LA ESTRATEGIA DE DESARROLLO
Alberto Couriel |*|
El crecimiento económico del Uruguay se basó en la aptitud de sus recursos naturales y seguramente lo seguirá siendo por un cierto lapso de tiempo. Los precios internacionales de los productos de exportación mejoraron sustantivamente desde 2003 por el incremento de la demanda de países emergentes como China e India, que mantienen un alto nivel de crecimiento económico. Esto ha permitido avances en la agricultura y en la forestación y mejoras sustantivas en los precios de la carne y la leche. El mundo internacional vive un intenso proceso de avance tecnológico, de innovaciones y de nuevos conocimientos que es imperioso incorporar a los procesos productivos del país. Siempre se ha planteado la necesidad de que las exportaciones basadas en recursos naturales incorporen el mayor valor agregado posible, el mayor proceso de industrialización. El Estado debe cumplir un papel relevante en la definición de uso de las tierras más aptas para los distintos rubros del sector, en función de los intereses nacionales. Pero una estrategia basada exclusivamente en los recursos naturales tiene varias desventajas. La demanda externa de materias primas y alimentos, en el mediano plazo, crece por debajo del ingreso, lo que afecta su dinamismo. Exportar sólo materias primas y alimentos nos mantiene entre los países de la periferia. Una estrategia basada exclusivamente en recursos naturales no resuelve los problemas del empleo y, por lo tanto, tampoco los problemas sociales.
Por ello, es indispensable combinar una estrategia en la cual además de los recursos naturales puedan cumplir un papel relevante la industria manufacturera y los servicios. La industrialización es clave para el crecimiento económico. No existe país desarrollado que no se haya basado en un fuerte proceso de industrialización con ayuda de la intervención estatal. El dinamismo de la industria manufacturera es vital para atender los problemas del empleo. La industrialización ha sido un factor central de los procesos de urbanización, de la generación de empresarios nacionales, de la creación de una fuerte clase obrera y de sectores medios vinculados directa e indirectamente al sector. Por lo tanto, genera un cambio positivo de la estructura social y permite mejoras significativas en la distribución del ingreso. Japón es un ejemplo relevante de un proceso de sustitución de importaciones con muy fuerte protección estatal, con creación de empresarios nacionales y, en una primera etapa, prohibición de entrada a las empresas trasnacionales. El Estado y los empresarios japoneses tuvieron la capacidad de incorporar, crear y adaptar tecnología que les permitió un alto grado de competitividad en el campo internacional, pasando del crecimiento hacia adentro hacia el crecimiento hacia afuera. Esto es lo que no hicieron los países de América Latina, incluido Uruguay. El gabinete productivo del gobierno del FA hizo avances en los estudios de determinadas cadenas productivas. Esta tarea hay que profundizarla para elegir rubros, para elegir ganadores junto a los empresarios. El actual comercio internacional está centrado en los rubros con alto contenido tecnológico. Por ello, uno de los criterios centrales para el futuro del Uruguay es la exportación de conocimientos, de rubros con alta y media tecnología. Para el proceso futuro de industrialización la complementación productiva en el ámbito regional es un elemento central. Los acuerdos de complementación industrial con Argentina y Brasil pueden cumplir un rol determinante. En esencia, estructura industrial basada en criterios de competitividad, de exportación de rubros con alta y media tecnología, lo que requiere conocimientos, innovaciones e incorporación de progreso técnico, y el criterio no menor de generación de empleo productivo, de empleo decente en el lenguaje de la OIT.
La novedad de los últimos años de la economía uruguaya es el dinamismo de los servicios. En el pasado se apostó a los servicios financieros y al turismo. Junto al actual dinamismo del turismo hoy se agregan exportaciones de software, logística y servicios personales. En el sector de la informática no sólo hay desempleo cero, sino que hay escasez de recursos humanos calificados. La apuesta a los servicios puede marcar el futuro de Uruguay.
Este futuro debería estar vinculado a una estrategia de crecimiento hacia afuera complementada por el dinamismo del mercado interno. Exportaciones no sólo de recursos naturales, sino también de rubros industriales y de servicios con alto contenido tecnológico. Para ello es fundamental una estructura productiva centrada en la competitividad. Esta es sistémica, basada en el avance tecnológico y la calificación de los recursos humanos. Esto requiere un gran apoyo a la investigación científica y a la educación. Los problemas sociales requieren de una estrategia global que abarque los problemas del empleo, la educación, la salud, la vivienda y el ordenamiento territorial, para erradicar la pobreza y mejorar sustantivamente la distribución del ingreso.
|*| Senador del FA, economista