ESCRIBE: Víctor BAGNUOLI
AGENTE NORTEAMERICANO EN LA HABANA, MUERE EN HUELGA DE HAMBRE
El 23 de febrero, el agente yanki-cubano Orlando Zapata Tamayo, falleció a consecuencia de un auto ayuno voluntario, siendo esto utilizado y transformado en otra porquería calumniante contra Cuba. Es otra de las tantas escaladas subversiva de los EEUU y sus acólitos con amplia cobertura mediática, lanzada contra la revolución isleña. Se pretende presentar a mercenarios como patriotas, a agentes pagados por Estados Unidos en territorio cubano como disidentes. La poderosa maquinaria del imperio no vacila en utilizar a un recluso reincidente y sancionado en debido proceso, por delito común y luego reclutado en prisión, para presentarlo como un opositor. Para obtener espurios dividendos políticos, fue lanzado a la muerte, pese a esmerados cuidados médicos brindados por Cuba. La burda maniobra no respeta principio ético alguno y el imperio, alentó a estos pobres diablos a autoinmolarse sin contemplaciones y dejando, como se ha probado otras veces, subvenciones en dólares -por corto tiempo- a viudas, hijos y madres desesperadas por el consumismo capitalista y engañados que serán llevados a EEUU en algún momento.
Como expresó el presidente Raúl Castro, fue un hecho lamentable. Pero es otra víctima de la política subversiva de Estados Unidos contra Cuba. Desde que triunfó la Revolución Cubana en 1959, jamás ha habido en Cuba un solo caso de asesinato, tortura o ejecución extrajudicial. Jamás ha habido un «escuadrón de la muerte» ni una «Operación Cóndor». Cuba tiene una intachable conducta en la protección del derecho a la vida, incluso mediante cooperación altruista fuera de sus fronteras para dolor y rabia de los prohombres criollos pagos por el establisman del servicio secreto norteamericano para atentar contra sus patrias. Muchos de los que se suman al coro dirigido desde Washington, olvidan que por medio siglo, Cuba fue víctima de agresiones norteamericanas y actos de terrorismo. Cinco mil quinientos setenta y siete cubanos perdieron la vida o quedaron discapacitados.
Algún ejemplo a modo de recordatorio: En 1976 en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación, una bomba o misil lo hizo estallar en el aire muriendo toda la tripulación y pasajeros, hecho hasta hoy jamás investigado ni reconocido por los EEU y los autores materiales del mismo, gozan de impunidad protegidos por el gobierno de Estados Unidos. Otro: Una epidemia de dengue, resultado de un ataque bacteriológico, provocó la muerte de 101 niños cubanos. Otro: Una serie de bombas colocadas en La Habana en 1997 causó la muerte a un joven turista italiano. La llamada Ley de Ajuste Cubano y la política de «Pies secos-Pies mojados» alientan la emigración ilegal y cobran vidas. El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba es un acto de genocidio, tipificado en los incisos (b) y (c) del artículo II de la Convención contra el Crimen de Genocidio y una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos. Y ni hablar de la serie fallida de atentados contra la vida del Comandante FIDEL CASTRO, ideada por la CIA en todos los continentes.
La política de Estados Unidos contra Cuba, que el gobierno del presidente Obama no ha cambiado, cuesta vidas al pueblo cubano. El coro de aduladores pro yanquis y sus profesionales del terrorismo mediático dirigido desde Washington, olvida que las dictaduras militares en América Latina, impuestas y sostenidas por Estados Unidos durante décadas, asesinaron a cuatrocientas mil personas.
¿Tampoco se preguntan quién responderá por las brutalidades cometidas en Abu Ghraib, Bagram, Guantánamo y otros centros de tortura y muerte? ¿Cuándo se juzgará a los responsables y se pondrá fin a la impunidad? Cómo es que los golpistas uruguayos y sus pares latinoamericanos con sus bestiales métodos (plan Cóndor incluido) fueron entrenados en la Escuela de las Américas, sita hasta ayer en Panamá y reconocido ante la justica recientemente por el actual General Dalmao, interrogado por el juez por la muerte en tortura de Nibia Zabalzagaray, acto fascista del que pesa sobre dicho general, no solo la condena pública y de organizaciones de DDHH, sino serias sospechas de la justicia nacional, sobre su participación directa o subyacente.
Campañas contra la revolución cubana no cesarán y no cesarán a la par, el envío de los golpistas y torturadores fascistas a la justicia hasta que el último caso, quede aclarado y devuelvan los cuerpos de nuestros mártires. Claro que el caso paradigmático es; “el mal ejemplo cubano” (visto así con los ojos del imperio y sus operadores criollos o mejor expresado; ¡sus alcahuetes!)