8 de marzo de la mujer
Susana Andrade Atabaque-Espacio 609
Entre las emociones emocionantes vividas en estas épocas en Uruguay con la asunción de Pepe Mujica a la Presidencia de la República y nuevas autoridades gubernamentales en una segunda administración de izquierda, quiero comentar algo que me conmovió principalmente, referido a Ivonne Passada, líder política, diputada por segundo período a quien tocó presidir la Cámara de Representantes al inicio de la presente legislatura el pasado 15 de febrero. Para eso transcribiré parte de su discurso el día de su nombramiento. Decía así casi al final:
«Quiero en la senadora Lucía Topolanski homenajear a todas las mujeres, esas mujeres silenciosas, las que se organizaron en torno a sus derechos olvidados, como lo son las trabajadoras domésticas, y vaya a ellas nuestro profundo reconocimiento sabiendo que varias están aquí sentadas, ya que algunos de los legisladores aquí presentes son hijos de esas madres, las mujeres rurales que al igual que la Negrita Aramburu cortan caña, o plantan arándonos cuando aún el sol no ha salido y sus manos callosas acarician hijos de nuestro pueblo; las madres y jefas de hogar que no conocen aún otro derecho que darle de comer a sus hijos;
las mujeres afro descendientes que aún esperan no ser sólo mujeres políticas sino no ser excluidas por su color; la primera médica del país, Paulina Luisi, María Eugenia Vaz Ferreira una mujer rebelde en sus poemas; las criollas que forjaron nuestra historia; las madres que aún buscan a sus hijos desaparecidos; la Negra Alba Roballo; las mujeres sindicalistas; las mujeres indias, las mujeres blancas y coloradas y a todos los hombres y mujeres que ayudan a diario comprometidos con la causa a parir una patria grande para todos, gracias».
Tomando la frase que nos refleja como mujer afrodescendiente y asomada sólo a la superficie del caudaloso texto, creo que hay mucho de verdad en el sentido de aún esperar, a pesar de que ha habido avances del colectivo afro en la sociedad y en lugares de decisión pública en casos puntuales.
Nos toca defender la cultura africana en su expresión de espiritualidad, y es difícil comprender a veces que la fe es elemento central de identidad en los pueblos, de sustancial significación en los afro por ser factor de resistencia y unidad en la esclavitud. La religión es parte de la existencia de la africanía y es por ello bastión cultural a preservar como elemento de cohesión, no sólo en tanto característica propia fortalecedora de la etnia, sino por sus cualidades integradoras en el plano social en general.
Es cierto que aspiro a servir a nuestro gobierno del Frente Amplio por el que luché seguramente nada al lado del sacrificio de tantas y tantos que dieron sus vidas, sufrieron exilio o cárcel. Todos tenemos algo para aportar, de eso no hay dudas.
Creo que nací mujer política desde el momento en que no me resigno a las injusticias o a las realidades adversas porque sí nomás. Mientras Dios me regale vida y salud, encontraré herramientas para contar mi verdad y lograr así intercambiar, cambiar y enriquecerme por dentro. En el ámbito donde me encuentre, procuro incidir en las ideas que apunten a la felicidad colectiva, cuidando los valores necesarios para desarrollar la natural propensión a lo gregario que todo ser humano tiene como resalta siempre nuestro presidente Pepe.
Ya lo creo que en ese sentido somos políticas muchas mujeres no visibles.
En mi caso, balanceando responsabilidades repartidas entre mamá, madre espiritual, y militante comunitaria entre otras pluri ocupaciones. Como tantas.
También por mis afectos personales me debo a lo social. Junto a multitudes, soy también responsable por el mundo que recibirán mis hijos y mi nieta y los hijos y nietos del Uruguay.
Claro que me interesa ocupar un espacio y ayudar a poner en práctica los paradigmas de igualdad y equidad por los que tanto batallamos, listos para ser aplicados en la profundización y consolidación de la democracia a través del programa de gobierno del FA.
Creo igualmente, que casi nada podría impedir que yo fuera una mujer política en el esencial sentido de la palabra y en el lugar que sea, como infinidad de anónimas. Util al bienestar común, luchadora de una causa honorable y honoraria; semilla de un árbol que siempre da frutos como toda mujer.
Sólo la naturaleza dirá «basta» a esta, la visceral necesidad de comunicarme de la cual hago uso indiscriminado junto a la vida y la libertad de conciencia, bienes inapreciables no siempre valorados suficientemente.
Creo profundamente en que todas, todos y cada uno, podemos hacer algo desde nuestro lugar para transformar las cosas en buenas. Por lo menos en menos malas.
Por eso me uno al homenaje de Ivonne imposible de ser mejorado en este marzo de 2010 tan trascendente en su contexto político partidario marcadamente femenino, en el que como siempre, hace tiempo, damos una mirada especial al fuerte sexo débil.
¡Axé mujeres!!