31
Jul
13

Uruguay … la izquierda y la derecha política

Los dilemas del gobierno y la oposición

  

Esteban  Valenti (*)  

Estar en el gobierno plantea siempre serios y  urgentes dilemas, pero cuando partidos históricos, que tienen más de un siglo y  medio ocupando el poder, se encuentran en la oposición también tienen dilemas  existenciales, además de políticos.

El Frente Amplio y el gobierno tienen el dilema de  afrontar este último tramo de su segundo gobierno con la tentación de  desbordarse en su generosidad y en los recursos para cumplir esas  generosidades. ¿A que gobierno y en particular a que gobierno de izquierda no  le gustaría abrir la mano a los aumentos de salarios, de recursos para la  educación y para otras inversiones sociales?

Mucho más cuando hay una fuerte presión gremial en  ese sentido. Y digo gremial, sindical, porque es notorio que la amplia mayoría  de los uruguayos respalda en las encuestas y en las actitudes la política  económica y social de este gobierno.   La irresponsabilidad y la demagogia son hermanas  gemelas y si el gobierno pusiera en riesgo todo lo que se avanzó en materia de  trabajo, de conquistas sociales, de estabilidad económica y crecimiento del  país, estaría traicionando su estrategia y su propia identidad de izquierda. En  el desorden y el entrevero económico siempre pierden los más pobres, los más  débiles. El gobierno lo está haciendo muy bien, con seriedad, con serenidad,  con argumentación. Hay cosas que no logran valorarse en toda su  importancia porque simplemente impiden que sucedan otras cosas muy negativas. Y  eso es lo que no sucederá: ni se paralizará el crecimiento en un mundo con  serios problemas que comienza a impactar en nuestra región, ni bajarán los  ingresos familiares en términos reales, ni aumentará la desocupación, ni mucho  menos el país irá a la deriva en materia económica, con sus graves  consecuencias sociales. Eso simplemente no sucederá.

Ese era el principal dilema del gobierno de  izquierda. Una vez más demostró que no tiene un modelo, como el que durante  décadas atenazó al país por la derecha, tiene objetivos claros y flexibilidad  para adaptar medidas y políticas a esos objetivos y a las nuevas situaciones.  Su Proyecto Nacional sigue adelante.   El Proyecto Nacional implica no detenerse en los derechos  ciudadanos, afrontando riesgos, y por eso fue muy justo avanzar en la  despenalización del aborto, una conquista histórica y ahora en la regulación de  la marihuana, golpeando al narcotráfico donde le duele, en su capacidad de  negocios y reclutamiento.   Pero el mayor desafío para la izquierda, para el  Frente Amplio es no juguetear, no creérsela, no considerar que las elecciones  son un coto cerrado y que jugamos en divisiones diferentes con nuestros  adversarios. Es posible que para ellos sea difícil ganarlas, pero nosotros  podemos perderlas, no tengan dudas.

Cuando algunos consideran que se puede y se debe  hacer alquimia politológica, en lugar de hacer política en serio, los que se  encierran un pequeño corral de podercito y creen que desde allí pueden orientar  a millones de ciudadanos, sus vidas, sus destinos, la orientación de su  gobierno, simplemente esgrimiendo estructuras y estatutos, esas prácticas son  los peores peligros. Son los que cuando se pierde, vuelven a sus pequeñas  dimensiones cada día más intrascendentes y a poder lloriquear en los rincones  contra todos y sobre todo contra los compañeros.   Nos necesitamos todos, pero no necesitamos todo.

Los que si viven en un mar de dilemas son los  partidos tradicionales. Ensayaron todos los calibres de la artillería. Fuego  graneado y a discreción sobre cada tema posible: salud pública, inflación,  seguridad, enseñanza, gasto público, Pluna, ahora preparan munición gruesa  sobre la ley de medios, las licencias de la televisión digital, la regulación  de la marihuana. Y su tema predilecto la Intendencia de Montevideo y antes  también la de Canelones.   Un ruido ensordecedor, explosiones por doquier y  nada, las encuestas no se mueven un punto, lo poco que suben los blancos lo  bajan los colorados y la suma nunca alcanza al Frente Amplio. Ya comenzaron a  hablar contra las encuestas.

El Partido Nacional que ya definió sus dos  principales pre candidatos, Jorge Larrañaga y Lacalle Pou está agotando las  remotas posibilidades de sorpresa, de novedad, de alguna que otra idea nueva,  de  aires frescos . La vieja máquina con el chirrido de sus engranajes  tradicionales se devora todo lo nuevo y lo restituye con el mismo mensaje de  siempre. Nada nuevo a la vista.

¿Podía haber sido? Incluso con limitaciones  notorias, era una posibilidad que la cruda realidad política se ha encargado de  limar todos los días. Ahora lo que queda son ecos de los pasajes de un bando a  otro, de un candidato a otro, que dan la ilusión de movimiento. Pero es un  ballet siempre en el mismo sitio.

¿Alguien puede recordar una propuesta, una idea, un  proyecto, una sola novedad en los últimos meses, años? Nada, lo que había se lo  devoraron, le limaron las aristas y sigue siendo el mismo cuerpo romo de  siempre. Y los partidos romos, tienen serias dificultades de emerger, de  ofrecer alternativas.

Pero aún peor es la situación del Partido Colorado,  no logra salir de un cómodo tercer puesto. Con figuras nuevas, con algunos  discursos nuevos y de cierta audacia batllista la pesada voz del  conservadurismo más completo y total acalla a todos, agrisa todo y el pesado  yunque de plomo pesa sobre las cifras de todo el partido. Es difícil para el  partido del poder soportar durante muchos años la condición del tercero, del  dador de votos en los balotajes. Muy pesado.

Por algunos discursos blancos y colorados, siempre  destinados a tratar de golpear a la izquierda y en especial a Tabaré Vázquez,  al que le temen con todo su profundo corazón conservador, parece que el gran  objetivo para las próximas elecciones, la meta suprema es que el FA gane sin  mayoría parlamentaria. Como puede apreciarse toda una conquista, al que algunos  analistas de izquierda le dedican sesudas elucubraciones.

Pero de tanto pesimismo ha surgido la gran idea  salvadora y común, por ser de ambos partidos y por ser muy pero muy común:  unirse y formar una nueva opción electoral en los departamentos de Montevideo y  de Maldonado.   ¿Algún contenido, alguna propuesta, algún aporte  nuevo a la proyección de la capital y del principal departamento turístico del  país? No, válgame dios, simplemente recuperar un cacho de poder, porque lo ven  lejos muy lejos. Y la izquierda no solo gobierna el país, sino 5 intendencias  en las que vive dos tercios de la población nacional.

Los más audaces ya hablan de un primer paso hacia un  gran partido tradicional histórico a rayas, coloradas y azules. Juntos, pero no  mezclados de rosado…   Es un gran dilema, es desnudar y oficializar las  familias ideológicas, luego de tantos años de hablar contra las ideologías. Es  asegurarle a la derecha, o mejor dicho a las derechas de ambos partidos la  supremacía segura de la nueva agrupación política, es descender un peldaño más  en la historia al revés, caminada de espaldas a las tradiciones y en  chancletas.

Los dilemas tienen otra componente importante: el  tiempo, que en política como en todas las cosas de la vida es fundamental.  Queda poco tiempo y se acaban las posibilidades de los firuletes. Hay que  concretar.   Eso vale también para nosotros, la izquierda debe  que concretar. Concretar con el candidato, que tenemos el mejor, en la fórmula  que debe ser la adecuada y, en ideas, proyectos, programas y mensajes al país.  Y en los equipos renovados en capacidades, empujes y compromisos para ofrecerle  lo mejor al país y a los departamentos. Esa es una gran lección, para  administrar el sistema se puede hacer flotando, para cambiarlo hacen falta  cuadros capaces, estudiosos, comprometidos y trabajadores. Y nos faltan, no  están solo en los diversos sectores, están en el país, y en la izquierda en su  conjunto. Necesitamos generosidad y menos tranqueras.

(*)  Periodista, escritor, director de UYPRESS y de BITÁCORA. Uruguay


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