Archivo de noviembre 2023
¿LAS MASAS SE EQUIVOCAN? UNA DISCUSIÓN SIN SENTIDO.
escribe: Carlos Pérez Pereira
“YA NO HAY INOCENTES” (William Daros, en “Perdónalos porque no saben…”) Lo que necesita explicación no es de dónde y por qué triunfó un tipo como Milei, sino por qué un tipo como Milei logró tanta convocatoria. ¿Sus votantes se equivocaron?
Algún comentarista, proclive a las ideas del presidente electo de Argentina, afirmó que: «Milei ha demostrado que las ideas del socialismo han fracasado como solución a los problemas del mundo» Presuponemos que también el análisis incluye las experiencias de Trump y Bolsonaro, dado que Milei no es más que la reproducción «in vitro» de estos especímenes.
Pero ¿qué es lo que ha demostrado este señor, si todavía no comenzó a gobernar? El futuro dirá si, con su regreso a las ideas de fines del siglo XVIII y del XIX, logra ahora (los tiempos son distintos, pero los estatutos de dominación y poder son los mismos), demostrar que realmente puede solucionar el hambre y la marginalidad de millones de seres humanos, gracias a las políticas capitalistas, aplicadas por las buenas, o por las malas. Recién ahí podrá demostrar que está en lo cierto. Entonces aplaudiremos todos. Aunque nos permitimos poner en duda que la salvación del planeta venga con la aplicación de las medidas fracasadas durante siglos. En primer lugar, las ideas, propuestas y aplicaciones del Socialismo, no fracasaron, simplemente fueron derrotadas en una gran batalla contra las fuerzas del Capitalismo. En segundo lugar, la aplicación de las políticas capitalistas (eso sí está demostrado) están en los antípodas de los problemas para la Humanidad en su conjunto. Son contradictorios, no se compatibilizan. Para que haya capitalismo es necesario que haya discriminación, elitismo, competencia, marginalidad, hambre, injusticias, enfermedades, guerras, explotación, genocidios, etnocidios, y varias otras desventuras humanas que no caben en una síntesis exhaustiva. Eso sí está demostrado y se está demostrando. Y hay que explicar por qué, si esto se sabe, la gente vota las ideas que propugnan la reproducción del sistema, pese a lo probado de sus injusticias, sus barbaridades y su tremenda potencia para encauzar la vida del planeta al abismo inminente.
Algo que no previeron los ideólogos de los trabajadores fue la capacidad de las clases dominantes de crear condiciones para su sustentabilidad. Si bien las riquezas se concentran, los abundantes bienes terrenales y los creados por la industrialización, la ciencia y la tecnología, son suficientes para distribuir migajas que alimenten el mercenarismo de los llamados sectores medios, o clases medias. Un colchón contra el socialismo, contra la solidaridad, contra el altruismo, contra el colectivismo, y un gran aliado en favor del individualismo, la competitividad, el egoísmo, el anti colectivismo. En países donde los trabajadores vinculados directamente a los medios de producción, son cada vez menos, se refuerza el marginalismo de los sectores medios, sin conciencia, competitivos y cargados de ideas individualistas. Son los que la politología de izquierda llama, y con mucha razón, «el neofascismo corriente». En estas sociedades latinoamericanas «da muito disso», como dicen los brasileros.
No es cierto que estos sectores medios voten equivocados o engañados. No nos engañemos nosotros: saben bien lo que hacen y a quienes votan. Basta con escuchar los comentarios de los votantes de Milei cuando los entrevistan. Quizás lo expresen de otra manera, pero son muy claros cuando dicen que no votarán por quienes les roban la plata. No están hablando de los grandes millonarios, acumuladores de réditos y rentas, de los que usan al Estado para multiplicar sus riquezas. O sea que no hablan de Macri, ni de los ladrones callejeros, ni de los narcos grandes o chicos. Esos no les preocupan; que se ocupen los servicios represivos. Hablan de los pobres que reciben subvenciones, planes sociales, ayudas en alimentos o ropas por parte del Estado. Algo de eso pasó en Uruguay cuando los votantes decidieron sacar al FA del gobierno. Discutí en las redes (sí, caí en esa) con alguien que acusaba a la izquierda uruguaya de haber perpetrado el gobierno más corrupto en la historia de Uruguay. De inmediato pensé en Sendic, en Caloia, en Lorenzo y ya hilvanaba el retruque, con el argumento de que habían sido procesados y que (salvo un peculado de Sendic) las sentencias no hablaban de delitos de corrupción. Pero no era eso. Su bronca era «contra los millones de plata nuestra, entregada a los vagos, con las políticas impositivas y de reparto que ha aplicado el Frente en el gobierno. Se calcula en más de 300 mil millones de USD en 15 años» Hasta cálculo habían hecho. Como dicen los gurises: quedé de cara.
Hurgando algo más por debajo de la superficie, encontramos que estos conectados sostienen que a la pobreza hay que responder con caridad y filantropía y «ayudas circunstanciales», no con cambios sociales que a nada conducen. Sin duda, la caridad privada es su mejor alivio a la conciencia y el mejor subterfugio para mantener pobres a quienes ya lo son. Es la mayor hipocresía de los poderosos, bien alentada por filántropos multimillonarios y religiosos adscritos a los sistemas capitalistas.
Algo aceptan las masas de esos líderes, tipo Milei, a los que siguen, porque representan a los pequeños fascistas que cada uno lleva en su interior. Luego, cuando se revierta las medidas contra ellos o sus familiares, se ampararán en el secreto del voto, callarán y se harán los desentendidos o recurrirán a las mentiras de «yo no lo voté» o «me engañaron». Y quizás voten nuevamente a la izquierda, puesto que la oscilación ideológica es su modo de vida y de expresión política. Aunque a sus pies, y en gran parte por su culpa, el piso se está derrumbando, y tarde o temprano los arrastrará.
VINIERON A BAJAR IMPUESTOS, LA NAFTA y el SUPERAVIT: TRAJERON, CORRUPCIÓN en casi todos los ministerios y oficinas del Estado donde hay jerarcas del partido de gobierno, su principal senador PRESO por ABUSO de MENORES y PEDOFILIA
Las MENTIRAS de Lacalle Pou y el rejuntado anti pueblo: NO bajaron impuestos y la nafta subió a casi el doble. Liceos, hicieron 6, les faltan 130. Viviendas entregaron unas pocas, a militantes de la coalición, aún deben las 50.000.
Luego de tres administraciones frenteamplistas, la ciudadanía confió al Dr. Lacalle Pou y su Coalición Multicolor, la conducción política de nuestro país.
Desgaste político, enlentecimiento del ritmo económico, problemas de seguridad y cierta falta de cercanía en el trabajo con el sentir de la población, dio pie a que el electorado resolviera un nuevo rumbo político.
De la mano de una campaña sesudamente planificada, Lacalle Pou fue instalando un conjunto de ideas y propuestas que resultaron atractivas para una nueva mayoría de voluntades.
Fue el momento de proponer bajar impuestos, no tocar jubilaciones, combustibles baratos, superávit fiscal, 136 liceos, 50.000 viviendas, Reforma Educativa y cuanta belleza quisieran oír los orientales de buena fe.
Reiteraron hasta la saturación que “estaban preparados”, que venían “a hacerse cargo”.
La realidad, ha superado la imaginación de todos nosotros.
Los que “estaban preparados”, han cambiado a una inusual cantidad de Ministros, Sub Secretarios, Presidentes de Entes, Directores de todo tipo. Su principal Senador, está tras las rejas acusado de innumerables delitos de pedofilia. El custodio del Presidente, también, involucrado en tramas corruptas de todo tipo.
Los que iban a “hacer cargo”, mandan a su casa a decenas de narco traficantes y les piden que se queden allí, haciendo gala, tal vez, de la “libertad responsable”. Por cierto, varios de ellos se escaparon como perico por su casa.
Tampoco bajaron impuestos y la nafta subió a casi el doble. Liceos, hicieron 6, les faltan 130. Viviendas entregaron unas pocas, a militantes de la coalición, aún deben las 50.000.
El déficit fiscal, se desliza hacia un cercano 5%, ante desórdenes crecientes, baja en la recaudación y aumento indiscriminado del gasto.
Recortaron las inversiones en salud y sufrieron los Hospitales, que habían alcanzado niveles de excelencia para competir con los privados. Hasta quisieron privatizar la entrega de medicamentos, los que por cierto escasean para la población de menos recursos.
Criticaron la Educación y hablaron de una necesaria Reforma. El resultado es que ahora los niños no repiten y los estudiantes en el primer semestre perdieron más de 300.000 horas de clases por vacantes no asignadas. Se puso en duda estudiar Filosofía y Astronomía, no sea cosa que aprendan a tener espíritu crítico y se pregunten por el sentido de la existencia o se dejen subyugar por una noche estrellada.
Instalaron un gobierno paralelo en Salto Grande, tratando de perjudicar la administración municipal en manos del Frente Amplio. Tras un contundente mensaje de la Cámara de Diputados, los ediles contratados en la Comisión Técnica Mixta, siguen, casi todos, gozando de suculentas e inapropiadas retribuciones.
Prometieron seguridad, y cada día despertamos con nuevos homicidios, sicariatos, violencia de género y ya nadie confía en los números del Ministerio del Interior.
También es cierto que algunas cosas han sido cumplidas, bajó la inflación. La entregamos con valores de 7/8%. Ahora no llega al 5%. Pero, al decir de Shackespeare “las apariencias, engañan”.
Bajaron la inflación utilizando el “ancla cambiaria”. El dólar barato, una rémora de los años 90, produce un artificio, algo tan efímero como destructivo.
Los exportadores venden en dólares, cuando efectúan la conversión a pesos, las ganancias se reducen significativamente. Los importadores traen a precio irrisorio productos de todo tipo. Se deteriora nuestra capacidad productiva y cada vez somos menos competitivos. El resultado es una desocupación cada vez más consolidada, especialmente en el litoral, fruto de la escandalosa diferencia de precios con los vecinos.
De las mentiras al Parlamento, de la irresponsabilidad de Lacalle Pou de no retornar de inmediato, tras la vergüenza de las maniobras del caso Marset, la población está debidamente informada. Como pocas veces.
Pero bastaría con señalar dos hechos penosos y con menor impacto mediático.
El Sr. Lafluff, cerebro verdadero del Gobierno, se fue a ver la final de la Libertadores en Río de Janeiro.
Como Lacalle Pou, estaba en EEUU de viaje, quedó al mando Beatriz Argimón. Su lugar en la Vice Presidencia fue ocupado por el Senador Sergio Botana.
Mientras el país estaba incendiado, Botana jugaba un partido de fútbol de veteranos en Misiones (Argentina).
Todo dicho.
Milei y la ira que impulsa al nacional populismo global
NOTA: OTHER NEWS Andrea Rizzi
Una inmensa frustración ciudadana dio alas al candidato argentino, igual que a Trump, Bolsonaro, Meloni o a los promotores del Brexit. Pero hay diferencias en las causas de esa ira y en los planteamientos de los líderes.
Como un eco, el rugido de la ira que da alas a los abanderados de proyectos políticos nacionalpopulistas aparece, similar, en distintos rincones del planeta. Javier Milei es el enésimo caso de una amplia ola -en la cual destacan los episodios del Brexit, Trump, Bolsonaro y Meloni- que es una enmienda total al sistema político como rechazo popular a todas las opciones tradicionales. El efecto eco radica en las muchas similitudes entre distintos elementos de la internacional reaccionaria. Pero ello no excluye que, a la vez, existan algunas diferencias significativas en las causas de su éxito y en las propuestas.
Por características personales y planteamientos políticos, Milei es una figura hiperbólica, incluso en el marco del radical mundo de la internacional reaccionaria, y su victoria causa un especial espanto e incredulidad en las filas de progresistas y liberales moderados. No es para menos. Sus propuestas son de un extremismo excepcional, meridianamente desprovistas de fundamentos intelectuales sólidos, amenazantemente retrógradas en su conservadurismo e impulsadas además por un líder cuyos modales no destilan el sosiego deseable en un mandatario.
No obstante, la hipérbole de la motosierra de Milei entronca con el espíritu de rechazo a lo establecido propio de la internacional nacionalpopulista. Con el Reino Unido que votó el Brexit en contra de la posición de los principales partidos, de la patronal, de los sindicatos y en el que dominaba el «que se jodan los expertos»; con los EE UU conquistados por Trump y su mantra de «drenar la ciénaga»; con la Italia gobernada hoy por el único partido del hemiciclo que no apoyó el Gobierno de unidad nacional durante la pandemia –el ultraderechista Hermanos de Italia-, que en esa legislatura tenía solo el 4% de los votos, que aprovechó esa oposición solitaria para disparar contra todo y todos y después se convirtió en el primer partido del país; con el Brasil que aupó a Bolsonaro, que no era representante de ninguno de los principales partidos del país.
Es el espíritu popular de la enmienda total a un sistema político apoyada en la ira de ciudadanos que sienten que este no les sirve, no les protege, no les funciona, que está sesgado y podrido. Esa profunda frustración alimenta la voluntad de cambio radical y encumbra a outsiders que predican un mix populista de satanización de la casta, nacionalismo, conservadurismo, revisionismo histórico, nostalgia de un pasado presuntamente mejor -hacer grande a América de nuevo; recuperar el control supuestamente perdido en el Reino Unido; el desierto que empezó con la democracia en Argentina, etc.-.
Líderes habilidosos echan gasolina a ese fuego aprovechando las posibilidades del tiempo moderno, redes sociales hoy, y pronto, cada vez más, habrá que temer la inteligencia artificial. La política se lleva al terreno emocional, y una vez ahí, la racionalidad difícilmente se impone.
Pero esa raíz común no debe desdibujar las diferencias. Esa frustración se alimenta, según los casos, de resentimientos por causas nacionales o globales en proporciones diferentes. En algunos países predominan, por mucho, los primeros. En otros, parecen tener mayor relevancia los segundos.
En el caso de Argentina, es evidente que la victoria de Milei es un rechazo total a la gestión del peronismo kirchnerista. De forma parecida, el éxito de Bolsonaro se alimentaba de un antipetismo (PT, partido de Lula y Rousseff) arraigadísimo. En estos casos, las propuestas progresistas perdieron en gran medida por fracasos propios, sea por gestiones económicas de resultados nefastos, sea por la larga sombra de corruptelas que se extendían sobre ellas, más que por un anhelo nacional de cerrazón ante un mundo del que se importan problemas.
En otros casos, el auge nacionalpopulista responde en mayor medida a fenómenos globales, a un instinto proteccionista ante las vicisitudes globales, los desarrollos de un mundo interconectado, los dañinos efectos colaterales de cierto tipo de libre comercio, los movimientos migratorios, las tecnologías de las que algunos se benefician mientras perjudican a otros, el cambio climático y sus retos. En este apartado también la socialdemocracia ha pagado errores del pasado, su adhesión durante un amplio periodo a valores con aroma liberal, que la hizo poco distinguible de la derecha moderada. Pero en este caso parece incidir más un devenir general del mundo que tampoco es responsabilidad directa de la izquierda. Trump, Orbán o el Brexit encajan mucho en este esquema en el que el rechazo a lo que viene de fuera tiene un peso enorme y avala propuestas proteccionistas, nacionalistas, conservadoras, de anhelo de regreso al pasado.
Según cuál es la principal fuerza motriz, por ejemplo, las posiciones en materia de librecambismo, inmigración o política exterior pueden ser diferentes, o en todo caso tener mayor o menos peso en el planteamiento.
Otras diferencias intrínsecas al auge nacionalpopulista conciernen la procedencia del abanderado. En algunos casos -como Milei o Bolsonaro- se trata de outsiders totales que alcanzan el poder. En otros, se trata de partidos tradicionales que se escoran hacia ese tipo de ideario -republicanos en EE UU y tories en el Reino Unido-.
Los dos distintos escenarios tienen implicaciones diferentes -los frenos que, a pesar de un viraje, puede seguir aplicando un partido tradicional, con largo recorrido, en el que sigan militando moderados, y la situación desatada de quienes no están embridados en ellos-, así como, por supuesto, la tienen la fuerza política de la que disponen en los Parlamentos -mayorías absolutas o necesidad de negociar- y la calidad democrática de los países en los que logran el poder.
La ola nacional populista no es ni mucho menos invencible, y sufre reveses. Recientemente, en Polonia o España. Se aprecia un patrón por el que sus pésimos resultados de gestión son sancionados en las urnas, impidiendo la renovación de mandatos allá donde la democracia mantiene suficiente vigor, como en EE UU (derrota de Trump); Brasil (derrota de Bolsonaro) o la propia Polonia (derrota del PiS). El caso de Hungría ejemplifica los riesgos de las circunstancias en las cuales la propuesta nacionalpopulista logra erosionar la calidad democrática, lo suficiente como para casi sofocar opciones reales de cambio (la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OCSE) consideró que las últimas elecciones en Hungría fueron libres, pero no justas).
Desgraciadamente, según coinciden en señalar los más respetados estudios internacionales en la materia, la calidad de la democracia retrocede en muchos lugares en el mundo.
Las derechas conservadoras tradicionales, en plena crisis de pánico por el auge de propuestas nacionalpopulistas radicales que las aniquilan (Francia, Italia) o les comprimen el espacio de una manera que les imposibilita gobernar sin ellos, cada vez más han decidido cooperar con los radicales o incluso comprar sus argumentos. La historia les juzgará por ello.
Las izquierdas socialdemócratas y los liberales, por su parte, deberían razonar a fondo. No ya solo sobre los problemas globales que dan alas a los ultras y ofrecer respuestas en clave de protección social («La Europa que protege», pregonaba Macron; «proporcionar seguridad», señalaba Sánchez en su discurso de investidura). Esto es correcto y esencial. Pero es preciso analizar más a fondo todo el espectro de acciones y fallos que, desde los ámbitos de la moderación y el progresismo, han facilitado el fenómeno de la ola nacional populista en el hemisferio occidental, un gravísimo peligro para el mantenimiento de derechos fundamentales y, en algunos casos, de los más básicos valores democráticos. El caso de Milei, probablemente el más radical de todos, demuestra que su desarrollo puede conducir a lugares inimaginables y explosivos.
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*Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).
Diez años desde el golpe de Estado en Ucrania: trágicos resultados del Euromaidán
Hace diez años se produjo un sangriento golpe de Estado en Kiev, que tuvo consecuencias lamentables no solo para la propia Ucrania, sino para la estabilidad regional e internacional. El 21 de noviembre de 2013, un día después de que el Gobierno del Presidente Víctor Yanukovich suspendió la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea con el fin analizar una vez más la situación desde la perspectiva de sus compromisos previos en virtud del Tratado de libre comercio con la Comunidad de Estado Independientes (CEI), en muchas ciudades de Ucrania se desencadenaron los disturbios masivos, conocidos como el Euromaidán.
Estas protestas, organizadas y financiadas por Estados Unidos y sus aliados europeos, tuvieron como consecuencia decenas de víctimas en los enfrentamientos callejeros entre radicales armados y policías y llevaron al derrocamiento del gobierno democráticamente electo. Allí se realizaron diferentes provocaciones y aun métodos terroristas (usando por ejemplo francotiradores contra ambos lados). El 21 de febrero de 2024 el Presidente Yanukovich y los jefes de los partidos de la oposición, con la mediación de los ministros de asuntos exteriores de Alemania, Polonia y Francia, firmaron un acuerdo para estabilizar la situación y celebrar elecciones presidenciales anticipadas en Ucrania. Sin embargo, unos días más tarde, rebeldes agresivos violando este compromiso irrumpieron en el palacio presidencial para eliminar físicamente al jefe de Estado, quien se vio obligado a abandonar el país por su propia seguridad. A su vez los cancilleres europeos no hicieron nada para lograr el cumplimiento de acuerdos alcanzados anteriormente.
La gran inestabilidad en Ucrania, ya causada por el golpe de Estado, fue agravada aún más por la decisión de las autoridades golpistas de implementar en todo el país la política discriminatoria hacia la población rusa y rusoparlante. El comienzo de la nueva etapa del neonazismo desenfrenado, la ucranización forzada y el ataque a los derechos humanos en Ucrania, sobre todo de minorías nacionales, fue marcado por la sangrienta tragedia en la ciudad de Odessa. El 2 de mayo de 2014 decenas de personas rusoparlantes fueron quemadas vivas en la Casa de los Sindicatos en Odessa por los nacionalistas ucranianos. Hasta la fecha, las autoridades ucranianas no encontraron (y parece que no tienen interés de hacerlo) a los responsables del cruel asesinato masivo de los civiles que presenció el mundo entero.
El primero que se negó a reconocer la dictadura de los golpistas fue la población de Crimea. El 16 de marzo de 2014 en la península, poblada mayormente por la gente rusa, se realizó el referéndum sobre su autodeterminación (que prevé la Carta de la ONU) e integración a la Federación de Rusia. El 96,7% de los votantes se pronunció a favor de eso. Luego estalló un conflicto en el Donbás, cuyos habitantes rusoparlantes exigieron que se respetara su derecho legítimo de hablar su lengua materna y honrar a sus héroes, que salvaron al mundo del fascismo hace 80 años. Sin embargo, el régimen de Kiev optó por resolver este problema por la fuerza, bombardeando a las ciudades pacíficas y su gente, recurriendo al ejército regular y a batallones punitivos neonazis para sofocar las protestas.
En 2015, después de enfrentamiento militar entre dos partes, con la mediación activa de Rusia se firmaron los Acuerdos pacíficos de Minsk. No obstante, el régimen criminal de Kiev saboteaba constantemente el cumplimiento de sus compromisos y utilizó estos acuerdos para afianzar su potencial bélico con la ayuda directa de los países occidentales. Como fue admitido públicamente más tarde por la ex-canciller alemana Angela Merkel y el ex-presidente francés François Hollande, los Acuerdos de Minsk fueron utilizados para dar tiempo a Kiev a mejorar sus fuerzas armadas y no para llegar al arreglo político.
Durante más de ocho años, los nacionalistas ucranianos bombardeaban la población civil de Donbás. Como resultado de estos ataques militares fueron matados alrededor de 15 mil habitantes de esta región, entre ellos niños, mujeres y ancianos. Tal política destructiva de Kiev contó con el apoyo total de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, que militarizaban al territorio ucraniano, fomentaban la rusofobia agresiva y hacían la vista gorda ante la abierta violación de derechos humanos y hasta glorificación del nazismo en Ucrania donde los grupos armados usan símbolos fascistas, organizando marchas de antorchas y dando a las calles y plazas de las ciudades nombres de criminales nazis.
El territorio de Ucrania se convirtió en un campo de entrenamiento y ejercicios militares de la OTAN con clara orientación antirrusa. En este contexto, a finales de 2021, Moscú preparó y envió a los países del Occidente Colectivo propuestas sobre la estabilidad geoestratégica y garantías jurídicas de seguridad para nuestro país. Uno de los puntos clave de estas proposiciones fue que la OTAN no se expandiera hacia el Este, incluso en el territorio de Ucrania. Sin embargo, nuestra iniciativa constructiva no fue escuchada y aún más fue cínicamente rechazada.
A comienzos de 2022 se aumentaron bombardeos y ataques militares ucranianos contra la población civil de Donetsk. En esta situación, el 21 de febrero de 2022 por la solicitud de las autoridades de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk Rusia reconoció su independencia.
Tomando en cuenta la amenaza creciente para estas regiones, así como el acercamiento de la infraestructura militar de la OTAN hacia nuestras fronteras y los planes agresivos ucranianos, incluso sus ambiciones de obtener las armas nucleares, no nos quedó otra opción que iniciar de manera preventiva el 24 de febrero de 2022 la operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar el régimen criminal de Kiev, proteger a los habitantes rusos de estas regiones, así como eliminar las amenazas existenciales para la seguridad de nuestro país. Según los datos de la inteligencia, el Ejército Ruso adelantó unos días a los nacionalistas ucranianos que planeaban ataque a gran escala contra las Repúblicas de Donetsk y Lugansk con el propósito de limpieza étnica de estos territorios.
Cuanto más tiempo pasa después del golpe de Estado en Ucrania en 2014, más obvias son sus consecuencias negativas no solo para Ucrania, sino también para la estabilidad y progreso en Europa y todo el mundo. En estos años que siguieron al Euromaidán, llevado a cabo en nombre de los valores democráticos europeos, ninguna de las expectativas ucranianas de prosperidad socioeconómica se materializó. No solo se quedó estancada la implementación del Acuerdo de Asociación con la UE, sino se quebraron los históricos lazos económicos y humanitarios con Rusia y otros países de la CEI. Al contrario, creció mucho la corrupción, se aceleró la desindustrialización y se registraron incrementos en empobrecimiento y disminución de la población ucraniana. En fin, Ucrania dejó de ser un estado generalmente próspero, convirtiéndose en uno de los países europeos más pobres e inestables.
Después del inicio de la operación militar especial en Ucrania las autoridades de Kiev tuvieron la oportunidad real de terminar el enfrentamiento bélico con Rusia. Lamentablemente, a pesar de que las negociaciones de paz realizadas en Turquía en abril de 2022 tenían la perspectiva real de alcanzar los acuerdos mutuamente aceptables entre nuestros dos países, las autoridades de Kiev optaron por seguir las instrucciones de Washington de luchar contra Rusia hasta “el último soldado ucraniano”, lo que demostró claramente que ya no se quedó absolutamente nada de la independencia política y económica de Ucrania.
Aun más el presidente Zelenski firmó el Decreto que le prohíbe llevar a cabo negociaciones pacíficas con Moscú. Por su parte Rusia nunca ha negado la posibilidad de un arreglo político de la situación sin condiciones previas y tomando en cuenta las realidades existentes.
Es obvio que en un breve artículo es imposible revelar todos los detalles de la historia trágica del Maidán y hacer análisis más profundo de lo que pasó en realidad. Sin embargo, es suficiente para recordar a todos y atraer la atención de la gente con el fin de desenmascarar la esencia destructiva de la política fallida de las autoridades ucranianas y sus patrones occidentales.
La reunión de prensa de Lacalle Pou: un escarnio social
Finalmente el presidente de la República, Luis Lacalle Pou retornó, según dijo cansado de su viaje a Washington y convocó a la esperada conferencia de prensa para revelar lo que realmente ocurrió cuando reunió en la propia Torre Ejecutiva al Ministro de Relaciones Exteriores Francisco Bustillo, a la Viceministra de la Cancillería Carolina Ache, al Viceministro del Interior Guillermo Maciel, y a su asesor principal en comunicaciones Roberto Lafluf.
La reunión de prensa del presidente Lacalle Pou para controlar el big-bang político protagonizado por su círculo más confiable resultó un escarnio social evitando condenar a quienes se asociaron para ocultar pruebas e indicios a la Justicia, desaparecer celulares y destruir documentación certificada.
El presidente no destituyó a los implicados en esa burda conspiración cleptocrática, no se rasgó su investidura al comprobar cómo urdieron la trama del ocultamiento, confió en el honor de sus dimitentes y además confesó haber sido él quien los convocó en la Torre Ejecutiva de Presidencia donde se pusieron todos de acuerdo para eludir la orden del Poder Judicial.
De esta manera, Luís Lacalle Pou pasó a ser el principal sospechoso jerárquico del delito de obstrucción a la Justicia, o de un virtual desacato al Poder Judicial, citándolos para acordar una táctica negadora, cuando lo que correspondía era poner de inmediato en manos del juez la documentación que ocultaban.
Lacalle Pou desaprovechó la oportunidad de salir indemne de este descaro del poder y en lugar de condenar con vigor el latrocinio, que en su gobierno pasó a ser serial, apeló al sarcasmo y a la defensa de los autores del ocultamiento, exhibiendo el mancillado cemento ideológico que lo sostiene.
El costo político sobre el silencio de su participación en este escándalo dependerá de la investigación judicial. Pero ya la opinión pública escuchó su testimonio. Un hombre no puede ser admirado sino es creído. En la reunión de prensa Lacalle Pou probó una vez más que no es creíble. Como no lo fue cuando respaldó moralmente a su jefe de seguridad, Alejandro Astesiano, como no lo fue cuando creyó en la honestidad de su primera espada parlamentaria, Gustavo Penadés, como no lo es ahora cuando afirma creer en el honor de sus dos Ministros, sus dos viceministros y su principal mano derecha en comunicación.
El presidente no está haciéndose cargo como juró hacerlo. Para ser creíble no basta con exhibir algunas certezas y dejar la verdad colgando. No es creíble que todo lo tramado se haya realizado sin su consentimiento. Hasta pasó a saludarlos, para respaldar las palabras de su asesor especial.
Aún está a tiempo de exhibir sin pudor el grave error que lo tiene como protagonista jerárquico del máximo nivel. Eso se llamaría transformar el vicio en virtud. ¿Tendrá la valentía de hacerlo?
escribe: ESTEBAN VALENTI
Cómo funciona el teflón
Es joven, campechano, y se mueve muy bien, a veces con la ayuda de algunos periodistas que hacen preguntas que dan vergüenza ajena.
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