluciones se hacen para mejorar la vida de las personas, y que sin la participación popular están condenadas al fracaso.

En los comienzos se suponía que el Estado controlaría todo el proceso productivo en la sociedad, es decir: qué producir, cómo producir y cómo distribuir lo producido. Esta planificación de la economía se vinculaba, estricta y unívocamente, a métodos autoritarios de administración. En esa primera etapa, agravada por la guerra civil y la intervención extranjera, fue asumido el Comunismo de Guerra, que reglamentó estrictamente la vida económica del país, y condujo al descontento y a fuertes enfrentamientos con campesinos, obreros y marinos.

Terminado el conflicto había que desarrollar el país, que las revoluciones no pueden esperar décadas metidas en una trinchera. Fue así que Lenin propuso un cambio radical, una Nueva Política Económica (NEP), aprobada por el X Congreso del Partido en 1921. Consistía en permitir el libre comercio, mientras el Estado dominaba los resortes decisivos: gran industria, tierra, transporte, recursos naturales y comercio exterior. Sin embargo, quedaba liberalizado el comercio interior, se aceptaba la creación de pequeñas empresas privadas y la colaboración con capitales extranjeros a través de formas mixtas de propiedad. Se aplicaba el sistema de autogestión empresarial para luchar contra el burocratismo y las tendencias autoritarias de la administración, y se reconocía el interés personal en los resultados del trabajo.

Como forma de propiedad que conjugaba el interés individual y colectivo, se fomentó la creación de cooperativas. Sobre estas Lenin había reflexionado desde antes del triunfo, pero no será hasta 1922 cuando sus criterios adquieran rango de concepción teórica. Ese año dictó su última obra sobre el tema económico, justamente acerca de las cooperativas; en ella consideraba que el socialismo sería “un régimen de cooperativistas cultos” y puntualizaba la doctrina marxista acerca del desarrollo histórico-natural del socialismo; o sea, defendía el criterio de que cuanto más lenta y regularmente se creara una nueva forma económica, tanto más sólida sería, tanto más a fondo se construiría el socialismo. [2. Vladimir I. Lenin: Obras completas, t. XXXV, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1971.]

Admitir sociedades cooperativas, agrícolas e industriales, que eran autogestionadas, haría imposible el uso de métodos autoritarios de gestión. Se trataba de aprovechar más el control democrático desde abajo en el gobierno de la sociedad. En tal sentido, Lenin valoraba lo importante que era en el socialismo desarrollar la iniciativa del pueblo como opción consciente.

Estas medidas fueron apreciadas con recelo por el Partido, pues las consideraron incompatibles con los ideales revolucionarios. Muchos dirigentes abogaron por perfeccionar la política de Comunismo de Guerra. Aun siendo aprobada, algunos entendían la NEP como una maniobra táctica coyuntural, como un alto en la construcción del socialismo. Sin embargo, el núcleo leninista –Bujarin, Ríkov, Tsiuriupa– logró mantener su aprobación. En poco tiempo se apreciaron positivos resultados en la economía soviética.

Cuando la enfermedad de Lenin se agravó, en mayo de 1922, prácticamente comienza a dirigir al Partido un triunvirato formado por Stalin, Kámenev y Zinoviev y, aunque Stalin no fue considerado nunca el sucesor natural de Lenin, debido a una proposición de Zinoviev —de la cual habría de arrepentirse en muy poco tiempo—, fue nombrado Secretario General del PCUS, cargo que no existía con anterioridad.

Estar fuera del gobierno le permitió observar al poder con una mirada otra, como diría un crítico posmoderno. Hace algunos años la editorial trostkista norteamericana Pathfinder publicó el texto La última lucha de Lenin: notas, cartas, artículos y discursos que muestran que la batalla postrera del revolucionario no fue contra la burguesía, sino contra dirigentes comunistas que —parafraseando a Martí— tenían al pueblo en los labios y a la ambición en el corazón. Ese es el Lenin que necesitamos.

Fuente: https://jovencuba.com/2018/01/22/la-ultima-lucha-de-lenin/
27
Ene
18

antonio gramsci …

Gramsci y Sraffa, la relación entre dos comunistas rebeldes

escribe: Sergio Cesaratto

La figura de Piero Sraffa es en gran parte desconocida para el público italiano, incluso los más cultos; poco más afortunada es la de Antonio Gramsci. Sin embargo, son los dos científicos sociales más extraordinarios de los que Italia puede vanagloriarse del siglo XX. El libro de Giancarlo De Vivo ( En la tormenta del siglo XX – Antonio Gramsci y Sraffa entre la lucha política y la teoría crítica, Castelvecchi, 2017) hace luz sobre la interacción intelectual, política y humana que se estableció entre los dos en situaciones dramáticas en el siglo XX, como indica el acertado título del libro, que no solo está dirigido a académicos y «expertos», sino que es de gran interés para cualquier lector culto.

Gramsci y Sraffa se conocieron, como es sabido, en el Turín de la inmediata posguerra, y ambos eran discípulos de Umberto Cosmo (como Terracini y Togliatti). Los períodos más intensos de sus relaciones tuvieron lugar tanto en Turín (1919-1921) como en Roma (1924-1926). Pero nunca se interrumpió el contacto, incluso en el período de 1921-1924 en el que Sraffa primero (en Londres) y luego Gramsci (en Moscú) estuvieron ausentes de Italia. Desde Londres, Sraffa continuó colaborando con “Ordine Nuovo”. Después de la detención de Gramsci en noviembre de 1926, Sraffa sirvió de enlace con el Partido Comunista italiano en el exilio. Hasta la puesta en libertad condicional en 1934 de Gramsci, Sraffa solo pudo encontrarse con él una vez en 1927, y solo pudieron mantener correspondencia de manera indirecta a través de la cuñada del preso, Tatiana Schucht.

Sólo a partir de enero de 1935 pudo Sraffa visitar a su amigo en otras siete ocasiones. Sobre la última, a finales de marzo de 1937, Tatiana escribe (p. 17 del libro de De Vivo) que «ya es la tercera vez que Antonio recibe su visita, mañana y tarde … Su alegría me toca infinitamente, y su solicitud sincera de que el amigo escuche todo lo que quería decirle, y él mismo escuchar. Estas conversaciones es verdad que le cansan mucho, pero son para él tan importantes como el aire que respiramos».

Gramsci no será el único en experimentar una gran satisfacción en sus conversaciones con Sraffa; basta recordar sus encuentros semanales con Wittgenstein en Cambridge, y la afirmación de este último de que salía de cada conversación con Sraffa como un árbol podado. De Vivo nos da una idea de las conversaciones con Gramsci, cuyo componente humano es palpable en las palabras de Tatiana, de las hablaremos más adelante. De Wittgenstein (y de Gramsci), Sraffa admirará el rigor de la investigación llevada al extremo: el economista admiraba sobre todo la honestidad, el rigor y la curiosidad intelectual.

Las cartas (primer capítulo)

La correspondencia de Sraffa con Tatiana es el medio con el que el economista (desde 1927 en Cambridge) se comunica con Gramsci. Recibe de la cuñada de Gramsci copia de las cartas del preso, y las remitirá al centro en el extranjero del Partido Comunista italiano en París. Sraffa sigue en persona tanto las iniciativas legales para la liberación de Gramsci (hasta el punto de atribuirse en alguna carta el título de abogado), a través de conocidos de su padre, antifascista y ex rector de Bocconi, como (aparentemente) las ilegales. A la luz de los profundos lazos entre Gramsci y Sraffa parece, por tanto, sorprendente que el papel del economista italiano fuese, como recuerda De Vivo, poco conocido durante mucho tiempo, casi oculto, y es sólo desde mediados de los años sesenta cuando comienza a emerger. Y, por desgracia, al salir a la superficie también comienzan a florecer las inferencias más variadas, a menudo no documentadas, sobre el papel de intermediario de Sraffa entre Gramsci y el Partido. En resumen, la acusación es que Sraffa había actuado como un agente del PCI, incluso de la Comintern, en estrecho contacto con Stalin y Togliatti. Desafortunadamente, algunos académicos reconocidos como Luciano Canfora se habrían prestado a este juego. La imagen que surge de la reconstrucción documental que hace De Vivo en el primer capítulo del libro es más bien el de un comportamiento extremadamente correcto de Sraffa, no solo en relación con el Partido sino, sobre todo, con su amigo en la cárcel, sin escatimar todos los esfuerzos posibles para su liberación y, al mismo tiempo, para aliviar su sufrimiento material e intelectual.

También está la cuestión de la famosa carta de Ruggero Grieco. Como tal vez los lectores sabrán, en 1928 la policía secreta fascista interceptó una carta del líder comunista exiliado dirigida a tres dirigentes presos, Terracini, Scoccimarro y Gramsci. Al mostrar que los tres eran miembros aún activos en la toma de decisiones del partido, esta carta podía ser un factor agravante de su situación en el inminente juicio ante el Tribunal Especial al que se enfrentaban. Gramsci fue inmediatamente aislado y sospechó de este descuido del Partido, volviendo sobre el tema cinco años más tarde en dos cartas a Tatiana, en las que explicaba sus atormentadas dudas de que la carta de Grieco hubiese sido enviada deliberadamente para agravar su situación. Y ¿quién, sino Togliatti? Tal era la confianza de Gramsci en Sraffa, que le pide a Tatiana que sus dos cartas sólo sean enviadas al ‘abogado’ (y, por lo tanto, no al partido).

Determinar si Sraffa respetó o no la voluntad de su amigo es, pues, esencial, sobre todo cuando los buitres habituales han argumentado que este deseo no se cumplió. La reconstrucción de De Vivo, en lo que hace a este punto apasionante (aunque el libro en su conjunto lo es sin duda), documenta paso a paso, y de una manera que me parece incontrovertible, como Sraffa honró esa voluntad sin lugar a dudas. En concreto, Sraffa en los años setenta todavía estaba en posesión de las dos cartas de marras (las copias que le envió Tatiana), junto con veinte cartas sucesivas que, evidentemente, Sraffa había dejado de remitir al Partido. Un material que el Partido recibió por otros medios, en concreto de las autoridades soviéticas que heredaron los originales guardados por Tatiana. ¿Por qué Sraffa, se pregunta uno, no sólo respetó la voluntad de Gramsci de no entregar las dos cartas, sino tampoco las posteriores? De Vivo sugiere la hipótesis de que como consecuencia del incidente de Grieco (y otros «descuidos» posteriores), incluso Sraffa sospechaba cada vez más del Partido, una hipótesis apoyada en 1983 por Giorgio Napolitano, que después de la Segunda Guerra Mundial fue el vínculo entre el Partido y Sraffa. Este último, dice De Vivo, nunca rompió con el Partido (del que, sin embargo, no era miembro). Por su parte, Togliatti mantuvo deliberadamente en la sombra la figura de Sraffa durante más de treinta años, hasta el punto de manipular una carta importante de Tatiana a Sraffa, en la que relata el final de Gramsci, presentándola como dirigida «a su esposa y sus compañeros”. La actitud de Togliatti solo cambió cerca de su muerte, de manera que a mediados de los años sesenta se publicaron finalmente las dos cartas de Gramsci en las que se refería al incidente de Grieco (las que estaban en posesión de Togiatti, según se ha podido saber, no las de Sraffa), abriendo el debate en el marco de la discusión de si Gramsci pudo romper con el Partido Comunista en relación con la posición de la dirección soviética, que posteriormente apoyó la consigna de una asamblea constituyente democrática defendida por Gramsci contra la línea del Partido (al respecto ver un artículo de Leonardo Paggi de 1966 que despertó las iras de Amendola). La dirección comunista comenzó en ese momento a sospechar que Sraffa poseía más documentos de Gramsci, iniciando una caza del ratón que sólo tuvo éxito, después de mucha persuasión, en 1974, cuando Sraffa (que estaba empezando a perder la memoria) les entregó los documentos aún en su poder. Pero, como hemos dicho, dicho material estaba ya en posesión del Partido, e incluso se había publicado. En un apéndice del capítulo de De Vivo se desmontan las posteriores acusaciones de Canfora contra Sraffa en relación a la infame carta de Grieco. La pregunta es porque unos intelectuales respetables, más allá de los buitres, han tenido interés en Italia en ensuciar la figura cristalina de Sraffa. ¿Qué les molesta de Sraffa?

El materialismo de las ideas (segundo capítulo)

Sraffa mantuvo relaciones de intercambio intelectual profundas con algunos de los pensadores más brillantes de Cambridge, entre ellos el genio matemático Frank Ramsey, que murió prematuramente a los 26 años, y, por supuesto, Wittgenstein y Keynes. Por desgracia, conservamos escasos fragmentos de las largas conversaciones en las que sometían a la navaja de Sraffa sus teorías (probablemente más que a la inversa). Las conversaciones con Wittgenstein, según Amartya Sen, al que se refiere De Vivo, podían llegar a irritar en algunas ocasiones a Sraffa por su abstracción en comparación con las que tenía, más concretas, con Keynes. La distancia entre los dos economistas era naturalmente considerable, tanto en política como en economía, hasta el punto de que en 1951 Sraffa escribió a Dobb que Keynes era un «reaccionario». En realidad, dice De Vivo, a Sraffa le afectó mucho la muerte del gran economista en 1946. El genio de Sraffa se puede medir por el hecho de que Keynes consideraba un test las “extenuantes” críticas de Sraffa a los borradores de la Teoría General, y que Dennis Robertson, ex alumno de Keynes, más tarde inquisidor de la ortodoxia y revisor muy crítico de la Teoría general, agradeciese a Sraffa sus sugerencias, atribuyéndole en la práctica la autoría de gran parte de las críticas. Sraffa, “un misterio absoluto» como le define Richard Kahn (Pág. 82), un Zelig de la inteligencia, capaz de ayudar a aclarar puntos de vista opuestos, el de Keynes y los de sus críticos, en una avidez extrema de rigor.

Tampoco conocemos mucho sobre las conversaciones con Gramsci. Sin embargo, su opinión sobre Benedetto Croce es posible que les haya distanciado: Sraffa estaba decididamente a favor de la ciencia moderna, por la que tenía curiosidad, y creía que el idealismo de Croce era nocivo: «Es un hecho curioso que en la cultura de todos los italianos cultos hay un gran agujero: la ignorancia de las ciencias naturales. Croce es un caso extremo, pero típico. Los filósofos creen que, cuando han demostrado que los científicos serían dignos de suspender vergonzosamente en filosofía, su tarea ha terminado” [carta a Tania 23 de agosto de 1931, citado en la p.96).

Inicialmente interesado sobre todo en los problemas de la economía y las finanzas aplicadas (lo que lo enfrentó personalmente a Mussolini en no menor medida que Gramsci), a mediados de los años veinte Sraffa comenzó a interesarse en temas de teoría económica y se orientó a una carrera académica, lo que será la aventura intelectual de su vida y se convertirá en el desafío teórico más importante al marginalismo en el siglo pasado, junto al de Keynes. Eso no impidió que Sraffa siguiese manteniendo contactos políticos, no sólo con el Partido Comunista, sino también a mediados de los años veinte con la izquierda reformista, de Turati a Kuliscioff, de Rosselli a Gobetti. Por otra parte, Sraffa sufrió duros reproches de Gramsci y Togliatti por apoyar una línea de unidad de las fuerzas antifascistas en contraposición al sectarismo comunista, sin que por ello disminuyese la confianza del primero en él.

¿De que discutían hasta «tarde en la noche» Gramsci y Sraffa en Roma en el período 1924-1926? Inevitablemente, del estado insatisfactorio de los estudios económicos marxistas – sobre los que Gramsci emitió un severo juicio en los Cuadernos, compartido por Sraffa (p 119). Hay que recordar que sólo unos pocos años más tarde, en 1928, Sraffa comenzó a tener una idea bastante clara de la necesidad de reanudar el análisis de los clásicos y de Marx, que le absorbería en las próximas décadas. Por lo tanto, el mismo Sraffa vivía todavía el vasallaje intelectual común a muchos marxistas (pp. 104-7) en relación al marginalismo, representado en particular por la figura de Alfred Marshall, a pesar de las críticas muy severas que había formulado en dos artículos memorables en 1925 y 1926. Las discusiones de Sraffa con su amigo en la cárcel con respecto a los estudios económicos no tuvieron por otra parte grandes efectos (p. 115). Hubiera sido útil para el lector en este caso que De Vivo hubiera profundizado en las ideas que se apuntan de las cartas y en los Cuadernos, confrontándolas con interpretaciones anteriores, como las de Giorgio Lunghini (1994). Y en la interpretación del materialismo histórico, según De Vivo, los dos investigadores encontraron un terreno de elaboración común. En particular, el autor cita un pasaje de 1932 debido a Maurice Dobb, pero inspirado por Sraffa, en el que, en un punto clave, se habla de las «ideas» como «parte de la historia, que son ‘hechos’ de la experiencia histórica no menos que las invenciones mecánicas y [sic] las relaciones de propiedad, y entran en el proceso histórico de la misma manera que otros ‘hechos'». Este «marxismo indisciplinado» de Sraffa (e indirectamente de Gramsci) fue objeto de acusaciones de «perversión idealista» de la célula del Partido Comunista de Cambridge, a las que Dobb respondió con irritación que el punto había sido inspirado por un camarada extranjero con una gran cultura marxista y mucho más involucrado en actividades revolucionarias (incluso ilegales) que los militantes de salón de la célula (p. 126).

El redescubrimiento de Marx

Como se ha señalado, De Vivo describe muy bien la situación intelectual del marxismo de los años veinte: una especie de división del trabajo en la que se aceptaba el análisis económico burgués como un análisis científico respetable de los problemas económicos concretos, relegando el marxismo a las “grandes leyes del movimiento del capitalismo”. Esta división de trabajo continuó en el PCI (y en el marxismo internacional también) más allá de los años veinte, al menos hasta la austeridad berlingueriana, cuando se abandonó el cuerno del marxismo dejando sólo el otro, la teoría económica burguesa. La economía crítica no fue materia prima fundamental del PCI, como por desgracia tampoco lo es hoy en día en su reformulación como farsa electoral. Que este fuera el camino que Sraffa recorrió hasta 1928 para liberarse del marginalismo y recuperar el punto de vista de los economistas clásicos y de Marx, en especial la teoría de la plusvalía (v. Cesaratto 2016) es objeto de controversia. En resumen, ¿Sraffa se inspiró en y se guió por Marx o recorrió un camino más complicado que culminó en una especie de redescubrimiento de Marx? La cuestión es delicada en dos aspectos. El primero, analítico en el sentido de que, como escribió el economista turinés, la vía para alcanzar una meta es a menudo más importante que el propio destino. Reconstruir y rehacer ese camino no es en realidad un mero ejercicio de historia del pensamiento, sino que significa volver sobre el proceso de catarsis de las ideas erróneas que se ramifican en todos los rincones de nuestra mente (según la famosa expresión de Keynes) y el no menos arduo de vislumbrar un nuevo punto de vista. El segundo, es más político en el sentido de que una derivación marxista directa del enfoque clásico expone a Sraffa a la acusación sutil, por ejemplo de Paul Samuelson, de haber sido un gran economista, pero desafortunadamente alentado por el deseo de validar a toda costa a Marx.

En un apéndice del segundo capítulo, De Vivo recupera lo que había defendido en algunas intervenciones científicas, en particular, nos guste o no, que fue El Capital de Marx la guía de Sraffa (en particular, el segundo volumen y el llamado cuarto volumen dedicado a la Historia de las Teorías de la Plusvalía). Evocando implícitamente el contexto esquizofrénico descrito por De Vivo, para el que en los años veinte se podía ser marxista defendiendo al mismo tiempo la validez del aparato marginalista de fijación de precios a través de las curvas de oferta y demanda; aunque más compleja es la posición de los que creen que hay una continuidad entre los famosos artículos de 1925 y 1926 de Sraffa sobre la teoría de los precios en Alfred Marshall (el marginalista más influyente) y posteriores avances. En particular, Sraffa rastrea en Alfred Marshallla la idea según la cual, con rendimientos constantes a escala, solo el coste determina el precio de los bienes. Sobre la base de esta sugerencia, Sraffa trata sucesivamente de anclar la determinación de los precios y la distribución de los elementos materiales (objetivos) desarrolladas en las teorías de la plusvalía del tardo mercantilista William Petty y los fisiócratas franceses, en lugar de en los conceptos subjetivos de «esfuerzo y sacrificio» de los marginalistas o en la teoría del valor trabajo de Ricardo y Marx (ésta último habría retenido casi un enfoque corrompido de la aproximación materialista del cálculo de la plusvalía de los autores precedentes a favor de una idea semi-ética del valor de la mercancía, ver en este sentido el estupendo ensayo de Saverio Fratini de 2016).

Una vez redescubierto este punto de vista materialista para sus ecuaciones, Sraffa retornó a Marx juzgando más amablemente la teoría del valor trabajo como el intento de Ricardo y Marx de desarrollar el enfoque de la plusvalía de manera original y fructífera , incluso dentro de los límites de esa teoría. El hecho de que, sin embargo, el valor-trabajo fuese una mala fundación, como ya sabían Ricardo y Marx, fue utilizado por uno de los fundadores del marginalismo, Boehm- Bawerk para atacar El Capital, predisponiendo la subordinación del marxismo al «más científico marginalismo”, que evoca De Vivo apropiadamente en su libro. El legado teórico más importante de Sraffa al pensamiento marxista y democrático es, por tanto, el haber roto esa subordinación y la esquizofrenia entre marxismo y marginalismo ilustrada por De Vivo. La cuestión del recorrido realizado por Sraffa en aquellos años decisivos permanece, naturalmente, abierto. Hubiera sido un enriquecimiento, en este sentido, que De Vivo hubiera mencionado la existencia de otras interpretaciones autorizadas.

Una figura molesta

Por lo tanto, la trayectoria de Sraffa es intelectualmente fascinante y está profundamente inmersa en la historia del corto Siglo XX, y en la del marxismo y la economía política. El libro De Vivo es en este sentido estricto no solo una lectura rigurosa sino absolutamente convincente. Una reflexión final sobre el impacto lamentablemente marginal de Sraffa en la cultura italiana hubiera sido interesante para el lector. La herencia de Sraffa en los estudios económicos sigue bien viva, y su escuela es una de las más vibrantes entre las heterodoxas – pero incluso en este caso, sin embargo, se ve a menudo marginada a favor de teorías menos coherentes. Los espacios para el pensamiento crítico en la economía, sin embargo, se han restringido drásticamente, y predominan los ‘bocconiani’ [de la Universidad Bocconi de Milán, “acríticos”, ndt] en todas las tendencias, a pesar de que la crisis ha demostrado dramáticamente su inconsistencia científica. El libro de De Vivo es importante en este sentido para sensibilizar a toda la cultura italiana de la necesidad de proteger la libertad de investigación económica, no sólo para defender el legado científico que es todo italiano, interdisciplinario, democrático y antifascista, sino porque sólo a partir de ahí, y del legado de Keynes, podrá surgir una nueva y más fructífera ciencia económica que supere el penoso autismo de la teoría dominante. En un momento de decadencia de nuestro país, ha llegado el momento de que Italia redescubra la talla humana e intelectual de Gramsci y Sraffa.

Referencias
Cesaratto, S. (2016) Sei lezioni di Economia, Imprimatur, Reggio Emilia.
Fratini, S.M. (2016) Sraffa on the Degeneration of the Notion of Cost, Centro Sraffa Working Papers, n.21.
Lunghini, G. (1994) Gramsci critico dell’economia politica, introduzione a: Antonio Gramsci, Scritti di economia politica, Bollati Boringhieri, Torino.
Robertson, Dennis H. (1936) Some Notes on Mr, Keynes’ General Theory of Employment, Quarterly Journal of Economics 51, pp. 168-91.
26
Ene
18

EL AGRO URUGUAYO; SE DESMORONA LA MENTIRA DE LOS LATIFUNDISTAS

LA MENTIRA DE PATAS CORTAS, LA REALIDAD ES ESTA: “las políticas sociales destinadas a los sectores de menores ingresos no llegan ni a medio punto del producto y no comprometerán jamás el ‘gasto público’ uruguayo”.

Constanza Moreira afirma que movilización del agro es una campaña contra el Frente Amplio

La senadora de Casa Grande-Frente Amplio, Constanza Moreira, analizó la situación en torno a las movilizaciones del campo en Uruguay, y aseguró que gran parte de las personas que están detrás del paro del campo están haciendo campaña en contra del Frente Amplio de cara a las próximas elecciones nacionales de 2019

“Este verano, ‘el campo’ uruguayo ha decidido dar una lucha cuyos objetivos no están claros, cuya agenda tampoco está bien definida, pero cuyas movilizaciones han sorprendido a muchos (hasta a ellos mismos)“, comentó la senadora. “Pero ‘el campo’ es un nombre demasiado genérico para un factor de producción atravesado como el que más por las contradicciones del capitalismo periférico y las desigualdades de clase”, agregó Moreira.

De acuerdo a la legisladora, estas movilizaciones son una campaña en contra del Frente Amplio hacia las próximas elecciones nacionales. “En algunos departamentos la filiación partidaria de buena parte de sus acólitos está clara (es un paro no solo contra el gobierno sino contra el Frente Amplio de cara al 2019), aunque en otros, las movilizaciones han estado protagonizadas también por pequeños o medianos productores y una ‘clase media agraria’ difícil de cuantificar”.

Para Moreira, lo más difícil de discernir es “cuánto de este conflicto es real”, en un sentido material, “y cuánto simbólico (en el sentido político, superestructural e ideológico)”. “Una izquierda que se precie de tener una respuesta no sólo ’emocional’ frente al problema, tiene que dar cuenta de esto. Estamos ante una batalla distributiva que no es, como se suele creer, entre ‘el campo y la ciudad’, sino entre capitalistas y trabajadores y, peor aún, entre dueños de la tierra y productores”, añadió.

“Si no apreciamos estas contradicciones y luchamos políticamente por “abrir la caja negra” de este conflicto, podemos quedar rehenes de una demanda especulativa, inorgánica, y de la que sólo puede sacar partido la derecha”, explicó la senadora.

Comparó la situación actual que atraviesa nuestro país con el conflicto agrario, con lo sucedido en el año 2008, donde “‘el campo’ le dio un buen sacudón a la política argentina”, donde tuvo grandes “costos para la administración de la entonces presidenta Cristina Fernández: el Ministro de Economía renunció, el Vicepresidente Cobos la traicionó y el gobierno debió dar marcha atrás con lo propuesto”.

A pesar del gran golpe político, “también tuvo algunos efectos positivos, como poner de manifiesto un conflicto productivo y social que enfrentaba al trabajo con el capital y al gobierno con las presiones de la vieja y nueva “oligarquía agraria” (riquísima, autoritaria, despótica)”.

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LARED21 accedió a un audio de un productor anónimo que habla sobre presuntas medidas que tomarían grupos radicales del campo después de la asamblea del día 23 de enero

“Las manifestaciones de nuestro “campo” en estos días han puesto en cuestión el corazón mismo de las políticas del gobierno”, comentó Constanza Moreira. “Han discutido las políticas cambiaria, fiscal, laboral y social. Puestas así las cosas, es claro que la protesta es contra el programa de gobierno del Frente Amplio. Mas esta misma demanda parece insostenible, ya que la misma política económica del gobierno y sus mismos ministros (Aguerre, Astori, antes alabados por quienes hoy se manifiestan), les ha llevado a obtener extraordinarias ganancias en los últimos quince años”, explicó la legisladora. “Y ahora que el agro enfrenta dificultades (como todo el país las enfrenta, y buena parte de la región), ninguna de las políticas que ellos denuncian parecen ser, en realidad, parte sustancial del problema”, añadió.

Constanza Moreira analizó “el tema de los ‘costos’: si éstos son altos, la rentabilidad de los empresarios rurales se deteriora. Los costos no han crecido, pero como otras cosas han decrecido (el precio de los commodities, la demanda externa, entre otros), ahora los precios parecen altos. Detrás de esta demanda, se vehiculiza la crítica a las empresas públicas que comenzó con las denuncias contra ANCAP. Pero la demanda sobre los costos energéticos sólo enmascara un pedido de subsidio, ya que los costos energéticos de este país siempre han sido altos, y nada de lo que la oposición propone ni ha propuesto en estos años (como ‘importar’ petróleo) serviría para reducirlos”.

“¿Qué están pidiendo entonces?”, se preguntó, “¿Que el Estado les subsidie los costos energéticos? ¿Y por qué el Estado habría de subsidiárselos a ellos y no al resto de la ciudadanía?”, reprochó. “Allí lo único que parece apropiado es separar a los sectores y empresarios que están en verdaderos apuros, de los que sólo protestan porque ya no pueden obtener las pingues ganancias del pasado”.

“Sobre la política fiscal, los argumentos son ya tan manidos y conocidos que poco puede agregarse. Evidentemente, ni el IRAE, ni el IRPF, ni –obviamente- el Impuesto a Primaria van a alterar la ecuación de su rentabilidad. La presión impositiva sobre el agro en Uruguay es más que moderada y la presión tributaria sobre el factor “tierra” es muy inferior a la que requeriría una política de redistribución de activos que permitiera superar la desigualdad endémica del país. Sin duda, un abaratamiento de todos estos “costos fiscales” los ayudaría, pero el agro no atraviesa una situación difícil como resultado de la presión “fiscal” del Uruguay”.

Aseguró que “la gota que colmó el vaso de la paciencia de muchos uruguayos y uruguayas es la disputa contra la política social”, donde explicó que “las políticas sociales destinadas a los sectores de menores ingresos no llegan ni a medio punto del producto y no comprometerán jamás el ‘gasto público’ uruguayo”.

“Ahora bien, la movilización ‘del campo’ no debe leerse ‘únicamente’ en clave política, de cara a 2019. Hay algo de las contradicciones agudas del capitalismo que se juega allí, entre la rentabilidad que disputan los dueños de la tierra, los productores y los asalariados”, comentó Constanza Moreira.

25
Ene
18

agro … la mentira de los terratenientes

Los Bordaberry, Carrau, Serbino y algunos pocos más, son los dueños de la tierra en Uruguay.

MIENTRAS TODOS LOS URUGUAYOS PAGAMOS IMPUESTOS, ELLOS NO QUIEREN PAGARLOS !!

SEGÚN REVELA ESTUDIO EFECTUADO EN 2017 EN BASE A CIFRAS OFICIALESInforme con datos oficiales confirma que terratenientes se quedan con la mayor parte de los ingresos del campo

 

El centro del debate en las protestas que han llevado adelante los productores rurales son los altos valores de los impuestos que tienen que pagar, el precio “bajo” del dólar y el alto costo del gasoil, y que todos estos factores combinados hacen que sus ganancias sean nulas o incluso tengan pérdidas astronómicas, lo que ha generado que la situación del campo sea considerada por ellos como “paupérrima” en varios sectores.

Ante este panorama, desde el gobierno se ha asegurado que en los últimos 13 años se ha hecho mucho, y si bien faltan algunas cosas, la realidad no es como la pintan muchos de los que viven del campo.

En ese sentido, una investigación hecha en 2017, efectuada en base a cifras oficiales –que están disponibles en el INE, Opypa, DGI, DIEA, entre otros organismos-, y que fuera dada a conocer en la revista “Problemas del Desarrollo”, a la que accedió LA REPÚBLICA, revela que mientras los terratenientes recaudaron en 2016 en concepto de arrendamientos unos U$S 641 millones, sólo le pagaron al Estado U$S 254 millones, lo que significa una diferencia a favor de los grandes poseedores de tierras de nuestro país de alrededor de U$S 387 millones.

Esto generó que se avanzara en tratar de desenmarañar estas cifras, lo que develará la real situación de la tierra, de sus propietarios, de los productores y sus ganancias.

La tierra en promedio valía entre 300 y 400 dólares la hectárea en el 2003, 2004, y tan sólo 14, 15 años después ese valor se multiplicó por diez, ya que hoy en día se vende la hectárea a más de U$S 3600, según lo que informa la DIEA.

Este fenómeno de la capitalización significó una formidable oportunidad para los terratenientes de nuestro país. Cabe destacar que en muchos casos estos no son productores sino que arriendan.

El negocio de tener y no producir

Los arrendamientos se dan en todos los sistema productivos, y a partir de varias fuentes se informa que la producción en campo natural y campo natural mejorado se hace en un 31% arrendado, en pradera, en un 35%, en forrajeras cultivadas en un 355, en cultivo de secano (soja, maíz, sorgo, trigo, etc.) en un 70%, en arroz en un 80%, en frutales en un 30%, y en forestación en un 20%.

Pasando estos porcentajes a millones de dólares, los arrendamientos en campo natural generan 262, en praderas 55 y en cultivos forrajeros 30. Cabe puntualizar que en estos dos últimos se encuentra la lechería, la que arrienda el 50% del suelo que utiliza). El arroz arrienda por 19 millones de dólares, en cultivos de secano 239, en frutales 3 y en forestales 33. todo esto totaliza los ya nombrados 641 millones de dólares.

Hay que acotar que estos son valores promedio, y no incluyen, por ejemplo, las rentas diferentes del INC, sino que se hace en función de los promedios nacionales. Los datos son sacados de información oficial, pero pueden tener algunas variaciones en más o menos si se hacen con puntería fina, lo que si dan es la magnitud del problema.

Lo que se puede visualizar, es que llama la atención que nadie habla de la tierra, el arrendamiento y la formidable capitalización durante estas protestas u otros ámbitos de debate sobre la realidad del campo.

Otro aspecto que se desprende de esto es que si según los censos, hay 3600 productores que usan sólo el 22% del suelo patrio, los que son menores de 500 hectáreas, esto significa que unos 7000 –entre productores o sociedades- tienen más del 70% de nuestro territorio en sus manos.

Dinero extra para pagar las ganancias

Pero para cerrar la ecuación queda explicar la recaudación en materia de impuestos, que el informe había revelado que en 2016 fue de U$S 254 millones.

La Opypa informó que en impuestos sobre la tierra se recaudaron 166 millones de dólares, en impuestos sobre la renta 86, indirectos 32, detracciones 1,5 y la devolución de impuestos fue de -31,5 millones de dólares.

Aquí surge otra conclusión, la que confirma lo planteado, de que es grande la diferencia entre lo que percibe el Estado por impuestos y lo que perciben los terratenientes por arrendamientos.

Además es importante considerar que durante los gobiernos del FA, se mantuvo mejorando la distribución entre los asalariados, se mantuvo constante la del Estado, disminuyó la de los capitalistas y aumentó la de los terratenientes, por lo que el citado trabajo concluye que “el sector exige una masa extra de ganancia para remunerar a los terratenientes”.

24
Ene
18

la guerra civil española

George Orwell en la Guerra Civil Española: heroísmo, traición y paranoia
En el aniversario de su muerte, una de las historias menos conocidas del escritor británico, que combatió al fascismo durante la contienda. Herido de muerte debió huir, pero la sombra de aquellos días lo atormentó hasta el final y, a su vez, fue crucial para la creación de “1984”, su obra maestra

escribe: Juan Batalla / infobae

Hace ya un par de años que una fotografía circula por internet, una instantánea sin fecha -salvo el año, 1937- ni lugar preciso, pero que sí fue tomada durante la Guerra Civil española (1936-1939). En la imagen un soldado con un perrito en brazos mira a la cámara, acompañado por otros tantos, que ríen, hablan. Ese soldado, dice el tweet viralizado, sería George Orwell, mientras que por detrás se ve una figura que resalta en su 1,83 metro, y de esa persona no quedan dudas, es Ernest Hemingway.

Si los escritores llegaron a cruzarse o no durante el conflicto ibérico es y seguirá siendo, mientras no aparezca documentación fidedigna, un misterio, pero lo cierto es que ambos participaron, uno como soldado -haya o no sostenido un perrito para una foto- y otro como periodista.

La experiencia de Hemingway es más conocida: Por quién doblan las campanas (1940) terminó de colocarlo como una de las grandes plumas estadounidenses, fama que ya había ganado tras la publicación en 1929 de Adiós a las armas. Sin embargo, el devenir de Orwell es menos conocido como la manera en que la guerra afectó para siempre su vida personal y literaria.

«La guerra de España y otros acontecimientos ocurridos en 1936-1937 cambiaron las cosas, y desde entonces supe dónde me encontraba. Cada línea en serio que he escrito desde 1936 ha sido, directa o indirectamente, contra el totalitarismo y a favor del socialismo democrático como yo lo entiendo», escribió en 1946.

Era la Navidad de 1936, Orwell, nacido como Eric Arthur Blair, ya había publicado Los días de Birmania (1934) y La hija del clérigo (1935), entre otras, pero todavía no había creado los clásicos que lo convirtieron en un autor eterno. Viajó a París, donde se encontró con su hasta entonces amigo por correspondencia Henry Miller, a quien había defendido tras la salida de Trópico de Cáncer (1934), novela que que le había otorgado cierto estatus de «escritor maldito» gracias a la censura del gobierno estadounidense. Sentados, vino mediante, el británico espetó los ojos difusos del estadounidense y sentenció: «Voy a matar fascistas porque alguien debe hacerlo».

En el inicio del capítulo 3 de Dentro y fuera de la ballena (1940), el libro de ensayos donde analiza el clásico de Miller, recuerda: «Conocí a Miller por primera vez a fines de 1936, cuando pasaba por París camino a España. Lo que más me intrigó de él fue descubrir que no sentía ningún interés en la guerra española. Simplemente me dijo con mucha determinación que ir a España en ese momento era un acto de idiota. Podía entender a cualquiera yendo allí por motivos puramente egoístas, por curiosidad, por ejemplo, pero mezclarse en tales cosas por un sentido de la obligación era pura estupidez. En cualquier caso, mis ideas sobre la lucha contra el fascismo, la defensa de la democracia, etc., etc., fueron tonterías. Nuestra civilización estaba destinada a ser barrida y reemplazada por algo tan diferente que apenas podríamos considerarlo humano, una perspectiva que no le molestaba, dijo».

La guerra civil comenzó luego a un golpe militar contra el gobierno democráticamente elegido de la Segunda República y para algunos historiadores fue un «ensayo para la Segunda Guerra Mundial». Durante el enfrentamiento, los gobiernos de Gran Bretaña, Francia y EE.UU. no tomaron partido, debido a un pacto de no agresión luego de la Gran Guerra, sin embargo eso no detuvo a Adolf Hitler ni Benito Mussolini, también elegidos por los votos, para financiar con armas a los ejércitos del Generalísimo Francisco Franco. Los Republicanos, por su parte, solo recibieron ayuda de la Unión Soviética.

Un día después de Navidad ya estaba en Barcelona. Gracias a una carta de presentación del izquierdista Partido Laborista Independiente (ILP), esa misma tarde ya era un brigadista uniformado del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), listo para combatir a los Nacionales franquistas. En su obra Homenaje a Cataluña (1938), que resume su tiempo en el frente, sostiene: «Ingresé en la milicia casi de inmediato, porque en esa época y en esa atmósfera parecía ser la única actitud concebible».

En este libro, Orwell se presenta casi como un testigo presencial, con una estructura bien clara: en la primera parte relata las experiencias de un miliciano en «un sector tranquilo de frente tranquilo» en Aragón, en el que recorre las emociones y las circunstancias, el temor y la miseria, las letrinas y las ratas, el frío y la desolación. Mientras que en la segunda, realiza una descripción de sus días y noches en el techo del teatro Poliorama, durante las Jornadas de Mayo de 1937.

«Una experiencia esencial en la guerra es la imposibilidad de librarse en ningún momento de los malos olores de origen humano. Hablar de las letrinas es un lugar común de la literatura bélica, y yo no las mencionaría si no fuera porque las de nuestro cuartel contribuyeron a desinflar el globo de mis fantasías sobre la Guerra Civil».

Allí se traslado con su primera esposa, Eileen O’Shaughnessy, quien ejercía de secretaria en la sede española del ILP, el partido marxista no comunista, que apoyó a la República a través de las milicias del POUM.

Su relación con la política no era nueva, ni correspondía a delirios de juventud. Con 33 años, era una suerte de anarquista díscolo, que había estudiado en un colegio elitista Eton College. Orwell no estaba feliz con su designación al Poum, su ideal era unirse a las Brigadas Internacionales, lo que revela una mayor simpatía con los socialistas, los republicanos liberales y los comunistas. Sin embargo, Harry Pollitt, secretario general del Partido Comunista Británico, lo había rechazado. A pesar de su relativa fama literaria, los milicianos británicos también mostraron rechazo a su «acento de cristal tallado en Eton».

En Mi Guerra Civil Española (1942) sostiene: «Es curioso, pero lo que recuerdo más vivamente de la guerra es la semana de supuesta instrucción que recibimos antes de que se nos enviara al frente».

A pesar de sus ideales, Orwell adolecía de conocimiento profundo sobre la contienda. No existe registro en su obra de que antes de viajar a España se haya interiorizado sobre la guerra más allá de los periódicos. En el tiempo, lamentaría: «Mi partidismo, mis errores de hecho y la distorsión inevitablemente causada por haber visto solo un rincón de los acontecimientos».

El coraje -o inconciencia- de Orwell en la contienda, esa obstinación por «matar fascistas» lo llevó a tomar algunas decisiones arriesgadas, sino directamente idiotas, como le dijo Henry Miller. Uno de los relatos más conocidos, que podría haber sido un sketch de los Monty Phyton, relata que una noche en un campamento vio una rata cerca de su litera y en un ataque de pavor y fobia comenzó a disparar sin medir las consecuencias, que no fueron otras que el cese del alto al fuego que reinaba bajo el cielo español.

Barcelona roja

115 días transcurrieron hasta que recibió un permiso para viajar a Barcelona, donde lo esperaba su mujer. Allí tampoco tuvo un reparo del derramamiento de sangre. Su destino lo llevó al epicentro de las Jornadas de Mayo de 1937, una guerra civil dentro de la Guerra Civil. Los enfrentamientos duraron cinco días y dejaron más de mil muertos, si se cuenta a los ejecutados. Orwell, como narra en Homenaje a Cataluña, se dispuso en el tejado del teatro Poliorama para defender la sede de su partido en la Rambla.

Luego de Cataluña todo cambiaría para Orwell. La alianza entre la CNT-FAI y el POUM desapareció. Mientras los primeros mantuvieron se estructura, gracias al poder que aún poseían gracias al apoyo popular, el PUOM fue declarado ilegal el 16 de junio y sus principales dirigentes detenidos, entre ellos Julián Gorkin -quien descubrió años luego la verdadera identidad del asesino de León Trotsky, Ramón Mercader- y Andrés Nin -luego ejecutado-. Era el fin del POUM en la guerra.

Con respecto a la interna entre anarquistas y comunistas, en una carta de octubre del 38 a un pariente, explica: «No sabes lo mucho que desprecio a los imbéciles que creen que primero pueden empujar a la nación a una guerra por la democracia y luego, cuando la gente se harta, cambiar y decir: ‘Ahora hagamos la revolución'».

En Mi Guerra Civil Española, el autor de 1984, reconoce que la derrota era inevitable: «La tesis trotskista de que la guerra podría haber sido ganada si la revolución no hubiera sido saboteada era probablemente falsa. Nacionalizar fábricas, demoler iglesias y emitir manifiestos revolucionarios no habría hecho que los ejércitos fueran más eficientes. Los fascistas ganaron porque eran los más fuertes; tenían armas modernas y los otros no».

Su despedida se produjo en Huesca, con una herida en la garganta que podría haber sido fatal. El voluntario estadounidense Harry Milton describió a la prensa, muchos años después, que la actitud temeraria de Orwell, sumado a su 1,88 metro, lo llevaron a ese final: «Escuché el sonido nítido de un disparo a alta velocidad y Orwell inmediatamente cayó de espaldas». Milton detuvo el sangrado y le dio primeros auxilios, hasta que pudieron retirar al escritor a un hospital.

El traidor

La publicación en marzo del ’37 de El camino a Wigan Pier no le concedió mayor popularidad entre sus camaradas del frente, al contrario. La obra está dividida en dos. Al principio analiza la vida de los obreros del carbón -desde su economía a su pensamiento-, luego expresa sus ideas socialistas, pero con una crítica a los partidarios de entonces, a quienes acusa de ser los culpables de que la sociedad no quiera acercarse a ese sistema. Esta postura le generó más enemigos dentro del estalisnismo -como si los necesitará- y tras la tortura y el asesinato de Nin estaba convencido de que era el próximo.

A Owell, el tiempo le daría la razón. Documentos desclasificados del Kremlin revelaron que la «purga trotskista» había comenzado por orden de Stalin durante la guerra civil española. El y su esposa estaban en la nómina. Décadas más tarde, realizó un exilio autoimpuesto con destino a la isla escocesa de Jura. En la tranquilidad de la hoy célebre granja Barnhill, donde escribió 1984, temía sufrir el mismo destino que otro exiliado, Trotsky.

Aquí comienza una nueva etapa, la de la paranoia que lo acompañaría toda su vida. En mayo de ese año, la NKVD, la organización soviética que manejaba desde el transporte a la seguridad del Estado, requisó una gran cantidad de cuadernos personales a su esposa, que se hospedaba en el Hotel Continental de Barcelona. En junio, decide finalmente escapar de España. Sin embargo, para él la guerra no había terminado.

París, Hemingway y una pistola

La Segunda Mundial Guerra había finalizado y los fantasmas de la contienda española aún lo perseguían. En marzo de 1945 se muda a París, para trabajar como corresponsal. Sus días marcados por la sospecha de que los comunistas lo estaban espiando para aniquilarlo, tal como sucedía con otros, apenas lo dejaban dormir.

Necesitaba protección, un arma, pero como era un civil no tenía forma de acceder a ella sin alertar a sus perseguidores. Recurrió a alguien que de armas entendía -y tenía- como Ernest Hemingway. Carlos Baker, autor de la primera biografía del Premio Nobel de 1954 Ernest Hemingway: A Life Story (1969), asegura que el encuentro se produjo en una habitación del Ritz.

En una carta que Hemingway envió al crítico Harvey Breit en abril de 1952 -más de dos años después de la muerte de Orwell-, confirma el encuentro. La historia aparece en las memorias de Hemingway, True at First Light (1999), publicadas de manera póstuma durante el centenario de su nacimiento, como también en la autobiografía, Dante Called You Beatrice (1960), del poeta y amigo de Orwell, Paul Potts. Sin embargo, Orwell jamás hizo mención a aquella reunión en sus cartas ni cuadernos.

Orwell, dice Hemingway, tenía una actitud paranoica, todo le producía desconfianza y eso le pareció un poco triste. Entonces, ante el pedido de un arma, se la entregó. De un cajón sacó una Colt .32. Orwell partió «como un fantasma pálido». Lo que nunca le dijo es que estaba rota.

23
Ene
18

ecuador, correa y lenín

La traición de Lenín Moreno

escribe: Atilio A. Boron / Rebelión

“Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos”(William Shakespeare)

Resulta imposible hablar de la dramática coyuntura política que se ha configurado en el Ecuador con motivo del referendo y la consulta popular del 4 de febrero sin que una palabra aflore de inmediato en la conciencia (y en el ánimo) del observador: traición. Es un término durísimo por su mayúscula inmoralidad. Ese enorme humanista que fue Shakespeare hizo de la traición objeto de innumerables reflexiones en su voluminosa producción literaria. Pero fue en Macbeth donde el tema se convirtió en el hilo conductor de la obra. Y allí la traición aparece como el reverso de una pasión enfermiza e incontrolable: la ambición y junto a ella la envidia y una mal contenida rivalidad que irrumpe de súbito ni bien las condiciones son propicias.

Podrá argüirse, ¿traición a qué, o a quién? ¿A qué? Nada menos que a la mayoría del pueblo ecuatoriano que votó por un candidato que se presentaba como el continuador de la Revolución Ciudadana, un proceso de transformaciones profundas que cambió radicalmente, y para bien, a la sociedad ecuatoriana. Moreno perpetró una estafa electoral, como la de Mauricio Macri en la Argentina, e incurrió en una malversación de la confianza en él depositada por la ciudadanía que lo hizo presidente. ¿Debería el pueblo ecuatoriano depositar su confianza en las promesas de un personaje que ya lo traicionó una vez? ¿Por qué no habría de reincidir en su deshonesta conducta? Por supuesto, como todas las creaciones históricas, la Revolución Ciudadana tuvo sus contradicciones, sus grandes aciertos, sus errores y sus asignaturas pendientes. Pero la dirección del proceso era la correcta y el imperialismo y la derecha ecuatoriana no se equivocaron al transformar a su líder, Rafael Correa, en la bête noire no sólo del Ecuador sino de la política internacional. Traición al pueblo que lo votó, al partido que lo postuló para la presidencia y también a Rafael Correa, de quien Lenín Moreno fue su vicepresidente y muy estrecho colaborador, dentro y fuera del país, durante diez años. Traición por atacar a un personaje de quien hablaba puras maravillas durante la campaña electoral que lo proyectó al Palacio de Carondelet y en cuya enorme popularidad se apoyó para prevalecer en el muy reñido balotaje. Éste tuvo esas características porque ya desde la campaña de la primera vuelta la derecha local e internacional, los partidos del viejo orden, las cámaras empresariales y toda la oligarquía mediática en Ecuador y en el extranjero denunciaban que el fraude se habría perpetrado por el Consejo Nacional Electoral en la fase previa a los comicios y que se continuaría el día de la votación y en los posteriores mientras se practicara el recuento de los votos. Una acusación completamente infundada (como se demostró en la reunión de los representantes de CREO-SUMA, la fuerza política que postulaba a Guillermo Lasso, con los observadores internacionales invitados para monitorear el proceso electoral). Algunos de estos, para nada simpatizantes del gobierno de Correa, estallaron de indignación ante la catarata de falsas impugnaciones motorizadas por los partidarios de Lasso y amplificadas extraordinariamente por los “medios independientes”. En la citada reunión con la gente de CREO-SUMA uno de los observadores puso punto final a las críticas diciendo: “no queremos chismes, aporten datos concretos”. Nunca lo hicieron y jamás formalizaron una denuncia concreta ante el Tribunal Contencioso Electoral.

El objetivo de esta estrategia difamatoria era muy claro: deslegitimar el previsible triunfo de Moreno en la primera vuelta, debilitar de antemano su gobierno y ablandar el espíritu del nuevo equipo de gobierno en caso de que el candidato de la derecha Guillermo Lasso fuese derrotado en la segunda vuelta. Pese a lo absurdo e infundado de esas acusaciones de fraude lo cierto es que hicieron mella en la frágil contextura política de Moreno y en su entorno, quienes relegaron a un papel subordinado y menor a Alianza País, una organización política que había dado sobradas muestras -¡victoriosa en catorce procesos electorales!- de su eficacia como maquinaria electoral.

Pero la traición de Moreno mal podría ser explicada sólo por factores psicológicos, como si sólo fuera la maliciosa secuela de una desmedida ambición. Tampoco por groseros errores de campaña, que ocasionaron una victoria muy ajustada. La fulminante y asombrosa mutación de la orientación política del actual presidente está al servicio de un proyecto restaurador para el cual fue reclutado -¿quién sabe cuándo, cómo y a cambio de qué?- por los factores tradicionales del poder en el Ecuador y, sin duda alguna, por Washington con el objeto preciso e impostergable de destruir definitivamente cualquier opción progresista o de izquierda en el país y, por extensión, a quien como Rafael Correa encarnó esos ideales durante diez años. Obviamente que el actual presidente demostró ser un personaje tan escurridizo como inescrupuloso, que se agazapó en los intersticios de la estructura gubernamental y esperó con paciencia y astucia el momento para descargar su puñalada trapera haciendo honor a la cita utilizada en el epígrafe de esta nota. A todos les llamaba la atención, en su campaña, tanto en la primera como en la segunda vuelta, los exaltados elogios a Correa y la facilidad con que lanzaba promesas demagógicas de imposible cumplimiento. El lanzamiento del Plan Toda una Vida surgió en las dos últimas semanas de la campaña de la primera vuelta como un recurso para intensificarla, dada la probabilidad de no atravesar al 40% de los votos. Con ese plan se buscaba aterrizar la propuesta programática de Alianza País y otorgarle al discurso, hasta ese momento siempre vago, de grandes visiones y mensajes esperanzadores propios de un pastor tele-evangelista, mediante la enunciación de contenidos concretos y metas identificables por los electores. En esa línea, prometió el oro y el moro: empleo para todos, casas para todos, salud para todos pero sin jamás decir cómo financiaría esas políticas y cuál sería su proyecto económico. Se suponía que sería el que había instaurado su predecesor, pero llamativamente no habló de la economía ecuatoriana, del dominio que pese a los cambios introducidos por Correa seguían conservando los banqueros, los oligopolios mediáticos, el capital extranjero; en suma, los que detentaban en el Ecuador el poder real, distinto y muy superior al del gobierno. No pasó desapercibido para nadie como en los tramos finales de la segunda vuelta Moreno se mostraba cada vez más receptivo a los reclamos de la derecha, admitía sin respuesta sus acusaciones de fraude, oía con indiferencia sus vociferantes quejas por la falta de libertad de prensa en el Ecuador y a la necesidad de reabrir un diálogo que, presuntamente, habría sido clausurado por Correa. Pese a ello a todos nos sorprendió la intempestiva denuncia de corrupción lanzada ni bien asumió sus funciones como presidente, sombra indecente proyectada indiscriminadamente contra los funcionarios del anterior gobierno, salvo él, por supuesto. Si había tanta corrupción como Moreno decía, ¿cómo tardó diez años en darse cuenta de que estaba en un nido de corruptos? Dado que esto es inverosímil, si la corrupción existió él fue cómplice de la misma; y si no existió lo suyo es una infamia, perpetrada una vez más al servicio de la coalición de intereses que, a fines del siglo pasado, hundió al Ecuador en la peor crisis de su historia.

El desmantelamiento de la Revolución Ciudadana no sólo pasa por restaurar escandalosamente a los banqueros y a la oligarquía mediática “el poder detrás del trono”, como la verdadera autoridad del gobierno. El embate se descarga también sobre la cultura y los medios de comunicación, con la razzia practicada en el periódico oficial “El Telégrafo” que, bajo la nueva inspiración, cuenta con un ultra corrupto como el presidente brasileño Michel Temer como uno de sus colaboradores al paso que notables intelectuales ecuatorianos fueron corridos del periódico. Moreno no encuentra nada malo en que el espectro comunicacional del país haya caído una vez más en manos privadas o que medios del estado, como la Radio Pública del Ecuador, por ejemplo, se convirtiese en vociferante expresión crítica de todo lo que antes elogiaba. No obstante, el morenismo está lejos de constituir un compacto bloque en el poder. Múltiples contradicciones lo surcan. Por un lado están los sobrevivientes de la fase anterior, progresistas que –por ahora- se desempeñan en el área de las políticas sociales hasta que la derecha complete la purga realizada en la administración pública; frente a ellos se agrupa un heteróclito enjambre de grupos empresariales que tomaron el gobierno por asalto unidos por la común ambición de saquear a la economía nacional y al estado y enfrentados a otros sectores corporativos que, dejados a margen del festín, ambicionan asumir directamente el control del gobierno sin superfluas mediaciones como la de Moreno y su grupo. Este asalto al gobierno por parte de los grupos empresariales es análogo al que tuvo lugar en la Argentina con la llegada de Macri. En ambos casos se produjo un extravagante y deplorable tránsito desde el poder al gobierno cuando, en una democracia, se supone que la marcha es al revés: es el gobierno surgido del voto popular quien tiene que conquistar el poder o al menos fragmentos significativos de éste si es que efectivamente quiere gobernar El resultado de esta inversión lo estamos viendo claramente en la Argentina: vaciamiento de la democracia, desprotección social, concentración de la riqueza y recrudecimiento de la violencia institucional para acallar las protestas sociales. No creo que la historia sería muy diferente en el Ecuador de continuar por el rumbo trazado por Moreno.

De lo anterior se desprende que más allá de la aparente variedad de sus preguntas, el referendo de febrero tiene un solo objetivo: tronchar de raíz la posibilidad de que Rafael Correa pueda volver a presentarse a elecciones. Hay tres preguntas cruciales que son las que revelan con claridad el proyecto político del nuevo bloque empresarial que ha colonizado las alturas del estado: dos de ellas encaminadas a garantizar lo único que le importa al imperio y a sus lacayos ecuatorianos: el destierro político de Correa, condenarlo al ostracismo y, de ese modo, liquidar en pocos meses su herencia política revirtiendo los cambios que tuvieron lugar en los últimos diez años y reinstalando al estado nacional en su tradicional subordinación a las fuerzas del mercado. Se trata de las preguntas sobre supresión definitiva de la posibilidad que pueda tener una ciudadana o un ciudadano de repostularse para el mismo cargo, lesionando el derecho de los ciudadanos de presentarse a elecciones, de elegir y de ser elegidos, todo esto justificado con el propósito de garantizar el principio de la alternancia. El otro artículo busca eliminar al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, un órgano que fue el custodio principal del estado de derecho y la separación de poderes consagrada por la Constitución de Montecristi. De aprobarse esta modificación las principales autoridades de las diferentes ramas y aparatos del estado pasarían “transitoriamente” a ser designadas a dedo por el actual presidente. En otras palabras, se legalizaría un golpe de estado. La tercera, la número seis en el referendo, expresa con meridiana claridad el pacto de Moreno con la oligarquía financiera. Mediante ella se pretende derogar la Ley de la Plusvalía que tiene por objeto “evitar la especulación sobre el valor de las tierras y fijación de tributos.” () En pocas palabras, de lo que se trata con este ilegal e ilegítimo engendro jurídico es eliminar para siempre la presencia de Rafael Correa en la política ecuatoriana (y regional); reconstruir en clave corporativa y privatista al estado, como sucediera en la Argentina de Macri, facilitando las operaciones especulativas de los capitalistas (de ahí la anhelada derogación de la Ley de la Plusvalía) y transfiriendo el control de los cargos decisivos del aparato estatal a manos privadas, instaurando una suerte de CEOcracia que propinaría un golpe mortal a las aspiraciones democráticas de la ciudadanía ecuatoriana.

A la traición se le suma la infamia de una movida como ésta. Quienes luchamos por una Latinoamérica unida y en marcha hacia su segunda y definitiva independencia no podemos sino expresar nuestro más enérgico repudio a los nefastos designios del actual gobierno ecuatoriano y la confianza en el pueblo de ese país que sabrá desbaratar esa maniobra. En la primera nota que escribí a propósito de la trascendental elección presidencial de Febrero del 2017 dije que en Ecuador se libraba una nueva batalla de Stalingrado, decisiva no sólo para su futuro sino del de toda América Latina. Respiramos aliviados cuando se derrotó al candidato del viejo régimen, representante del país oprimido por una voraz oligarquía y sus mentores del norte. Pero jamás imaginamos que en el valiente ejército ciudadano que consagró la victoria de Moreno había un “caballo de Troya”, una quinta columna dispuesta a traicionar no sólo al líder popular del Ecuador sino al proyecto de transformación que él encarnaba. Si el pueblo ecuatoriano llegara a respaldar la propuesta de Moreno en su referendo, si llegara a triunfar el SI ese país se internaría, para su desgracia, en la misma senda opresora, decadente y violenta abierta por Mauricio Macri en la Argentina. Una sobria mirada a lo que está ocurriendo en mi país debería ser suficiente para persuadir a las ecuatorianas y los ecuatorianos de la necesidad de evitar tan nefasto desenlace. El triunfo del NO en las tres preguntas claves del referendo abriría en cambio las puertas para el renacer de una esperanza hoy ensombrecida por el oprobio de una traición.

 

22
Ene
18

uruguay … terratenientes «en lucha»

PROTESTAS DEL CAMPO / EL DIRIGENTE DEL PIT-CNT DE CERRO LARGO CRITICÓ A LOS PRODUCTORES RURALESAcuña: “No es cierto que el Uruguay se desfinancia por las políticas sociales”

Las voces que han surgido en los últimos días debido a una serie de movilizaciones que productores rurales autoconvocados han efectuado, no paran de mutiplicarse, tanto desde un lado como del otro de la discordia.

Si bien estos están organizando una gran movida para este martes 23 de enero en Durazno, no paran de efectuar protestas a nivel nacional.

El gobierno ha propuesto que a través del diálogo se puedan corregir algunas de estas situaciones, ya que la realidad del campo no es igual en todos los sectores, y además porque durante los tres períodos que han tenido el Frente Amplio (FA) al frente del país, se ha mucho, remarcó días atrás el presidente Tabaré Vázquez.

En ese contexto de argumentaciones, el presidente de la departamental del PIT-CNT de Cerro Largo, Daniel Acuña manifestó que “los productores rurales siempre han apuntado contra los trabajadores del campo, y eso es una prueba viviente de lo que ellos quieren hacer, que es una extensión de la esclavitud. Ellos hablan de la rentabilidad, y más allá de que se bromea con lo de las 4×4, todo el mundo sabe lo que valía un novillo hace tres, cuatro años, y lo que vale ahora. Nunca vemos sus familias pasando necesidades. Ellos mandan a sus hijos a las universidades, compran apartamentos en Montevideo para que vivan, y los gurises no necesitan ninguna beca, mientras que los hijos de los peones están resignados a ser peones de estancia también, sino fuera por las políticas sociales”.

Yerra con trabajadores

El dirigente insistió que “no es una cuestión de rentabilidad, sino se seguir manteniendo un estatus de vida diferente a los mortales, la que han vivido toda la vida. Son dueños de los empleados, en situaciones de semiesclavitud y se está dando ahora más agresiones, si bien se dieron toda la vida, aunque gracias a los medios de comunicación se están conociendo más.

Un Uruguay hubo patrones que hasta hicieron yerra de trabajadores. Les cuesta hoy ver eso tan lejano y le duele que ya no sean los dueños de ellos, sino sólo de las tierras y de los animales. A nosotros los trabajadores no se nos ocurren hacer una manifestación y mandar a los compañeros a ir con un tractor o una avioneta, y ellos si los están mandando. Porque es mentira que ellos sepan manejar la avioneta o un tractor”.

A pesar de esto aclaró el sindicalista que “si salieron varios productores y trabajadores dignos del Uruguay, pero hay un montón de ‘chupasangre’, que vivieron toda la vida a costillas del Estado, haciendo crédito sobre crédito, refinanciando deuda sobre deuda, lo que se hizo eterno y tiene seguro de todo. Si un trabajador empieza a hacer una casita y viene una lluvia y viento y se la tira, se jode y tiene que arrancar de cero.

Ahora viene una seca grande y tienen un subsidio por la seca, y lloran porque no le es rentable. Tienen un montón de ventajas, las políticas sociales, de las que ellos se quejan, que son diferenciales y muy por encima de lo que puede cobrar cualquier trabajador o persona que esté en una situación vulnerable, y eso no les sirve. No es cierto que el Uruguay se desfinancia por las políticas sociales. Considero una política social un seguro por si se le estropea la cosecha. Si quieren eliminar, eliminamos todo, como los leasing para comprar autos, maquinarias, y ahí hablamos”.

Señores feudales

Agregó que “también les exigiría que no fueran latifundistas, que hicieran una producción intensiva y pudieran hablar. Algunos tiene más tierra que la que pueden explotar y menos animales que deberían, y hay un montón de colonos que no acceden a la tierra. Hablan de boca llena. No es cierto que no sea rentable.

No da, de repente, para un productor chiquito, pero los grandes no van a pasar mal. Van a Europa, a veranear a Punta del Este. Siguen dándose lujos que ningún trabajador se puede dar. Alguna ventaja perdieron, pero es porque ya no son los dueños del país. Ello pelean desde los tiempos de Batlle y Ordóñez para no darle las 8 horas a los peones rurales.

Son los mismos oligarcas, latifundistas, que se creen los señores feudales. Que lloren todo lo que quieran. Los cambios son más lentos de los que el PIT-CNT quisiera, pero mejor sin dudas como lo que se estaba hace años, y esto no se puede detener. No hay que ceder a las presiones de estos muchachos. Encantados los trabajadores estar con los productores chicos, pero no con estos oligarcas”.




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