Archivo de noviembre 2020

30
Nov
20

Milicos, tupas y fantasmas

escribe: Enrique Ortega Salinas

ni pinocho se atrevió a tanto …

No es cierto que los tupamaros (entre otros grupos subversivos de la década de los 60) se alzaron en armas contra una dictadura; pero tampoco es cierto que se hubieran alzado contra una democracia, a menos que, para considerar democrático un régimen, alcance con que permita elecciones cada pocos años.

El huevo de la serpiente

Los gobiernos blanqui-colorados de aquella época tenían a la mayoría de la sociedad sumergida en la pobreza, mientras los corruptos políticos vivían en la opulencia. La oligarquía uruguaya dominaba, cual maquiavélico titiritero, a los medios de comunicación más poderosos y a la mayoría de senadores, diputados y ministros. Mientras los integrantes de aquel sistema delictivo se hacían millonarios, a los niños huérfanos los tiraban en el Consejo del Niño, a veces con adolescentes violadores; la Policía picaneaba sin problema y las comisarías eran verdaderos centros de tortura, no clandestinos, sino públicos. 500 familias eran las dueñas del país. Los trabajadores rurales eran explotados descaradamente y, aun en las ciudades, era común pagar por debajo del salario mínimo nacional. Quienes querían acceder a una jubilación, pensión o empleo público, tenían que arrodillarse ante algún político blanco o colorado y comprometer militancia y voto, prostituyendo su conciencia cívica.

Difícilmente los hijos de un trabajador pisaban una universidad, situación que fue revertida radicalmente entre 2005 y 2020. Con Lacalle II, hay un fuerte intento de volver a aquella época. Se recortan horas docentes, grupos y cursos. Como indica el diputado Sebastián Sabini, hay centros educativos privados en que los estudiantes concurren todos los días, mientras que la mayoría de los estudiantes de educación pública están concurriendo dos o tres veces por semana, lo cual amplía la brecha.

En aquella época dorada para la derecha, no existían figuras como las del acoso sexual y laboral ni de responsabilidad empresarial. Los patrones gritaban, humillaban, basureaban y despedían a gusto, y en esto, las mujeres se llevaban la peor parte.

Lavar dinero y evadir era muy sencillo; pero el Frente Amplio se los complicó. La coalición multicolor ya está revirtiendo eso rápidamente. Por un lado, el BPS resolvió el 5 de agosto que “no es su competencia asegurar de oficio el cumplimiento de los laudos de los Consejos de Salarios vigentes”. El próximo paso es eliminar controles bancarios.

El supra poder perdió el control del país desde 2005 a marzo de 2020. Fuera de ese lapso, y dejando de lado los dos gobiernos de José Batlle y Ordóñez, los gobernantes de turno son solo alfiles de la oligarquía.

El candidato, para ganar, necesita dinero. Quien se lo dé, será su dueño, amo y señor. Ya será devuelto el favor, cuando acceda al cargo, de múltiples maneras: licitaciones amañadas, compras directas, acomodo de sus familiares en el gobierno, rebaja del salario real de los funcionarios públicos (lo cual termina afectando, por la ley del mercado, el salario de los privados), rebaja de impuestos para el sector de quien invirtió en el candidato, poner a los policías en contra de los trabajadores, reprimir protestas, etcétera.

Los grupos subversivos, que tal podredumbre política generó en aquella década, fueron la excusa ideal para aumentar la represión derechista y justificar el golpe de Estado de 1973 protagonizado por Juan María Bordaberry con la autoría moral de la Casa Blanca, que con el cuento de salvarnos de una dictadura comunista plagó de dictaduras derechistas a casi toda América Latina.

Los oficiales de las Fuerzas Armadas le dieron una patada en el trasero al presidente colorado (12 de junio de 1976) y tomaron el poder total con civiles títeres como el también colorado Alberto Demichelli y el blanco Aparicio Méndez.

Lo que tuvimos fue una dictadura militar blanqui-colorada.

Las Fuerzas Armadas traicionaron a la patria y usaron su poder para torturar salvajemente, asesinar, violar, secuestrar niños y robar, entre muchos otros crímenes. La Policía nacional se puso de rodillas ante el poder militar y colaboró con crudeza en la tarea de represión. Con la excusa de combatir a la subversión, destruyeron la vida a miles de compatriotas que nada tenían que ver con aquella. Se torturaba hasta por las dudas y por placer. Ser sindicalista, frenteamplista, manifestar a favor de la democracia o criticar al gobierno era más que suficiente para ser considerado un terrorista. Si un militar o policía te trataba mal y protestabas, terminabas en un calabozo, algo que la LUC de Lacalle II acaba de legitimar. Hace pocas semanas vimos cómo unos policías se llevaban detenida a una joven por filmar mientras pateaban a un indigente. La detención arbitraria ameritaría que los policías fueran dados de baja y el ministro destituido; pero estamos bajo un régimen herrerista.

La revisión propuesta por el general Fregossi parece honesta; pero la versión que pretende imponer el ministro de Defensa la transforma en restauración. Javier García, al invitar a los tupamaros a hacer su mea culpa, intenta imponer la teoría de los dos demonios: la dictadura vino porque los tupamaros tiraron la primera piedra; fue un problema generado por ambos bandos… y los blancos y colorados no tuvimos nada que ver.

Hay que ser muy imbécil para caer en una trampa tan burda. Los blancos y colorados (no todos) tuvieron mucho que ver. En primer lugar, porque la manera en que explotaban a su propio país fue el origen de todo. En segundo lugar, porque varias de sus figuras más emblemáticas colaboraron con la dictadura y, cuando retornó la democracia, aseguraron la impunidad de los violadores de derechos humanos con la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, dictada en 1986. Julio María Sanguinetti pagó así el apoyo de las Fuerzas Armadas a su candidatura presidencial, incluso, incumpliendo el artículo 4to. de dicha ley, que exigía el esclarecimiento de detenciones, desapariciones y secuestro de menores en operaciones militares o policiales.

El apoyo castrense se dividió entre el ya senil Jorge Pacheco Areco, con pocas posibilidades, y el verborragico Sanguinetti. En las escuelas militares y policiales se permitía entrar a voceros colorados para hacer campaña a favor de sus líderes y el civil más militar que ha conocido nuestro país, Pablo Millor, recorría cuarteles haciendo discursos no solo para militares, sino también para los policías que le llevaban en camiones, violando la Constitución. Por supuesto que el tema central era el comunismo. Millor no decía tres palabras sin mencionarlo. Antes de ser diputado y senador, formó parte del Consejo de Estado de la dictadura y usó toda su habilidad como orador para defenderla. En cuanto a su líder supremo, Jorge Pacheco Areco (presidente entre 1967 y 1972), fue embajador de la dictadura en España, Suiza y Estados Unidos).

 

Invitados con amnesia

La pregunta que le haría al ministro de Defensa es, si aparte de invitar al MLN-T para que reconozca sus errores, va a extender tan gentil invitación al Partido Colorado (y muy especialmente a Julio María Sanguinetti), a su propio partido (y muy especialmente al herrerismo, que detestaba a Wilson Ferreira Aldunate) y al órgano de prensa oficial de la dictadura, el diario El País.

Si ellos no participan, la discusión carece de sentido. Blancos y colorados han sido los que formaron ideológicamente a las Fuerzas Armadas. La doctrina de Seguridad Nacional no fue más que un embarazo no querido, una criatura monstruosa no reconocida por aquellos.

El diario El País (oficialista siempre que no gobierne la izquierda) celebraba cada una de las clausuras de Pacheco Areco a medios opositores, y es que, aunque el medio fuera blanco, apoyaba a aquel hombre de pocas luces, así como apoyó luego a la dictadura. En su editorial del 21 de julio de 1974, quedó grabada para la posteridad su complicidad con el régimen criminal: “El concepto de seguridad y de visión de lo ocurrido entre nosotros a lo largo de muchos años es lo que justifica, jurídica e históricamente, la participación que hoy tienen las Fuerzas Armadas en la vida nacional y sus nobles y elevados objetivos”.

Federico Fasano ha rescatado del olvido otras joyas editoriales de El País: “No compartimos la tendencia a sobreestimar las virtudes de la estricta institucionalidad democrática-republicana.” (11 de junio de 1976).

* “¿Cómo explicar a nuestros jóvenes el proceso que vivimos, la suspensión de algunos principios constitucionales y la decisión de construir una democracia superior a la que fue abatida por la sedición? ¿Cómo convencerlos que las Fuerzas Armadas no salieron a la calle para dar su cuartelazo sino como último recurso, reclamado por la ciudadanía sana del país para salvar la esencia misma de nuestro sistema?” (24 de junio de 1976). * “…abandonaron los cuarteles, no impulsados por bastardas ambiciones de poder, sino cediendo al imperativo de librar a la Nación de la inminente amenaza del caos y de la ruina”. 21 de agosto de 1979.

* “Se explica y justifica que el gobierno del general Videla no haya establecido fecha ni plazo para dar por terminada su misión. No se puede abandonar la tarea emprendida sin antes estar absolutamente seguro de que los profundos males que carcomen a la sociedad han sido radicalmente extirpados. De no actuar así se estaría ante un caso de irresponsabilidad histórica y de pusilanimidad personal. (…) La hora para el descanso no ha llegado todavía”. 27 de agosto de 1976.

* “En caso de que prospere en la Asamblea de la OEA la tendencia a juzgar la pureza, desde el punto de los Derechos Humanos, de los regímenes que más contribuyeron a la proscripción del totalitarismo marxista en América, se habrá consumado una de las mayores sinrazones en la historia de la organización, como instrumento de unidad y de promoción de la democracia en el Continente”. 23 de junio de 1978.

* “De ahí han surgido las versiones de que en el Uruguay soportamos una de las dictaduras más crueles y repugnantes de América Latina, burda especie a la que se procura dar patente de verdad en el exterior por medio de datos estadísticos ridículos sobre uruguayos asesinados, presos, torturados o forzados a abandonar el territorio nacional”. 27 de junio de 1978.

Uno de los directores de este diario integró el Consejo de Estado de la dictadura, con lo cual queda todo dicho; al margen de los créditos multimillonarios y prebendas con que el régimen retribuyó su complicidad.

Por esto y mucho más, lamento ser aguafiestas, pero no me trago esta pastilla. Los milicos seguirán pensando que tenían derecho a pasarles por arriba a sus compatriotas y blancos y colorados continuarán lavándose las manos.

No te creo, Javier. No te creo ni una palabra.

29
Nov
20

Danilo Astori y el camino desacertado de Uruguay …

COMIENZA MAGISTRAL CLASE de Danilo ASTORI

El freno de una visión equivocada

La visión que tiene el gobierno sobre el país y la política económica le impide encarar los problemas actuales operando simultáneamente sobre la oferta y la demanda

A lo largo de la historia, y en especial la contemporánea, el mundo ofrece abundante y rica experiencia acerca de los factores originarios de las dificultades macroeconómicas que han sufrido diferentes sociedades. Ello nos permite analizar el papel jugado por las variables de más alto nivel de agregación, esto es, la oferta y la demanda, prestando atención en particular a sus componentes, o sea el consumo interno, la inversión y las exportaciones en el caso de la demanda, y por otro lado la producción y las importaciones en el caso de la oferta.

Teniendo en cuenta la experiencia acumulada y la lectura que es preciso realizar antes de definir acciones políticas, Uruguay está viviendo problemas económicos muy serios que tienen su origen tanto en la oferta como en la demanda. Ambas han sumado sus efectos negativos que – además – están interconectados y se potencian entre sí.

Aunque creo que a esta altura no es necesaria la aclaración, que nadie piense que estoy olvidando el papel que juega la pandemia. No sólo no es así, sino que lo incluyo – para bien y para mal – como una de las influencias que se canalizan tanto a través de la oferta como de la demanda.

Si se comparte la afirmación precedente, entonces hay una sola conclusión posible: para mejorar los resultados macroeconómicos que hoy exhibe Uruguay es preciso encarar acciones políticas apuntando hacia la oferta y la demanda, considerando el papel de sus componentes y sus interrelaciones. El gobierno no está siguiendo este camino y no lo hace porque está encerrado en una concepción fiscal equivocada que lo lleva a incurrir en contradicciones insanables a la hora de elegir el blanco de su ataque y las armas a utilizar.

Pongamos algunos ejemplos. La política económica actual está jugada a que uno de los impulsores principales de la recuperación sea el consumo interno. Sin embargo, está llevando adelante un severo ajuste fiscal que resulta incompatible con un mejor comportamiento de ese importante generador de crecimiento y mejora de las condiciones de vida.

También encuentro inviable la apuesta a una inversión en la que el papel del sector público en materia de infraestructura es absolutamente crucial, porque es el propio gobierno el que se encarga de impedirlo con las relevantes limitaciones que ha impuesto al gasto público.

En materia de exportaciones, sólo hay discursos y viajes para comentar. No hay hasta ahora un solo paso que luzca importante y eficaz para mejorar la inserción comercial del país.

Si ingresamos al análisis por el lado de la oferta, lo que atrae prioritariamente nuestra atención es el muy débil esfuerzo que se está realizando para mejorar su calidad a través de la educación, la ciencia y la tecnología. Este mismo componente de la oferta nos brinda situaciones contrastantes al respecto, que habría que ayudar a superar con decisiones políticas que el gobierno no toma ni promueve.

Así, la asignación de recursos presupuestales con estos destinos es pobrísima. No obstante, en el propio escenario de la producción tenemos ejemplos relevantes que demuestran la potencialidad de algunos sectores para absorber medidas de apoyo y transformarlas en resultados positivos para el país. Me refiero a los llamados servicios globales, a su alto nivel de calidad y a su percepción de que enfrenta dificultades para mejorar la capacidad de su oferta de trabajo. Sabiendo que cuando la cantidad es un límite hay que recurrir a la calidad, el sector se está planteando reducir los umbrales de exigencia para incorporar personal y menciona incluso que el uso de un teléfono celular en condiciones determinadas previamente, pueda ser la base de la puesta en práctica de un camino de este tipo.

En suma, es la propia visión que tiene el gobierno sobre el país y la política económica la que le impide encarar los problemas actuales con una postura que involucre globalmente a la oferta y la demanda. Además, recorre su camino equivocado incurriendo en contradicciones, como las que existen entre la eliminación de gastos que resultan imprescindibles por un lado, y el incremento de cargos de confianza y retribuciones de jerarcas por otro.

Si una de las perspectivas posibles para analizar y definir un proceso de cambios tendiente a alcanzar niveles más altos de desarrollo económico y social es el mejoramiento de las capacidades física y humana, la verdad es que el análisis de la realidad indica que muy poco se ha avanzado en nuestro país desde que asumió el gobierno actual.

Reconozco que afirmar ahora que lo hecho en materia de capacidad humana es insuficiente, puede aparecer contradictorio con la postura y la acción oficial para enfrentar la pandemia, sobre las que hemos expresado una evaluación positiva en varias oportunidades. Al fin de cuentas, no puede negarse la estrecha vinculación entre esta conducta y lo que estamos llamando capacidad humana. En este escenario está nada menos que la vida en juego.

Es que cuando decimos que se avanzó poco en materia de capacidades humanas nos referimos a la calidad del mundo del trabajo y – en particular – a las oportunidades que tienen los ciudadanos para incrementar su acceso a más y mejores conocimientos y habilidades que les permitan defender mejor sus derechos y acceder a superiores condiciones de vida.

En cambio, cuando apoyamos la estrategia y la acción del gobierno en esta área estamos prestando toda nuestra atención – hoy más que nunca – a los valores de la responsabilidad y la solidaridad colectivas, único camino en las circunstancias vigentes hoy, para mantener el control de la lucha contra este mal visitante que llegó a Uruguay en marzo de este año.

Por eso nos sumamos con fuerza a la exhortación que encabeza la comunicación oficial sobre este tema. Estamos refiriéndonos a valores superiores que no tienen, ni tendrán jamás, color partidario. Son los que vemos y escuchamos cuando miramos hacia nuestro fuero interno y descubrimos su potente influencia. Es lo que los uruguayos tenemos que hacer hoy. Y allí, en nuestra alma, encontraremos los fundamentos de la conducta responsable y solidaria, así como el impulso necesario para sumarnos a ella.

27
Nov
20

uruguay gobernado por la derecha y milicos de cuartel …

La epidemia como fachada

 

escribe: Leandro Grille

En las últimas semanas se ha registrado un incremento notable del número de casos diarios de personas infectadas por coronavirus. Aunque la política oficial de invocar la “libertad responsable” y mantener el ajuste estructural en todos sus términos no parece en entredicho, es evidente que si se sostiene la tendencia creciente en número de brotes y número de contagios, en un plazo no demasiado largo la situación sanitaria puede complicarse, y complicarse mucho, lo que suscita preocupación en las autoridades y en el conjunto de la sociedad, y puede obligar al gobierno a replantearse definiciones y supuestos a los que ha rendido un excesivo e imprudente tributo.

 

En primer lugar, cabe preguntarse qué actitud asumirá el presidente si en el transcurso de diciembre, nuestro país se encuentra ya no en el entorno de cien, sino con cientos de casos diarios y una tasa de crecimiento de afectados que comience a delinear la temida curva exponencial. ¿Mantendrá entonces su culto a la exhortación? ¿Continuará echándole la culpa a la irresponsabilidad de la gente, de los jóvenes, o acaso abjurará de sus afirmaciones y dispondrá restricciones severas como las que se están ensayando en buena parte del mundo para frenar la segunda ola de la pandemia?

Pero más allá de este misterio sanitario que se dilucidará si tenemos la desgracia de que la tendencia actual se acentúe, es indispensable que el gobierno recapacite sobre el ajuste severo que viene implementando, porque lo menos que necesita un país en el medio de semejante emergencia de salud pública es la retirada del Estado, el desmantelamiento de políticas sociales, el achique fenomenal en los rubros del presupuesto y la caída generalizada de los ingresos. Como han hecho notar la Academia y los legisladores de la oposición, el gobierno uruguayo es el único gobierno conocido del mundo que se encuentra embarcado en un ajuste fiscal de esta naturaleza en este momento. El resto de los gobiernos, por el contrario, viene haciendo esfuerzos económicos sustantivos para ayudar a la sobrevida de las empresas, mantener en lo posible la capacidad de consumo de la gente y evitar un desmoronamiento todavía más brutal de los indicadores económicos y sociales. El gobierno uruguayo, por el contrario, decidió perseverar en la hoja de ruta neoliberal que se había trazado desde la campaña electoral no solo ignorando el advenimiento del cataclismo de una pandemia, sino que, peor aun, aprovechándola como fachada publicitaria y como factor de distracción para implementar su programa económico de redistribución regresiva y ajuste del Estado a mayor velocidad y con menor oposición.

Ahora bien, ingresando en el terreno de la conjetura: qué ocurrirá si la situación sanitaria obliga en las próximas semanas o meses a la adopción de medidas restrictivas e, incluso, a la necesidad de recomendar un nuevo confinamiento masivo de la población. La interrogante no es menor porque la sociedad no soportaría otra vez una disminución dramática de la movilidad social si el gobierno no está dispuesto, como no lo estuvo antes, a implementar algún tipo de renta básica que atienda la situación de los cientos de miles de uruguayos y uruguayas que viven al día y que ya con lo que ha pasado a lo largo del año han caído decididamente en la pobreza y han debido recurrir a ollas populares para poder comer. Sería verdaderamente criminal.

Nadie le puede exigir a un gobierno que renuncie a sus ideas o a sus propuestas de cambio, ni siquiera en el marco de una situación extraordinaria. Al fin y al cabo, el pensamiento y la ideología no se suspenden por las inclemencias de la naturaleza. Pero sí es completamente exigible que iniciativas que, a priori, ya se sabe que provocarán una intensa polémica, que distan de cualquier clase de consenso y que no tienen ni un punto de contacto con la emergencia sobrevenida, se estudien, se discutan en un contexto más amigable para el debate democrático. La decisión del gobierno de enviar una Ley de Urgente Consideración de más de 500 artículos, ninguno de los cuales mencionaba la pandemia y sus consecuencias económicas, sanitarias y sociales, cuando la sociedad estaba en cuarentena ante los primeros casos de coronavirus, fue un agravio a la democracia. Promover una reducción del salario real de los trabajadores públicos en este año no solo ha sido una increíble demostración de fanatismo e insensibilidad, también ha sido un agravio a la democracia. Intentar avanzar sobre las empresas públicas, limitando el monopolio de Ancap o ahora afectando el patrimonio de Antel mediante una ley de medios escrita por los dueños de los canales siempre es una política equivocada, pero hacerlo a la vez que se agrava la situación sanitaria, que se deteriora la calidad de vida de la gente y que está fuertemente desaconsejada cualquier aglomeración, es indignante y es, en mi opinión, antidemocrático. En los próximos tiempos, cuando el movimiento social comience a juntar las firmas para derogar la LUC o se proponga manifestaciones para expresar su rechazo a la política de ajuste, privatización y empobrecimiento, este gobierno no va a dudar en oponer a las causas de los opositores las medidas sanitarias. Si la gente se moviliza, el gobierno va a acusar a la gente de promover la epidemia. Si la gente junta firmas, el gobierno le va a tirar arriba cada uno de los muertos por el coronavirus. Los medios acompañarán ese relato de un gobierno que solo proyecta dos escenarios: una epidemia controlada por sus “méritos” de gestión o una epidemia desatada por culpa de la izquierda, el sindicalismo, los jóvenes en las plazas y la suma de irresponsabilidades de la sociedad que no los vota en los departamentos que no gobiernan.

26
Nov
20

Maradona …

El significado de astro para Argentina y el mundo del fútbol

Maradona no está en la Historia, hizo la Historia

 
 
 
Maradona y la Copa del Mundo, su mayor logro como futbolista.
Maradona y la Copa del Mundo, su mayor logro como futbolista. 

No está en la Historia, hizo la Historia. La escribió con una pelota de fútbol adherida a su pie izquierdo. Y cada trazo estremeció de felicidad a un país como la Argentina que vivió por él y con él, acaso las más grandes emociones populares del último medio siglo. En un país de grandes desventuras colectivas, que ha soportado una dictadura sanguinaria, una guerra perdida, hiperinflaciones y crisis económicas recurrentes, entre otros tantos infortunios, Diego Armando Maradona derramó felicidad sobre millones de argentinos. Pocas imagenes entregan una postal tan fuerte de argentinidad como la de Diego alzando la Copa en el Mundial de 1986. Pocas representan tanto lo que quisimos ser.

 

Símbolo potente de la argentinidad, sin embargo, Diego también ha sido universal. Una de las celebridades más famosas de todos los tiempos. Y por eso las repercusiones de su deceso han pegado tanto en el mundo. La noticia trepada a los portales informativos más importantes, las imagenes del dolor sincero que reina en las calles de Nápoles, las declaraciones de líderes politicos mundiales y deportistas que compitieron con él y en contra de él, revelan que ha partido un ícono, una personalidad impar, alguien que trascendido su propia condición de futbolista. Y que ha dejado un vacío que tal vez nadie pueda cubrir. Porque Maradona fue único. En todo lo querible y odiable que como ser humano pudo tener.

 

Mucho antes de que la noticia de su muerte estremeciera al mundo, Diego había logrado en vida, lo que Carlos Gardel, Eva Perón y Ernesto “Che” Guevara consiguieron sólo después de dejar este mundo: ser un mito argentino. Pero el precio que pagó por ello y por ser el más grande futbolista argentino de todos los tiempos y acaso de la historia mundial, fue el más elevado de todos: no poder vivir su propia existencia. O vivir muchas en una sola. O encerrar muchas personas dentro de su propio cuerpo. Quedó dicho ya que Diego fue muy feliz y nos hizo muy felices a todos. Pero también fue muy infeliz y nos hizo muy infelices. Pero nunca tanto como en estas horas amargas en el que las lágrimas de millones de habitantes de este suelo futbolero como pocos, empapan la bandera celeste y blanca que Diego defendió como pocos o como ninguno dentro de las canchas del mundo. Con el número 10 en la espalda y el brazalete de capitán eterno. Y la pelota adherida a su zurda inmortal.

Parece un exceso patriotero y puede que lo sea. Pero como muy pocos, en todo lo bueno y en todo lo malo que tuvo el ajetreo de su vida impar, Diego representa lo mejor y lo peor de ciertas esencias nacionales, potenciado por una fama que lo asfixió desde que en 1976 y con menos de 15 años debutó en la primera de Argentinos Juniors. Dijo de él Eduardo Galeano. “Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable. Pero los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero» escribió alguna vez el célebre escritor y periodista uruguayo, amante del gran fútbol que Diego escenificó como muy pocos. O como nadie.

Tal vez esté de más, repasar los hitos de su vida única e irrepetible. Porque la vida de Diego la vivimos todos. Primero en blanco y negro y despues, en colores. Sus éxitos y sus derrotas en el deporte y en la vida, sus grandezas y sus miserias, sus crisis y sus resurrecciones, sus peleas y sus reconciliaciones también fueron un poco nuestras. Diego vivió a la vista del mundo como si las paredes de sus hogares fueran de material transparente. Y llegaron a hacer volar drones por encima de su casa, cuando hace pocos días lo llevaron al barrio privado de Tigre donde dio su último suspiro. Seguramente recordaremos con el tiempo, donde estábamos o que estábamos haciendo en el preciso instante en el que se conoció su muerte.

“Yo era un pibe de Fiorito que jugaba más o menos bien a la pelota. Un día me pegaron un voleo en el traste, me mandaron a la cima del mundo y ahí me dejaron sólo” dijo Diego alguna vez cuando le preguntaron cómo había sido su vida. En el viaje le pasó todo lo bueno y todo lo malo. Tuvo en sus manos la Copa del Mundo en México ’86 y estuvo tres veces al borde de la muerte antes de este desenlace. Conoció el poder del dinero y el de la droga. El sol a pleno de los estadios repletos que vivaban su nombre y la noche oscura del vicio y el pecado. Las mansiones más caras y las frías camas de los hospitales y los neuropsiquiátricos. Los elogios más encendidos de los periodistas y la letra escueta de los partes médicos.

 

Maradona hizo esperar en una audiencia en pleno Vaticano al papa Juan Pablo II y pasó horas extasiado en La Habana conversando con su adorado Fidel Castro, que también murió un 26 de noviembre pero de hace 4 años. Trató con reyes, presidentes, dictadores, empresarios, narcos y capomafias. Se casó con su novia Claudia Villafañe en una ceremonia principesca en el Luna Park y luego la traicionó de todas las maneras posibles. Negó hijos y después los reconoció. Formó familias y las deshizo. Su increíble magnetismo personal, todo lo que él sólo provocaba con entrar a un estudio de televisión, al despacho de un ejecutivo, a un vestuario o a una cancha, lo salvó muchas veces. También lo condenó. Lo hizo sentir impune, más allá de todo. Hasta el último momento, sólo una ley acató Maradona: la de sus propios deseos. Lo mejor de lo bueno y lo peor de lo malo convivieron dentro de él. Y muchas veces, su familia y sus mejores amigos fueron víctimas de esa pelea que dió hasta su último aliento.

 Quedarse con el futbolista genial, único e irrepetible, con el autor de dos de los goles más celebres de la historia, marcados a Inglaterra en el mismo partido del Mundial de México ’86 y con diferencia de diez minutos, con el manipulador de las más grandes emociones populares que la Argentina haya vivido en los últimos 50 años, es hacer un recorte mezquino. Maradona ha logrado ser más grande que el fútbol mismo. Para el escritor mexicano Juan Villoro es “la figura más fabulosa que ha producido el fútbol dentro y fuera de la cancha”. Por eso dolió tanto verlo tambaleante y balbuceante, el día de su 60º cumpleaños, cuando incomprensiblemente fue llevado a la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata para recibir un homenaje a puertas cerradas que terminó siendo una cruel despedida. Quisieron extraerle la última tajada, sacarle el último beneficio a él, que lo había dado todo y acaso ya no tenía más nada para dar.

Cuesta (y costará mucho) escribirlo, decirlo y asumirlo. Pero lo que ha partido de Diego Maradona es su cuerpo y su alma, extinguidos de tanto vivir a su manera. El jugador fenomenal e irrepetible, el capitán de la selección argentina campeona del mundo en México ’86, el mito y la leyenda, el orgullo del pueblo argentino son inmortales. Viven y vivirán en cada imagen suya con la pelota en la zurda, gritando la magia de sus goles y sus jugadas, levantando la Copa del Mundo, Mejorándonos una vida que él ayudó mucho para hacerla más feliz. Aunque haya dejado su propia vida en el intento.

26
Nov
20

la derecha uruguaya

@mateamargouy

Estos días la agenda mediática le dedicó varias horas a cubrir al Ministerio del Interior, no por las preocupantes cifras de homicidios que dejó octubre sino por la polémica destitución del Jefe de Policía de Montevideo, Erode Ruíz.

El hecho conocido, la prensa realizando notas sobre el vínculo y hasta la existencia de un teléfono rojo entre Ruiz y un alto jerarca del gobierno anterior, desataron el enojo y una fuerte discusión entre el ahora ex Jefe de Policía y el actual Ministro Jorge Larrañaga. El ministro veía cuestionado su mando e incluso de forma pública, no le dejaba mayores opciones.

La situación despertó sorpresa en propios y ajenos y desató una fuerte crítica por parte de la oposición señalando que así se dividía al país, con estos gestos y señales.

Desde otra óptica, parece pertinente también entender que esta situación comienza junto con la administración de Lacalle. Larrañaga compitió para ser presidente y quedó muy lejos y atrás, su vida política persistió con varias deserciones en sus filas, pero con un gran salvavidas que fue el plebiscito por una reforma constitucional “por mayor seguridad”. Alcanzó las firmas, pero no los votos, el herrerismo no acompañó la campaña y aún así, salvó con un resultado ajustado la derrota y sobre todo su vida política.

Ese vínculo con la seguridad le valió arrebatarle el Ministerio al herrerismo de los Lacalle, de gran incidencia en la estructura policial. El Presidente aceptó darle la investidura de Ministro, pero no así, la designación de las estructuras intermedias y los Jefes departamentales, en muchos casos primó el candidato herrerista como lo fue en el caso del Jefe de Policía.

El herrerismo no sólo restituyó a varios de su vieja guardia, pasada a retiro “obligado” o simplemente por edad en los gobiernos pasados, sino que también montó una estructura de Inteligencia en la órbita de Presidencia con Alvaro Garcé como coordinador, aunque con características de “superministro”, con potestades ampliadas en la ley de urgente consideración. Es de suponer que Garcé estuvo implicado en las designaciones de principio de año en el ministerio.

Estas conjeturas, no dejan de ser sólo eso, pero pueden explicar la filtración de una conversación entre el presidente y Ruiz después de ser destituido donde le dijo “La confianza que mi familia tiene en usted seguirá estando”. En la década del 90’, Ruiz fue el encargado de llevar a los militantes vascos detenidos en Uruguay al aeropuerto para entregárselos al gobierno del Estado Español, en una tarea encomendada directamente por el aquel entonces presidente Lacalle Herrera. Cabe preguntarse ¿Tendrá esta conversación filtrada un componente de futuro?

La interna Policial a la cual Larrañaga le prometió un enorme respaldo ve en la destitución del Jefe de Policía de Montevideo más una afrenta a su “cuota” de poder que un espaldarazo. Tras la destitución de Erode Ruiz aparece la intervención de ahora en más de los discursos y agendas por parte del Director de la Policía Nacional. Erode es destituido por el gobierno que él apoya, la causa es mantener una reunión con un integrante de la oposición y del anterior gobierno, jamás fue sancionado ni amonestado por mantener reuniones con el nuevamente electo intendente de Maldonado, Antía.

Sea lo que sea, Larrañaga tiene más frentes abiertos que seguridades. Viene cultivando más adversarios dentro de la policía que los que ha cosechado dentro del Partido Nacional.

Mientras trata de polemizar con el Frente Amplio y colocar en la opinión pública una confrontación con gestiones anteriores que vayan maquillando la percepción de la inseguridad, también tiene la disputa a la interna de su cartera. Todos estos problemas sin nombrar al otro actor de la coalición que al igual que Larrañaga perdió las negociaciones de los cargos intermedios, Cabildo Abierto. Manini buscó minar de coroneles retirados las dependencias departamentales del Ministerio del Interior con poco éxito y no está dispuesto a ceder en esa negociación latente. Estas debilidades públicas le vuelven abrir la puerta a más de uno, tanto los barullos internos como la sensación térmica; y es que ya pasaron los meses donde se paró el país y el mundo, la seguridad vuelve a ser uno de los principales problemas de la ciudadanía. Si Manini lograra sus aspiraciones Larrañaga será recordado dentro del Ministerio del Interior como el Ministro que entregó la policía a los militares.

25
Nov
20

falsos héroes …

EE.UU. no derrotó al fascismo en la Segunda Guerra Mundial, lo internacionalizó discretamente

 

 

 

 

«Estados Unidos se ha establecido como el enemigo mortal de todos los gobiernos del pueblo, de toda movilización científico-socialista de la conciencia en el mundo, de toda actividad antiimperialista en la Tierra.» – George Jackson

Uno de los mitos fundacionales del mundo contemporáneo de Europa Occidental y Estados Unidos es que el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial por las democracias liberales, y particularmente por los Estados Unidos. Con los subsiguientes juicios de Nuremberg y la paciente construcción de un orden mundial liberal, se erigió un baluarte, a trompicones y con la constante amenaza de regresión, contra el fascismo y su gemelo malvado en Oriente. Las industrias culturales estadounidenses han ensayado este relato hasta la saciedad, convirtiéndolo en un Kool-Aid ideológico empalagoso y canalizándolo en cada hogar, choza y esquina de la calle con un televisor o teléfono inteligente, yuxtaponiendo incansablemente el mal supremo del nazismo con la libertad y la prosperidad de la democracia liberal.

Sin embargo, el registro material sugiere que este relato se basa en realidad en un antagonismo falso y que es necesario un cambio de paradigma para comprender la historia del liberalismo y el fascismo realmente existentes. Este último, como veremos, lejos de ser erradicado al final de la Segunda Guerra Mundial, fue realmente reutilizado, o más bien redistribuido, para cumplir su función histórica principal: destruir el comunismo ateo y su amenaza para la misión civilizadora capitalista. Dado que los proyectos coloniales de Hitler y Mussolini se habían vuelto tan descarados y erráticos, ya que pasaron de seguir más o menos las reglas del juego liberales a romperlas abiertamente y luego volverse loco, se entendió que la mejor manera de construir la internacional fascista era hacerlo bajo una cobertura liberal, es decir, mediante operaciones clandestinas que mantuvieran una fachada liberal. Si bien esto probablemente suena como una hipérbole para aquellos cuya comprensión de la historia ha sido formateada por la ciencia social burguesa, que se centra casi exclusivamente en el gobierno visible y la cobertura liberal antes mencionada, la historia del gobierno invisible del aparato de seguridad nacional sugiere que el fascismo, lejos de haber sido derrotado en la Segunda Guerra Mundial, fue internacionalizado con éxito.

Los arquitectos de la internacional fascista

Cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, el futuro jefe de la CIA, Allen Dulles, lamentó que su país estuviera luchando contra el enemigo equivocado. Los nazis, como explicó, eran cristianos arios procapitalistas, mientras que el verdadero enemigo era el comunismo ateo y su rotundo anticapitalismo. Después de todo, Estados Unidos había formado parte, sólo unos 20 años antes, de una intervención militar masiva en la U.R.S.S., cuando catorce países capitalistas buscaban, en palabras de Winston Churchill, «estrangular al bebé bolchevique en su cuna». Dulles comprendió, como muchos de sus colegas en el gobierno de Estados Unidos, que lo que más tarde se conocería como la Guerra Fría era en realidad la vieja guerra, como Michael Parenti ha argumentado de manera convincente: la que habían estado luchando contra el comunismo desde sus inicios.

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el general Karl Wolff, exmano derecha de Himmler, fue a ver a Allen Dulles en Zurich, donde trabajaba para la Oficina de Servicios Estratégicos, la organización predecesora de la CIA. Wolff sabía que la guerra estaba perdida y quería evitar ser llevado ante la justicia. Dulles, por su parte, quería que los nazis en Italia bajo el mando de Wolff depusieran las armas contra los aliados y ayudaran a los estadounidenses en su lucha contra el comunismo. Wolff, quien fue el oficial de las SS de mayor rango que sobrevivió la guerra, le ofreció a Dulles la promesa de desarrollar, con su equipo nazi, una red de inteligencia contra Stalin. Se acordó que el general que había desempeñado un papel central en la supervisión de la máquina genocida de los nazis y que expresó su «alegría especial» cuando consiguió trenes de carga para enviar a 5.000 judíos al día a Treblinka, estaría protegido por el futuro director de la CIA, que lo ayudó a evitar los juicios de Nuremberg.

Wolff estaba muy lejos de ser el único alto funcionario nazi protegido y rehabilitado por la OSS-CIA. El caso de Reinhard Gehlen es particularmente revelador. Este general del Tercer Reich había estado a cargo de Fremde Heere Ost, el servicio de inteligencia nazi dirigido contra los soviéticos. Después de la guerra, fue reclutado por la OSS-CIA y se reunió con todos los principales arquitectos del Estado de Seguridad Nacional de la posguerra: Allen Dulles, William Donovan, Frank Wisner, el presidente Truman. Luego fue designado para encabezar el primer servicio de inteligencia alemán después de la guerra, y procedió a emplear a muchos de sus colaboradores nazis. La Organización Gehlen, como se la conocía, se convertiría en el núcleo del servicio de inteligencia alemán. No está claro cuántos criminales de guerra contrató este nazi condecorado, pero Eric Lichtblau estima que unos cuatro mil agentes nazis se integraron en la red supervisada por la agencia de espionaje estadounidense. 

Con una financiación anual de medio millón de dólares de la CIA en los primeros años después de la guerra, Gehlen y sus hombres fuertes pudieron actuar con impunidad. Yvonnick Denoël explicó este cambio con notable claridad: “Es difícil entender que, ya en 1945, el ejército y los servicios de inteligencia estadounidenses reclutaron sin escrúpulos a excriminales nazis. Sin embargo, la ecuación era muy simple en ese momento: Estados Unidos acababa de derrotar a los nazis con la ayuda de los soviéticos. De ahora en adelante planearon derrotar a los soviéticos con la ayuda de los exnazis».

La situación fue similar en Italia porque el acuerdo de Dulles con Wolff era parte de una empresa más grande, llamada Operación Amanecer, que movilizó a nazis y fascistas para poner fin a la Segunda Guerra Mundial en Italia (y comenzar la Tercera Guerra Mundial en todo el mundo). Dulles trabajó mano a mano con el futuro director de contrainteligencia de la Agencia, James Angleton, que entonces estaba destinado por la OSS en Italia. Estos dos hombres, que se convertirían en dos de los actores políticos más poderosos del siglo XX, demostraron de lo que eran capaces en esta estrecha colaboración entre los servicios de inteligencia estadounidenses, los nazis y los fascistas.

Angleton, por su parte, reclutó fascistas para poner fin a la guerra en Italia con el fin de minimizar el poder de los comunistas. Valerio Borghese fue uno de sus contactos clave porque este fascista de línea dura en el régimen de Mussolini estaba listo para servir a los estadounidenses en la lucha anticomunista, y se convirtió en una de las figuras internacionales del fascismo de posguerra. Angleton lo había salvado directamente de las manos de los comunistas, y el hombre conocido como el Príncipe Negro tuvo la oportunidad de continuar la guerra contra la izquierda radical bajo un nuevo jefe: la CIA.

Una vez que terminó la guerra, los altos funcionarios de inteligencia de EE. UU., incluidos Dulles, Wisner y Carmel Offie, «trabajaron para garantizar que la desnazificación solo tuviera un alcance limitado», según Frédéric Charpier: «Generales, altos funcionarios, policías, industriales, abogados, economistas, diplomáticos, académicos y verdaderos criminales de guerra se salvaron y volvieron a ocupar sus puestos «. El hombre a cargo del Plan Marshall en Alemania, por ejemplo, fue un exasesor de Hermann Göring, el comandante en jefe de la Luftwaffe (fuerza aérea). Dulles redactó una lista de altos funcionarios del estado nazi para protegerlos y hacerlos pasar por oponentes de Hitler. La OSS-CIA procedió a reconstruir los estados administrativos en Alemania e Italia con sus aliados anticomunistas.

Eric Lichtblau estima que más de 10.000 nazis pudieron emigrar a los Estados Unidos en el período de posguerra (al menos 700 miembros oficiales del partido nazi habían podido ingresar a los Estados Unidos en la década de 1930, mientras que los refugiados judíos eran rechazados) . Además de unos pocos cientos de espías alemanes y miles de miembros del personal de las SS, la Operación Paperclip, que comenzó en mayo de 1945, trajo al menos a 1.600 científicos nazis a Estados Unidos con sus familias. Esta empresa tenía como objetivo recuperar las grandes mentes de la máquina de guerra nazi y poner sus investigaciones sobre cohetes, aviación, armas biológicas y químicas, etc., al servicio del imperio estadounidense. La Agencia de Objetivos Conjuntos de Inteligencia se creó específicamente para reclutar nazis y encontrarles puestos en los centros de investigación, el gobierno, el ejército, los servicios de inteligencia o las universidades (participaron al menos 14 universidades, incluidas Cornell, Yale y MIT).

Aunque el programa excluía oficialmente a los ardientes nazis, al menos al principio, de hecho permitió la inmigración de químicos de IG Farben (que había suministrado los gases mortales utilizados en los exterminios masivos), científicos que habían utilizado esclavos en campos de concentración para hacer armas y médicos que habían participado en horribles experimentos con judíos, romaníes, comunistas, homosexuales y otros prisioneros de guerra. Estos científicos, que fueron descritos por un funcionario del Departamento de Estado opuesto a Paperclip como «los ángeles de la muerte de Hitler», fueron recibidos con los brazos abiertos en la tierra de los libres. Se les ofreció un alojamiento confortable, un laboratorio con asistentes y la promesa de ciudadanía si su trabajo daba frutos. Continuaron llevando a cabo investigaciones que se han utilizado en la fabricación de misiles balísticos, bombas de racimo de gas sarín y el armamento de la peste bubónica.

La CIA también colaboró con el MI6 para establecer ejércitos anticomunistas secretos en todos los países de Europa occidental. Con el pretexto de una posible invasión del Ejército Rojo, la idea era entrenar y equipar redes de soldados ilegales que se quedarían atrás, que permanecerían detrás de las líneas enemigas si los rusos se movían hacia el oeste. Serían así activados en el territorio recién ocupado y encargados de misiones de exfiltración, espionaje, sabotaje, propaganda, subversión y combate. Las dos agencias trabajaron con la OTAN y los servicios de inteligencia de muchos países de Europa Occidental para construir esta vasta organización sub-rosa, establecer numerosos depósitos de armas y municiones y equipar a sus soldados de las sombras con todo lo que necesitaban. Para ello, reclutaron nazis, fascistas, colaboracionistas y otros miembros anticomunistas de la extrema derecha. Los números varían según el país, pero se estiman entre unas pocas docenas y varios cientos, o incluso algunos miles, por país. Según un informe del programa de televisión Retour aux sources, había 50 unidades de red en espera en Noruega, 150 en Alemania, más de 600 en Italia y 3.000 en Francia.

Estos militantes entrenados luego serían movilizados para cometer o coordinar ataques terroristas contra la población civil, que luego fueron atribuidos a los comunistas para justificar las represiones de «ley y orden». Según las cifras oficiales en Italia, donde esta estrategia de tensión fue particularmente intensa, se produjeron 14.591 actos de violencia por motivos políticos entre 1969 y 1987, que mataron a 491 personas e hirieron a 1.181. Vincenzo Vinciguerra, miembro del grupo de extrema derecha Ordine Nuovo y autor del atentado cerca de Peteano en 1972, explicó que los fascistas “Avanguardia Nazionale, como Ordine Nuovo, estaban siendo movilizados en la batalla como parte de una estrategia anticomunista originados no con organizaciones desviadas de las instituciones de poder, sino del propio Estado, y específicamente dentro del ámbito de las relaciones del Estado dentro de la Alianza Atlántica”. Una comisión parlamentaria italiana que llevó a cabo una investigación de los ejércitos que se quedaron atrás en Italia, llegó a la siguiente conclusión en 2000: “Esas masacres, esas bombas, esas acciones militares habían sido organizadas o promovidas o apoyadas por hombres dentro de las instituciones estatales italianas y, como ha sido descubierto más recientemente, por hombres vinculados a las estructuras de la inteligencia de los Estados Unidos.»

El Estado de Seguridad Nacional de EE. UU. También participó en la supervisión de las líneas de tráfico que exfiltraron a los fascistas de Europa y les permitieron reasentarse en lugares seguros en todo el mundo, a cambio de hacer el trabajo sucio. El caso de Klaus Barbie es uno entre miles, pero dice mucho sobre el funcionamiento interno de este proceso. Conocido en Francia como «el carnicero de Lyon», fue jefe de la oficina de la Gestapo allí durante dos años, incluido el momento en que Himmler dio la orden de deportar al menos a 22.000 judíos de Francia. Este especialista en ‘tácticas mejoradas de interrogatorio’, conocido por torturar hasta la muerte al coordinador de la Resistencia francesa, Jean Moulin, organizó la primera redada de la Unión General de Judíos en Francia en febrero de 1943 y la masacre de 41 niños judíos refugiados en Izieu Abril de 1944. Antes de llegar a Lyon, había dirigido salvajes escuadrones de la muerte, que habían matado a más de un millón de personas en el frente oriental, según Alexander Cockburn y Jeffrey St. Clair. Pero después de la guerra, el hombre a quien estos mismos autores describen como el tercero en la lista de criminales de las SS más buscados estaba trabajando para el Cuerpo de Contrainteligencia (CIC) del Ejército de los Estados Unidos. Fue contratado para ayudar a construir los ejércitos de permanencia reclutando a otros nazis y para espiar a los servicios de inteligencia franceses en las regiones controladas por Francia y Estados Unidos en Alemania.

Cuando Francia se enteró de lo que estaba sucediendo y exigió la extradición de Barbie, John McCloy, el Alto Comisionado de los Estados Unidos en Alemania, se negó alegando que las acusaciones se basaban en rumores. Sin embargo, al final resultó demasiado caro, simbólicamente, mantener una carnicería como Barbie en Europa, por lo que fue enviado a América Latina en 1951, donde pudo continuar su ilustre carrera. Instalado en Bolivia, trabajó para las fuerzas de seguridad de la dictadura militar del general René Barrientos y para el Ministerio del Interior y el ala contrainsurgente del Ejército boliviano bajo la dictadura de Hugo Banzer, antes de participar activamente en el Golpe de la Cocaína en 1980 y se convirtió en director de las fuerzas de seguridad bajo el mando del general Meza. A lo largo de su carrera mantuvo estrechas relaciones con sus salvadores en el Estado de Seguridad Nacional de Estados Unidos, desempeñando un papel central en la Operación Cóndor, el proyecto de contrainsurgencia que aglutinó dictaduras latinoamericanas, con el apoyo de Estados Unidos, para aplastar violentamente a cualquier país. intento de levantamientos igualitarios desde abajo. También ayudó a desarrollar el imperio de la droga en Bolivia, incluida la organización de bandas de narco-mercenarios a quienes llamó «Los novios de la muerte», y cuyos uniformes se parecían a los de las SS. Viajó libremente en las décadas de 1960 y 1970, visitó los Estados Unidos al menos siete veces, y lo más probable es que participó en la persecución organizada por la Agencia para matar a Ernesto “Che” Guevara.

El mismo patrón básico de integración de los fascistas en la guerra global contra el comunismo es fácilmente identificable en Japón, cuyo sistema de gobierno antes y durante la guerra ha sido descrito por Herbert P. Bix como «fascismo del sistema emperador». Tessa Morris-Suzuki ha demostrado de manera convincente la continuidad de los servicios de inteligencia al detallar cómo el Estado de Seguridad Nacional de EE.UU. supervisó y administró la organización KATO. Esta red de inteligencia privada, muy parecida a la organización Gehlen, estaba repleta de exmiembros destacados de los servicios militares y de inteligencia, incluido el Jefe de Inteligencia del Ejército Imperial (Arisue Seizō), quien compartía con su manejador estadounidense (Charles Willoughby) una profunda admiración para Mussolini. Las fuerzas de ocupación estadounidenses también cultivaron estrechas relaciones con altos funcionarios de la comunidad de inteligencia civil japonesa durante la guerra (sobre todo Ogata Taketora). Esta notable continuidad entre el Japón de la preguerra y la posguerra ha llevado a Morris-Suzuki y otros académicos a mapear la historia japonesa en términos de un régimen de transguerra, es decir, uno que continuó desde antes hasta después de la guerra. Este concepto también nos permite dar sentido a lo que estaba sucediendo en la superficie en el ámbito del gobierno visible. En aras de la concisión, baste citar el caso notable del hombre conocido como el «Diablo de Shōwa» por su brutal gobierno de Manchukuo (la colonia japonesa en el noreste de China): Nobusuke Kishi. Gran admirador de la Alemania nazi, Kishi fue nombrado Ministro de Municiones por el primer ministro Hideki Tojo en 1941, con el fin de preparar a Japón para una guerra total contra Estados Unidos, y fue él quien firmó la declaración oficial de guerra contra Estados Unidos. Después de cumplir una breve pena de prisión como criminal de guerra en la era de la posguerra, fue rehabilitado por la CIA, junto con su compañero de celda, el capo del crimen organizado Yoshio Kodama. Kishi, con el apoyo y el generoso respaldo financiero de sus manejadores, asumió el control del Partido Liberal, lo convirtió en un club de derecha de ex líderes del Japón imperial y ascendió para convertirse en Primer Ministro. «El dinero [de la CIA] fluyó durante al menos quince años, bajo cuatro presidentes estadounidenses», escribe Tim Wiener, «y ayudó a consolidar el gobierno de partido único en Japón durante el resto de la guerra fría.»

Los servicios de seguridad nacional de EE. UU. También han establecido una red educativa global para capacitar a combatientes procapitalistas, a veces bajo el liderazgo de nazis y fascistas experimentados, en las técnicas probadas y verdaderas de represión, tortura y desestabilización, así como propaganda y guerra psicológica. . La famosa Escuela de las Américas se estableció en 1946 con el objetivo explícito de entrenar a una nueva generación de guerreros anticomunistas en todo el mundo. Según algunos, esta escuela tiene la distinción de haber educado al mayor número de dictadores en la historia mundial. Cualquiera que sea el caso, es parte de una red institucional mucho más grande. Vale la pena mencionar, por ejemplo, las contribuciones educativas del Programa de Seguridad Pública: “Durante unos veinticinco años”, escribe el exoficial de la CIA John Stockwell, “la CIA, […] entrenó y organizó a policías y paramilitares de todo el mundo en técnicas de control de población, represión y tortura. Se establecieron escuelas en los Estados Unidos, Panamá y Asia, de las cuales se graduaron decenas de miles. En algunos casos, se utilizó como instructores a ex oficiales nazis del Tercer Reich de Hitler.»

El fascismo se globaliza bajo la cobertura liberal

El imperio estadounidense ha jugado así un papel central en la construcción de una internacional fascista al proteger a los militantes de derecha y alistarlos en la Tercera Guerra Mundial contra el ‘comunismo’, una etiqueta elástica extendida a cualquier orientación política que entrara en conflicto con los intereses. de la clase dominante capitalista. Esta expansión internacional de los modos de gobierno fascistas ha llevado a la proliferación de campos de concentración, campañas terroristas y de tortura, guerras sucias, regímenes dictatoriales, grupos de autodefensa y redes del crimen organizado en todo el mundo. Los ejemplos podrían enumerarse ad nauseum, pero los reduciré en interés del espacio y simplemente invocaré el testimonio de Victor Marchetti, quien fue un alto funcionario de la CIA de 1955 a 1969: “Estábamos apoyando a cada dictador a medias , oligarquía que existía en el Tercer Mundo, siempre y cuando prometieran mantener de alguna manera el statu quo, lo que por supuesto sería beneficioso para los intereses geopolíticos, intereses militares, intereses de las grandes empresas y otros intereses especiales de Estados Unidos.”

El historial de la política exterior de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial es probablemente la mejor medida de su contribución única a la internacionalización del fascismo. Bajo la bandera de la democracia y la libertad, según William Blum, Estados Unidos:

   +       Se esforzó por derrocar a más de 50 gobiernos extranjeros.
   +        Interfirió gravemente en elecciones democráticas en al menos 30 países.
   +       Intentó asesinar a más de 50 líderes extranjeros.
   +        Arrojó bombas sobre la gente de más de 30 países.
   +        Intentó reprimir un movimiento populista o nacionalista en 20 países.

La Asociación para la Disidencia Responsable, compuesta por 14 exoficiales de la CIA, calculó que su agencia fue responsable de matar a un mínimo de 6 millones de personas en 3.000 operaciones mayores y 10.000 operaciones menores entre 1947 y 1987. Estos son asesinatos directos, por lo que las cifras no dan cuenta de las muertes prematuras bajo el sistema mundial capitalista respaldado por los fascistas debido al encarcelamiento masivo, la tortura, la desnutrición, la falta de agua potable, la explotación, la opresión, la degradación social, las enfermedades ecológicas o curables (en 2017, según la ONU, 6,3 millones de niños y jóvenes adolescentes fallecieron por causas evitables vinculadas a las desigualdades socioeconómicas y ecológicas del Capitaloceno, lo que equivale a la muerte de un niño cada 5 segundos).

Para establecerse como la hegemonía militar global y el perro guardián internacional del capitalismo, el gobierno de los Estados Unidos y el Estado de Seguridad Nacional han contado con la ayuda de un número significativo de nazis y fascistas que integró en su red global de represión, incluidos los 1.600 nazis traídos al país. Estados Unidos a través de la Operación Paperclip, los 4.000 aproximadamente integrados en la organización Gehlen, las decenas o incluso cientos de miles que se reintegraron a los regímenes de ‘posguerra’, o más bien de transguerra, en los países fascistas, el gran número a los que se les dio paso El patio trasero del Imperio, América Latina y otros lugares, así como los miles o decenas de miles integrados en los ejércitos secretos de la OTAN. Esta red mundial de asesinos anticomunistas experimentados también se ha utilizado para entrenar ejércitos de terroristas en todo el mundo para participar en guerras sucias, golpes de estado, esfuerzos de desestabilización, sabotajes y campañas terroristas.

Todo esto se ha hecho al amparo de una democracia liberal y con la ayuda de sus poderosas industrias culturales. El verdadero legado de la Segunda Guerra Mundial, lejos de ser el de un orden mundial liberal que había derrotado al fascismo, es el de una verdadera internacional fascista desarrollada bajo la cobertura liberal para intentar destruir a quienes realmente habían luchado y ganado la guerra contra el fascismo: los comunistas.

Gabriel Rockhill es un filósofo, crítico cultural y activista franco-estadounidense. Fue director fundador del Taller de Teoría Crítica y profesor de Filosofía en la Universidad de Villanova. Sus libros incluyen Counter-History of the Present: Untimely Interrogations into Globalization, Technology, Democracy (2017), Interventions in Contemporary Thought: History, Politics, Aesthetics (2016), Radical History & the Politics of Art (2014) y Logique de l ‘histoire (2010). Además de su trabajo académico, ha participado activamente en actividades extraacadémicas en el mundo del arte y del activismo, así como colaborador habitual del debate intelectual público. Siga en twitter: @GabrielRockhillAttachments area

Fuente del artículo original en inglés: https://www.counterpunch.org/2020/10/16/the-u-s-did-not-defeat-fascism-in-wwii-it-discretely-internationalized-it/

25
Nov
20

en la oposición tras 15 años de gobierno …

PATEAR EL TABLERO: Pensar en la mañana siguiente, desde el territorio

«Somos una tremenda fuerza política. Vivimos siempre mirando el mañana, trazando nuestro futuro. Somos así en el Frente Amplio, y eso es lo que nos distingue», señalaba el General LiberSeregniel 24 de noviembre de 1984, al cerrar la campaña electoral de aquel entonces.

 
escribe: Federico Ruiz / diputado

 

Aquel día estaba soleado en Trinidad. El silencio sepulcral del interior, acompañado del ritual de un mate y la radio que sonaba de fondo con el discurso de Seregni, representa la realidad de muchas compañeras y compañeros, que somos parte de esta fuerza política, desde el interior del país.

Que siempre estuvimos ahí, pero que construimos Frente Amplio desde un lugar distinto a la capital, con otros saberes y pareceres. Hoy las palabras de Seregni vuelven una vez más a llamarnos a la reflexión y la acción. Hablo desde ese territorio que muchas veces no se identifica como tradicionalmente frenteamplista, pero que tiene militantes que en todos los tiempos han estado para aportar y que hoy alzan su voz en el proceso de auto-crítica de nuestra fuerza política.

El Frente Amplio se ha llamado a una reflexión. Tiene que ser esta una oportunidad para que la fuerza política salga aún más de la zona de confort metropolitana e integre, pensando en el futuro, de una nueva manera a las múltiples voces que desde el interior de nuestro país nos levantamos día a día a pensar y hacer izquierda desde otras realidades.

La reflexión política respecto a lo que se hizo y lo que no se alcanzó durante esta oportunidad histórica de haber sido gobierno estos quince años, debe integrar necesariamente la mirada genuina de quienes hemos estado, estamos y estaremos defendiendo el proyecto progresista desde el territorio local.

El proceso de auto-crítica y reflexión del Frente Amplio sigue reproduciendo las lógicas metropolitanas que absorbieron a la fuerza política de gobierno en los últimos quince años. El proceso de acumulación y construcción del Frente Amplio tiene una oportunidad histórica: Integrar realmente a las y los compañeros del interior del país en un proyecto nacional progresista.

Esto requiere una nueva mirada programática, organizacional y social del Frente Amplio. Estas miradas integradas son la oportunidad para nuevos espacios de acumulación política que permitan a la fuerza política, no solo volver al gobierno, sino sobre todo plantear un auténtico modelo de desarrollo nacional integral. Uruguay no es Montevideo y Canelones, es mucho más que eso y esto se debe traducir en acciones concretas dentro y fuera de la fuerza política.

Sobre nuestra mirada programática, el Frente Amplio debe convertirse -por excelencia- en la fuerza política que plantea el mayor alcance descentralizador de la gestión de gobierno y del modelo de desarrollo. Es necesario reivindicar desde nuestra fuerza política que la gestión desde los gobiernos locales, ya no solo las Intendencias, sino sobre todo desde los Municipios, es la vía uruguaya a un nuevo modelo progresista.

La devolución del poder a quienes realmente le pertenece, a vecinas y a vecinos, que conocen genuinamente qué sucede en su territorio, qué pasa con las necesidades de obra pública y de servicios es un camino revolucionario de ida (sin vueltas), que el Frente Amplio debe abrazar. ¿Qué nos quedó pendiente en el camino? Mayores esfuerzos de descentralización que den más vida aún a los espacios colectivos locales.

Este camino requiere otra manera de comprender cómo se consideran las necesidades locales, tanto en la gestión de gobierno como en el modelo de desarrollo país. Si el Frente Amplio realmente considerase las múltiples miradas desde el interior, otro hubiese sido el camino en materia de políticas ambientales. Para quienes vivimos cerca de lo que algunos montevideanos llaman el «interior» existe una serie de preocupaciones vinculadas a cómo convivimos con nuestros recursos naturales que no necesariamente han sido comprendidos por la fuerza política a nivel nacional.

Desde la mirada territorial, respetando nuestra diversidad, debemos construir políticas transversales que integren las distintas realidades. Este también es un camino de ida, porque requiere que la fuerza política priorice la mirada desde el territorio de manera equitativa. Vale tanto la palabra de un compañero de Montevideo como la palabra de una compañera de Flores.

¿Cómo se traducen estas demandas de manera organizacional en la fuerza política? La canalización de la descentralización programática requiere acciones concretas en la organización del Frente Amplio que se nos viene. El proceso de acumulación política que nos permitió ganar ocho intendencias en 2004, cinco intendencias en 2010 y seis en 2015 fue de diálogo y alianzas con diversas miradas locales. ¿Por qué se fue perdiendo eso? Varios son los motivos que se pueden dar, entre otros los problemas de desgaste naturales por ser una fuerza de gobierno, los escándalos vinculados al manejo de ciertos recursos públicos, pero también la ausencia de una comprensión de temas asociados a lo territorial.

Ciertos jerarcas compañeros del Frente Amplio prometieron venir más de una vez a estar presentes en el territorio, por ejemplo, de Flores, y nunca más en los cinco años de gobierno se les vio por acá. El camino de acumulación política pensado desde el interior requiere necesariamente que integremos nuevas relaciones con los movimientos sociales de todo el territorio nacional.

Como fuerza política con vocación de gobierno, hay que andar de nuevo el camino desandado, conversar y sobre todo escuchar, a asociaciones de mujeres rurales, de jóvenes del interior, de trabajadores rurales, de productores. La acumulación política requiere hacer más ruta, tomarse más ómnibus, bajarse del auto oficial (que va a venir muy bien) y trillar el territorio completo. Tenemos tiempo para hacerlo.

Hoy hay muchas voces de compañeras y compañeros que desde el interior del territorio estamos pensando en la construcción de la mañana siguiente, pero con un Frente más Amplio aún, que permita interpretar las múltiples miradas que vienen desde las venas del interior de nuestro país. Colocados en una oportunidad histórica, es ahora que debemos trabajar por volver nuestra mirada más allá de lo metropolitano y dar un impulso a la fuerza progresista desde nuestro interior más profundo. Pensar en la mañana siguiente, desde el territorio.

 
24
Nov
20

la derecha MENTIROSA del Uruguay …

Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
Periodismo y poder: los Lacalle y sus reflejos censuradores
23/11/2020
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Los Lacalle: FRUTA PODRIDA CAE ANTES:

Parece claro -aunque es necesario repetirlo – que el poder o los poderes no se llevan bien con los medios, con el periodismo. Si hay un medio que no este en conflicto con algún poder, usted sospeche.

En verdad, el periodismo -en nuestras sociedades – es una suerte de contra poder. Existe una definición que a mi me gusta, que dice que la noticia es todo aquello que es de interés público y que está oculto. Y si está oculto es porque a alguien no le gusta que se sepa. Y cuando se sabe, esa persona no estará contenta.

Ahí aparece la tensión entre periodismo y poder o poderes, porque el periodismo -debe asumirse así – se tiene que meter en los pliegues de todos los poderes porque si hay periodismo que solo se mete con algunos y pasa por el costado de otros, hay que desconfiar. Ejemplo: es común leer o escuchar que en el PIT CNT están los radicales y los moderados. Y eso se difunde y promociona. Sin embargo, no vemos con la misma frecuencia -en verdad no vemos nada – que pasa en la Asociación de Bancos, en la Cámara de Industrias, en la Cámara de Comercio, etc. Entonces, permítanme, yo empiezo a sospechar de los himnos a la libertad de información, de la libertad de prensa y cosas por el estilo.

Con esto cono introducción, es obvio decir que los presidentes se llevan mal con la prensa, que los monarcas, reyezuelos y caciques de cabotaje desearían que no hubiera medios. Y si existen, que sean amigos. Y si no son amigos, comprar un medio y difundir lo que se le plazca.

Un precioso ejemplo del país de la libertad: Abraham Lincoln, el 16º presidente de Estados Unidos, sabía qué poder tienen los medios de comunicación. En 1859, durante la campaña electoral, llegó incluso a comprar el periódico de habla alemana «Illinois Staats-Anzeiger”, para asegurarse los votos de los inmigrantes alemanes. A los periodistas «amigos” Lincoln les daba información. A los «menos amigos” trataba de conquistarlos. Más de uno terminó incluso en la cárcel. «En estos tiempos y en este país, la opinión pública lo es todo”, llegó a decir Lincoln; «con ella nada puede fracasar; contra ella, nada puede lograrse”. Todo un demócrata.

Cuando conversé aquí sobre la agencia de publicidad del Rey Luis XIV recordarán todo lo que hizo ese buen señor para construir opinión pública favorable. Hasta fundó un diario que duró 200 años.

Hay un ejemplo que quiero compartir con ustedes, que tiene a Donald Trump como protagonista.

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Ese choque entre Trump y un periodista ocurrió cuando le dijo a Jimmy Acosta de CNN que era una persona «Terrible y maleducada» luego de que este le preguntara por qué insistía en calificar de «invasión» la caravana de migrantes procedentes de Centroamérica.

«En CNN deberían estar avergonzados de tenerte trabajando para ellos, eres una persona grosera y terrible, no deberías estar trabajando para CNN, cuando haces fake news, algo que hace mucho CNN, te vuelves enemigo del pueblo», respondió Trump.

Horas después del episodio, la oficina de prensa de la Presidencia informó la decisión de suspender la credencial de Acosta para acceder a la Casa Blanca.

Uruguay no es la excepción. En general, los sectores liberales conservadores -usted puede agregar de “derecha”, “neoliberales”, “fachos”- son aliados estratégicos de los grandes medios, propiedad de familias que en algún momento de su emprendedora y exitosa vida recibieron los beneficios del poder amigo.

El tema es cuando los gobiernos conservadores sienten que las balas le pican cerca y que los medios y/o los periodistas no están alineados a su relato.

Ojo que esto pasa en la izquierda. Para citar un caso: el semanario Brecha difundió hace tiempo una información critica sobre Tabaré Vázquez. Vázquez le hizo la cruz y nunca le dio una entrevista.

También en la izquierda se suele averiguar sobre tal o cual periodista: “che, ¿y ese para donde patea?”, preguntan.

No conozco que haya habido presiones de los tres gobiernos de izquierda sobre los medios.

En cambio hay abundante información sobre presiones y/o persecuciones a medios o periodistas durante otros gobiernos. Y también censuras, lisa y llanamente. En radio Carve, durante mucho tiempo, hubo un cartelito en la sala de prensa en donde se podía leer: “no llamar nunca a Couriel”.

EL CASO DARIO KLEIN

Más allá de otorgar canales cable y ondas de radio a amigos del poder, Luis Alberto Lacalle es un ejemplo de animosidad y algo mas, contra periodistas que no le satisfacen. Veamos algunos ejemplos. Hace poco, el periodista Dario Klein -que es corresponsal de CNN – contó que en los años 90 sintió el rigor de Lacalle. Klein investigaba el caso de las coimas por la venta del Pan de Azúcar que involucraba al entonces presidente Lacalle, su esposa y varios mas.

Klein trabajaba para la revista Tres, que era dirigida por jóvenes vinculados al partido Colorado.

Klein contó que tenía una foto que comprobaba que el ex-presidente Lacalle había mentido ante la justicia, y que habían pruebas de que también estaba involucrada Julita Pou. En aquel momento la situación provocó la ira de Lacalle que amenazó a Klein. Según contó el periodista en la FM del Sol -en el programa “La Mesa de los galanes”-  Lacalle le dijo: “este país es muy chico, hay pocos lugares donde trabajar” y “mi familia tiene más de 100 años en este país y la tuya recién llegada”.

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EL CASO FIGARES

En el 2005, el ex presidente Lacalle fue entrevistado por el periodista Daniel Figares en un programa que se difundía en canal 12. La entrevista fue tensa, dura, polémica con rispideces varias, sobre todo cuando Figares incursionaba por temas polémicos con las denuncias de corrupción en el gobierno de Lacalle y cuando se incursionó por el caso Berríos.

Hay una versión que sostiene que tras grabarse la entrevista, Lacalle presionó a canal 12 para que no se difundiera. Igual salió al aire, pero Figares duró poco en el ciclo de entrevistas.

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EL CASO SONIA BRESCIA

En el año 2013, la periodista Sonia Brescia -que tenía un programa en canal 5- entrevistó a Luis Lacalle Pou que se aprestaba a competir electoralmente en su carrera hacia la presidencia.

El dialogado del principio de la entrevista, revela claramente que “la fruta no cae lejos del árbol”.

La entrevista transcurría sin mayores alteraciones pero en un momento se registra este dialogado entre Lacalle Pou y la periodista.

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Con ese liberal, democrático y republicano antecedente, no sorprendió otro dialogado entre el hoy presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y el director del Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (Secan), Gerardo Sotelo. Sotelo resolvió culminar con 41 contratos laborales. Lacalle le dijo que era una decisión “perfecta” y agregó: “Tenés que sacar a alguno más”, según constató el diario El País.

Para concluir. En agosto pasado, el gobierno anuló la resolución del Poder Ejecutivo Nº097/20 -del gobierno de Tabaré Vázquez-, por la cual se otorgaba a tres propuestas de comunicación el derecho de pantalla en todos los servicios de televisión por abonados del país. Se trataban de los tres canales Canal U orientada por Pablo Scotellaro, TV Libre dirigida por Néstor Molina, y Eutopía TV conducida por Federico Fasano.

La anulación de esas concesiones habían sido solicitadas por los tres canales privados en abril de este año. Tres canales, además, que están asociados en diversos negocios y que poseen enlaces con los cables del interior.

21
Nov
20

teología y filosofía marxista

Reseña de Cristianismo de Liberación. Perspectivas marxistas y ecosocialistas, de Michael Löwy

¿Dios puede ser rojo?

Fuentes: Rebelión

En marzo de 1871, Karl Marx, por aquel entonces ocupado en defender La Comuna de París desde su posición de dirigente de la Internacional, tuvo tiempo de proseguir sus estudios históricos robándole tiempo a la noche, es decir, a su vida. Así, en una carta íntima dirigida a Engels, que no vio la luz hasta mucho después gracias al trabajo de Riazánov al frente del Instituto Marx-Engels de Moscú, tratando el tema del atraso del movimiento obrero en América Latina respecto al europeo, le escribió a su querido amigo:

La religión cristiana ha servido, y todavía sirve, de ideología justificadora de la dominación de los poderosos. El cristianismo ha sido en América Latina una religión funcional al sistema. Sus ritos, templos y obras han contribuido a canalizar la insatisfacción popular hacia un más allá totalmente desconectado del mundo presente, por lo cual el cristianismo ha frenado la protesta popular frente a un sistema injusto y opresor.

Bien, nada nuevo, dirán ustedes. No en vano, ya en 1844, en un artículo sobre la Filosofía del derecho de Hegel, Marx había escrito aquel lema que se quedó grabado para todos los comunistas como estribillo de una canción inmortal cuando aseguró que “La religión es el opio del pueblo”. Sin embargo, el problema radica en que pocos conocen el resto de la letra:

La miseria religiosa es, a la vez, la expresión de la miseria real y una protesta contra esa miseria. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como el espíritu de un mundo sin espíritu. [Ahora sí el estribillo] Es el opio del pueblo.

Interesante, no solo opio sino protesta. Sin embargo, algunos marxistas tienen todavía un problema mayor que enfrentar y es que la primera cita con la que abrí el texto sobre la religión como funcional a un sistema opresor y como freno para las protestas en Latinoamérica no es de Marx. ¿Disculpe? ¿Nos ha engañado desde el principio? ¡Mentiroso!, ¡trilero!, dirán ustedes. ¡Utilizando el nombre del gran Karl en vano! Disculpe el engaño, pero fue breve y por una buena causa. Verá, resulta que la cita es de… ¿Engels?, ¿Lenin? ¿Gramsci? ¿quizás del comunista peruano Mariátegui? No, ¡de los obispos! Repito: de los obispos católicos. En concreto, del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).[1]

Pues bien, para entender esta frase y la complejidad de lo que con acierto Michael Löwy, el autor del libro que nos ocupa (marxista y ateo, por cierto), denomina el “cristianismo de liberación”, nada mejor que leer su nuevo volumen recientemente publicado en El Viejo Topo: Cristianismo de liberación. Perspectivas marxistas y ecosocialistas (2019). Esta obra expone de un modo riguroso los puntos de intersección y el diálogo que el cristianismo de izquierdas (principalmente católico pero también protestante) ha tenido con el marxismo y el socialismo a lo largo de la historia. Insignes nombres visitan sus páginas, desde Ernst Blochhasta Frei Betto, desde Walter Benjamin hasta Gustavo Gutiérrez, desde Mariátegui (ahora sí) hasta el MST brasileño, la Revolución sandinista o el Papa. ¿El Papa? ¡Por Dios y por los Santos! ¿Es que nos estamos volviendo locos?

Bueno, relájese y recuerde la primera cita querido camarada, el mundo es más complejo de lo que a primera vista pudiera parecer. La dialéctica marxista no es maniquea sino dialógica. Necesitamos estudiar la realidad para poder cambiarla y no basta con decir “la religión es el opio del pueblo” porque ni siquiera Marx, ateo militante, dijo tal cosa. Tampoco Engels, Kautsky ni Rosa Luxemburg, también ateos, afirmaron tal gilipollez, si me permite la malsonante pero tan cotidiana palabra. Ellos establecieron conexiones entre los primeros cristianos y el movimiento comunista moderno. ¿Y qué decir de Gramsci que estudió la fortaleza de la Iglesia a través de los diferentes modos de producción para inspirarse en la reforma moral e intelectual que el movimiento comunista debería enarbolar para construir una nueva hegemonía?

Afirmar que la religión es el opio del pueblo, así a lo bestia, o que los religiosos son poco menos que menores mentales de edad, es autorretratarse como un zoquete encantado de conocerse tras haber leído en oblicuo y no haber entendido nada (con esa perspectiva rara vez se entiende). Lanzar a los cuatro vientos tales aseveraciones es delatar que ese alguien es un comunista muy poco instruido. Justo lo contrario a lo que debe aspirar un buen comunista, por muy ateo y materialista que sea. Este libro de Löwy es un buen principio para que los marxistas nos alfabeticemos en el indudable potencial que tienen algunas formas de religión para cambiar el mundo y no solo para frenarlo (algo por todos conocido, desde iletrados adolescentes con acné enganchados al Fornite hasta los propios obispos católicos).En este libro, su reconocido autor se apoya en el cristianismo de liberación y en el fructífero papel que han tenido en los procesos revolucionarios en diversos países latinoamericanos y en el movimiento obrero europeo. Por esta razón, el PCE y el PCI tuvieron desde los años cincuenta del pasado siglo una acertada política hacia el mundo cristiano de izquierdas. Lo que les hizo difundir el programa comunista, la crítica marxista al capitalismo y el materialismo histórico entre importantes e infrecuentados sectores donde su mensaje podía caer en tierra fértil y florecer. 

El libro del intelectual franco-brasileño está organizado en cinco partes. En la primera, el autor analiza las relaciones entre religión, economía y política. En la segunda, la temática continúa con las aportaciones específicas de autores como Ernst Bloch, José Carlos Mariátegui y Walter Benjamin. En la tercera y cuarta (realmente inspiradora y vibrante por los acontecimientos históricos de liberación que describe), se centra en la experiencia latinoamericana de diálogo entre el cristianismo de liberación y las organizaciones revolucionarias de izquierda en la región. La última parte de la obra es un compendio de trabajos sobre el diálogo entre cristianismo de liberación y ecosocialismo. En este sentido, sus páginas se despiden con una interesantísima entrevista a Löwy realizada por Rafael Díaz-Salazar, referente gramsciano  internacional y experto en sociología de las religiones que, con sus preguntas y las respuestas del marxista francés, ponen el broche ilustrado a un libro necesario para la izquierda.

No cometamos el error de reclamar la autoría de la rueda cuando hay tanto producido y reflexionado antes que nosotros. Los marxistas no podemos ser ni pequeñoburgueses intolerantes y dogmáticos con el hecho religioso (habría que recordar lo que predicaba entre sus camaradas Ho Chi Minh respecto a ser respetuosos con las creencias de los campesinos o lo que afirmaba Lenin respecto a incluir a los creyentes en el partido) ni anarquistas de adoquines que afirmen que “no hay mejor Iglesia que la que arde”.

Al contrario, los comunistas utilizamos el fuego interior que arde con el material inflamable de las injusticias de la sociedad de clases actual para construir un mañana mejor desde lo mejor del pasado y el presente, aprendiendo a diferenciar la paja de la aguja. Porque la aguja, pese a su tamaño, puede cortar y cortarnos. Como afirmó un tal Jesús de Nazaret: antes entra por su cabeza un camello que un rico al Reino de los Cielos. No seamos menos que esos sufridos jorobados. Nuestro reino y cielo se llaman socialismo y se construye en este mundo. El camino será largo, sufrido y tendremos que atravesar más de un desierto. Así que más vale que estemos acompañados de todos los que queramos recorrerlo con lucidez, pasión, entrega y compañerismo.

Todos podremos aprender como camaradas, compañeros, hermanos. ¿Acaso no deberían ser sinónimas esas hermosas palabras? ¿O la lengua de los revolucionarios será tan parca, obtusa y empobrecida?¿No debemos ser lo mejor del pasado fortalecidos y propulsados como un cohete hacia a un mañana luminoso a partir de los pretendidos desechos del presente? No en vano, todos los citados (camaradas, compañeros, hermanos) han decidido asistir a una fiesta que tiene una puerta de entrada bien estrecha. No la hagamos más o moriremos aplastados. Desde el camarada ateo marxista-leninista hasta el creyente que también lucha por el socialismo o el cura de izquierdas del barrio, todos podemos unir fuerzas. Löwy nos da muchas razones para ensanchar la puerta de la esperanza simplemente analizando las experiencias revolucionarias donde marxismo y cristianismo se han dado la mano. Confrontémoslas, abramos la mente y los corazones. Aprendamos de ellas. Dejemos que sean otros los nuevos inquisidores.

Jon E. Illescas es doctor en Sociología y autor del libro Educación tóxica. El imperio de las pantallas y la música dominante en niños y adolescentes (El Viejo Topo, 2019) además de director y presentador del programa Tu YouTuber Marxista .Artículo finalizado el 19 de noviembre de 2020.
16
Nov
20

herrerismo fue y es; anti popular …

CON el OPUS en una MANO y el RENCOR en la OTRA: La vida era una fiesta

escribe Leandro Grille / Caras y Caretas

A la tenebrosa saga iniciada con el ministro de Educación, Pablo da Silveira, instalando que muchos niños y niñas utilizaban el servicio de alimentación escolar sin necesitarlo, continuado por un comunicado “infeliz” del Ministerio de Transporte, sugiriendo que otros tantos adolescentes disponían de boletos gratuitos para actividades diferentes a la concurrencia a los centros educativos, se añade, en las últimas horas, la afirmación del ministro de Desarrollo Social, Pablo Bartol, de que a 35% de los beneficiarios de la Tarjeta Uruguay Social esta no les corresponde.

 

No vale la pena indagar sobre la precisión del contenido de esta sentencia de Bartol porque el ministro no ofreció la información necesaria para valorarla.

Probablemente el ministro esté dibujando datos -ya es de estilo en este gobierno- o tergiversando la información disponible, desestimando las evaluaciones técnicas propias y de la Academia, ignorando realidades complejas y, simplemente, su frase se inscriba en la estrategia general que vienen llevando adelante, de señalar hasta el cansancio las “ineficiencias”, “excesos” y derroches de los gobiernos de la izquierda, a tono con el criterio difundido por la ministra de Economía cuando presentó las auditorías realizadas por la Auditoría General de la Nación: el Frente Amplio manejó los recursos con “desidia” y “poco apego” a las regulaciones existentes.

De esta tríada de pronunciamientos criminales hay que concluir que al gobierno de la coalición multicolor y, en particular, a sus capitanes herreristas, no le va a temblar el pulso a la hora de suprimir beneficios sociales, incluso aquellos que favorecen al universo de los más vulnerables, aun cuando hablemos de niños, niñas, adolescentes u hogares muy pero muy pobres.

La expresión de Bartol, ratificada por el senador Penadés, anticipa un fenomenal ajuste en las transferencias a los más necesitados, pero, antes que eso, entraña una crítica a los métodos utilizados para definir a la población objetivo de los programas, por lo que, además del hachazo económico, probablemente les sirva como justificación para desechar los criterios técnicos y entronizar el ojímetro de operadores, todo lo cual, por supuesto, conducirá a un festival de la discrecionalidad con puntería política.

La filosofía fundamental que orienta a la casta de los neoliberales es que todo lo público es un costo que recae sobre los privados, todo beneficio es un exceso, y los derechos, en sentido amplio, no existen. Bajo esas premisas fundacionales, una transferencia directa, un plato de comida en una escuela o un boleto subsidiado cuando mucho son un mal necesario, pero mucho más cerca de un mal primordial que de la necesidad. Habrán notado los lectores que desde que asumió el presidente Luis Lacalle Pou, ninguno de los jerarcas de su gobierno ha dado a conocer ninguna política de ampliación de derechos, de satisfacción de alguna cosa que la gente precise.

Desde que empezaron se han empecinado en empobrecer: subir tarifas y subir impuestos, recortar el salario real, ajustar en todos los incisos de la administración central, echar gente, suprimir contratos, discutir programas de ayuda social.

Es imposible observar la agenda de este gobierno y no sentir nostalgia de la época anterior, cuando todo se trataba de dar más o dar un poco menos, pero siempre dar, nunca quitar: dar computadoras a los niños y tablets a los viejos, dar algo de dinero a los más pobres, dar viviendas, dar derechos largamente postergados, como el derecho a contraer matrimonio o a adoptar para todos los tipos de pareja, dar el derecho a interrumpir el embarazo no deseado, dar remedios y procedimientos financiados por el Fondo Nacional de Recursos, dar presupuesto para la educación, dar acceso a la salud a todos y todos los uruguayos, dar aumentos de salario y jubilaciones por encima de la inflación, dar jubilaciones a los que, por diferentes motivos distintos a su esfuerzo, no habían alcanzado los años de aporte, dar y dar y dar -nunca quitar- a los que nunca habían tenido nada o a los que habían perdido todo.

Creo que  esto resume de forma elocuente el contraste entre la izquierda y la derecha uruguaya. Durante un montón de años, con errores y desinteligencias, con tibiezas muchas, con excesivas precauciones, nos gobernó un proyecto de brindar ayuda, de fortalecer la matriz de protección del Estado.

Pero ahora llegaron los otros, los indignados sempiternos con la generosidad, los portavoces de los que pueden solos y odian a los que precisan una mano. Un gobierno de aporofóbicos embarcados en la tarea de desguarnecer, de quitar, de arrasar, de restituir el orden de sálvese quien pueda, con la inestimable garantía subyacente de que ellos se salvan. Insisto: nos gobierna un proyecto político constructivo. Nos gobierna un proyecto en la antípoda de la cosa pública, antipopular, anti político. Nos gobierna un rencor.




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