Archivo de 5 de septiembre de 2009

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LIBERTAD PARA LOS CINCO.

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viernes 4 de septiembre de 2009

La agudización de la campaña electoral comienza a mostrar en forma más clara los intereses que se esconden detrás de los candidatos de los llamados partidos tradicionales. Los golpes de efecto que han querido lanzar para desviar la atención del eje en debate, que es el avance de los procesos de cambios o el freno a los mismos, se les han vuelto en su contra. Los uruguayos sabemos que cuando jugamos al truco el «revire mentiroso» funciona si el otro no tiene una «pieza» alta. En política una «pieza» fundamental es la coherencia de un programa de gobierno sustentada en un modelo de país. En el caso del Frente Amplio es tener un programa nacional, popular y democrático cuyo norte es la «pública felicidad» de nuestro pueblo. Tal como en el truco, en la política, cuando no existen concordancias entre lo que se dice y lo que se está dispuesto a hacer… se puede perder la mano. El caso más reciente es la propuesta de Lacalle de reducir las jubilaciones de los presidentes venideros. Apresurado para generar una polémica mediática el «Cuqui» se enredó muy mal al desconocer los cambios que sobre esas jubilaciones ya se habían producido en 1996. Pero más allá del error cometido lo que dejó al desnudo sus verdaderos intereses fue la actitud asumida frente al redoble de la apuesta por parte del compañero Mujica. José Mujica, futuro presidente de los uruguayos, propuso que se donara la jubilación si ese era el fondo del problema. A lo que «el pobre» Lacalle dijo que «la necesita para vivir»… Obviamente no vamos a pretender que este político profesional deje de recibir la compensación de que sigue gozando –como Sanguinetti- gracias a que la resolución parlamentaria no lo abarcó en tanto no fue retroactiva. Lo que sí deberá seguir haciendo es pagar un IASS mayor. El problema es que la derecha está acostumbrada a jugar con el bolsillo del otro y no soporta la idea de una retribución más justa de la riqueza. En su concepción, los pobres son pobres porque quieren, y a lo máximo merecen asistencialismo (como es la idea que quiere importar de Chile tercerizando la asistencia social). Están acostumbrados a jugar con el bolsillo del otro, en especial el de los trabajadores y todos los sectores populares. Recordemos cómo durante los gobiernos anteriores la solución frente a cualquier problema en la «macroeconomía» era el ajuste fiscal, que conllevaba al recorte del gasto y de las inversiones. Solución que volvieron a proponer frente a la actual crisis económica planteando la necesidad de recortar la inversión social. El avance de la campaña electoral va a mostrar las contradicciones que existen entre lo que proponen, lo que hicieron y lo que realmente harían si ganaran el gobierno. Un ejemplo de ello son algunas de las 20 propuestas que lanzó la fórmula blanca hace una semana. Dice el documento repartido a los medios de difusión: «En cuanto a la mejora de funcionamiento del Estado, se propone evaluar la gestión por sus resultados y ejercer un control sobre la calidad del gasto público». Quieren un Estado gestionado como empresa privada y reducido en sus funciones, como queda claro en la fundamentación de las propuestas. «Ello sólo podrá lograrse con un Estado fuerte en sus funciones propias, dejando lugar a las iniciativas privadas y a la libertad de los particulares y una acción del gobierno, ejerciendo todas sus facultades y haciendo obras, aliviando la carga fiscal a través de un sistema tributario sencillo, de un marco jurídico seguro y gastando mejor, volviendo al Uruguay su vieja identidad de tierra de paz, de tranquilidad y seguridad, enmarcado en el respeto del Estado de Derecho, el desarrollo económico, productivo, social y público». Un Estado reducido a su mínima expresión (juez y gendarme). En definitiva, una forma distinta de expresar la idea de aplicar una motosierra sobre las inversiones sociales. Su concepción de clase se expresa cuando no dudan en afirmar que buscarán «modificar las leyes laborales aprobadas por este gobierno, como la Ley de Negociación Colectiva, la Ley de Tercerizaciones y la Ley de Libertad Sindical». La modificación de las leyes laborales la harán sin lugar a dudas en un sentido que les sirva a los empresarios. Por su parte, el candidato del Partido Colorado hace demagogia afirmando que está de acuerdo con la negociación colectiva y refiere a que en el primer gobierno de Sanguinetti se volvió a instalar. Se saltea mencionar que después de que la administración de Lacalle los dejó de convocar, ninguno de los otros dos gobiernos de los colorados que le sucedieron los volvió a reinstalar. «En materia de seguridad pública, se busca rescatar el principio de autoridad», sigue diciendo el programa del Partido Nacional. ¿Qué implica el principio de autoridad para Lacalle? Recordemos que durante su gobierno sucedió el caso Berrios y también el asesinato de dos jóvenes durante la movilización del Filtro. La autoridad es para ellos mayor represión. En particular el foco está centrado en los menores de edad para quienes proponen generar un instituto encargado exclusivamente de los menores infractores y «hacer efectiva la rebaja de la edad de imputabilidad prevista en el Código de la Niñez y de la Adolescencia elevando de los actuales 5 a 10 años la pena de privación de libertad máxima para los mayores de 16 y menores de 18 años, generalizando la penalización de la tentativa, coautoría y complicidad en los delitos gravísimos y extendiéndola a otras modalidades delictivas de menor gravedad como el hurto». Sin dedicar un solo párrafo al detalle de que fue su gobierno el que aplicó un impuesto a los sueldos que no tenía siquiera franjas, se despacha el programa del Partido Nacional: «Se propone eliminar el IASS y reformular el IRPF, además de recortar el gasto y mejorar la recaudación». Afirman que si ganan el gobierno «se harán gestiones políticas para acordar en el Parlamento una nueva integración de la Corte Electoral y del Tribunal de Cuentas». Lo que no dicen es que durante nuestro gobierno la integración de ambos organismos tuvo una composición que violaba el mandato ciudadano a pesar de que desde este gobierno hubo la intención de integrar a la segunda fuerza electoral del país en los órganos de contralor. En las 20 propuestas del Partido Nacional queda claro que su objetivo es hacer retroceder todos los avances de nuestro gobierno. Depende de cada uno de nosotros retrucar con mayor compromiso. Porque está en juego –y no vale mentir- el desarrollo y la profundización democrática en función de los intereses populares.

Por José Luis Perera
 
 
La unidad de las fuerzas populares no permite claudicaciones
 
 
 
 
La clave del proyecto estratégico de nuestro Partido ha sido la construcción trabajosa, paciente -y nunca exenta de complejidades-, de la unidad de las fuerzas populares, tanto en el plano sindical como en el político, sin permitirnos claudicaciones. No sería legítimo atribuirnos en exclusividad el complejo proceso de la unidad, pero no se puede negar la gravitación del proyecto surgido en nuestro XVI Congreso. Nuestro Partido fue capaz de trasladar a grandes masas los elementos centrales de una concepción expresada en la Declaración Programática de 1958, de incorporarlos como ideología, y de lograr que los mismos trascendieran al propio Partido, alcanzando a sectores que –en principio- uno podía considerar muy alejados filosófica y políticamente de los comunistas. Hasta el año 62, los comunistas votaban la lista 63. Ese año, los comunistas no solo votan un nuevo número, la lista 1001, sino que además votan en los primeros puestos a no comunistas. Aparecen allí figuras como Luis Pedro Bonavita, importante dirigente del Partido Nacional que escribía editoriales de El País, y que se convenció por aquel entonces que dentro de los partidos tradicionales era imposible cambiar el país y da ese paso importante, que permite comenzar esa unificación con nuestro Partido y con todos aquellos que entendían que lo prioritario era la unidad. Se integraban a esa unidad de la izquierda el Movimiento de la agrupación Avanzar Batllista, con el compañero Carlos Erichirigoity, un comité universitario, del trabajo de la cultura, Aguirre González, compañero proveniente del Partido Colorado y más adelante la integración de quien jugó un papel importante para la creación del Frente Amplio el Gral. Arturo Baliñas Y cinco años después, en 1971, nacía algo por lo cual los comunistas habíamos trabajado duro, y que formaba parte de nuestra propia concepción de la revolución agraria y antiimperialista, en base a la acumulación de fuerzas: la creación de nuestro Frente Amplio. Y ya no se trataba entonces para los comunistas de no votar más la lista 63 histórica, se trataba ahora de votar una nueva lista, con compañeros no comunistas, y acumular en un lema que se llamaba “Partido Demócrata Cristiano” con gente venida de los partidos tradicionales y junto a otros partidos de izquierda y grupos de independientes. Y más adelante, aún votando la que había pasado a ser nuestra querida 1001, lo hemos hecho llevando en los primeros puestos a compañeros que no eran comunistas. Solo a modo de recuerdo, digamos que cuando el compañero Danilo Astori encabezó todas las listas del senado, lo fue a propuesta de los comunistas, y su banca en el senado la pagó nuestro partido. Pero no podemos olvidar los nombres de Rodríguez Camusso, de José Germán Araújo y de tantos otros que han encabezado nuestra lista, como el propio Doreen Ibarra actualmente. Y como el compañero López Goldaracena que nos acompañará ahora como suplente de Eduardo Lorier en el senado, y en el segundo lugar de la lista. De manera que lo que importa destacar es que los acuerdos electorales puntuales que nuestro Partido ha desarrollado en cada una de las elecciones, son acuerdos que se hacen en función de una estrategia mucho más general y que tiene que ver con la unidad de la izquierda para avanzar juntos hacia una democracia avanzada rumbo al socialismo.
 
Las alianzas políticas
 
 
Lenin decía, respecto de las alianzas: “No se puede triunfar sobre un adversario más poderoso sino mediante una extrema tensión de fuerzas y con la condición expresa de utilizar de la manera más minuciosa, más atenta, más circunspecta, más inteligente posible, la menor fisura entre los enemigos, las menores oposiciones de intereses entre las burguesías de los distintos países, entre los diferentes grupos o categorías de la burguesía dentro de cada país, tanto como la menor posibilidad de asegurarse un aliado numéricamente fuerte, aunque éste sea un aliado temporal, vacilante, condicional, poco sólido y seguro… Quien no ha comprendido esta verdad no ha comprendido nada del marxismo, ni, en general, del socialismo científico contemporáneo. Quien no ha probado prácticamente, durante un periodo bastante largo y en situaciones políticas muy variadas, que sabe aplicar esta verdad en los hechos, no ha aprendido todavía a ayudar a la clase revolucionaria en su lucha por liberar de la explotación a toda la humanidad laboriosa.” (1) Una alianza es la unión temporal que se establece entre distintos grupos o clases sociales para llevar a cabo una lucha por intereses comunes. Como se trata de la unión de grupos diferentes, al mismo tiempo que existe una unidad para luchar por los intereses comunes de ese momento, existen contradicciones entre ellos. En algún momento esas contradicciones pueden superarse hasta llegar a una fusión, o agudizarse y llegar a la separación o ruptura de la alianza. Si se trata de una alianza entre grupos que luchan por los mismos intereses de clase, las contradicciones no son, por lo tanto, de tipo antagónico, pero existen, y es por ello que constituyen nucleamientos diferentes. Podemos decir entonces que una alianza es una unidad contradictoria entre grupos o clases sociales diferentes. En su lucha por terminar con la explotación -largo proceso que avanza en forma ininterrumpida al socialismo a través de diversos combates- la clase obrera busca unir la mayor cantidad de fuerzas para ir destruyendo los enemigos principales de cada momento e ir creando así las condiciones que permitan el avance del proceso. Estos objetivos tácticos, que permiten avanzar en democracia hacia una democracia avanzada rumbo al socialismo (que es el objetivo estratégico final), son el resultado de un análisis profundo de la realidad y de la correlación de fuerzas del momento, tanto nacional como internacional, y definen el tipo de alianzas que se establecen con otras fuerzas políticas para llevarlos a cabo. Por lo tanto, toda alianza táctica debe tener presente el objetivo estratégico: debe acercar a él y no alejar de él. Una correcta política de alianzas debe partir siempre de la correlación de fuerza real, pero con la perspectiva de lograr la mejor correlación de fuerza posible, favorable al proceso revolucionario. Para ello es necesario realizar constantemente un análisis concreto de la situación concreta, es decir, un estudio de las perspectivas revolucionarias de la clase obrera en ese momento, del comportamiento político de las otras fuerzas y sus perspectivas. Ahora bien, ¿cuál es el límite? Lenin planteó que “…no deben hacerse concesiones de principios ni concesiones teóricas. Tampoco pueden hacerse concesiones en los puntos fundamentales del programa, ya que el cumplimiento de estos puntos es lo único que asegura que el proceso avance hacia la meta que se ha propuesto. El deber es (…) permanecer fiel a sus principios, a su clase, a su misión revolucionaria, a su tarea de preparar la revolución y de educar a las masas populares para la victoria en la revolución”(2) Es en ese sentido que viene trabajando nuestro Partido y la 1001 rumbo a octubre, como lo ha venido haciendo a lo largo de su historia.
(1) Lenin: La enfermedad infantil del Comunismo: El Izquierdismo (2) Lenin: Acerca de los Compromisos
 
 

Por Alfredo Jalife-Rahme*
 
 
Dieciocho días antes de lo que el flamante primer ministro nipón Yukio Hatoyama definió como una “revolución” por la apoteosis del Partido Democrático de centroizquierda, asentamos que se podía “gestar un nuevo equilibrio mundial en el noreste asiático en favor de China y en detrimento de Estados Unidos”, además de que “marcará uno de los hitos de la construcción del nuevo orden multipolar del siglo XXI”. El proceso (r)evolucionario está ya en marcha con el inequívoco mandato de un electorado que históricamente suele ser muy conservador. Yukio Hatoyama no es ningún furibundo antiestadunidense –se formó como ingeniero en Stanford– ni es un resentido social que llega al poder con hambruna congénita de hospicio (como los panistas neoliberales): por su lado paterno proviene de una de las más relevantes dinastías políticas (“los Kennedy de Japón”), y de sus genes maternos heredó la fortuna de la llantera Bridgestone. Como pocos políticos de la posmodernidad, Yukio Hatoyama –culto, encumbrado transgeneracionalmente e inmensamente rico– puede transformar a Japón con una nueva (r)evolución, al estilo del ilustrado “periodo Meiji” modernizador de 1868-1912 (que se inspiró genialmente en la educación politécnica alemana). Si alguien simboliza al sistema nipón de posguerra es Yukio Hatoyama, quien ha entendido desde su alcurnia que el poderío exportador de Japón se ha revertido (cuando el modelo neoliberal agoniza globalmente), por lo que debe cambiar su paradigma existencial para frenar su vertiginosa decadencia, a través del desarrollo interno, tan descuidado. En la (r)evolucionaria cosmogonía del samurai Yukio Hatoyama las necesidades básicas de la gente común preceden a las exigencias unilaterales de las trasnacionales gloriosas, como Toyota (la efigie de la eficiencia gerencial), las cuales crecieron a expensas del doble desequilibrio demográfico y económico del conjunto de su sociedad, que exhibe un inhumano primitivismo social, abultado por su elevado desempleo y su orfandad asistencial. Japón constituye todavía la segunda supereconomía global (medida por su PIB nominal), pero la gente común no vive ni come de estadísticas que ocultan su ominoso decrecimiento demográfico y la mayor deuda del planeta para una potencia industrial (¡217 por ciento de su PIB!). Todas las tendencias multidimensionales conspiran contra Japón, que resiente los pasos y el peso del gigante recién despierto: China. Lo peor: desde el estallido de su burbuja inmobiliaria en la década de los 90, Japón se ha estancado patéticamente y padece una deflación crónica de la que no ha podido salir con todas las piruetas de medidas fiscales y monetaristas habidas y por haber (destinadas a favorecer unilateralmente a sus prodigiosas trasnacionales exportadoras, en detrimento de la armonía social) y cuya demolición se precipitó con los demenciales experimentos neoliberales del brujo-aprendiz Junichiro Koizumi, hoy vilipendiado por tirios y troyanos. La transición de Japón hacia una nueva sociedad “fraternal” (en Europa equivaldría a la sociedad “solidaria” católica anterior al manicomio neoliberal pagano) no será sencilla, debido a la ocupación militar de Estados Unidos desde hace 64 años, que finalmente deberá empacar sus maletas, lo cual podría ser imitado por Corea del Sur, otro bastión militar de Estados Unidos de la guerra fría, que recientemente se ha acercado a Norcorea. Mas allá de la tan cantada desglobalización, se ha generado sincrónicamente una desestadunización militar (con la excepción notable de países como Colombia, totalmente narcotizada –en su doble sentido– y el “México neoliberal”: ambos carentes de voluntad y carácter propios) que no hubiera ocurrido sin la decadencia de Estados Unidos en todos los rubros (a consecuencia de su desastre militar en Irak) y que acepta a regañadientes hasta uno de sus principales geoestrategas, para no decir el mejor (con todo y sus palmarios defectos, donde destacan su rusofobia y su nipofilia, como si la geopolítica fuera una asunto de ambivalencias emocionales), Zbigniew Brzezinski, ex asesor de Seguridad Nacional de Carter e íntimo de Obama (Foreign Affairs, septiembreoctubre de 2009). En nuestro ensayo nos habíamos centrado en la impactante postura multipolar, desglobalizante y de integración regional en los segmentos político, económico y financiero del samurai Yukio Hatoyama. Ahora nos enfocamos sucintamente en el delicado asunto de la desestadunización, que necesariamente deberá ser gradual y diplomática, lo cual se ha vuelto un intenso reclamo de la sociedad civil nipona, que ya no tolera la indecencia de los disolutos marines en la base de Okinawa, mancillada como “paraíso sexual” militar. Al día siguiente del “tsunami Hatoyama”, el Ministerio del Exterior (todavía en manos del saliente Partido Liberal pro estadunidense y monetarista neoliberal) le facilita muchas cosas al partido sucesor al haber iniciado muy a destiempo “la investigación de un acuerdo secreto (¡extra-súper-sic!) con Estados Unidos que permite la colocación de armas nucleares en territorio japonés” (Kyodo News, 31/8/09). En el país del martirologio nuclear de Hiroshima y Nagasaki, la aparatosa voltereta del gobierno nipón, que lo negaba neciamente (y que seguramente exhumaría el samurai Yukio Hatoyama) cobra una dimensión de sacralización ritual. La administración Obama entiende que los tifones asiáticos no soplan a su favor, y una declaración del Departamento de Estado (Ap, 31/8/09) indica que Estados Unidos no renegociará la planeada reubicación de la controvertida base militar de los marines en Futemma (Okinawa). Los multimedia anglosajones, en pleno estupor a consecuencia de la derrota catastrófica de sus alucinantes teorías neoliberales en Japón, cual su patológica costumbre intentan negar y/o mitigar la cruda realidad para tranquilizar más a sus inversionistas (hoy insolventes) que a sus desinformados lectores y/o televidentes sobre el destino de su alianza militar con un Japón menos subyugado. Visto en la retrospectiva lineal de 64 años, donde los aspectos culturales e idiosincrásicos juegan un papel preponderante (por cierto, poco estudiado), ¿para qué sirvió finalmente a largo plazo el triunfo militar de Estados Unidos sobre Japón? ¿Cuál fue el beneficio último de haber lanzado las únicas dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki? Los veredictos inapelables de la historia suelen ser muy crueles. Gran Bretaña triunfó (y humilló) a China en las “dos guerras del opio” en el siglo XIX. Estados Unidos venció apabullantemente en Europa y Asia en el siglo XX. Curioso: Estados Unidos y Gran Bretaña pueden resultar, si es que no lo son ya, los grandes perdedores del siglo XXI en Asia, y quizá en Europa continental.
 
 

Por Marcelo Abdala
 
Un trueno profundo estremeció la República. La marcha de la esperanza ha logrado conmover la escena nacional. La derecha con todo su arsenal económico, político y mediático, no ha logrado ocultar lo que las masas construyeron. Atrás quedaron los ríos de tinta que los órganos de prensa del gran capital destilaron para evitar o al menos minimizar lo que la marcha significaba… atrás quedo la provocación del oportunismo de izquierda, que sumándose a la prédica de la derecha reaccionaria se atrevió a cuestionar la verdadera independencia de clase con que nos manejamos. Una secta de un puñado de personas presente en el “contra acto” -hecho a medida para el enemigo-, contempló atónita el paso majestuoso de los trabajadores y el pueblo. La marcha de la esperanza les pasó por arriba a tirios y troyanos. Los vacilantes de distinta monta…siempre los hay… hoy deben reconocer el éxito rotundo de las masas. La marcha de la esperanza rayó la escena nacional, efectivamente a una escala de cientos y cientos de miles (solamente en el acto central participaron más de 40.000 personas) se desarrollaron más de 50 actos en todo el país. Esta gran iniciativa de masas recorrió la república concitando la simpatía de vastos sectores populares. El resultado es una nueva realidad política en el país en el cuadro de la disputa que habrá de dilucidar si el bloque de poder logra reinstalar en el gobierno a sus representantes directos o el campo popular –con todo su sistema de organizaciones sociales y políticas- logra garantizar un proceso de profundización de los cambios. En efecto la marcha contribuyó a “catalizar” la realidad política y a hacer emerger la alegría y la energía de nuestro pueblo. Solamente a los efectos de desarrollar algunos apuntes de lo que significó “el trueno profundo”: A) Contribuyó a aislar a las clases dominantes y su representación política, de vastos sectores populares. B) Colocó a la defensiva a la derecha restauradora y a su “motosierra” C) Significó el “congreso del pueblo en marcha” vigorizando el método del trabajo organizado con las masas. Abrió una perspectiva de lucha por un programa democrático – avanzado. Difundió nuestras campañas tanto por el SI a la anulación de la ley de impunidad como por el SI al voto epistolar. D) Podemos confirmar que en todos los trabajos de la preparación política y organizativa de la marcha participaron miles. Cientos de compañeros operaron en la propaganda y los muros, nos reunimos con más de 500 compañeros y compañeras de todos los plenarios departamentales y con no menos de 400 compañeros de los zonales en Montevideo y el área metropolitana, miles de organismos de base de diferentes gremios, actuaron para el éxito de la marcha, para hablar solamente de la acción del movimiento sindical. Por tanto salimos de la marcha con un nivel cualitativamente superior en la organización de la clase obrera y el pueblo. E) El método de trabajo conjunto con FUCVAM, ONAJPU, y la FEUU, dejó el saldo de un bloque popular cuyas organizaciones centrales fortalecieron su relación fraterna. F) La gente participó con alegría, el estado de ánimo de las masas se templó y estamos en mejores condiciones de procesar una vasta ofensiva hacia octubre. G) El frenteamplismo de base salió a las calles a manifestar su adhesión, cariño y alegría ante la iniciativa política de la clase obrera y el pueblo. En fin un balance realmente positivo. Pero la perspectiva es aún más desafiante… la marcha no terminó… debe transformarse en un salto en calidad en la organización de un vasto proceso de diálogo con el pueblo oriental. En efecto es aquí en donde debemos abrevar las energías necesarias para que el 25 de octubre logremos con la papeleta rosada anular la ley de impunidad e imponer el salto democrático que implica el voto epistolar. Es de aquí que debemos extraer el ejemplo de voluntad y sacrificio puesta en movimiento por los “caminantes” para que todo nuestro pueblo frenteamplista salga a las calles a hablar con los vecinos y en una patriada de 52 días aseguremos la victoria en primera vuelta. Es con este método de masas que deberemos desplegar una intensa campaña del “espacio por los pueblo libres” – 1001 para junto a la victoria de nuestro FA en primera vuelta, logremos avanzar en el aumento de la gravitación de la clase obrera en la escena política nacional. Es con este método de generosa amplitud y espíritu en ofensiva, que deberemos construir partido comunista. La fina ingeniería para la acción de las fuerzas motrices es integral… se expresa en el amplísimo movimiento de masas, en la unidad política de la izquierda sin exclusiones y en la construcción permanente del propio Partido Comunista… no está para nada mal que nuestro partido reserve algunos modestos pero sacrificados compañeros para aplicar su línea en el movimiento de masas. Felicitaciones a todos y todas los que hicieron posible esta patriada! Adelante!
 

Por Doreen Javier Ibarra
Culmino la serie de artículos referidos a lo que aconteció en la década del 90, cuando se implementaron nefastas políticas económicas, financieras, productivas y económicas. Tengamos presente que los que gobernaban el país eran el Partido Colorado y el Partido Nacional, este último con la presidencia del Dr. Luis Alberto Lacalle. Es bueno recordar, cuando en la campaña política de la derecha se pretende ocultar y barnizar la realidad, cómo se perjudicó al Uruguay y a su gente, cuando se implementó: la apertura indiscriminada de mercados, lesionando la industria nacional; la absoluta libre competencia; las privatizaciones a lo Menem; los privilegios hacia el sistema financiero; la priorización de políticas fiscales antes que las sociales; la desregulación laboral y no convocatoria a los Consejos de Salarios; la falta de resolución sobre la violación de los Derechos Humanos. Por ello lo del título, la serie de supuestos errores políticos del candidato a la presidencia por el Partido Nacional, Dr. Luis Alberto Lacalle no son tales, son sus verdaderos pensamientos y sentimientos políticos y de clase. Hoy con horror, para los uruguayos patriotas, humanos y sensibles, escuchamos estupefactos que habla de la utilización de la motosierra para recortar el gasto social; que llama a los capitales nacionales y extranjeros a no invertir en nuestro país; que en una actitud delirante pretende comparar la “tarjeta joven” con el exitoso “Plan Ceibal”; denigra a los ciudadanos pobres anunciando la instalación de baños y peluquerías alrededor de los asentamientos irregulares; se opone a democratizar al Estado al negarse al ingreso por sorteo o concurso en los Gobiernos Departamentales; arremete contra los sindicalistas negándose a reconocer el sindicato policial y anuncia la derogación de leyes de avanzada, como la referida al Ordenamiento Territorial. Se opone a que los uruguayos que residen en el exterior puedan votar y aconseja no votar la anulación de la Ley de Caducidad. Antes de continuar quiero precisar que es bueno no olvidar que, gobernara el Dr. Lacalle, el Dr. Sanguinetti o el Dr. Jorge Batlle, ambos partidos tradicionales siempre votaron en forma conjunta, las leyes más retrógradas y perjudiciales para la mayoría de los ciudadanos. En lo publicado recientemente en EL POPULAR sobre cómo se actuó en los noventa, el suscrito destacaba: el cierre del establecimiento “El Espinillar” y la afectación a la Ciudad de Bella Unión y zonas adyacentes; la facilitación de importaciones de productos que competían con nuestra industria, originando la desaparición de varias de ellas; los reiterados Ajustes Fiscales y la disminución de la inversión pública que originaba el decrecimiento del poder adquisitivo de salarios y pasividades; las conclusiones de la Comisión Investigadora sobre irregularidades en la venta del Banco Pan de Azúcar, donde se comprobó de qué forma se dilapidó el dinero del Estado; la comprobación del constante clientelismo entre los partidos tradicionales a través del reparto de car- Los supuestos errores políticos del Dr. Lacalle, no son tales gos; y por último, la forma en que piensa el Dr. Lacalle incrementar la Seguridad Pública con el ejemplo de la balacera criminal ordenada en el Hospital Filtro Estas son apenas algunas perlas, del extenso rosario de medidas que se implementaron en los últimos gobiernos de los partidos tradicionales. ¿Qué diferencia con lo realizado por el Gobierno actual que preside el Dr. Tabaré Vázquez? Es necesario que los uruguayos tengamos memoria y recordemos, con claridad, la responsabilidad que tuvieron los gobiernos de derecha en el acelerado deterioro económico y del tejido social en Uruguay. La opción por el voto, debe ser la de posibilitar que un nuevo Gobierno del Frente Amplio, con Mujica-Astori, continúe saneando y engrandeciendo nuestra República.



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