Archivo de agosto 2020

30
Ago
20

Los mejores cinco años de tu vida

COMENZARON con MENTIRAS por PROMESAS INCUMPLIDAS en CAMPAÑA ELECTORAL …

escribe: Leandro Grille

Los mejores cinco años de tu vida comenzaron con devaluación abrupta de la moneda, aumento de impuestos en las compras con medios electrónicos, aumento de tarifas por encima de la inflación, ajuste general del 15% en gastos e inversiones en incisos del Estado y, a partir del 13 de marzo (todo lo antedicho sucedió antes), la llegada de la pandemia a nuestro territorio con todas las repercusiones sociales y económicas que se conocen. En consecuencia, no hubo un solo día desde que comenzó el gobierno de Luis Lacalle Pou que el conjunto de los uruguayos no haya perdido salario real, a lo que debe añadirse la brutal caída del empleo y aumento de la pobreza que se produjo a partir de la emergencia sanitaria, en el contexto de un Estado que continuó aplicando medidas de “austeridad” y se cuidó de invertir lo menos posible en paliar la crisis social sobrevenida, como surge de los números oficiales que tan claramente evidenció la Cepal.

En los próximos días ingresará la ley de Presupuesto, diseñada para ajustar todavía más y ya se conocen los lineamientos de las pautas salariales de empleados públicos, así como ya se conocían en el ámbito privado. Con lo que se sabe hasta el momento, es posible afirmar que en los próximo cuatro años las trabajadoras y los trabajadores uruguayos continuarán perdiendo salario, hasta acumular una pérdida neta de su poder de compra de un 5% en el quinquenio, siempre que todo salga bien y la pérdida no sea todavía mayor. Spoiler alert: va a ser mayor, porque en el neoliberalismo las cosas nunca salen bien, bajo el supuesto de que “salir bien” sea un derrotero beneficioso para las grandes mayorías.

Con la reducción de salario real que ya se vivió este año, es un hecho que a partir del 1º de enero del año entrante, las jubilaciones se van a ajustar con un incremento por debajo de la inflación acumulada, por lo que también allí va a registrarse una caída de valor real de la prestación y, como los lineamientos de 2021 importan una pérdida de salario real el año que viene, también es un hecho que las jubilaciones, que se ajustan por el índice medio de salarios, continuarán desplomándose en 2022. Dicho esto, la recuperación prevista por el gobierno para los años subsiguientes en ningún caso permitirá retrotraer el poder de compra de los ingresos al 1º de marzo de este año, por lo que los cinco mejores años de tu vida son a pérdida absoluta.

Cuando Lacalle Pou dice que no va a subir impuestos, algo que afirmó durante la campaña, y que el ajuste se va a hacer apelando a la reducción de gasto público, en primer lugar se aparta de la verdad, porque ya subió los impuestos en los primeros días de gobierno; en segundo lugar, parece ignorar que la reducción de salario real es una tremenda metida de mano en el bolsillo de los orientales y, en tercer lugar, no explicita el carácter regresivo de su diseño del ajuste: si no se aumentan los tributos de los que pueden tributar y, en particular, de los peces gordos de la economía y, a la vez, se achica el gasto público que se vuelca sobre el conjunto de la sociedad, entonces se está beneficiando directamente a los que tienen más y se está perjudicando directamente a los que tienen menos. Eso convierte su método de ajuste en un hecho que rezuma ideología por todos lados: no le aumentamos impuestos al patrimonio, por ejemplo, o a las rentas altas y, sin embargo, nos ponemos a discutir si es un exceso el dinero que se usa en alimentación escolar, políticas sociales, el Instituto de Empleo y Formación Profesional o la enseñanza pública.

Recién el lunes conoceremos los números definitivos de este severo ajuste de las cuentas públicas, pero es un hecho que vamos hacia un país de sueldos más bajos, mayor desempleo y mayor pobreza. Si una parte podía comprenderse por la pandemia, el grueso de este panorama es la consecuencia de la aplicación de un programa que, grosso modo, ya conocíamos por sus antecedentes y por la intensa campaña electoral. No puede haber sorprendido a nadie. No obstante, el resultado que el gobierno espera de este programa, o el que dice esperar, de reducción del déficit, crecimiento, desendeudamiento, creación de empleo y disminución de la pobreza para final del período, va a fracasar en toda la línea y ese fracaso sí sorprenderá a los que creyeron que esta combinación de ajuste, devaluación y salarios bajos podía funcionar como remedio para los 15 años de progresismo, aunque jamás haya funcionado en ningún sitio, y sí deberá ser discutido, evaluado y juzgado por toda la sociedad durante lo que resta del período. En esa reflexión social se tendrá que construir la derrota política definitiva de esta ideología de la exclusión, para que nunca más suceda que una buena campaña publicitaria prometiéndote el oro y el moro y los mejores cinco años de tu vida termine en un desastre social y haciéndonos vivir un lustro de suplicios.

29
Ago
20

Uruguay y el presupuesto del achique para el pobrerío y los Entes …

EL PRESUPUESTO MENGUANTE

Con lo poco que se sabe

 

escribe: Alberto Grille
Presidente Lacalle Pou y ministra de economía y finanzas Azucena Arbeleche

Es poco lo que se puede decir del proyecto de Presupuesto porque de él solo se conoce lo que se dijo antes, lo que el equipo económico ha divulgado y lo que el presidente ha publicitado en la reunión que tuvo con los legisladores de la coalición de gobierno.

 
 
 

De acuerdo a lo que dicen Lacalle Pou, Alfie y Arbeleche, será “un presupuesto, austero, realista y optimista” y su sustento político estará fundado en tres pilares: el “prestigio, la confianza y la unidad de la coalición”

Los legisladores salieron felices de la reunión.

Hasta ahí, un sobresaliente a la agencia de publicidad, pero, en verdad, solo hubo humo.

Diga lo que diga el gobierno, la inversión en mitigar los efectos de la crisis social desatada por la pandemia ha sido escasa y muy inferior a la de otros países de América Latina y ni que hablar de los más ricos. A las encuestas de popularidad hay que creerles poquito, aunque, como dicen aquellos a los que no les convienen sus resultados, son solo un insumo, una fotografía.

En ella curiosamente no salen las 50.000 personas que comen en merenderos sostenidos por la solidaridad.

La Cepal, que fue interpelada por el propio presidente Lacalle, ya ha dicho que no se retractará ni modificará sus conclusiones, que se basan en datos oficiales.

Si la inversión fue poca porque se partía de condiciones sociales, económicas, sanitarias y culturales producidas durante los años de gobierno del Frente Amplio, o si fue como consecuencia del dogmatismo neoliberal, se esclarecerá con el tiempo, cuando se evalúen las consecuencias y los resultados juzguen cuando se vivía mejor o peor. Por ahora, la culpa la tiene el virus.

Parece evidente que los efectos de la pandemia y de las restricciones que se han impuesto a la movilidad y la actividad laboral con mayor o menor intensidad en los diferentes países de la región destruirán el empleo y los ingresos de los hogares, mientras la recesión mundial afectará los ingresos de las exportaciones.

El marcado deterioro fiscal y la agitación social oscurecen la perspectiva.

Uruguay no ha sido la excepción, aunque certeramente solo es posible evaluar los resultados de los dos primeros trimestres en que el producto bruto cayó a niveles muy bajos, los más bajos desde hace 16 años.

Hace un mes, la ministra Azucena Arbeleche, entrevistada por El País, pronosticaba para este año una caída del producto del 3%, más o menos 2.000 millones de dólares. Ayer, menos optimista, estimaba que la caída será en el entorno del 3,5%. Pesos más, pesos menos, una diferencia de 300 millones de dólares. Los analistas, bancos y consultoras, a fines de agosto, pronosticaban una caída aun mayor, fundamentalmente por la caída del consumo, las exportaciones y el deterioro fiscal. Ellos lo ubicaban en el 3,9%, lo que significa unos 250 millones de dólares más. El déficit fiscal continuará creciendo y las autoridades del Ministerio de Economía estiman que será de 6,5% en 2020 pese a las medidas de austeridad adoptadas por el gobierno. Los analistas pronostican algo más de déficit fiscal en 2020, pero coinciden en que la recuperación posiblemente será rápida y el año próximo la economía crecerá un mínimo de 4,1% y un máximo de 5,1%. Desgraciadamente, esto está por verse y dependerá un poco de nosotros y mucho más de los otros países y de la evolución de la pandemia y de la economía mundial.

Lo que es verdad es que el gobierno ahorró en 2020 cuando los demás países de la región gastaron más para mitigar los efectos de la pandemia. Con 100.000 nuevos pobres, con incremento de las tarifas públicas, con un aumento significativo de la desocupación, incremento del dólar y la inflación cerquita de las dos cifras, la actitud obcecada del gobierno, reacio a escuchar razones, habla de un cambio notable de las autoridades en la  sensibilidad social y un menosprecio por las consecuencias que sus políticas tengan en los sectores más humildes y desprotegidos de la población, los que han sufrido más los efectos de la pandemia. Para justificar que gastando menos se vivirá mejor, el gobierno apela a un relato que proclama que las administraciones anteriores despilfarraron, amenaza con auditorías y apela a la consigna de que se acabó el recreo.

Ayer, como casi todos los días, las palabras del presidente fueron para la propaganda y no hay peor cosa de la propaganda que cuando advertimos que solamente se trata de eso.

Lacalle no habló del salario real, que sin lugar a dudas va a caer. Apeló a la inversión privada para generar trabajo y dijo poco, y vagamente, sobre la inversión en obra pública. Las recientes declaraciones del ministro de Obras Públicas, preocupado por los pocos recursos que dispondrá y la necesidad de cumplir con obras de infraestructura imprescindibles para mantener el estado de la red vial, permiten suponer que se recurrirá a la inversión de los operadores privados y a la cooperación de los organismos internacionales de crédito.

En cualquier opción, el ministerio de Luis A. Heber dependerá como nunca de la voluntad de la OPP y del Ministerio de Economía para contar con los créditos presupuestales y para aceptar el endeudamiento externo.

Lacalle no habló de las inversiones en UTE, Antel y OSE. Me parece que no tiene mucho para decir porque se reducirán sensiblemente.

No reveló como se resolvieron las tensiones que hubo entre el Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Economía y la OPP. Lo que el Presupuesto incluirá para el Mides aún no se conoce. Sin embargo, un documento interno que difundió hace unos días la diaria advierte que con las cifras que manejaba el Ministerio de Economía, el Mides tendría dificultades para cumplir con “sus cometidos centrales” porque implicaría una reducción del 30% del mismo, afectaría las “líneas estratégicas” y abatiría las transferencias en el orden del 45% y las áreas de dependencia e incapacidad en el entorno del 28%.

De la Universidad ni se habló. “La Udelar tiene un presupuesto bastante grande para generar ahorros en áreas que no sean la ciencia y la tecnología”, dijo la ministra Azucena Arbeleche.

La frase que formulara la ministra de Economía permite imaginar que el presupuesto para la Udelar será muy restrictivo y afectará actividades centrales de la institución.

Más allá de que se procure mantener las asignaciones de áreas focalizadas, la integridad de la producción universitaria en la docencia, la investigación y extensión no permite reducciones salariales, ni en prestaciones a los estudiantes, ni reducir los planes de desarrollo institucional ni las inversiones en tecnología e infraestructura sin afectar los proyectos que se promueven en la ciencia, la educación la cultura y el arte.

Del presupuesto que se propone para la Udelar se sabe poco, aunque lo suficiente para prever que la institución y sus órdenes, particularmente docentes, estudiantes y funcionarios, lo resistirán.

De ASSE se sabe que su presidente declaró que con lo que tiene le alcanza. Eso son pompitas de jabón y dependerá de cómo se comporte la desocupación, cuántos afiliados perderán las instituciones de asistencia médica privadas, cuántas de ellas entrarán en crisis y cuántos usuarios recibirá ASSE, una vez aquietadas las aguas y finalizadas las postergaciones de los seguros de paro. Leonardo Cipriani, su presidente, es la nueva estrella de la pequeña constelación que rodea a Lacalle y ha opacado al ministro de Salud Pública. El presupuesto será austero y le dará a Cipriani lo que pide y tal vez un poco menos, pero el ministro de Salud Pública, pasada la pandemia, presupuestalmente estará en menguante.

De las asignaciones para la primera infancia y de las estrategias para los niños más carenciados no se sabe nada y lo que se sabe no es esperanzador. Tampoco de cómo se han resuelto las tensiones en el Ministerio de Vivienda, Turismo y Medio Ambiente, en los que la coalición tiene sus ministros colorados y cabildantes. Tampoco cómo asegurará la rentabilidad de los productores agropecuarios, cómo aumentará las ganancias de los bancos y la especulación financiera, cómo atraerá inversiones del exterior y cómo generará confianza para que los uruguayos ricos retornen lo que tienen en el exterior.

Habrá que ver qué garantías da esta coalición multicolor, que se sostiene sobre todo por la tenacidad de Julio María Sanguinetti, que no quiere ver nunca más al Frente Amplio en el gobierno aunque sea relegando al Partido Colorado, condenado a la extinción.

Desde hace algunas semanas, desde las páginas editoriales de Búsqueda y El País, se advierte al gobierno que las tensiones que ocurren en las negociaciones previas a la elaboración del Presupuesto, las parlamentarias durante su consideración legislativa y las de la vida real, cuando empiezan a desenvolverse las demandas sociales, desdibujan las intenciones previas e impiden los cambios estructurales que impulsan los sectores más neoliberales de las clases dominantes.

Ahí está lo importante para Ignacio de Posadas y para mí.

Las intenciones del gobierno y de San Ignacio pasan por aplicar la motosierra a troche y moche, pero ahora el presidente tendrá que navegar en la realidad y “hacerse cargo”.
La oposición también, si quiere defender los logros y las realizaciones de sus gobiernos, proponer constructivamente para mejorar la vida de los uruguayos y para el desarrollo sostenible de un país próspero, justo y más igualitario.

Yo creo que hoy el Frente Amplio está en debe. Que se ponga.

29
Ago
20

Las actas del fascismo en Uruguay

FISCALÍA

Fiscalía de Crímenes de Lesa Humanidad estudiará actas del Tribunal de Honor a Gilberto Vázquez

 

El fiscal de Corte y procurador general de la Nación, Jorge Díaz, remitió las actas del Tribunal Especial de Honor para Oficiales Superiores -que contienen las declaraciones del coronel en situación de retiro Gilberto Vázquez, quien reconoció que torturó y ejecutó a detenidos en dictadura-, a la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, a los efectos de su estudio y actuación pertinente.

En las últimas horas, la asociación Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos accedió -tras un pedido de información pública- a las actas del Tribunal Especial de Honor para Oficiales Superiores, donde Gilberto Vázquez admitió en el año 2006, que torturó y ejecutó a detenidos políticos, durante la pasada dictadura.

Asimismo, Vázquez reconoció que en el año 1976 existió el denominado segundo vuelo de la muerte en el marco de la Operación Cóndor de coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur.

 

Por su parte, la Fiscalía General de la Nación informó este viernes 28 de agosto que recibió información del Ministerio de Defensa relativa al Tribunal de Honor realizado en 2006.

El Fiscal de Corte, Jorge Díaz, recibió de parte del director General de Secretaría del Ministerio de Defensa, Fabián Martínez, todos los antecedentes relativos al Tribunal de Honor realizado en el año 2006 al coronel en situación de reforma Gilberto Vázquez, como consecuencia de su fuga del Hospital Militar Central de las Fuerzas Armadas.

En 2006 Vázquez simuló padecer problemas físicos para ser trasladado al Hospital Militar desde el cuartel donde se encontraba detenido, ya que era inminente su extradición a Argentina para ser juzgado por crímenes durante la dictadura.

Sin embargo se fugó y permaneció prófugo, pero finalmente fue detenido, por tal motivo tuvo que declarar ante el Tribunal de Honor Militar.

Vázquez fue el último militar en entregarse, luego de que se había ejecutado la orden de arresto para José Gavazzo, Jorge Silveira, Ernesto Rama, Ricardo Arab y Ricardo Medina, por violaciones a  los derechos humanos en dictadura.

Crímenes de Lesa Humanidad

Tras recibir la información de parte del Ministerio de Defensa, el Fiscal de Corte instruyó a su secretaría a enviar todos los documentos a la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, a cargo del fiscal Ricardo Perciballe, “a los efectos de su estudio y para la actuación que estime pertinente”.

26
Ago
20

Editorial de El Popular

Tranvias.uy - Liber Arce 1968 - 2018

En el abigarrado y confuso flujo permanente de noticias es imprescindible rescatar el principal hecho social y político de estos días: la imponente movilización estudiantil del 14 de agosto.

En épocas de crisis, como la que estamos viviendo, de agudización de la lucha de clases, los procesos de síntesis en la sociedad se aceleran. Esa característica histórica se acrecienta en esta época de comunicaciones instantáneas, en un continuo artificial donde todo parece importar lo mismo, donde puede pesar más la individualidad de un tweet que la fuerza de miles expresándose colectivamente. Una parte sustantiva de la disputa de hegemonía con el poder es colocar los centros políticos propios del movimiento popular y defenderlos.

No se trata solo de relatos, también está en disputa la materialidad del quehacer social, es decir, los hechos, porque sigue siendo cierto que vale más un paso concreto en la transformación de la realidad que mil discursos.

Es un hecho de enorme trascendencia que este 14 de agosto, el Día de los Mártires Estudiantiles tuviera una conmemoración multitudinaria.

En primer lugar, fue un hecho relevante por su masividad. En Montevideo la movilización fue la más grande los últimos 15 años. Miles de jóvenes ocuparon más de diez cuadras de 18 de Julio. A ello hay que sumarle que se realizaron actividades, en 10 departamentos más: Salto, Paysandú, Rocha, Maldonado, Canelones, Treinta y Tres, Cerro Largo, Rivera, Colonia y Tacuarembó.

En segundo lugar, expresó una gran capacidad organizativa, se realizaron cientos de movidas preparatorias, en liceos, escuelas de la UTU, centros de formación docente y se enfrentó con creatividad la falta de clases presenciales en la Universidad con una campaña en redes sociales que apeló al involucramiento de miles.

En tercer lugar, mostró un nivel de unidad del movimiento estudiantil que no disimula ni resuelve los problemas que existen, pero marca un camino de superación claro y posible. La movilización fue convocada por la FEUU y las distintas expresiones gremiales de secundaria, UTU y Formación en Educación. Tanto en las consignas como en los discursos la unidad del movimiento estudiantil fue uno de los centros.

En cuarto lugar, por la madurez de los planteos. La consigna central fue “Sin Educación Pública no hay futuro”, desde los discursos se reclamó por Verdad y Justicia y se reafirmó el compromiso contra la impunidad, se exigió presupuesto para la Educación Pública, boleto gratuito para todas y todos los estudiantes, becas y también que se respete la autonomía y el co gobierno.

En quinto lugar, porque se reivindicó la unidad con el movimiento obrero y el movimiento popular. A texto expreso lo dijeron las y los oradores, todos y todas, pero además se expresaron en defensa del salario, por una renta básica, contra los intentos de reglamentación sindical.

Un movimiento estudiantil potente, movilizado y unido, que se siente parte del movimiento popular y quiere ser protagonista de la defensa de la Educación Pública es un hecho de enorme relevancia.

La unidad obrero estudiantil es el corazón de la unidad más amplia del pueblo. La defensa de las conquistas populares, entre ellas la democratización del acceso a la Educación, que ha llevado a que Uruguay tenga hoy más estudiantes que nunca en la historia, más de 500 mil entre enseñanza media y profesional, formación en educación y la educación terciaria, y la posibilidad de abrir caminos de avance popular, necesita de las más amplia unidad de pueblo. Este 14 de agosto mostró que un componente fundamental, el estudiantado, tiene una fuerte disposición de lucha y una intención manifiesta de ser parte de ese entramado popular.

Es todo eso lo que hizo que este 14 de agosto fuera una reivindicación desde el presente de la mejor historia del movimiento estudiantil. El 14 de agosto desde hace 52 años es para el estudiantado, la juventud y el pueblo uruguayo, un día de recuerdo, de lucha y de compromiso.

Hace 52 años moría asesinado Líber Arce, joven estudiante universitario, trabajador, militante de la FEUU y de la UJC. Había sido herido dos días antes por un oficial policial en una marcha en defensa de las libertades, en reclamo de presupuesto para una Universidad asfixiada por el gobierno encabezado por Jorge Pacheco Areco y exigiendo el boleto estudiantil. Su muerte abrió una larga y dolorosa lista de estudiantes asesinados, por luchar por la democracia, por la libertad y por la construcción de una sociedad distinta.

Este 14 de agosto, como todos los años, en cualquier circunstancia política, el movimiento estudiantil salió a la calle. Nadie debe hablar por ellas y ellos. Tienen voz propia y la hicieron sentir contundentemente.

Lo hicieron recreando en el presente, con las nuevas realidades, y los nuevos desafíos, el valor de la unidad política y social del pueblo.

Esto, como dijimos, es imprescindible para defender la democracia, que es un proceso de construcción de libertad e igualdad, con el protagonismo organizado del pueblo o no es. Y también para construir una perspectiva emancipadora, revolucionaria, que será democrática y necesitará siempre, del compromiso y el protagonismo del pueblo.

Hoy, con nuevas formas que incorporen lo que hoy es nuevo, sigue siendo imprescindible militar y luchar para concretar los sueños. La democracia se defiende ejerciéndola y la libertad se hace material comprometiéndose, transformando la indignación en expresión colectiva de rebeldía organizada.

Por eso, este 14 de agosto, miles de estudiantes homenajearon de la mejor forma posible a: Líber Arce, Hugo de los Santos, Susana Pintos, Heber Nieto, Julio Spósito, Íbero Gutiérrez, Santiago Rodríguez Muela, Manuel Ramos Filippini, Joaquín Klüver, Ramón Peré, Walter Medina, Nibia Sabalsagaray, Luis Eduardo Gonzáles, Pablo Recauna, Jorge Salerno, Elena Quinteros, Laura Rayo, Silvia Reyes, Iliana Maidanic, Héctor Castagneto, Silvina Saldaña, y a tantas y tantos estudiantes más que pagaron con su vida su compromiso.

Los mataron por luchar. Eran militantes. La mejor manera de homenajearlos es encontrar hoy, en la práctica, los caminos para que las ideas y los sueños por los que lucharon sean banderas de miles y avancemos en su conquista.

24
Ago
20

EEUU elecciones cruciales …

ACUERDOS CON BIDEN

Desencuentros con el BID

 

escribe:  Juan Raúl Ferreira

 

 

23
Ago
20

el desastre del herrerismo con milicos de la dictadura ..

El contubernio

 

 
 
escribe: Leandro Grille / Caras y Caretas

 

El programa económico del gobierno multicolor es bastante elemental: ajuste fiscal, licuación de salarios y jubilaciones y devaluación de la moneda. Ese combo, cuyos propósitos son achicar el Estado y transferir recursos del conjunto de la sociedad a los sectores más concentrados, no refleja ninguna inventiva ni puede tener otras consecuencias que una crisis social inmediata y una crisis económica en el corto plazo. Con pandemia o sin pandemia, los programas neoliberales siempre conducen al mismo abismo, con el agravante de que cada caída es más difícil de remontar.

 

La verdadera novedad local está en la gestión política del ajuste estructural. En la estrategia para hacer posible, sin que el pueblo se soliviante, un proyecto que va a deteriorar la calidad de vida de la inmensa mayoría; y hacerlo luego de una larga temporada de progresismo, en la que todos los indicadores de desarrollo humano de nuestro país mejoraron mucho, gracias al esfuerzo conjunto de la sociedad y el Estado.

La estrategia es evidente y simple de enunciar: el gobierno se ha convertido en un aparato publicitario en contubernio con los grandes medios de comunicación, que ya ni siquiera disimulan su parcialidad. Por lo tanto, el panorama informativo local transcurre entre el presidente jugando al ping pong con jóvenes, comiendo asado con obreros, visitando localidades del interior o su candidata municipal comiendo panchos en un carrito, desfilando por las pantallas a toda hora, haciendo cadenas de radio y televisión cuando lo dispone. Es tan obsceno el blindaje, que ya no hay necesidad de demostrarlo, a la vez que el presidente retribuye semejante fidelidad, accediendo a la solicitud de los canales de anular la adjudicación de tres nuevas señales, con base en livianos argumentos formales, que apenas maquillan el verdadero fundamento de la decisión: este gobierno no va a permitir que las  familias que controlan la comunicación audiovisual hace 70 años sufran algún tipo de competencia. A la vez, el gobierno les concedió a los dueños de los canales el privilegio de escribir una ley de medios nueva, a la medida de sus intereses, en detrimento de Antel y de cualquier aspiración de comunicación democrática en Uruguay.

A esta altura, se puede afirmar que el gobierno multicolor y el oligopolio de los grandes medios son socios en esta propuesta de restauración conservadora. Y esa es, sin duda, siempre una mala noticia, aunque tampoco representa una novedad, porque la confluencia entre la derecha política, el poder económico y los grandes medios de nuestro país viene de muy lejos y ha sobrevivido la prueba de la sangre.

Ahora bien, una componente medular de esta estrategia política de restauración es la venganza. La derecha necesita disciplinar a la sociedad después de 15 años de “recreo”. Porque si la “aventura” progresista queda impune, entonces la izquierda vuelve y vuelve en breve, tan breve como el próximo período. Básicamente, la derecha tiene que impedir que el próximo período electoral, que ocurrirá dentro de algo más de 4 años, se convierta en una disyuntiva entre los años del “recreo” y los años del “ajuste”, porque en ese caso, el resultado va a ser demoledor para sus intereses. Entonces, necesita penalizar la osadía de los que se animaron a jugar a otra cosa y lo va a hacer echando mano a las denuncias, sospechas y auditorías. Lo fundamental no va a ocurrir en el ámbito de la Justicia, donde es muy improbable que avancen causas de corrupción por ninguna de las auditorías que vienen anunciando; lo central va a estar en la tapa de los diarios: la auditoría como instrumento de propaganda. La denuncia como arma de acción política, la judicialización de lo posible, el escándalo como premisa. Después no importa nada. Observemos otra vez el caso Nicolás Cendoya, que lo menciono semana a semana para que no se olvide que a Cendoya le hicieron una campaña de defenestración para impedir su nombramiento en Antel, y luego simplemente su nombre desapareció, y el fiscal, que se quiso sacar el caso de arriba después de haber armado semejante escándalo, simplemente lo durmió, porque lo más probable es que no tenga nada para pedir su formalización con algún tipo de expectativa.

Así las cosas, con un gobierno embarcado en su sueño noventista, convertido en una maquinaria publicitaria con el apoyo de los medios hegemónicos, la izquierda debería tomar en cuenta esta connivencia para que la responsabilidad sobre el desastre que van a producir no se le adjudique solo al presidente y a sus fuerzas políticas aliadas.

En el futuro será importante debatir si el ecosistema de medios de Uruguay, y en particular las concesiones de las señales que pertenecen al Estado, debe quedar congelado para siempre. La izquierda tiene que aprender de la experiencia y de sus errores. Y uno de sus errores formidables es no haber dado la lucha por un sistema de medios más diversos, no haber ingresado en la disputa franca por la comunicación de masas y haberle dejado ese lugar a los que la controlan desde siempre. Tal vez la izquierda pensó que no abriendo ese flanco, los dueños de los medios le concederían alguna tregua, le reconocerían su amplitud, su nobleza, sus formas democráticas. En ese caso, se equivocaron.

21
Ago
20

el socialismo en Uruguay …

¿Para dónde va el socialismo uruguayo?

Los ricos quieren armar su Uruguay con el baño de oro que hoy tienen. Nosotros tenemos que armar el nuestro, o por lo menos intentarlo. ¿Qué podemos perder? Quizá el cargo, pero como decía Churchill, ‘es la regla de la democracia’”.
– Reinaldo Gargano, El Uruguay que soñamos, Correo Socialista, abril de 2011.

escribe: Gonzalo Civila López. Sec. Gral. del Partido Socialista–Diputado por Montevideo 

Atravesamos tiempos difíciles, momentos turbulentos, circunstancias históricas que exigen opciones firmes y decididas, urgencias que demandan respuestas y derrotas que nos convocan a revisarnos, reconstruirnos y no repetir errores.

El Uruguay de los ricos que Gargano denunciaba en 2011, y que nunca dejó de existir, obtuvo un triunfo electoral y político, y sus consecuencias ya se sienten. Nos enfrentamos a un deterioro acelerado de las condiciones de vida de buena parte de nuestros compatriotas, a la implementación de un plan antipopular y simultáneamente al debilitamiento de garantías ciudadanas. Por si faltara algo, integrantes de la coalición de derecha pelean con uñas y dientes la impunidad total para delitos de lesa humanidad cometidos por agentes del estado -también al servicio del Uruguay de los ricos- en el pasado reciente.

Lo que vivimos no es sólo un cambio de gobierno y tampoco puede resumirse en un giro mágico sucedido a partir del 1º de marzo. En la sociedad se potencian, desde hace tiempo, procesos terriblemente peligrosos: los discursos de odio hacia los débiles y vulnerados, la discriminación y la fragmentación, las acciones violentas dirigidas a un “enemigo interno” -en general pobre y joven-, el descrédito creciente de la política, de lo público y de casi todo lo colectivo.

Para nosotros el desafío es muy grande: escuchar y abrirnos al abajo social; atender las emergencias que ignoran los de arriba; enfrentar las ideologías exitistas, consumistas y bienestaristas; proponer un horizonte de sentido distinto, donde el eje sea vivir bien juntos; construir un Uruguay justo, el nuestro, que no excluye a nadie pero que no acepta patrones ni privilegiados, que no es el de los ricos para los ricos.

El rol del Partido Socialista en este escenario es sin dudas relevante. Nos toca en primer lugar asumir nuestra responsabilidad sobre el proceso de los últimos 15 años, en los que, con luces y sombras, el Frente Amplio estuvo a cargo del gobierno nacional y generó transformaciones importantes en el país. También nos cabe contribuir, desde nuestras posibilidades y capacidades, a las tareas que mencionaba más arriba, asumiendo la necesidad de transformar los modos de hacer política, recuperando sentido y motivación, superando algunos vicios e inercias, aunque eso a veces sea difícil y doloroso, y aunque lleve tiempo. El último Congreso del Partido tomó entre otras, dos decisiones relevantes, singulares y sin duda costosas:

1) procesar una renovación política y generacional radical, que incluye la redefinición de las prioridades de acción y de la política de alianzas del PS, la producción de agendas y dinámicas de comunicación de mayor densidad ideológica, y la descentralización de nuestros escasos recursos;

2) impulsar un proceso que nos permita concluir en un Encuentro Nacional de Militantes Sociales, abierto y amplio, como parte de una estrategia de resignificación de la relación política-sociedad, orientada a la socialización de la política.

La primera fue una decisión mayoritaria y por ende polémica y compleja, pero tan válida como cualquier definición democrática que se haya tomado en el pasado. Desde el punto de vista de muchos de nosotros puede ser una decisión clave para el proceso de renovación y revisión del Frente Amplio.

Tareas de esta magnitud no son resorte de una dirección política sino de todo el colectivo militante, y a la dirección le toca promover y garantizar que ese rumbo pueda abrirse paso. En ese sentido quiero mencionar dos decisiones, que en el acierto o en el error, sostenemos con convicción, pese a las dificultades:

1) mantener con firmeza las definiciones colectivas y orgánicas, asumiendo en los hechos y en circunstancias inéditas, los riesgos de trascender la lógica de las “figuras” y los individuos que, a partir de la acumulación de poder o visibilidad pública, con frecuencia se imponen y arrastran a las organizaciones, a veces presas del pragmatismo, el electoralismo o las supuestas preferencias de la “opinión pública”;

2) sostener un espacio de crítica y autocrítica (al que no casualmente denominamos “Guillermo Chifflet”) – con instancias internas y abiertas – que todos y todas reclamamos pero que, entre ciclos electorales y pandemia, venía llegando un poco tarde.

Por otra parte, el cambio en la línea política del PS, en sus opiniones sobre los grandes temas nacionales -en general en sintonía con la de los colectivos sociales que nos dan razón de ser- no adquiere seguramente masividad pero es notoria para los sectores políticamente más informados. Y todas las decisiones sobre temas relevantes de la coyuntura social y económica del Uruguay han logrado unanimidades o consensos amplios en la propia interna partidaria.

Estos posicionamientos guardan continuidad con definiciones de principios y con una larga lucha signada por una mirada de lo social como proceso complejo, fundante y articulador de lo político, por una distancia crítica con cualquier forma de vanguardismo, burocratismo, elitismo o concepción electoralista y estadocéntrica de la política. La rica historia del socialismo uruguayo nos exige guardar estricta distancia de la lógica estalinista, corporativa y antidemocrática del Partido-Estado y de la lógica liberal, burguesa e individualista del Partido de opinión, en cualquiera de sus múltiples variantes. La perspectiva nacional y latinoamericanista que caracteriza al PS desde Vivian Trías hasta acá, nos marca un rumbo: latir con la historia y el sentir de nuestro propio pueblo para construir caminos nuevos y nuestros, que no repitan horrores del pasado ni se miren en espejos ajenos.

La militancia socialista que en todo el país, como parte de esa enorme reserva del pueblo oriental, viene desplegando un trabajo inmenso de solidaridad para atender la emergencia y sostener procesos de organización social, tiene mucho para hacer y decir en la construcción de ese camino propio. Los y las cientos que durante años fueron tomando otros rumbos o distanciándose del quehacer político partidario también. Allí están, en los territorios y frentes sociales, actuando como fermento de iniciativas populares y comunitarias, sin levantar una bandera partidaria pero portando ideas y valores socialistas. Y lo hacen con muchas otras y muchos otros que sin sentirse identificados con un partido político comparten esa “santa rebeldía” contra la injusticia de la que hablaba José Pedro Cardoso. Ellas y ellos nos invitan con su testimonio a repensar nuestra política y nosotros los invitamos a integrarse a espacios que necesitan ser transformados y potenciados.

Dicho todo esto no podemos ignorar que en este momento crucial, donde la realidad nos reclama levantar la mira, la vida interna del Partido, que desde hace décadas arrastra problemas mal resueltos causantes muchas veces de inmovilismo, indefinición y estancamiento, se ha visto sacudida por la desvinculación de algunas compañeras y compañeros que supieron jugar roles protagónicos en la etapa previa, cumpliendo funciones de representación y de gobierno hasta hace muy poco tiempo. Se trata de un proceso difícil, traumático, que no nos alegra y que no pudo evitarse a pesar de haber acordado una serie de flexibilidades -visibles, evidentes-, bastante atípicas en un partido político con reglas relativamente estrictas de disciplina. Este proceso también afecta a muchas y muchos militantes que discrepan con algunas de las orientaciones y decisiones de este último tiempo o que ven alejarse a sus referentes. Los dos empujes más grandes (antes de las elecciones nacionales y antes de las departamentales) han coincidido -entiendo que no casualmente- con las definiciones sobre candidaturas y listas en la campaña electoral, se han expresado a través de desvinculaciones individuales y no han sido precedidos de grandes debates ideológicos. En ese sentido también son síntomas de lo que hay que transformar.

Durante este tiempo hemos evitado pronunciamientos públicos que abran una discusión poco constructiva con compañeras y compañeros que legítimamente toman otros rumbos, incluso ante casos de ex miembros que luego de haber desempeñado roles delegados por el Partido abandonan la organización con deudas o compromisos incumplidos. Mientras tanto, con el auspicio de algunos medios de comunicación, quienes se retiran discrepantes -e incluso conforman inmediatamente nuevas listas electorales con otras compañeras y compañeros que no se han apartado formalmente del PS-, han construido sus relatos y versiones. En diversos medios circulan también sendos artículos de intelectuales que, sin explicitar su vinculación con el PS ni transparentar su involucramiento con la interna que pretenden relatar desde una supuesta “objetividad”, nos califican a las y los socialistas del Partido como “no socialistas”.

Este artículo no pretende trazar una línea entre socialistas verdaderos y falsos socialistas, tampoco sostener la tesis -que oficialmente el Partido sostuvo en la década de los sesenta ante el alejamiento de Emilio Frugoni- de que existe un único partido u organización de las y los socialistas en Uruguay. Pero no podemos ni debemos guardar silencio cuando este proceso de renovación del Partido es ignorado o atacado con saña.

Si algo sabemos, por experiencia histórica, es que los oficialismos soberbios y prepotentes, las direcciones tecnocráticas o pretendidamente iluminadas y los “políticos profesionales”, son siempre derrotados. Por eso no creemos en los relatos oficiales ni en los caminos lineales o verticalistas. La síntesis política e ideológica de este proceso, siempre provisoria, no es objeto de un artículo ni de varios sino que la haremos a su debido tiempo y en colectivo, espero que apelando a lo mejor de nosotros y nosotras mismas.

A esta altura tal vez la pregunta del título deba formularse en otros términos: ¿para dónde quiere ir el socialismo uruguayo y qué se propone hacer? La respuesta a esa pregunta no puede ser sino plural y polifónica. La vida, la militancia y la comunidad política la darán. Pero en tren de aportar van aquí algunas pinceladas que me surgen del corazón y la razón:

1) El socialismo uruguayo, que busca ser popular, democrático y revolucionario, quiere hacer oír su mensaje y hacer valer su acción política y social en cada rincón del país, sin tibiezas ni extremismos, pero con la radicalidad propia de una propuesta comprometida con la transformación profunda que reclama una sociedad que es demasiado desigual e injusta, inhabitable para muchas y muchos. Lo quiere hacer con las y los de abajo, no solo pidiéndole el voto ni pretendiendo representarlos (ha quedado muy claro que no pensamos la política en clave exclusiva ni principalmente electoral, ni desde la perspectiva de la comodidad), sino convocando a una participación protagónica de las mujeres y los hombres trabajadores, de los colectivos subalternizados, desde la escucha y la organización colectiva, enfrentando así la ofensiva del poder dominante.

2) El socialismo uruguayo quiere construir unidad con otras expresiones, políticas, sociales y culturales de la lucha anticapitalista, socialista, libertaria y feminista, y quiere retomar la impronta de una corriente socialista en los movimientos sociales, que sea reconocida por la militancia social y política como un aporte genuino e independiente a la construcción de la izquierda uruguaya.

3) El socialismo uruguayo busca la articulación política del campo popular, pero no se diluye en el progresismo, y quiere reafirmar que la política de la dignidad humana y la emancipación de las personas de toda forma de explotación, opresión y discriminación, no pasa sólo por la concreción de medidas y normas que nos permitan conquistar nuevos derechos (capítulo muy importante por cierto), sino también y fundamentalmente por una praxis orientada al cambio de estructuras y subjetividades, que se gesta esencialmente desde la cercanía y el poder popular.

4) El socialismo uruguayo debe contribuir a hacer un giro difícil desde la política acotada de la gestión a la política de la militancia, los valores alternativos, la lucha ideológica y la organización social. Y esa renovación, que es profunda, pasa por las ideas, pero sobre todo por una forma de hacer política que respete los procesos y proyectos colectivos.

A las compañeras y los compañeros que me han pedido un relato oficial les pido disculpas por desilusionarlos, a los que esperaban silencio también. A quienes discrepando y viviendo la angustia de la derrota, de la pérdida de espacios conocidos o del alejamiento de valiosos referentes y compañeros queridos siguen en la lucha, el mayor respeto y agradecimiento. A quienes toman otros rumbos en la vida del Frente Amplio también nuestra mano compañera. A la sociedad uruguaya, a toda la militancia y a la izquierda social y política uruguaya, el compromiso de no hacer la plancha y dejar todo lo que somos para no defraudar en este nuevo intento, reflexionando y rectificando, también asumiendo decisiones valientes y difíciles que la hora demanda, sin renunciar nunca a nuestro proyecto y a nuestra identidad.

En este país gobernado por los ricos, y en un mundo capitalista inmerso en una profunda crisis civilizatoria y humanitaria, más que nunca el socialismo vive y lucha, construyendo una vida nueva desde la gente misma. Para ahí vamos.

19
Ago
20

el capitalismo

El planeta sufre la miseria y el hambre del capitalismo

La incapacidad de la ONU para frenar las guerras imperiales

Hoy estamos sufriendo las consecuencias de ese dominio. Lo constata el cineasta Ken Loach en una reciente entrevista: «Lo más relevante es que la solidaridad ha muerto… Hemos normalizado lo inaceptable». Lo inaceptable salta a la vista en el contraste entre las imágenes de los majestuosos cruceros que nos ofrecen las agencias de viaje, los lujosos yates de los multimillonarios y las pateras atestadas de hombres, mujeres y niños que huyen de la miseria y muchas veces solo encuentran la muerte.

Lo inaceptable también se muestra en las páginas del informe Oxfam-Intermón, donde aparece que en el año 2018, las 26 personas más ricas del mundo poseían la misma riqueza que los 3.800 millones de personas más pobres. Y cada día miles de estos pobres mueren de hambre y miseria. Inhumano, inaceptable, moralmente apestoso, pero el mundo capitalista lo acepta sin pestañear.

El sistema capitalista acepta lo inaceptable porque seguramente su nota más destacada, y también la menos comentada, es su radical inmoralidad y su total falta de ética. Dentro de este terreno también habría que señalar la tremenda hipocresía con la que se manifiestan muchos líderes políticos del sistema capitalista. Que se hable continuamente de los derechos humanos, y se apele a su defensa para atacar a gobiernos que molestan a la élite económica, mientras se apoya a monarquías medievales como la de Arabia Saudita y se toleran las brutales desigualdades existentes, es una muestra clamorosa de cinismo e hipocresía.

En el capitalismo la falta de ética no es una corrupción más o menos accidental, está inscrita en sus genes más profundos. Poner la competencia como un elemento esencial del sistema es evidente que nos enfrenta a los ideales de igualdad y de fraternidad que marcan el nacimiento de la modernidad en Europa. Y la libertad de los derrotados en la competencia tampoco sale muy bien parada. La competencia tiene un objetivo último: conseguir la riqueza, y como la riqueza disponible no es ilimitada y la ambición de conseguirla sí lo es, la lucha es interminable, y cuanto mayor sea la victoria de algunos mayores será el número de los derrotados.

La compasión hacia estos derrotados no entra en el programa de la competencia capitalista. Como en un combate de gladiadores, no hay compasión para los vencidos. Han luchado, pero han sido menos hábiles que los vencedores, que sufren las consecuencias de su inferioridad. Además, no hay que preocuparse de que la lucha sea limpia, la mano invisible del mercado lo convertirá todo en el mayor bien de la sociedad.

Teniendo en cuenta esta característica del capitalismo, ¿podemos seguir esperando conseguir una sociedad aceptable dentro de una estructura capitalista?

El capitalismo es un sistema económico y social basado en que los medios de producción deben ser de propiedad privada, el mercado sirve como mecanismo para asignar los recursos escasos de manera eficiente y el capital sirve como fuente para generar riqueza. A efectos conceptuales, es la posición económico-social contraria al socialismo.

Un sistema capitalista se basa principalmente en que la titularidad de los recursos productivos es de carácter privado. Es decir, deben pertenecer a las personas y no una organización como el Estado. Dado que el objetivo de la economía es estudiar la mejor forma de satisfacer las necesidades humanas con los recursos limitados que disponemos, el capitalismo considera que el mercado es el mejor mecanismo para llevarlo a cabo. Por ello, cree necesario promover la propiedad privada y la competencia.

La incapacidad de la ONU para frenar las guerras imperiales

En consecuencia, existe una distinción clara entre el conflicto internacional, que es asunto de las Naciones Unidas, y las disputas internas, que los Estados, en teoría, pueden resolver por sí mismos. Pero en los últimos años, esta distinción en buena medida se ha desdibujado. La mayor parte de las guerras de hoy comienzan como guerras civiles, «civiles» sólo en el sentido de que los civiles se han transformado en sus principales víctimas.

En la Primera Guerra Mundial, alrededor del 90% de los muertos fueron soldados, y sólo el 10% civiles. En la Segunda Guerra Mundial, incluso contando las víctimas de los campos de exterminio nazis, sólo la mitad de las víctimas fueron civiles. En muchos de los actuales conflictos las bajas civiles alcanzan a las tres cuartas partes del total de muertos.

Sin embargo, mientras el conflicto se desarrolla dentro de un único Estado, la interpretación tradicional de la carta nos impondría no intervenir. ¿Está bien esto? La carta, después de todo, fue redactada en nombre del «pueblo», no de los gobiernos, de la ONU. Su objetivo es no sólo preservar la paz internacional -por vital que sea su importancia- sino también «reafirmar la fe en los derechos humanos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana».

La carta protege la soberanía de los pueblos. Nunca se pretendió que fuera una licencia para que los gobiernos conculcaran los derechos humanos y la dignidad del hombre. El hecho de que un conflicto sea «interno» no les da a las partes el derecho a ignorar las normas más básicas de comportamiento humano.

Por otra parte, la mayoría de los conflictos internos no lo siguen siendo por mucho tiempo. Se extienden a los países vecinos, bajo la trágica forma de la huida de refugiados. Y a veces no sólo se propagan más allá de las fronteras existentes, sino que también establecen nuevas -como ocurrió en la ex Yugoslavia-, de modo que lo que comenzó como un conflicto interno termina siendo internacional.

En muchos casos, el conflicto oportunamente se torna tan peligroso que la comunidad internacional se ve obligada a intervenir. Pero, en ese caso, sólo puede hacerlo de la manera más intrusiva y costosa, que es la intervención militar. Y, sin embargo, las intervenciones más eficaces no son militares. Es mejor, desde todo punto de vista, que se tomen medidas antes de que un conflicto llegue a la etapa militar.

18
Ago
20

feministas …

EL FEMINISMO COMO FENÓMENO DE MASAS

Los matices humanos

escribe: Soledad Castro Lazaroff

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Buenos Aires, noviembre de 2019. Afp, Juan Mabromata

 

La identidad es una cárcel. (…)

La identidad no es una idea que ayuda a la humanidad a encontrarse consigo misma.

Deseo para el futuro la inutilidad absoluta de la identidad. (…)

Lo importante es la invención: alguien que decide pararse en el mundo e inventarse.

Lucrecia Martel1

Cuando aquel 3 de junio de 2015 las argentinas salieron a las calles a gritar «ni una menos», los feminismos uruguayos, que venían en un proceso de transformación propia, se hicieron eco de la marcha y sus reclamos, estableciendo un mojón histórico en la construcción de un internacionalismo popular y masivo. En ese momento, el objetivo primordial era romper el silencio social e instalar con fuerza la certeza de que la violencia basada en género es una variable básica para comprender las desigualdades estructurales que asolan la vida de los cuerpos feminizados. A partir de ese momento –y también gracias a la globalización de movimientos como el #MeToo y a procesos locales de «destape» como la Operación Océano, entre otros–, las causas feministas empezaron a tomar un protagonismo mucho más importante en la opinión pública, revolucionando con herramientas diversas –que van desde las nuevas escrituras académicas hasta los usos del lenguaje inclusivo, pasando por un millón de estrategias autogestivas e institucionales– la construcción de nuestras subjetividades. Es muy probable que la actitud de escucha de la sociedad hacia el caso Viglietti, por ejemplo, tenga mucho que ver con esa ruptura del silencio que se ha logrado. Si era un secreto a voces que ya se había hecho público en 2017 cuando el compositor murió, ¿por qué recién ahora, a pesar de todas las resistencias, pudimos comenzar a procesarlo y discutirlo? Porque ha cambiado el contexto de escucha, y eso, en sí mismo, constituye un logro inmenso.

Para instalar la discusión y volver a politizar la vida, las tácticas comunicacionales de los feminismos latinoamericanos han dado un enorme resultado. Las calles y las redes se complementan para difundir un vasto campo de pensamiento no hegemónico, y si bien es cierto que las consignas siempre son una síntesis de ideas más complejas, esas pequeñas frases hicieron la diferencia y permitieron que cada vez más personas se encuentren dispuestas a escuchar razones sobre asuntos que, hace sólo cinco años, se encontraban casi ausentes de las conversaciones cotidianas. Empezamos a leernos y escucharnos más entre nosotras, a darnos cuenta del profundo alcance de la cultura patriarcal, a identificar la opresión de género como un mecanismo fundante para el capitalismo, pero que, incluso, lo trasciende para extenderse a casi todos los sistemas políticos que han estructurado la vida humana a lo largo del tiempo.

Hemos vivenciado el valor de ese proceso esta misma semana, en la que decenas de estudiantes de Medicina se animaron, bajo el hashtag #MeLoDijeronEnLaFmed, a contar en Twitter sus experiencias de acoso y abuso dentro de la facultad. La literatura de consignas, esa creación colectiva orgánica al movimiento, ha sido clave para que las ideas feministas lleguen a lugares impensados, trascendiendo distancias de todo tipo. Así, la ruptura del silencio dio paso a una masividad sumamente heterogénea, en la que incluso la palabra feminismo se ha convertido en territorio de disputa. Esa masividad que, sin lugar a dudas y a pesar de todo, es tremenda buena noticia, ha traído nuevos problemas y ha intensificado debates que se han vuelto muy difíciles de transitar con serenidad, porque es natural que las pasiones atraviesen una práctica política tan enraizada en las experiencias personales. Sentirse parte del movimiento feminista no necesita más (por suerte) que un acto voluntario: alcanza con declararse feminista. Aun así, la posibilidad de considerarnos «compañeras» se ha fragilizado para dar paso a acusaciones que parecen irreparables, como la de «encubrir violadores», que aparece con una facilidad alarmante.

¿De verdad es responsable una mujer que ama a un varón, porque es su padre, su hermano, su pareja, su amigo o su compañero de trabajo, de las acciones que ese varón realiza o ha realizado en el pasado? ¿No resulta evidente que para condenar a cualquier persona que se conoce y se ama son necesarias ciertas garantías? ¿No hay contradicciones en el acto de erigirse en un lugar de moral impoluta y colocarse «afuera» del problema cuando sabemos que la sociedad de la que formamos parte está enteramente atravesada por la cultura de la violación y por una idea de amor que tiene un vínculo histórico con la violencia?

Resulta difícil para las feministas hacer ciertas preguntas críticas hacia adentro. Para escucharnos y ser escuchadas tuvimos que atrincherarnos y no dar el flanco, porque no nos quedaba otra. Decir «hermana, yo te creo» es una decisión política fundamental, porque es un acto de habilitación de la escucha, una subversión revolucionaria contra la sospecha obligada que caía sobre quienes se animaban a hablar. ¿Pero qué pasa cuando vemos que la práctica del rumor se instala en las generaciones más jóvenes y que acusaciones anónimas, para las que no hay ni siquiera testimonios o personas cercanas que les pongan el cuerpo a las denuncias, terminan destruyendo la potencia de los movimientos colectivos mixtos, que se desarman en pedazos?

Es un problema muy grave, porque, claro, la Justicia está muy lejos de ofrecer caminos reales de intervención. Si ni siquiera es capaz de prevenir femicidios perpetrados por varones denunciados previamente, ¿cómo podemos pretender que intervenga con eficacia para dirimir, por ejemplo, si el hecho de que un varón se quite un preservativo sin permiso constituye un delito que debe ser penalizado? Así, si bien en un principio el trabajo de las feministas se encauzaba con naturalidad hacia lograr que las mujeres denunciaran más, contar con una Justicia que no sea funcional a la perpetuación de la violencia parece un objetivo tan lejano e inaccesible que, para muchas compañeras, es inevitable la tentación de abandonarlo.

Pero que la Justicia sea una institución patriarcal y funcional al poder no puede llevarnos a «pasar de ella» de manera acrítica. El método del escrache es una herramienta importante cuando el sistema falla o se rehúsa a actuar, pero nunca debería ser nuestra primera opción. Mal utilizado puede resultar muy peligroso, incluso para la víctima. En los escraches que se hacían a los represores después de la dictadura, tanto en Argentina como en Uruguay, había organizaciones que generaban su propia información y respaldaban esas acusaciones: Madres y Familiares, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S. ¿Pero qué pasa cuando, en un movimiento masivo, los escraches no cuentan con ningún mecanismo de confirmación, ni siquiera interno?

¿Es loable pensar en un feminismo que juzga sin ofrecer garantía alguna? Hoy, más que nunca, el procedimiento de la justicia por mano propia –por más que esa justicia se trate del aislamiento social o de la «cancelación»– se acerca demasiado a los procesos de construcción de subjetividad más alarmantes de la sociedad, esos que les abren paso a los fascismos. Los grises existen: no es lo mismo una acusación de acoso hacia un profesor o un jefe, por ejemplo, con la disparidad de poder que eso significa, que una acusación que se realiza hacia un par, aunque resulte incómodo decirlo.

Del mismo modo, si bien la violencia verbal es violencia, no es exactamente lo mismo que la que se ejerce físicamente. Aplanar esos matices no es una actitud responsable. Todo ciudadano merece un juicio justo, y sus personas cercanas necesitan ese juicio para enfrentar la verdad, y por eso necesitamos disputar la Justicia para transformarla. El humanismo es una concepción filosófica necesaria porque la identidad no debería ser una cárcel. Creer que las personas pueden cambiar también es una decisión política, y no es momento de menospreciarla.

Hoy no estamos en el mismo lugar que hace cinco años atrás. No es fácil preguntarnos con lucidez sobre cómo seguir, porque muchas veces eso implica abandonar los atajos para jugarse por el camino largo. Hay demasiadas luchas que requieren que podamos organizarnos sin acusarnos, a priori, entre nosotras. Sin ir más lejos, de cara a las elecciones departamentales, asusta la manera en que nuestras causas están siendo ninguneadas por todos los partidos políticos. La tolerancia, la confianza y el cuidado también incluyen otorgarnos garantías reales, responsables, para decidir a quién aislar, a quién cancelar o a quién odiar. Y tenemos que poder hacer autocrítica sin juzgarnos y condenarnos tan fácilmente, para que la masividad no sea un ruido que nos engulla y nos traga, operando en contra del cambio social estructural por el que venimos luchando y que, más temprano que tarde, conseguiremos.

1   Extraído de la charla brindada por Lucrecia Martel el 7 de marzo en el Centro Cultural Kirchner, Buenos Aires, Argentina. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=VzpfPwsOpjA

17
Ago
20

el desastre país …

La clase dominante y la oligarquía junto a violadores de DDHH, ¿ qué puede salir mal ?

De bates y votos

 

escribe: Gonzalo Perera

 

Si algo revela la Historia, es que difícilmente pueda producirse una atrocidad, si el odio no permeó en la población, y viceversa, cuando el odio cunde en la base de la sociedad, siempre está latente la posibilidad de que la violencia y el atropello más brutal, broten desde la cima del poder. Sin alarmismos, que no son responsables, hay que ser muy cuidadoso cuando, en la base misma de la sociedad y paralelamente, en su cúpula directriz, emergen fuertes mensajes de odio-

El Uruguay tiene la suerte de no tener volcanes en actividad y una erupción volcánica debe ser de las tragedias naturales más devastadoras. En zonas de una tal actividad, en lo más profundo del subsuelo se gestan procesos físicos y químicos de diversa naturaleza que, cuando cobran cierta intensidad y características, pueden presagiar una catástrofe. Diversos instrumentales suelen ser utilizados para monitorear estos procesos por parte de especialistas en la temática. Al mismo tiempo y a nivel de la superficie, apreciables con nuestros sentidos, emisiones de gas, de densas columnas de humo, de chisporroteos intensos, etc., son otras señales, externas, de que el volcán puede estarse activando. Quizás la sola presencia de señales de las profundidades, o la sola presencia de señales externas, no genere una gran alerta.

Pero cuando al mismo tiempo los instrumentos indican intensa actividad subterránea y las señales externas lo ratifican, es muy prudente pensar en enfrentar una situación muy compleja y seria, de la manera más inteligente, ordenada e inmediata. De manera muy similar, ante las presiones de etapas históricas en que la lucha de clases y los fenómenos subjetivos y de odio de clase, hacen aparecer señales inquietantes en el subsuelo de la sociedad y producen emanaciones sulfurosas en el Palacio Legislativo, en declaraciones en los medios, hay que estar en racional alerta. Porque los mayores problemas suelen pasar cuando quienes los pueden evitar se confían en que no son posibles. Por lo tanto, nada de alarmismo, pero ante episodios graves, atenderlos, enfrentarlos y tratar de erradicarlos, antes que tomen mayor escala, es la única reacción sensata posible.

Cuando no terminamos de asombrarnos por que un ser humano en condición de calle haya sido prendido fuego mientras dormía en la Ciudad Vieja, nos enteramos de numerosas incursiones de “bateadores”, que, desde autos de alta gama y con bates de béisbol, señalados como “jóvenes” (¿Se insinúa que es una travesura juvenil y no un abominable crimen?) emprenden a golpes contra personas indefensas. Se dijo inicialmente contra “adictos a la paste base” (¿Eso justifica la golpiza?), pero han aparecido testimonios donde no había adicción alguna y ni siquiera situación de calle, sino simplemente ser un gurí pobre, con la piel quizás de un tono que no es del agrado de los violentos. Por cierto…¿dónde se compra un bate de béisbol en Uruguay? Yo no tengo la menor idea. ¿Quiénes los compran?

El Ministerio del Interior tiene una pista fácil de seguir, se me antoja que es ésta, pero de momento, no hay novedades para la conferencia de prensa del día. Pero también se dieron castigos físicos medievales por parte de patrones o su persona de confianza en establecimientos rurales o tambos, a simples trabajadores que se permiten cuestionar algo. Es evidente que el odio de clase; al “negro”, al “pichi”, al “pata rajada”, a las muchas maneras de llamar al pobre o al excluido por parte de los poderosos, gozadores de la vida por mero designio del derecho de herencia, muchos de lo cuales jamás conocieron ni las 8 horas ni siquiera el trabajo en carne propia, o que son beneficiarios del ejercicio obsesivo de la acumulación de capital en desmedro de toda forma de solidaridad real con el prójimo (excluyamos aquí las operaciones “caritativas” destinadas al marketing o la exoneración tributaria, naturalmente); en este momento, en la base del Uruguay, vive una expansión cuyos límites no es sensato pronosticar, pero ante los cuales hay que prestar atención.

No sólo prestar atención, sino reclamar, ante la profunda incompetencia del Ministerio del Interior, que anunció que la violencia descendería, pero bajo cuyas narices se está intensificando, no sólo los delitos más “tradicionales” (hurtos, rapiñas, etc.) que el actual Presidente (personalmente) y Ministro se comprometieron a terminar en un abrir y cerrar de ojos, sino que incluso se da el surgimiento o intensificación de delitos “de nueva generación”.

Como el ya citado de los bateadores, los chicoteadores, la intensificación de los femicidios y hechos de violencia de género, la soja “enriquecida” de gente que supo protestar en “Un solo Uruguay”, cuando el actual ministro reclamaba a voz en cuello la renuncia de su antecesor.Si por los frutos hay que juzgar el árbol, y si cada palabra lanzada al viento debe volver como una suerte de “ley del karma” sobre quien la emitió, calcule Sr. Ministro, calcule lo que carga en sus espaldas hoy.

En el colmo del absurdo, se anuncia como éxito, la ausencia de episodios violentos en un clásico sin público, con 500 policías desplegados. Salvo que las barras estén en poder de misiles tierra-tierra, ¿era tan difícil el contralor de este evento? El actual gobierno hace lo que puede para dibujar una realidad alternativa, pero da la sensación que no da pie en bola. Además, y claramente dicho, si no fuera el gobierno que regala el oro y el moro al monopolio mediático de las grandes familias, los reclamos por, como mínimo, la renuncia del Ministro del Interior, estarían instalados hace un buen tiempo.

El sentido feudal de muchos patrones rurales, por cierto no todos, no es ninguna novedad y ameritaría muchas consideraciones. La medular es que el gobierno ha posibilitado el debilitamiento de los trabajadores sindicalizados en el medio rural y el fortalecimiento del “campo”, ese que cabalga en 4×4. Esos compromisos, de los cuales el gobierno no se puede liberar de la noche a la mañana, lo hacen por lo menos omiso en una situación que, ésta vez, hubiera ameritado una conferencia de prensa: para recordar que el trabajador rural es un ser humano, un trabajador, sujeto de derechos, de protección y amparo legal.

Naturalmente, esa conferencia de prensa que uno desea, no es éste gobierno el que la dará, salvo que esté al filo de la cornisa, lo que nadie desea. El viernes 14 de agosto es el día de los mártires estudiantiles en el Uruguay. El día que recuerda cuando muchas preciosas vidas jóvenes, comenzando por la de Líber Arce, no debieron haber sido segadas por reivindicar boleto estudiantil, mejores condiciones de estudios, libertad y democracia. Todos ellos son patrimonio de todo demócrata uruguayo. Cabría descontar la conferencia de prensa oficial homenajeándolos, pues si así no fuera, gobierna el Uruguay una minoría, que no celebraría al mártir y disimularía el odio de clase que batea y chicotea.

Pero más allá de conferencias, y de palabras, queremos hechos: bateadores, chicoteadores y todo tipo de abusadores, a la Justicia, con la garantías del debido proceso. Lo que pasó el 14 de agosto de 1968 sigue, con matices, pasando hoy. Ondas inquietantes subterráneas, manifestaciones pestilentes desde la cima. El gobierno hará lo que pueda y lo que lo dejen sus socios multicolores. El campo popular rescatará entre la irracionalidad, la potencia del voto y conciencia ciudadana, en setiembre, con vecinas y vecinos para “cambiar la pisada”.

Del bate al voto, nada menos.




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