Informe publicado en la revista NHMagazine (octubre de 2018), por Pablo Cribari

 

Comenzamos este informe con la idea de brindarle a nuestros lectores un panorama más claro de un tema que ha sido tratado por medios nacionales y extranjeros, pero con muy poca divulgación en la prensa local.

Llama la atención la casi nula difusión en la región, de un hecho histórico de tanta importancia, el cual ha pasado desapercibido en la prensa local, pero no así en el imaginario y en el boca en boca de la comunidad de Nueva Helvecia.

Para no herir susceptibilidades, queremos dejar en claro que este informe es un trabajo de recolección de datos y testimonios, algunos, como el caso del investigador Héctor Amuedo, pionero en la investigación sobre Mengele en Nueva Helvecia, quien en los años 90 saca a relucir el edicto de matrimonio del criminal de guerra nazi (edicto que increíblemente “durmió” durante mas de 40 años en el archivo del periódico local), y otros de historiadores y coleccionistas como Miguel Delfino, Raddy Leizagoyen y Miguel Cabrera; estos hechos sucedidos en Nueva Helvecia, no reflejan la forma de ser y pensar de esta sociedad; recordemos que en aquellos años Mengele aún no era públicamente buscado, por lo que la mayor parte de nuestra comunidad no sabía quien era esta persona.

Lo que si está claro, y se desprende del siguiente artículo, es que el “Ángel de la muerte” tuvo algún tipo de apoyo y contingencia en nuestra ciudad.
¿Cuáles fueron sus vínculos en la región?, ¿Por qué decide casarse en nueva Helvecia y no en la propia Colonia o Montevideo?, ¿Vivió en nuestra ciudad o solamente se hospedó algunos días aquí durante el proceso de su casamiento?. Son preguntas que intentaremos develar en el siguiente informe.

LA RUTA DE LAS RATAS
Es conveniente visualizar la situación de aquellos años, en Europa los aliados le ponían punto final a la Segunda Guerra Mundial. Sudamérica contaba, y cuenta hoy en día, con grandes colonias alemanas por lo que los nazis veían allí una posible opción para reagruparse, en principio logrando un salvoconducto, principalmente hacia Argentina; -país que albergó a varios criminales de guerra cuando el presidente Juan Domingo Perón estuvo en el poder entre 1945 y 1955-, a través de un circuito de escape, llamado
“La ruta de los conventos” o “Ruta de las ratas”, diseñada por el régimen Nazi para sacar miembros de la organización fuera de Europa, el cual tenía un puerto de salida generalmente en Génova, Italia, y el destino final era Sudamérica.

Terminada la guerra, Mengele, responsable de la muerte de 400.000 personas en los campos de concentración de Auschwitz es apresado, y estuvo bajo la custodia de Estados Unidos. Sin embargo, sin saber que su nombre, ya estaba en la lista de criminales de guerra buscados, los estadounidenses lo liberaron rápidamente (no tenía el típico tatuaje en la parte interior del brazo izquierdo con el grupo sanguíneo que se les realizaba a los integrantes de las SS).

Desde el verano de 1945 hasta 1948, el médico, con documentos falsos, -cambia su nombre a Fritz Ullman-, trabajó como peón de campo cerca de Rosenheim, Baviera. En el año 1949, su próspera familia lo ayudó a emigrar a Sudamérica. Los registros indican que ingresó a Buenos Aires el 20 de junio, con el nombre de Gregor Helmut, (pasaporte expedido por la Cruz Roja Internacional) de profesión “mecánico”.
Desde el año 1951 realizó viajes frecuentes a Paraguay como representante de ventas en ese país de la empresa de maquinaría agrícola de su familia -que continúa funcionando hasta nuestros días-.

En el año 1956 obtuvo una copia de su partida de nacimiento a través de la embajada de Alemania Occidental y se le concedió un permiso de residencia en Argentina con su nombre real; recordemos que en esta etapa aún no era buscado y tenía el amparo y la protección del gobierno peronista.

NUEVA HELVECIA
Según la investigación realizada por Cabrera y Egaña (exjefe de Policía de Colonia, ya fallecido), Mengele llegó sólo a esta región en una embarcación por el Río Rosario. Se alojó durante dos días en un establecimiento rural de aquella zona, donde mantuvo reuniones de trato comercial relacionado con la importación de maquinarias agrícolas, em
presa familiar que representaba y que se iban a fabricar en la República Argentina-.

Posteriormente fue buscado en ese sitio por uno de los gerentes de importación, quién sería el representante de las maquinarias de Mengele en Uruguay, -oriundo de Nueva Helvecia-, en una unidad marca Fordson doble cabina del año 1954.
Mengele se inscribe en el Registro Civil de Nueva Helvecia el 17 de Julio de 1958, casándose el 25 de ese mes con la viuda de su hermano, Martha María Will, para que así su fortuna quedara en la familia.

Llama la atención que el edicto de matrimonio publicado en el periódico HELVECIA de aquellos días aparece en las ediciones del viernes 26 de Julio -un día depués de su casamiento-, del 30 del mismo mes y del 2 de agosto, cuando por Ley corresponde realizar las publicaciones antes de la fecha de casamiento y no posterior a la misma.

A Mengele le urgía casarse y para ello usó sus contactos en Nueva Helvecia, lo que confirma la complicidad y apoyo de un pequeño y selecto grupo con el criminal de guerra, por lo que pudo contraer matrimonio sin presentar ante la Jueza el documento impreso en el diario local.

¿DÓNDE SE HOSPEDÓ?
Según se desprende de la investigación de Hector Amuedo, “Mengele se hospedó durante ocho días en una casa en el Barrio El Prado -actualmente propiedad de Gerardo Wullich-, “quien compró esa casa por consejo de un ciudadano checo llamado José Marês, un gran afinador de pianos y virtuoso ejecutante del instrumento, que emigró a Uruguay con su familia sin un centavo; tras la Segunda Guerra Mundial, con la llegada de los comunistas al gobierno en Checoslovaquia, que le confiscaron su tienda de instrumentos musicales” explica Amuedo en su investigación.

“Como necesitaba trabajar para vivir, Marês -quien luego fue director del Coro Concordia de Nueva Helvecia- y su esposa tomaron trabajo de mucamos en esa finca que, por los años 50, era propiedad del señor Rotzinger, un constructor de edificios de nacionalidad suiza”, agregó.
Marês, -ya fallecido-, “relató a Wullich que en aquellos días de julio de 1958, Joseph Mengele estuvo en la casa durante un tiempo como huésped de Rotzinger” y “por las tardes, solía servirles el té a Mengele y a Rotzinger, junto a sus respectivas esposas, en una mesa de piedra que aún se conserva, debajo de un árbol de laurel, en el jardín del frente de la casa”. (publicado en El Observador).

NHMagazine conversó con Wullich quien negó enfáticamente lo publicado por Amuedo, respecto a su estadía allí durante ocho días, “Mengele estuvo en esta casa, en este jardín tomando el té con Rotzinger, propietario de la vivienda en aquella época, pero no durante tantos días”.

Vivienda en Nueva Helvecia, donde Mengele estuvo al menos durante 3 días, ubicada a metros del Hotel del Prado.

Un vecino de nuestra ciudad, que prefiere el anonimato, dijo a NHM que le sirvió al médico nazi durante tres noches en el Hotel del Prado, y que luego de tomar algunas copas, Mengele se dirigía hacia la vivienda de Rotzinger por un camino de servicio atrás del hotel.
Durante esa etapa el Hotel era administrado por Enrique Reisch y en 1959 pasa a manos de los Padres Misioneros Redentoristas, un seminario donde formaban curas. Según fuentes confiables, se lo vio también en el bar y comedor de José Fortunatto, hoy en día Bar Lamela donde solicitaba el diario local, seguramente para corroborar una y otra vez si se había impreso el Edicto de
Matrimonio para luego cruzar hacia el Hotel Comercio u Hotel Reisch como se le conocía en ese entonces, ubicado en la calle 18 de Julio casi esquina Colón. NHM conversó con una persona vinculada a dicho Hotel que al igual que el checo Marês, supieron servirle algún refrigerio a Mengele, en este caso en el Hotel Comercio, durante el invierno de 1958; este sería el otro lugar de estadía del
criminal de guerra.  

Esta versión se confirma tras la declaración de otro vecino de Nueva Helvecia, quien relató a la web Portratsel “En el año 1958, yo venía desde campaña para traer quesos una vez a la semana que comercializábamos en la llamada ‘feria de quesos de los días miércoles’. Luego de efectuada la venta, era como un ritual llegar a tomar y picar algo en el bar y comedor de José Fortunatto,que estaba ubicado en la calle 18 de Julio casi frente al hotel Comercio. Un día estaba sentado a la mesa que se encontraba sobre una de las esquinas del boliche un señor con bigote que no hablaba con nadie, tomando algo que no recuerdo que era, lo único que le interesaba era leer el diario local, lo leía y lo volvía a releer. En un momento habló muy bajo a don José, el dueño del bar y le pagó. Se puso debajo del brazo su diario y lo observamos ingresar al Hotel Comercio. Nadie lo conocía, ni siquiera el dueño del bar.

Me comentaron que lo vieron ese día y nunca más. Pero en mi memoria siempre quedó grabado ese rostro. Pasaron los años y cuando la prensa comenzó con sus comentarios y publicaron las posibles fotos de Mengele, vino inmediatamente a mi mente”.
Por lo que se deduce que sus días en la ciudad los pasó primero en un establecimiento rural, luego en la casa sobre la calle 25 de abril en -barrio de los hoteles-, y en el hotel Comercio del centro de Nueva Helvecia.

EL CURA AHRENS Y SU PRIMO WILHEM LOHMANN
En el año 1959, cuando Mengele escapa desde Argentina, tiene el apoyo en Uruguay del cura católico Ahrens, sacerdote redentorista con residencia en Montevideo, -ver imágen Seminario-primo del Ex-General de las SS Wilhem Lohmann-, quien lo esperó en el puerto de Colonia y lo acompaña a Rivera desde donde se dirige a Brasil y luego a Paraguay.

Al poco tiempo de su estadía en Nueva Helvecia, el Hotel del Prado es adquirido por el Seminario de los Padres Redentoristas (1959), año que Mengele huye a Brasil con la ayuda de un cura Redentorista alemán que residía en Montevideo, ¿casualidad o causalidad? (en base a informe de Semanario “El Periodista” de Buenos Aires, de fecha 22 de noviembre de 1985). Foto: portratsel.blogspot.com.uy

OTRA VERSIÓN
Durante mucho tiempo se dijo que Mengele habría vivido en una casa lindera al Colegio Mater Ter Admirabilis en la calle Guillermo Tell, hecho este desmentido ya que la persona que allí vivió fue un sueco -musicoterapeuta- de apellido Pontvik, fallecido el 10 de octubre de 1979, sus restos se encuentran en el cementerio de Colonia Valdense. Lo que queda claro es que el tristemente célebre criminal de guerra no vivió en nuestra ciudad, pero sí estuvo aquí durante ocho días.

Es un hecho este, que tal vez nunca tenga un cierre definitivo, debido a la cantidad de versiones que se manejan, NHM intentó clarificar en este informe los datos presentados por historiadores locales respaldados por documentos históricos, intentando así esclarecer el paso del criminal de guerra nazi por nuestra ciudad, para que el título de este informe -“De eso no se habla”- quede simplemente como parte de la historia, y logremos algún día escuchar todas las campanas.

INSIGNIA DE MÉRITOS DE SILESIA: UN “RECUERDO” DEL PASO DE MENGELE POR NUEVA HELVECIA
Miguel Delfino es un conocido vecino y empresario de Nueva Helvecia, según sus propias palabras “entre mis hobbies está el coleccionar piezas antiguas pero que tengan historia”.
Días atrás el canal History Channel lo entrevistó en la ciudad de Colonia para un especial de “Hunting Hitler”, programa que sigue la ruta de Adolf Hitler -y los altos mandos nazis- luego de su supuesto escape de Alemania, la versión histórica oficial dice que Hitler se suicidó en su bunker el 30 de abril de 1945. Sin embargo nunca se encontró su cuerpo en ese lugar, ni tampoco evidencia fehaciente de que haya muerto allí.
En este programa, Delfino debe mostrar en base a una película guionada los elementos históricos que corroboren el paso de Mengele por Colonia. En la misma muestra el Águila Silesiana, el Edicto publicado en la HELVECIA y el Acta de casamiento, por lo que los actores en este documental guionado terminan confiando en las palabras del “cazador de tesoros” en base a la documentación irrefutable de que Mengele estuvo en Nueva Helvecia.

“Mengele viene acá evidentemente porque su padre Karl Mengele era un poderosísimo fabricante de maquinarias
agrícolas, tan así que el propio Hitler iba a la fábrica a visitarlo. Hay un plan alemán de penetración en distintas partes del mundo, a nivel político y económico. Y este hombre, el padre de Mengele formaba parte del mismo, porque Nueva Helvecia era una colonia agrícola y el tenía un representante que las vendía aquí, todas las marcas que fabricaba Mengele estaban representadas en un
importante comerciante de esta ciudad” expresa Delfino.

El docente y coleccionista se explaya respecto a la penetración de los criminales nazis en Sudamérica “Una de las teorías dicen que ellos entraron a través de una acción del Vaticano, -y esto no va en contra de la religión acota-, porque la religión la hacen los hombres que la están representando en ese momento. Pero hay que agregar si, que el Vaticano fue el único Estado que no fue bombardeado, se dice que estaba arreglado de antemano con Pio XII, que si les iba mal, habían hecho un acuerdo de la entrega de una cantidad importantísima de oro y obras de arte a cambio de un salvoconducto, un escape denominado “La ruta de las ratas”.
“Aquí en la Colonia Suiza mi abuelo y mi padre realizaban en la joyería la cruz esvástica y el emblema de la Real AirForce
de los aliados, había dos bandos claramente definidos que eran Pro-nazis y pro-aliados, y estos pins que vendían se usaban como quien usa hoy uno de Peñarol o de Nacional o de blancos o colorados.”

CONDECORACIÓN
“Hace unos 15 o 20 años viene una persona que me pidió absoluta reserva, y me pregunta si yo compraba cosas viejas y me dice “Yo tengo esto que Mengele se lo regaló a mi abuelo cuando se casó acá” y se lo compro. Al poco tiempo le escribo al investigador Héctor Amuedo corrigiéndolo por un dato erróneo de los alemanes en colonia suiza, el me agradece y a partir de ahí generamos una amistad digital; le envío la foto del Águila y no lo podía creer”.

Amuedo se lo envia a varios investigadores de diferentes partes del mundo que corroboran la autenticidad del Águila de
Silesia que otorgaba la Wehrmacht.
“Aquí hubo un nazi de la primera guerra, del cual no vamos a dar el nombre, que se radicó en la colonia suiza, este hombre admiraba todo el crecimiento de Alemania e ignoraba todo lo que se escondía detrás. Se ve que era tan importante este hombre que cuando hunden el Graf Spee en la batalla del Río de la Plata -los sobrevivientes fueron distribuidos entre Uruguay y Argentina-; entre 8 y 10 marineros vinieron a quedarse a la casa de él, uno de ellos era un ingeniero que le hace un dibujo del barco y se lo firma, este es otro documento importantísimo que conserva Delfino.

Acta de casamiento de Mengele y edicto publicado en periódico HELVECIA.

MENGELE TRABAJÓ COMO MÉDICO DURANTE LA CONSTRUCCIÓN DE BAYGORRIA

El ex jefe de Policía de Colonia, Raúl Egaña Miguel (ya fallecido), que actuó en el primer período democrático luego de la dictadura} militar, fue una pieza fundamental en la obtención y preservación de los documentos que revelan la verdad sobre la estadía del médico nazi Joseph Mengele en nuestro país, mientras era intensamente buscado por la comunidad internacional a raíz de sus horrendos crímenes en Auschwitz. Un obrero se cortó un dedo y Mengele “volvió a colocar el dedo perfectamente”. Oriundo de Nueva Palmira pero residente durante gran parte de su vida en la comunidad de Nueva Helvecia, Egaña relató a un cronista de LA REPÚBLICA cómo obtuvo y preservó, en los tiempos en que fue jefe de Policía, la documentación que aportó a este matutino. “Oí comentarios sobre el casamiento de Mengele y su vida en Nueva Helvecia, entonces comencé a investigar” y contó cómo con la ayuda del ex director nacional de Policía, inspector (r) Roberto Rivero, entonces funcionario a su cargo, y del ex intendente Raúl Bianchi pudieron encontrar la documentación que había permanecido oculta durante décadas. A la vez agregó un dato importantísimo para corroborar que el médico nazi vivió y trabajó en Uruguay durante varios meses.

Egaña aseguró a LA REPÚBLICA que la información en su poder indica que Mengele fue traído a nuestro país por una compañía alemana que construyó la represa de Rincón de Baygorria.”Esa compañía trajo al médico Mengele”, dijo, y relató cómo un obrero de Nueva Helvecia que trabajaba en la construcción de esta represa fue operado por el médico nazi luego de un accidente.
“Un muchacho de acá, de apellido Rottela, se cortó el dedo de una mano mientras trabajaba; entonces vino el médico éste y en una carpa en la que tenían instalado una especie de hospital de campaña le volvió a colocar el dedo perfectamente en su lugar”. El relato que hace Egaña muestra cómo luego se sabría que ese médico era uno de los nazis más buscados por el mundo. “Mientras descansaban, los obreros alababan la operación que le habían hecho a este muchacho. Entonces un alemán de los que trajo la compañía se pasó de alcohol y dijo a otro que hacía de traductor para el grupo: Estos no saben quién es este médico, a este médico los adversarios le pusieron ‘el ángel de la muerte’ por lo que hizo en Alemania y es un cirujano experto….” narró Egaña, según le fueron contados a él los hechos ocurridos en 1958 durante la construcción de la represa de Baygorria, que fuera inaugurada en 1960. Estaba acusado de asesinar a miles de personas en el campo de concentración de Auschwitz, dónde investigó técnicas de clonación. Fuente: portratsel.blogspot.com.uy

MENGELE: UN TEMA RECURRENTE -Por Raddy Leizagoyen-

Desde la década del ’70 hasta hoy, el casamiento de Joseph Mengele en Nueva Helvecia y su estadía en esta ciudad, ha sido objeto de atención de la prensa nacional e internacional. Un trabajo que prepara el canal “History” -que lamentablemente no tenemos en nuestro servicio de TV cable- ha reflotado una vez más el tema.

OTROS “PICOS” DE INTERÉS
En 1985, a través del interés demostrado por el Jefe de Policía de la época don Raúl Egaña Miguel, se preservaron documentos que probaban la estadía del genocida nazi Joseph Mengele en Nueva Helvecia, y su boda en esta ciudad, en el Juzgado que por entonces conducía don Pedro Izacelaya, según edicto publicado por “HELVECIA”. La acción de protección de la historia trascendió y el periodista Néber Araújo condujo una investigación que llamó la atención internacional y hasta produjo la llegada a Nueva Helvecia del famoso cazador de nazis Simón Wisenthal. El tema ya se había debatido en la zona en 1972, cuando alguien “descubrió” en los archivos de “HELVECIA” el edicto famoso.

Quince años más tarde, los periodistas Carlos Peláez y el carmelitano Gabriel Monteagudo, lanzaron un rimbombante informe en “La República” que pretendía ser primicia mundial. Fue en las ediciones del 2 y 3 de octubre del 2000. Con grandes titulares en primera plana.
Este informe, cargado de imprecisiones y errores (como el de aunar en un solo hecho las colonizaciones suiza y
valdense), recogió leyendas urbanas y datos sin ningún fundamento, como que en Nueva Helvecia un Club social izaba una bandera nazi en conmemoración de cada avance de los ejércitos nazis; o que bajo el Monumento “El surco” hay una bandera nazi escondida a la espera del retorno del Führer.
Para colmo, se vinculó esta información con otra cobertura histórica publicada una semana más tarde, también con grandes titulares en primera plana (“Así trabajaron los soplones civiles en Nueva Helvecia”), sobre la lista negra de izquierdistas que se publicó en 1972.

Ambos hechos así destacados y vinculados, marcaban que Nueva Helvecia era una especie de cueva de nazis, donde Mengele se había sentido “entre los suyos” y protegido.
La gravedad de la acusación produjo la reacción de los miembros de la Asociación de Periodistas del Este de Colonia (A.P.E.C.), recién fundada, que a través de sus socios de entonces que estaban radicados en Nueva Helvecia (Antonio Buffa, Alejandro Dellature, Ida Guigou, Eduardo Silveira, Hugo Torres, Gustavo Travieso, Juan Carlos Vecino y el autor de esta columna), mantuvieron un duro debate con los autores de estas notas.

EN EL CONTEXTO HISTÓRICO
Mirado con la lupa de un habitante de nuestro presente, parece incomprensible que Mengele haya publicado el edicto de

su boda y nadie haya movido un dedo en Nueva Helvecia.
¿Cómo pudo ser? ¿Es que todo Nueva Helvecia era realmente una cueva de nazis cómplices de este asesino despiadado? No, simplemente nadie conocía a Mengele. Él mismo había vuelto a su pueblo natal al finalizar la guerra y vivió años en él sin que nadie lo molestara.

Recién a comienzos de los ’50, cuando algunos de sus subalternos empezaron a realizar comprometedoras declaraciones, optó por esconderse. Pero en este rinconcito de América del Sur, su fama aún no había llegado. Es cierto que había simpatizantes nazis en Nueva Helvecia. No dudamos que habría nazis convencidos, con la misma mentalidad de superioridad racial y desprecio por el resto de la humanidad, que los principales líderes que seguían a Hitler.

Pero también había muchos que sin profundizar en ideologías o procedimientos, simplemente se sentían inclinados a defender los avances de quienes sentían sus compatriotas, en un sentimiento que la distancia siempre solidifica.
Es la misma simpatía que tantos italianos en el mundo sintieron por los avances de Mussolini, a quien veían como el restaurador del viejo espíritu imperial romano.
Por razones de descendencia, es lógico que hubiera más simpatizantes nazis en nuestra ciudad que en Rosario o que en Salto. Pero eso no nos sume en el oprobio de ser una ciudad pro-nazi.

En ese mismo Club social que Peláez y Monteagudo –siguiendo declaraciones de algún anónimo ignorante local– señalan como celebrador de las conquistas nazis con el izamiento de la bandera con la esvástica, un socio debió ser suspendido por su reacción, cuando en una discusión sobre la guerra, un simpatizante de Hitler quiso dar punto final con una desgraciada frase:
– Acá hay que plantar la bandera nazi y dejarnos de joder…
Y el piñazo que recibió lo elevó por encima de tres mesas, hasta dar con su humanidad contra el mostrador.

Las pasiones estaban desatadas, pero los simpatizantes nazis sabían que había también defensores de la democracia y la humanidad, dispuestos a no permitirles impunemente una acción de propaganda.