Archivo de 15 de julio de 2019

15
Jul
19

Elecciones de octubre en Uruguay

Confrontar al bloque conservador

escribe: Hugo Acevedo, Analista

El desenlace de la comparecencia a las urnas para elegir candidatos presidenciales celebrada el domingo 30 de junio, conformó un mapa político realmente desafiante para el oficialismo frenteamplista, que deberá trabajar mucho más de la cuenta para posicionarse bien para octubre y eventualmente ganar, tal vez con la soga al cuello, en noviembre.

Es claro que, a primera vista, la baja votación del Frente Amplio en una elección naturalmente no obligatoria, convoca a razonables reacciones de inquietud y preocupación.

No es secreto que el FA no quemó las naves en esta instancia, desistiendo de la posibilidad de realizar prédicas y mensajes de tono confrontativo y hasta limitó al mínimo la emisión de pautas publicitarias en los medios masivos de comunicación.

Tampoco es improbable que muchos votantes hayan sufragado en la interna de otras colectividades. Eso podría explicar, por ejemplo, el contundente triunfo de Talvi sobre Sanguinetti, que rompió con todos los pronósticos.

Pese a que en este caso fueron cuatro los frenteamplistas que se disputaron el derecho a alzarse con la candidatura de la fuerza política, la campaña fue igualmente de guante blanco y apostó siempre a la unidad más que al intercambio de ideas y propuestas.

Obviamente, no debería pasarse por alto que el oficialismo, además del lógico desgaste que supone el ejercicio de tres gobiernos consecutivos, debe procesar un compulsivo relevo generacional, provocado por la ausencia en la competencia de sus máximos referentes: el presidente Tabaré Vázquez, el ex presidente José Mujica y el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori.

Si bien la gran fortaleza de la izquierda sigue siendo que posee un programa único de gobierno a diferencia de lo que sucede en otros partidos, el imperativo que impone la hora es movilizar a toda su militancia y trabajar políticamente para confrontar a la derecha.

Es claro que el bloque más recalcitrantemente conservador salió fortalecido de la jornada del 30 de junio, con el abrumador triunfo de los sectores más reaccionarios de los partidos tradicionales, la buena votación del ultra-derechista Cabildo Abierto y la virtual desaparición del Partido Independiente de la escena política.

Los resultados permiten avizorar el armado de una coalición conservadora, integrada por el nacionalista Luis Lacalle Pou, por el colorado pro-mercado Ernesto Talvi y por el militar Guido Manini Ríos, entre otros.

Como es notorio, Lacalle Pou representa la opción más derechista dentro del Partido Nacional, que superó por amplio margen al «renovador» Juan Sartori y al filo wilsonista Jorge Larrañaga.

Sin embargo, tal vez lo que los observadores políticos consideren una virtud del aspirante blanco pueda volverse en su contra: su decisión de nominar la misma noche del 30 a su candidata a vice, designación que recayó en la también herrerista Beatriz Argimón.

Con ese autoritario golpe de timón, Lacalle Pou ignoró olímpicamente la opinión de sus competidores en la interna, particularmente a Juan Sartori, que ocupó el segundo lugar.

Bien se sabe que el electorado del joven empresario está integrado por desencantados de la política que, aparentemente, no se distinguen ciertamente por su lealtad partidaria.

Sólo el tiempo permitirá establecer si esa definición de Lacalle Pou fue acertada o si puede volverse en su contra. Nadie puede asegurar que los adherentes a Sartori sufragarán dentro del lema, luego de la fratricida guerra sucia que caracterizó a la interna blanca durante la campaña.

La votación en el Partido Colorado arrojó interesantes conclusiones, por la contundente victoria de Ernesto Talvi, un candidato recién llegado a la política activa pero históricamente ligado a la figura de Jorge Batlle, recordado por haber encabezado el peor gobierno de la historia reciente.

Pese a sus permanentes alusiones a José Batlle y Ordóñez, Talvi no es batllista y sí un economista aliado estratégicamente al gran capital y a las corporaciones empresariales. Desde ese punto de vista, su elección representa un giro más a la derecha en la centenaria colectividad de Rivera.

El tercer factor que debe convocar a la inquietud es la buena votación de Cabildo Abierto, el flamante partido fundado y liderado por el ex comandante en Jefe del Ejército Guido Manini Ríos.

Se trata de un nuevo conglomerado conservador con impronta castrense, que bien puede transformarse en juez de la contienda de noviembre haciendo pesar los intereses corporativos de la denominada familia militar y de los peores reaccionarios de extracción pro-golpista.

Por supuesto, el primer desafío para las fuerzas progresistas será reflexionar -con sentido de autocrítica- sobre la magra votación del 30 de junio y armar una potente batería programática de cambios capaz de volver a entusiasmar a los uruguayos, con particular énfasis en los denominados desencantados.

La estrategia pasa por advertir a la ciudadanía que votar al bloque derechista significará un retroceso en materia de derechos adquiridos y un riesgo potencial de reproducir las mismas condiciones históricas que condujeron al país a la dramática debacle de 2002, tal cual sucedió en Argentina y Brasil.

15
Jul
19

La «opo» berreta del Uruguay …

NOTAS DE LA CAMPAÑA

Desafinadas

El herrerismo y su conocida pesadilla: OCTUBRE FRENTEAMPLISTA !!

escribe: Juan Raúl Ferreira

Terminada la campaña de las internas, se está en el entretiempo de culminar los procesos, de elección de vice y los programas únicos de gobierno. El Partido Nacional (PN) ya tiene vice desde esa noche. El Frente Amplio (FA) tiene programa único desde antes de las internas. Luego se lanza la carrera por la presidencia. Sin embargo, estas particulares internas permiten ya tomar nota de algunas cosas que la elección presidencial heredará de la contienda interna de cada partido.

Se confirma una tendencia de otras internas anteriores, en las que el FA vota bajo y gana la elección. El PN entra primero y pierde en primera y segunda vuelta (en 2004 perdió en primera vuelta).

El FA no esperaba mayoría en las internas y concentró muchos esfuerzos para la final (o semifinal) de octubre. Pero su votación estuvo por encima de lo esperado. Sin embargo, al conocerse el resultado, de los cuarteles generales de los 15 partidos que participaron, en el único se respiraba clima de alegaría y festejo fue en el del Frente.

En el Partido Colorado (PC) se veía alegría incontenible en los votantes de Talvi y cero en los de Sanguinetti. Este, que se presentó como una mera formalidad, dos veces presidente, perdió contra Ernesto Talvi con 32% contra 57%. Y el PC no tuvo la suba electoral relativa que esperaba el expresidente. Por el contrario, bajó de 16% a 13%.

En el PN, el candidato triunfador nombró a la vice esa misma noche. Mujer y de su sector. Problema resuelto. Pero la razón no respondía a la concordia interna, sino a evitar enfrentamientos.

Larrañaga, hasta hace poco seguro segundo, entró en enfrentamiento por ese lugar con Sartori. Perdió. Pero ya 48 horas antes de la elección dijo que no piensa hablar ni “negociar nada con él.”

Quizás ello explique que en la sede del Frente (Huella de Seregni) había abrazos fraternos entre los tres precandidatos no elegidos junto al ya candidato de todos: Daniel Martínez. Mientras tanto, en la sede del partido más votado, hubo poco empujón para la “jurisprudencia” reciente, pero tras discurso equilibrado del candidato ganador, los precandidatos ni se dieron la mano y hubo desde dirigentes llorando (no de emoción) y muchos otros manteniendo lejos a los aspirantes entre sí.

Daría la impresión de que el PN tuvo una buena noche como inicio de cuatro meses terribles. El martes ya salieron a luz. En TNU el exlegislador Alem García -que ha dicho ser quien trajo a Sartori a Uruguay para que fuera presidente- largó acusaciones internas y externas muy graves. Aclaró que de ninguna de ellas tenía pruebas. Veamos algunos ejemplos de esta muestra de los 120 días que quedan antes de la elección.

Dijo que su propio partido había “ninguneado” a Sartori (la palabra es mía, el concepto de él) y que este debió haber ganado si no fuera por la campaña anti-Sartori de sus propios compañeros. Agregó: “Se dice en corrillos”, y a él le había llegado por fuentes confiables, que el FA, con la complacencia del PN, había mandado a sus militantes a votar por Lacalle en la interna. Explicaba con ello el triunfo de Lacalle sobre Sartori. O sea, a Sartori el Frente no le ganaba, a Lacalle sí. Tampoco ocultó su falta de entusiasmo en que la candidata Argimón evitara que la fórmula no fuera toda de un sector.

¿Cómo hace un presidente para presidir un gobierno sin mayorías parlamentarias si ni siquiera logra unidad en su propia colectividad? Eso no es todo. El candidato Luis anuncia sus tres primeros ministros y de inmediato dice que comenzarán las negociaciones con el resto del PN por un programa único. Y esos ministros ¿qué política van a aplicar si aún no hay programa? ¿Ministros primero, programa después? La vieja repartija que tanto combatió el wilsonismo.

El propio Dr. Sanguinetti dijo que su segundo gobierno fue de coalición. Exacto. El primero no. Porque vivía Wilson y su política de alianzas apuntaba en otra dirección. Queda agua por correr debajo del puente, pero pasó lo que antes dijimos que ocurriría.




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