Bombas de humo
El mismo gobierno que denuncia penalmente a los sindicalistas, cuenta entre sus filas con ministros imputados por Fiscalía
Caras y Caretas Diario
escribe: Leandro Grille
El gobierno es muy malo para afrontar los problemas que se presentan en nuestro país, pero hay que reconocer que es bastante eficaz cuando se trata de distraer la atención de la ciudadanía. El episodio de las bombas de humo arrojadas en la manifestación de la Federación de Funcionarios de OSE el día de la apertura de los pliegos del proyecto Neptuno, hace un mes, da cuenta de lo que estoy señalando.
Por cierto, es indiscutible que los trabajadores de OSE le regalaron un cachón al oficialismo, olvidando tal vez que los medios de comunicación son controlados por el enemigo de clase, y que el gobierno dispone de munición comunicacional gruesa, muy superior a aquellas a las que pueden echar mano los obreros sindicalizados.
Con todo, no cabe rasgarse las vestiduras por el hecho en sí, menor desde todo punto de vista, pero insisto en recordar a los que lo soslayen, que en toda lucha es necesario estudiar el terreno, porque hay ámbitos donde la disparidad de fuerzas es crítica y una travesura, políticamente infantil, lejos de pasar inadvertida, puede ser y va a ser resignificada, si la derecha lo requiere, en una asonada, en el drama central de la coyuntura, en un atentado o hasta un acto terrorista, mediante una campaña mediática sin fisuras, abrumadora y desequilibrante.
Los trabajadores disponen de herramientas para desplegar sus reclamos y sus peleas. En primer lugar, tienen la fuerza de la razón, la autoridad moral de los que verdaderamente conocen el campo, las tareas, el trabajo, tienen conciencia de pertenecer al pueblo y el pueblo se identifica con sus peripecias, porque, sobre todo, en sus luchas arriesga, y no los mueve un interés privado e inconfesable. Lo que los trabajadores no tienen es recursos, medios, aparatos de propaganda hegemónicos, y tampoco poder sobre las decisiones centrales del Estado.
Por ello, la práctica sindical es mucho más efectiva cuando no olvida donde están sus fuerzas y no subestima la fuerza de los adversarios.
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