Archivo de 8 de marzo de 2010

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dia internacional de la mujer

8 de marzo de la mujer

Susana Andrade Atabaque-Espacio 609

Entre las emociones emocionantes vividas en estas épocas en Uruguay con la asunción de Pepe Mujica a la Presidencia de la República y nuevas autoridades gubernamentales en una segunda administración de izquierda, quiero comentar algo que me conmovió principalmente, referido a Ivonne Passada, líder política, diputada por segundo período a quien tocó presidir la Cámara de Representantes al inicio de la presente legislatura el pasado 15 de febrero. Para eso transcribiré parte de su discurso el día de su nombramiento. Decía así casi al final:

«Quiero en la senadora Lucía Topolanski homenajear a todas las mujeres, esas mujeres silenciosas, las que se organizaron en torno a sus derechos olvidados, como lo son las trabajadoras domésticas, y vaya a ellas nuestro profundo reconocimiento sabiendo que varias están aquí sentadas, ya que algunos de los legisladores aquí presentes son hijos de esas madres, las mujeres rurales que al igual que la Negrita Aramburu cortan caña, o plantan arándonos cuando aún el sol no ha salido y sus manos callosas acarician hijos de nuestro pueblo; las madres y jefas de hogar que no conocen aún otro derecho que darle de comer a sus hijos;

las mujeres afro descendientes que aún esperan no ser sólo mujeres políticas sino no ser excluidas por su color; la primera médica del país, Paulina Luisi, María Eugenia Vaz Ferreira una mujer rebelde en sus poemas; las criollas que forjaron nuestra historia; las madres que aún buscan a sus hijos desaparecidos; la Negra Alba Roballo; las mujeres sindicalistas; las mujeres indias, las mujeres blancas y coloradas y a todos los hombres y mujeres que ayudan a diario comprometidos con la causa a parir una patria grande para todos, gracias».

Tomando la frase que nos refleja como mujer afrodescendiente y asomada sólo a la superficie del caudaloso texto, creo que hay mucho de verdad en el sentido de aún esperar, a pesar de que ha habido avances del colectivo afro en la sociedad y en lugares de decisión pública en casos puntuales.

Nos toca defender la cultura africana en su expresión de espiritualidad, y es difícil comprender a veces que la fe es elemento central de identidad en los pueblos, de sustancial significación en los afro por ser factor de resistencia y unidad en la esclavitud. La religión es parte de la existencia de la africanía y es por ello bastión cultural a preservar como elemento de cohesión, no sólo en tanto característica propia fortalecedora de la etnia, sino por sus cualidades integradoras en el plano social en general.

Es cierto que aspiro a servir a nuestro gobierno del Frente Amplio por el que luché seguramente nada al lado del sacrificio de tantas y tantos que dieron sus vidas, sufrieron exilio o cárcel. Todos tenemos algo para aportar, de eso no hay dudas.

Creo que nací mujer política desde el momento en que no me resigno a las injusticias o a las realidades adversas porque sí nomás. Mientras Dios me regale vida y salud, encontraré herramientas para contar mi verdad y lograr así intercambiar, cambiar y enriquecerme por dentro. En el ámbito donde me encuentre, procuro incidir en las ideas que apunten a la felicidad colectiva, cuidando los valores necesarios para desarrollar la natural propensión a lo gregario que todo ser humano tiene como resalta siempre nuestro presidente Pepe.

Ya lo creo que en ese sentido somos políticas muchas mujeres no visibles.

En mi caso, balanceando responsabilidades repartidas entre mamá, madre espiritual, y militante comunitaria entre otras pluri ocupaciones. Como tantas.

También por mis afectos personales me debo a lo social. Junto a multitudes, soy también responsable por el mundo que recibirán mis hijos y mi nieta y los hijos y nietos del Uruguay.

Claro que me interesa ocupar un espacio y ayudar a poner en práctica los paradigmas de igualdad y equidad por los que tanto batallamos, listos para ser aplicados en la profundización y consolidación de la democracia a través del programa de gobierno del FA.

Creo igualmente, que casi nada podría impedir que yo fuera una mujer política en el esencial sentido de la palabra y en el lugar que sea, como infinidad de anónimas. Util al bienestar común, luchadora de una causa honorable y honoraria; semilla de un árbol que siempre da frutos como toda mujer.

Sólo la naturaleza dirá «basta» a esta, la visceral necesidad de comunicarme de la cual hago uso indiscriminado junto a la vida y la libertad de conciencia, bienes inapreciables no siempre valorados suficientemente.

Creo profundamente en que todas, todos y cada uno, podemos hacer algo desde nuestro lugar para transformar las cosas en buenas. Por lo menos en menos malas.

Por eso me uno al homenaje de Ivonne ­imposible de ser mejorado­ en este marzo de 2010 tan trascendente en su contexto político partidario marcadamente femenino, en el que como siempre, hace tiempo, damos una mirada especial al fuerte sexo débil.

¡Axé mujeres!!

08
Mar
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le monde diplomatique

Marzo 2010. Numero 173

Socialdemocracia, fin de ciclo

Por Ignacio Ramonet

 Las ideas también mueren. El cementerio de los partidos políticos rebosa de tumbas en donde yacen los restos de organizaciones que otrora desataron pasiones, movieron a multitudes y hoy son pasto del olvido. ¿Quién se acuerda en Europa, por ejemplo, del Radicalismo? Una de las fuerzas políticas (de centro-izquierda) más importantes de la segunda mitad del siglo XIX, que los vientos de la historia se llevaron… ¿Qué fue del Anarquismo? ¿O del Comunismo estaliniano? ¿Qué se hicieron aquellos formidables movimientos populares capaces de movilizar a millones de campesinos y obreros? ¿Qué fueron sino devaneos? (1)

Por sus propios abandonos, abjuraciones y renuncias, a la socialdemocracia europea le toca hoy verse arrastrada hacia el sepulcro… Su ciclo de vida parece acabarse. Y lo más incomprensible es que semejante perspectiva se produce en el momento en que el capitalismo ultraliberal atraviesa uno de sus peores momentos.

¿Por qué la socialdemocracia se muere, cuando el ultraliberalismo se halla en plena crisis? Sin duda porque, frente a tantas urgencias sociales, no ha sabido generar entusiasmo popular. Navega a tientas, sin brújula y sin teoría; da la impresión de estar averiada, con un aparato dirigente enclenque, sin organización ni ideario, sin doctrina ni orientación… Y sobre todo sin identidad: era una organización que debía hacer la revolución, y ha renegado de ese empeño; era un partido obrero, y hoy lo es de las clases medias urbanas acomodadas.

Las recientes elecciones han demostrado que la socialdemocracia europea ya no sabe dirigirse a los millones de electores víctimas de las brutalidades del mundo postindustrial engendrado por la globalización. Esas multitudes de obreros desechables, de neo-pobres de los suburbios, de mileuristas , de excluidos, de jubilados en plena edad activa, de jóvenes precarizados , de familias de clase media amenazadas por la miseria. Capas populares damnificadas por el shock neoliberal… Y para las cuales, la socialdemocracia no parece disponer de discurso ni de remedios.

Los resultados de las elecciones europeas de junio de 2009 demostraron su descalabro actual. La mayoría de los partidos de esa familia en el poder retrocedieron. Y los partidos en la oposición también recularon, particularmente en Francia y en Finlandia.

No supieron convencer de su capacidad para responder a los desafíos económicos y sociales planteados por el desastre del capitalismo financiero. Si faltaba un indicio para demostrar que los socialistas europeos son incapaces de proponer una política diferente de la que domina en el seno de la Unión Europea, esa prueba la dieron Gordon Brown y José Luis Rodríguez Zapatero cuando apoyaron la bochornosa elección a la Presidencia de la Comisión Europea del ultraliberal José Manuel Duraõ Barroso, el cuarto hombre de la Cumbre de las Azores…

En 2002, los socialdemócratas gobernaban en quince países de la Unión Europea. Hoy, a pesar de que la crisis financiera ha demostrado el impasse moral, social y ecológico del ultraliberalismo, ya sólo gobiernan en cinco Estados (España, Grecia, Hungría, Portugal y Reino Unido). No han sabido sacar provecho del descalabro neoliberal. Y los Gobiernos de tres de esos países -España, Grecia y Portugal, atacados por los mercados financieros y afectados por la «crisis de la deuda»- se hundirán en un descrédito e impopularidad aún mayores cuando empiecen a aplicar, con mano de hierro, los programas de austeridad y las políticas antipopulares exigidas por la lógica de la Unión Europea y sus principales cancerberos.

Repudiar sus propios fundamentos se ha vuelto habitual. Hace tiempo que la socialdemocracia europea decidió alentar las privatizaciones, estimular la reducción de los presupuestos del Estado a costa de los ciudadanos, tolerar las desigualdades, promover la prolongación de la edad de jubilación, practicar el desmantelamiento del sector público, a la vez que espoleaba las concentraciones y las fusiones de mega-empresas y que mimaba a los bancos. Lleva años aceptando, sin gran remordimiento, convertirse al social-liberalismo. Ha dejado de considerar como prioritarios algunos de los objetivos que formaban parte de su ADN ideológico. Por ejemplo: el pleno empleo, la defensa de las ventajas sociales adquiridas, el desarrollo de los servicios públicos o la erradicación de la miseria.

A finales del siglo XIX y hasta los años 1930, cada vez que el capitalismo dio un salto transformador, los socialdemócratas, casi siempre apoyados por las izquierdas y los sindicatos, aportaron respuestas originales y progresistas: sufragio universal, enseñanza gratuita para todos, derecho a un empleo, seguridad social, nacionalizaciones, Estado social, Estado de Bienestar… Esa imaginación política parece hoy agotada.

La socialdemocracia europea carece de nueva utopía social. En la mente de muchos de sus electores, hasta en los más modestos, el consumismo triunfa, así como el deseo de enriquecerse, de divertirse, de zambullirse en las abundancias, de ser feliz sin mala conciencia… Frente a ese hedonismo dominante, machacado en permanencia por la publicidad y los medios masivos de manipulación, los dirigentes socialdemócratas ya no se atreven a ir a contracorriente. Llegan incluso a convencerse de que no son los capitalistas los que se enriquecen con el esfuerzo de los proletarios, sino los pobres quienes se aprovechan de los impuestos pagados por los ricos… Piensan, como lo afirma el filósofo italiano Raffaele Simone, que «el socialismo sólo es posible cuando la desgracia sobrepasa en exceso a la dicha, cuando el sufrimiento rebasa con mucho el placer, y cuando el caos triunfa sobre las estructuras» (2).

Por eso quizá, y en contraste, está renaciendo hoy con tanta pujanza y tanta creatividad, un nuevo socialismo del siglo XXI en algunos países de América del Sur (Bolivia, Ecuador, Venezuela). Mientras en Europa, a la socialdemocracia le llega su fin de ciclo.

Notas:
(1) Jorge Manrique, «Coplas a la muerte de su padre» (1477).
(2) Raffaele Simone, «Les socialistes proposent toujours le sacrifice», en Philosophie Magazine , n° 36, febrero de 2010, París. 




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