Archivo de 11 de marzo de 2010

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cr. couriel; desarrollo nacional

 

LA ESTRATEGIA DE DESARROLLO

Alberto Couriel |*|

Una estrategia de desarrollo marca el rumbo, el horizonte de mediano y largo plazo para un país determinado; es parte de un Proyecto Nacional que abarca aspectos políticos, sociales, económicos y culturales. La estrategia económica para el desarrollo del Uruguay, la sintetizamos como el Uruguay productivo, donde deben definirse con flexibilidad, elementos centrales de la futura estructura productiva. La historia del Uruguay marca una estrategia de crecimiento hacia afuera basada en las exportaciones agropecuarias. Con la crisis mundial de 1929, los países latinoamericanos, que ya habían iniciado procesos de industrialización, avanzaron por la vía de sustitución de importaciones. En el caso del Uruguay, dado el tamaño del mercado interno, hubo crecimiento sostenido hasta 1955. No se avanzó en un proceso de industrialización hacia afuera, como lo hicieron posteriormente los países del Sudeste asiático. Las características estructurales del Uruguay, económicas, sociales y demográficas son determinantes para que la estrategia económica sea hacia afuera, centrada en las exportaciones y complementadas por el mercado interno. Toda elaboración e implementación de una estrategia económica requiere la intervención del Estado. El mercado basado en los precios internacionales no genera una estructura productiva que atienda la competitividad, el empleo y los problemas sociales. La existencia de una estrategia ayuda a que la acción estatal pueda ser coordinada y alcanzar eficacia, como no siempre se consiguió en el pasado. Las décadas del 80 y 90 mostraron la última experiencia centrada en el accionar del libre juego del mercado. Fue la etapa del neoliberalismo, basada en el Consenso de Washington, cuyo fundamento central era la mínima intervención del Estado. Para ello se planteaban la desregulación, la desprotección, las privatizaciones y la flexibilidad laboral. El fracaso de estas políticas dio lugar en América Latina, entre otros factores, a los triunfos electorales de partidos progresistas y críticos del neoliberalismo. La crisis económica y financiera del mundo desarrollado iniciada en EEUU en 2008 derrumbó los principios básicos de esta concepción. La política pasó a predominar sobre la economía y la intervención del Estado fue vital para resolver los problemas críticos que había generado el libre juego del mercado.

El crecimiento económico del Uruguay se basó en la aptitud de sus recursos naturales y seguramente lo seguirá siendo por un cierto lapso de tiempo. Los precios internacionales de los productos de exportación mejoraron sustantivamente desde 2003 por el incremento de la demanda de países emergentes como China e India, que mantienen un alto nivel de crecimiento económico. Esto ha permitido avances en la agricultura y en la forestación y mejoras sustantivas en los precios de la carne y la leche. El mundo internacional vive un intenso proceso de avance tecnológico, de innovaciones y de nuevos conocimientos que es imperioso incorporar a los procesos productivos del país. Siempre se ha planteado la necesidad de que las exportaciones basadas en recursos naturales incorporen el mayor valor agregado posible, el mayor proceso de industrialización. El Estado debe cumplir un papel relevante en la definición de uso de las tierras más aptas para los distintos rubros del sector, en función de los intereses nacionales. Pero una estrategia basada exclusivamente en los recursos naturales tiene varias desventajas. La demanda externa de materias primas y alimentos, en el mediano plazo, crece por debajo del ingreso, lo que afecta su dinamismo. Exportar sólo materias primas y alimentos nos mantiene entre los países de la periferia. Una estrategia basada exclusivamente en recursos naturales no resuelve los problemas del empleo y, por lo tanto, tampoco los problemas sociales.

Por ello, es indispensable combinar una estrategia en la cual además de los recursos naturales puedan cumplir un papel relevante la industria manufacturera y los servicios. La industrialización es clave para el crecimiento económico. No existe país desarrollado que no se haya basado en un fuerte proceso de industrialización con ayuda de la intervención estatal. El dinamismo de la industria manufacturera es vital para atender los problemas del empleo. La industrialización ha sido un factor central de los procesos de urbanización, de la generación de empresarios nacionales, de la creación de una fuerte clase obrera y de sectores medios vinculados directa e indirectamente al sector. Por lo tanto, genera un cambio positivo de la estructura social y permite mejoras significativas en la distribución del ingreso. Japón es un ejemplo relevante de un proceso de sustitución de importaciones con muy fuerte protección estatal, con creación de empresarios nacionales y, en una primera etapa, prohibición de entrada a las empresas trasnacionales. El Estado y los empresarios japoneses tuvieron la capacidad de incorporar, crear y adaptar tecnología que les permitió un alto grado de competitividad en el campo internacional, pasando del crecimiento hacia adentro hacia el crecimiento hacia afuera. Esto es lo que no hicieron los países de América Latina, incluido Uruguay. El gabinete productivo del gobierno del FA hizo avances en los estudios de determinadas cadenas productivas. Esta tarea hay que profundizarla para elegir rubros, para elegir ganadores junto a los empresarios. El actual comercio internacional está centrado en los rubros con alto contenido tecnológico. Por ello, uno de los criterios centrales para el futuro del Uruguay es la exportación de conocimientos, de rubros con alta y media tecnología. Para el proceso futuro de industrialización la complementación productiva en el ámbito regional es un elemento central. Los acuerdos de complementación industrial con Argentina y Brasil pueden cumplir un rol determinante. En esencia, estructura industrial basada en criterios de competitividad, de exportación de rubros con alta y media tecnología, lo que requiere conocimientos, innovaciones e incorporación de progreso técnico, y el criterio no menor de generación de empleo productivo, de empleo decente en el lenguaje de la OIT.

La novedad de los últimos años de la economía uruguaya es el dinamismo de los servicios. En el pasado se apostó a los servicios financieros y al turismo. Junto al actual dinamismo del turismo hoy se agregan exportaciones de software, logística y servicios personales. En el sector de la informática no sólo hay desempleo cero, sino que hay escasez de recursos humanos calificados. La apuesta a los servicios puede marcar el futuro de Uruguay.

Este futuro debería estar vinculado a una estrategia de crecimiento hacia afuera complementada por el dinamismo del mercado interno. Exportaciones no sólo de recursos naturales, sino también de rubros industriales y de servicios con alto contenido tecnológico. Para ello es fundamental una estructura productiva centrada en la competitividad. Esta es sistémica, basada en el avance tecnológico y la calificación de los recursos humanos. Esto requiere un gran apoyo a la investigación científica y a la educación. Los problemas sociales requieren de una estrategia global que abarque los problemas del empleo, la educación, la salud, la vivienda y el ordenamiento territorial, para erradicar la pobreza y mejorar sustantivamente la distribución del ingreso.

|*| Senador del FA, economista

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cabeza nuclear europea

Anuncios, jactancias, silencios

Juan Gelman (Cubadebate)Hay de todo últimamente en el reino del armamento nuclear. El presidente Obama acaba de dar vía libre a la construcción de dos reactores centrales, los primeros desde que un accidente la cesó en 1979. Su finalidad es pacífica: proporcionar un tipo de energía que no agrave y tal vez solucione el problema del calentamiento global. Irán se ufana de tener capacidad para elevar el enriquecimiento de su uranio del 4 al 20 por ciento y dice que lo hará también con fines pacíficos. A Washington le creen, a Teherán, no. Hillary Clinton ha declarado la intención estadounidense de imponer sanciones duras al régimen represivo que preside Mahmud Ahmadinejad. En tanto, por gracia y obra del Pentágono, varios países de Europa tienen un arsenal nuclear no declarado.

George Robinson, ex secretario general de la OTAN, confirmó que Turquía posee de 40 a 60 armas nucleares made in America en la base aérea militar de Incirlik (www.marketoracle.co.uk, 11-2-10). Nótese que esta base, construida por el cuerpo de ingenieros de EE.UU. a comienzos de la década del ‘50, ha servido para los vuelos de espionaje de sus fuerzas aéreas sobre la ex URSS durante la Guerra Fría y, desde el 2001, es utilísima en las guerras de Irak y Afganistán. Podría serlo para atacar a Irán, a Siria, a Rusia, por qué no.

Cinco son las naciones europeas consideradas potencias nucleares: el Reino Unido, EE.UU., Francia, Rusia y China, estatuto que tornó oficial el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares que entró en vigor en 1970 (NPT, por sus siglas en inglés). Entre las no declaradas como Turquía, cabe sumarle otras: “Hay bombas nucleares almacenadas en bases de las fuerzas aéreas de Italia, Bélgica, Alemania y los Países Bajos, y los aviones de cada uno de esos países tienen la capacidad de arrojarlas” (www.times.com/com, 2-12-09). El NPT es el único tratado vinculante en la materia y lo firmaron 187 países. No hay otro acuerdo de desarme más ratificado, pero del dicho al hecho el trecho es bien largo en este caso.

Es dudoso que Irán esté en condiciones de enriquecer uranio hasta los umbrales de una bomba nuclear. Ninguno de los 16 servicios de espionaje estadounidenses lo estima posible por ahora. David Albright, presidente del Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional (ISIS, por sus siglas en inglés), una institución privada que desde Washington rastrea el curso de la proliferación de este armamento, señaló que el número de centrifugadoras nucleares iraníes “es lo suficientemente bajo y los inspectores internacionales tendrían ‘muy serias dificultades’ para detectar las máquinas si Irán las oculta en lugares clandestinos” (www.nytimes.com, 9-2-10). No faltan datos nuevos y contrarios.

Irán padecería retrocesos notables en sus esfuerzos para enriquecer uranio, fallas del equipo y otras dificultades que “podrían socavar los planes iraníes de adelantar rápidamente su programa nuclear” (www.washingtopost.com, 11-2-10). Los informes del 2009 del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) muestran una caída de la producción en la planta principal de enriquecimiento de uranio cercana a Natanz, según el borrador de un estudio del propio David Albright: “Más de la mitad de sus 8700 centrifugadoras” estaban ociosas a fines del año pasado y el número de las que funcionan descendió de 5000 en mayo a poco más de 3900 en noviembre. Además, el producto de las que nominalmente funcionan fue apenas la mitad del esperado”. La voluntad política de Teherán no puede, solita, equiparar en pocos años el medio siglo de progreso tecnológico occidental.

Sucede, en cambio, que tiene confirmación la capacidad nuclear de los cinco países europeos mencionados que no la declaran. EE.UU. les ha proporcionado bombas termonucleares 480 B61 y, subraya el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés), “la presencia continuada de estas armas enerva las relaciones con Rusia, debilita los esfuerzos globales para disuadir a otras naciones de que desarrollen armas nucleares, impide la evolución de la OTAN en consonancia con el fin de la guerra fría” (www.nrdc.org, febrero 2005). Tal cual: la nueva hipótesis de guerra de Moscú establece que su probable enemigo sería la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

El país con más abundancia de armamento atómico es Alemania, con tres bases de las que dos funcionan a pleno. No es oficialmente una potencia nuclear, pero produce cabezas nucleares para la marina francesa y podría haber almacenado hasta 150 bombas B61 estadounidenses. Lo cual no impedirá a Berlín apoyar todas las sanciones contra Teherán que Washington proponga. Se sabe: el doble discurso y el ejercicio de los dos pesos y las dos medidas son prácticas universales.

(Tomado de Página 12, Argentina)




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