Archivo de diciembre 2012



14
Dic
12

Colombia y la paz con las FARC

 
¿La paz en Colombia?
 
Nos piden una opinión sobre el proceso de paz en Colombia. Resulta difícil desde tan lejos. Siempre recordamos aquella lúcida advertencia del viejo historiador argentino Rodolfo Puiggrós, quien se reía de la petulancia porteña afirmando que como los revolucionarios argentinos no hemos podido tomar el poder ni hacer nuestra propia revolución socialista andamos por el mundo inspeccionando revoluciones ajenas. Hecha esta salvedad, creemos que como integrantes de la Patria Grande latinoamericana, aunque no seamos colombianos, podemos al menos opinar o dar nuestro punto de vista.

En Colombia hay guerra social. Este es el punto de partida. Una guerra de larga data, no sólo coyuntural sino estructural. 

– No hay un grupito de delincuentes que alguna vez fueron rebeldes idealistas y hoy están sedientos de sangre y enloquecidos por la cocaína, como han querido pintar a la insurgencia desde el poder.

– Tampoco existe un elenco de políticos prolijos y honestos y empresarios emprendedores que tienen dificultades para desarrollar un capitalismo serio porque los terroristas no quieren vivir en paz y armonía, como han querido dibujar los grandes monopolios de comunicación a la clase dominante colombiana, tanto en el plano político como en la esfera económica.

– De igual modo, los militares oficiales de Colombia (al menos sus cuadros dirigentes y altos oficiales) no son gente patriota, apegados a la ley, defensores del mundo libre, la libertad del pensamiento y las tradiciones altruistas y pluralistas de occidente.

– Finalmente, los asesores norteamericanos e israelíes, el personal yanqui en las bases militares, los aviadores que bombardean población civil, los espías que hablan inglés (o hebreo) y los señores del Pentágono que diseñan los planes de guerra contrainsurgente no son gente buena, dulce y pacífica, excelentes padres de familia, como aparecen en las películas de Hollywood de un sábado a la tarde.

No. Las cosas por su nombre. Al pan, pan; al vino, vino.

En Colombia hay guerra social. Comenzó en 1948 con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán por parte de la clase dominante local y con intervención de la inteligencia yanqui, aunque las matanzas y genocidios contra el pueblo son muy anteriores (basta recordar la masacre de las bananeras en 1928 a manos de la empresa tristemente célebre United Fruit). Esa guerra enfrenta desde hace más de 60 años al campo popular en sus diferentes expresiones (civiles y político-militares) contra la clase dominante nativa y extranjera. Las Fuerzas Armadas oficiales, las más belicosas y sangrientas de Nuestra América, están dirigidas directamente por el Pentágono y el Comando Sur de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Sus jefes hablan inglés, no español. En ese conflicto social de más de seis décadas, ha habido una cantidad enorme de desaparecidos (muchísimo mayor que en las dictaduras militares genocidas del cono sur), de torturados, de mutilados con la motosierra. No los asesinó la insurgencia sino los militares y paramilitares al servicio del empresariado (como sus propios jefes han declarado públicamente cuando la desagradecida clase dominante colombiana pretendió desembarazarse de sus sicarios y matones). No hay equidistancia posible entre opresores y oprimidos, entre bases militares yanquis e insurgencia, entre el terrorismo de estado y la respuesta popular de la rebeldía insurgente.

La “seguridad democrática” no es más que la vieja y podrida doctrina (norteamericana) de la Seguridad Nacional, reciclada ahora con parlamento y títeres civiles.

Eso existe en Colombia. Puede parecer obvio, pero no lo es. Insistimos: las cosas por su nombre.

En ese contexto histórico y en una correlación de fuerzas internacionales donde el gobierno colombiano se encuentra aislado dentro de Unasur y en toda América Latina aparecen estos diálogos de paz. ¿Son los primeros? No. Hubo muchos antes. ¿Cómo terminaron todos? Con el bombardeo sistemático por parte del terrorismo de estado. Porque el mantenimiento de la guerra permite a la burguesía lumpen que gobierna Colombia mantener y reproducir sus negocios lúmpenes. La guerra es un buen negocio para los millonarios. En la guerra mueren los indígenas, los morenos, la gente pobre de piel oscura, los hijos del pueblo. Los ricos hacen dinero en nombre de “la libertad” y de la “seguridad”.

El complejo militar-industrial de Estados Unidos (y sus serviles peones colombianos) necesita recrear la guerra periódicamente. El capitalismo parasitario de nuestra época ha transformado las actividades anteriormente marginales y nocturnas en su quehacer central y en su modus vivendi a plena luz del día. Guerra, drogas y prostitución constituyen fuentes estructurales y centrales de acumulación capitalista en el mundo contemporáneo. Por eso no van a desaparecer con un tímido e inoperante afiche de la UNESCO o una propaganda televisiva de la UNICEF.

¿Tendrá futuro la paz en Colombia a partir de estos diálogos? Por parte del gobierno y el estado colombiano… definitivamente NO. Sería tonto y hasta perverso depositar esperanzas en gente que tiene no sólo las manos manchadas de sangre sino también sus abultadas cuentas bancarias, sus fincas, sus firmas y empresas. La insurgencia sólo podrá imponer la paz (sí, porque la paz con justicia social nunca llegará alegremente y solita, se la debe imponer, como antaño hicieron los vietnamitas o los argelinos) si el conjunto del campo popular se moviliza, descoloca y hace tambalear las estructuras de dominación político-mediáticas del estado terrorista colombiano.

Imponer la paz a la burguesía colombiana, obligarla a aceptar que a largo plazo es inviable el mantenimiento de la guerra es una tarea dura, un desafío casi imposible, dificilísimo. Pero la insurgencia colombiana tiene un apoyo popular indudable. El solo hecho de haber obligado al gobierno a aceptar las mesas de diálogo —con lo cual el estado reconoce que la insurgencia no constituye “un grupo de facinerosos, bandoleros y narcotraficantes sin ideología”, sino una fuerza beligerante, político-militar— ya es un avance notable.

Las dos violencias (estatal e insurgente) no son equiparables, no son homologables. En la medida en que los movimientos sociales logren eludir y superar esas falsas dicotomías que responden a la cooptación de las tramposas y envenenadas ONGs (que reciben cuantiosas sumas de euros y dólares a condición de que condenen por igual “ambas violencias, vengan de donde vengan”, igualando falsamente al terrorismo del estado con la rebeldía popular organizada) podrán sumarse al proceso de paz.

El futuro de este proceso de paz no se resolverá en la televisión, ya de por sí a favor del régimen terrorista como columna vertebral de la guerra psicológica contrainsurgente. La posibilidad de imponer el fin de la guerra y la conquista de la paz dependerá de la capacidad de los movimientos sociales para desafiar la “seguridad democrática”, para enfrentar la represión estatal (disfrazada de “democracia”) y las manipulaciones del gobierno de Santos. El futuro de una nueva Colombia plenamente integrada a América Latina y ya sin burguesía dominante vendrá, no hay duda, de la unidad de la insurgencia y los movimientos sociales.

 

 

13
Dic
12

Frei Betto

Otro mundo posible

Nubes en el horizonte neoliberal

Pasé un agradable fin de semana de noviembre en compañía de Buenaventura de Sousa Santos y de otros amigos. En su fecunda reflexión el cientista social portugués señaló las cargadas nubes que pesan sobre la coyuntura mundial.

Hay una flagrante desconstrucción de la democracia. Desde el siglo 16 Europa tiene su historia manchada de sangre, debido a la incidencia de guerras. En los últimos 50 años, sin embargo, creyó haber conquistado la paz estable debido a la democracia fundada sobre los derechos económicos y sociales.

De hecho tales conquistas funcionaron como antídoto a la amenaza representada por el socialismo que se extendía por la mitad del este del continente europeo. Con la caída del muro de Berlín el capitalismo rompió la fantasía y mostró su cara diabólica (etimológicamente, disgregadora).

Los derechos sociales pasaron a ser eliminados, y los países antes administrados por políticos democráticamente elegidos pasaron a ser gobernados ahora por la troika FMI-BCE (Banco Central Europeo)-agencias de riesgo estadounidenses.

Ningún dirigente de esas instituciones fue elegido democráticamente. ¿Y qué credibilidad pueden tener las agencias de riesgo si en la víspera de la quiebra del banco Lehman Brothers, el 15 de setiembre del 2008, las agencias atribuyeron a sus papeles la nota más alta: triple A?

Hoy el único espacio todavía no controlado es la calle. E incluso se está dando una creciente criminalización de las manifestaciones populares. La tv exhibe todos los días multitudes inconformes reprimidas violentamente por la policía.

El pueblo de ambos lados del Mediterráneo protesta. Pero las movilizaciones tienen un efecto limitado. La indignación no acaba en propuestas. El grito no se transforma en proyecto. Wall Street (la calle del muro) es ocupada pero no derribada, como pasó con el muro de Berlín. No se ven en el horizonte “otros mundos posibles”.

El bienestar que se trata de asegurar hoy es el del mercado financiero. El Estado dejó de ser financiado solamente por los impuestos pagados por empresas y ciudadanos. Antes los más ricos pagaban más impuestos (en los países nórdicos todavía hoy llegan al 75 % de las ganancias), de modo que se distribuía la riqueza a través de los servicios ofrecidos por el Estado a la población.

A partir del momento en que la élite comenzó a exigir un Estado mínimo y pagar cada vez menos impuestos (como lo hemos visto propuesto en la campaña presidencial de los EE.UU.), los Estados empezaron a ver aumentadas sus deudas y se apoyaron en los bancos, que, hartos de liquidez, prestaban a intereses reducidos. De tal modo muchos países se convirtieron en rehenes de los bancos.

Un caso típico es la relación de Alemania con sus pares de la Unión Europea. Los bancos alemanes prestaron dinero a España, para que ésta adquiriese productos alemanes. Ahora Alemania es acreedora de la mitad de Europa.

Eso propaga una nueva oleada de antigermanismo en el continente europeo. En el siglo 20 dos veces intentó Alemania dominar Europa, lo que terminó en dos grandes guerras, en las cuales fue derrotada. Ahora, sin embargo, ella amenaza conseguirlo por medio de la guerra económica. Y una vez más la piedra en el zapato es la Francia de Hollande que, contrariando todas las expectativas, escapó este año de la marea recesiva que asola a Europa.

Los países de América Latina y de África resisten la crisis a través de la explotación y exportación de la naturaleza –minería, productos agrícolas, combustibles fósiles, etc. Sin embargo quien fija el precio de los bienes son los EE.UU., China y Europa. Cada vez pagan menos dinero por un mayor volumen de mercancías. El mercado futuro ya fijó los precios de las cosechas ¡para el año 2016! Tal especulación hizo subir, en los últimos años, el número de hambrientos crónicos, ¡de 800 a 1.200 millones!

Aumenta amenazadoramente el precio de mercado de los dos principales bienes de la naturaleza: la tierra y el agua. Las empresas transnacionales invierten sumas enormes en la compra de tierra y en los veneros de agua potable en América Latina, Asia y África. Nuestros países se desnacionalizan por la desapropiación de nuestros territorios. Es un acaparamiento desenfrenado. Lo curioso es que las tierras son adquiridas con los habitantes que se encuentran en ellas… como que fueran parte del paisaje.

Hay una progresiva desmaterialización del trabajo. La actividad humana cede el lugar a la robotización. En los sectores en que no hay robotización campean la tercerización y el trabajo esclavo, como la mano de obra boliviana y asiática usada en las maquilas brasileñas.

Ya no se da distinción entre trabajo pagado y no pagado. ¿Quién paga el trabajo que usted hace vía equipamientos electrónicos al dejar el lugar físico en que está empleado?

Antes se luchaba por la remuneración de horas extras y del tiempo empleado entre el local de trabajo y la vivienda. Hoy, mediante el ordenador, el trabajo invade el hogar y ahoga el espacio familiar. La relación de las personas con la máquina tiende a eliminar el contacto con los compañeros. Lo real cede el lugar a lo virtual. Se suprime la frontera entre domicilio y trabajo.

El conocimiento está mercantilizado. En las universidades tiene importancia la investigación capaz de producir patentes con valor comercial. El conocimiento es valorado por su valor de mercado, como sucede en las áreas de biología e ingeniería genética. El profesor encerrado en su laboratorio no está preocupado por el avance de la ciencia sino por su cuenta bancaria, que debe ser aumentada por la empresa que le encarga la investigación.

Esa mercantilización del conocimiento reduce, en las universidades, los departamentos considerados no productivos, como los de las ciencias humanas. De ese modo se decreta el fin del pensamiento crítico. Y de paso el fin del conocimiento científico inventivo, el que nace de la curiosidad por desvelar los misterios de la naturaleza, y no de su manipulación lucrativa, como es el caso de los transgénicos.

La esperanza está en las calles, en la movilización organizada de todos los que, con la mirada en las nubes, son capaces de evitar la borrasca a fin de transformar la esperanza en proyectos viables.

freibetto Frei Betto

Fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación.

 

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12
Dic
12

Juan Gelman

Palabra ardiente

Un periodista indignado

Juan Gelman

El lunes 26 trascendieron los resultados de las primarias para renovar la representación del Likud gobernante en el Knesset o Asamblea unicameral israelí en las próximas elecciones del 22 de enero: el incremento del vuelco a la derecha más dura fue inesperado para muchos (www.ynetnews.com, 27-11-12). De los tres ministros, y a la vez representantes, considerados parte del ala más moderada del Likud (www.haaretz.com, 28-11-12), sólo uno tendría la posibilidad de ser reelecto, el ministro sin cartera Benny Begin, aunque es el número 20 de la lista. Los otros dos, Dan Meridor y Michael Eitan, seguramente no.

Sus bancas serán ocupadas por extremistas de derecha como Moshe Feiglin, que calificó a Hitler de “genio militar sin paralelo. El nazismo elevó a Alemania de un estatuto físico e ideológico bajo a otro fantástico” (www.haaretz.com, 10-12-08). Extrañas palabras en boca de un israelí judío que, sin duda, será parlamentario y por primera vez. Sorprenderían menos si las pronunciara el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad. Los partidos de oposición se las verán negras y cabe preguntarse si los votantes del centro y de la izquierda tendrán fuerzas suficientes para contrarrestar semejante fanatismo. ¿O será un reflejo de lo que realmente piensa la opinión pública de Israel?

Una encuesta polémica realizada por la importante agencia local Dialog mostraría que tal vez sí. Más de dos tercios de los israelíes no árabes interrogados opinaron que millones de palestinos no deberían tener derecho a voto si Israel anexara los territorios de Judea y Samaria administrados por el gobierno israelí en Cisjordania (www.guardian.co.uk, 23-10-12). El 74 por ciento se pronunció por que en Cisjordania se establecieran caminos para israelíes, por un lado, y caminos para palestinos, por el otro, y el 58 por ciento piensa que Israel ya está aplicando el sistema de apartheid a los palestinos; claro que para esta encuesta fueron entrevistados sólo 503 israelíes judíos de una población total de casi 6 millones, aunque hay hechos que les dan la razón (www.tomdispatch.com, 25-11-12).

Otros datos del sondeo de Dialog que publicó el diario israelí Ha’aretz (23-10-12) indican que un 59 por ciento manifestó que los israelíes judíos deberían tener preferencia sobre los israelíes árabes en la contratación de personal para las instituciones oficiales y el 49 por ciento declaró que los primeros deberían ser mejor tratados que los últimos. El 42 por ciento no quiere vivir en el mismo edificio que habitan vecinos árabes y otro tanto se opone a que sus hijos compartan la escuela con niños árabes.

El tema de la posible anexión de Cisjordania o de las zonas con más asentamientos israelíes ilegales en ese territorio palestino adquirió espesor en estos últimos meses, señala The Guardian: “Ehud Barak, ministro de Defensa, se pronunció por la anexión de las tierras que se encuentran entre la Línea Verde internacionalmente reconocida y el muro construido por Israel”. Son terrenos palestinos y el primer ministro Benjamin Netanyahu proclamó que su gobierno seguiría construyendo edificios en un distrito árabe de Jerusalén, en respuesta a las críticas que la Unión Europea formulara días antes a tal decisión. El premier israelí dejó en claro el tema: “Hemos construido en Jerusalén, estamos construyendo en Jerusalén y seguiremos construyendo en Jerusalén” (www.huffing tonpost.com, 23-10-12).

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas declaró en agosto de 1980, en su resolución 478, la nulidad de la anexión israelí de Jerusalén Este, poblada por una mayoría árabe, donde la Autoridad Nacional Palestina demanda establecer la capital de su futuro Estado. La casi totalidad de la comunidad internacional trasladó sus embajadas a Tel Aviv en repudio a la anexión, pero el gobierno israelí no se digna cumplir ni una sola de las decenas de resoluciones de la Asamblea General de la ONU que condenaron la ocupación militar de los territorios palestinos en 1967 primero y ahora la ocupación de hecho. Para qué, si la Casa Blanca lo apoya.

La quinta parte de la población de Israel es árabe y casi la mitad de los entrevistados por Dialog juzgó que sus connacionales árabes deberían pasar a la jurisdicción de la Autoridad Palestina y un tercio estimó que lo mismo debía ocurrir con las ciudades árabes en territorio israelí. La visión más extrema fue la de los judíos ultraortodoxos: un 70 por ciento apoyó la prohibición legal del derecho a votar de los árabes y el 95 por ciento que se los discriminara en los lugares de trabajo. Gideon Levy, el columnista de Haaretz que comentó la encuesta, no ocultó su indignación: “Los propios israelíes se autodefinen abiertamente, sin vergüenza ni culpa, como racistas nacionalistas”. “Si una encuesta similar se diera a conocer sobre la actitud hacia los judíos en un país europeo –señaló–, Israel hubiera desatado un infierno. Cuando se trata de nosotros, la norma no se aplica.”

juangelman
11
Dic
12

EEUU y la represión interna

Bradley Manning
Historia sobre las libertades perdidas en EEUU
The Guardian
 
EEUU no hace nada para castigar a los culpables de los crímenes de guerra ni del fraude de Wall Street, sin embargo sí que se dedica a demonizar a quien los denuncia.

Durante los últimos dos años y medio, todo el tiempo que ha pas ado en una prisión militar, muchas cosas se han dicho sobre Bradley Manning , pero a él no le hemos oído decir nada. Eso cambió el pasado jueves, cuando el soldado del ejército estadounidense de 23 años de edad, acusado de filtrar documentos secretos a Wikileaks, testificó acerca de las condiciones de su detención en su ante la corte marcial que le está procesando.

Hace algún tiempo que pudimos saber de las opresivas medidas, que bordean la tortura, a las que se ha visto sometido, incluido el prolongado confinamiento en solitario y la desnude z forzosa. Una investigación formal de las Naciones Unidas denunció esas condiciones al considerarlas “crueles e inhumanas”. El portavoz del Departamento de Estado del Presidente Obama, el coronel retirado de la fuerza aérea PJ Crowley, dimitió después de condenar públicamente el maltrato aplicado a Manning. Un psicólogo que trabaja en las prisiones testificó esta semana que las condiciones en que se había mantenido a Manning eran peores que las de quienes se encontraban en el corredor de la muerte o en la Bahía de Guantánamo.

Todavía sentíamos, al escuchar la descripción que de todos esos abusos hacía con sus propias palabras el acusado de filtrar información, cómo nos trasladaba visceralmente su horror. Al informar sobre la vista, Ed Pilkington, de The Guardian , citaba a Manning: “ Cuando necesitaba papel higiénico, tenía que ponerme firmes y gritar: ‘¡El detenido Manning solicita papel higiénico!’ ”. Y: “Se me autorizaban 20 minutos de sol, encadenado, cada 24 horas”. Al principio de su detención, recordaba Manning: “Me dí totalmente por vencido. Pensé que iba a morir en esa jaula para animales de ocho pies por ocho”. [*]

El trato represivo aplicado a Bradley Man ning es una de las desgracias del primer mandato de Obama, y pone de relieve muchas de las dinámicas que han moldeado su presidencia. El presidente no solo defendió el trato aplicado a Manning sino que también, como comandante en jefe de los jueces de las cortes marciales, decretó indebidamente la culpa de Manning cuando en una entrevista afirmó “ que había quebrantado la ley ”.

Y lo que es peor, Manning está acusado no solo de revelar información confidencial sino también de la ofensa capital de “ayudar al enemigo”, por lo cual puede imponérsele pena de muerte (los fiscales militares están solicitando “solo” cadena perpetua). La radical teoría del gobierno es que, aunque Manning no hubiera tenido ese propósito, la información pudo haber ayudado a al-Qaida, una teoría que equipara básicamente cualquier divulgación de información clasificada –por un denunciante o por un periódico- con la traición.

Sea lo que sea lo que uno piense de los supuestos actos de Manning, parece ser el clásico denunciante. Podía haber vendido la información a cambio de sumas sustanciales a algún gobierno extranjero o grupo terrorista. En cambio, arriesgó a sabiendas aparentemente su libertad para mostrar tal información al mundo porque, según alegó cuando pensaba que hablaba en privado, quería desencadenar “discusiones, debates y reformas a nivel mundial”.

Comparen este agresivo procesamiento hacia Manning con los vigorosos esfuerzos de la administración de Obama para proteger los crímenes de guerra de la era Bush y el fraude masivo de Wall Street de cualquier forma de responsabilidad jurídica. Ni uno solo de los autores de esos verdaderos crímenes se ha enfrentado a tribunal alguno bajo Obama, una comparación que refleja las prioridades y valores de la justicia en EEUU.

Luego tenemos el comportamiento de los partidarios de Obama. Desde que se me informó por vez primera acerca de las condiciones de la detención de Manning en diciembre de 2010, muchos de ellos no solo han jaleado ese abuso sino que han ridiculizado grotescamente las preocupaciones que provoca. Joy-Ann Reid, una antigua ayudante de prensa de Obama y ahora colaboradora en la red progresista MSNBC , se mofaba de forma sádica en respuesta al informe: “¿Bradley Manning no tiene almohada?????” De esa forma, se hacía eco de una de las páginas de Internet más extremistas de la derecha, RedState , que de forma similar se burlaba del informe: “Devolvedle a Bradley Manning su almohada y su frazada”.

Como siempre, los periodistas del establishment estadounidense le han facilitado al gobierno cada paso del camino. A pesar de pretender aparecer como vigilantes-custodios, nada provoca más su animosidad que alguien que desafía realmente las acciones del gobierno.

Como ejemplo de esta mentalidad tenemos una entrevista de la CNN del jueves pasado por la noche con el fundador de WikiLeaks Julian Assange dirigida por Erin Burnett. Se centraron en los documentos recientemente publicados que revelan los esfuerzos secretos de funcionarios estadounidenses ejerciendo presiones sobre instituciones financieras para que bloquearan la financiación de WikiLeaks una vez que el grupo publicó los documentos clasificados supuestamente filtrados por Manning, una forma de castigo extra-legal que debiera preocupar a todo el mundo, especialmente a los periodistas.

Pero la anfitriona de la CNN no tenía interés alguno en los peligrosos actos de su propio gobierno. En cambio, trató repetidamente de conseguir que Assange condenara las políticas de prensa de Ecuador , un país diminuto que –a diferencia de EEUU- no ejerce influencias más allá de sus fronteras. Para los expertos de la prensa vigilante estadounidense, Assange y Manning son los enemigos a despreciar porque hicieron el trabajo que la prensa corporativa estadounidense se niega a hacer: es decir, llevar transparencia a los actos infames del gobierno de EEUU y de sus aliados por todo el planeta.

Bradley Manning le ha otorgado al mundo múltiples beneficios vitales. Pero mientras su consejo de guerra llega finalmente a su conclusión, que probablemente será la imposición de una larga sentencia de cárcel, parece que su mayor regalo es esta ventana abierta al alma política de los Estados Unidos.

N. de la T.:

[*] Alrededor de 2,5 m. por 2,5 m.

Glenn Greenwald es un ex abogado constitucionalista estadounidense, columnista, bloguero y escritor. Greenwald trabajó como abogado especializado en derechos civiles y constitucionales antes de convertirse en un colaborador de Salon.com , donde se centró en el análisis de temas políticos y jurídicos. Ha colaborado también con otros periódicos y revistas de información política como The New York Times, Los Angeles Times, The Guardian, The American Conservative, The National Interest e In These Times. En agosto de 2012, dejó Salon para colaborar con The Guardian.

Fuente:

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2012/nov/30/bradley-manning-liberty-lost-america

10
Dic
12

Obama

 
Halcones sin caperuza
Alainet
 
El Pentágono informó a la administración Obama (1) que cualquier esfuerzo militar para apoderarse de los depósitos de armas químicas de Siria requeriría más de 75,000 soldados. Por otra parte, el New York Times cita una fuente militar anónima que advierte: “El miedo a que estas armas puedan caer en manos impropias es nuestra mayor preocupación”. La administración Obama se ha pronunciado en contra de la intervención directa norteamericana en Siria, pero señaló en agosto que la raya roja para el cambio de sus cálculos sería la observación de un movimiento de armas químicas o la utilización de éstas. Obama reiteró esta posición el 14 de noviembre de 2012 y señaló que mantenía estrecho contacto con Turquía, Jordania y “obviamente con Israel”. Algunos analistas dicen que el estimado del Pentágono tiende a reforzar la renuencia de la Casa Blanca a participar directamente con tropas en el conflicto sirio. No veo en que se basan, pues lo que refuerza la afirmación de los militares es el argumento esgrimido por los halcones de la guerra acerca del supuesto peligro para la región de las armas químicas que, también supuestamente, posee y utilizaría Siria. La cifra de 75,000 soldados no es un impedimento para la guerra.

Cifras mayores han sido utilizadas por Estados Unidos en muchas otras ocasiones. Mayor poder de disuasión tendrían otros estimados, que con toda seguridad poseen, acerca del número de soldados que serían necesarios para ocupar y mantener todo el país, para enfrentar un Oriente Medio convertido en avispero, y para –nadie podr ía descartar- un conflicto que se extendería más allá de los límites regionales. Pero el Pentágono añadió a su cálculo, precavidamente, la expresión “upward of” (más de) porque ciertamente serán más de 75,000, muchísimos más, los soldados necesarios, y nadie sabría cuántos. Si se toman en conjunto las informaciones que publican los medios y las declaraciones de los elementos más retrógrados dentro y fuera de los círculos oficiales, vemos la tendencia de la administración Obama a repetir la estrategia guerrerista de la administración Bush, aunque el estilo pseudoliberal de uno y el mesiánico y fundamentalista del otro presenten tantas diferencias. La invasión de Irak, ordenada por Bush, no fue la respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre sino que constituía un elemento esencial de una agenda de derecha extremista fabricada mucho antes. Una de las mejores pruebas es que se fue justificando de diversas y sucesivas maneras a medida que se desarrollaron los acontecimientos. Recordemos que la guerra con Irak se justificó primero con falsas presunciones de vínculos entre Saddam Hussein y Al Qaeda y con las acciones terroristas del 9/11.

Como la acusación carecía de peso, se inventó el peligro de un programa nuclear iraquí, ampliado casi inmediatamente a la amenaza de “armas de destrucción masiva” que incluían terroríficos depósitos de armas químicas y biológicas. Cuando Irak abrió sus puertas a los inspectores, las “evidencias” quedaron desacreditadas, y se demostró que las compras de uranio de Niger eran burdas supercherías, la aministración Bush recurrió a un argumento risible: el objetivo de Estados Unidos era el de instalar un gobierno democrático en Irak. Esto lo afirmaba, sin sonrojarse, una administración que apoyaba a cuanto gobierno despótico existía no solo en Oriente Medio sino en todo el mundo, siempre que fuesen sus aliados. La invasión de Siria e Irán, además de Irak, está desde hace mucho tiempo en las agendas de organizaciones ultraderechistas (2). Uno de los principales voceros y representantes de estas organizaciones, el exdirector de la CIA James Woolsey, fue uno de los firmantes de la carta de “Project for the New American Century” enviada al presidente Clinton el 26 de enero de 1998, tres años y medio antes del 9/11, pidiendo el derrocamiento de Sadam Hussein.

Woolsey se distinguió como promotor de la guerra contra el mundo islámico. En 2002 pronunció un muy citado discurso en la convención “Restoration Weekend”, conferencia anual de prominentes figuras conservadoras, en el cual arguyó que los Estados Unidos estaban peleando la IV Guerra Mundial (3) (la tercera habría sido la Guerra Fría) contra “el totalitarismo del Oriente Medio”.

En entrevista con Fox News en Julio de 2006, Woolsey abogó por el bombardeo de Siria, uno de sus objetivos favoritos (4). Nada ha cambiado, por consiguiente, en la geopolítica imperial. Las metas de dominio están definidas y decididas desde hace más de una década. Ni siquiera son nuevos los pretextos.

La guerra contra Irak fue solamente el comienzo de la aplicación de la delirante “doctrina Bush”, cuyas consecuencias últimas podrían ir, por cierto, mucho más allá del control absoluto -en contubernio con Israel- de Oriente Medio y Asia Central, y no cesarían en sus pretensiones hasta la conformación de una “Pax Americana”, es decir, con el dominio planetario de las corporaciones. No existe límite en las ambiciones geopolíticas imperiales. \

Notas: (1) David E. Sanger y Eric Schmitt: “Pentagon Says 75,000 Troops Might Be Needed to Seize Syria Chemical Arms”, New York Times, Nov. 15, 2012.

(2) “American Foreign Policy Council”, “United Against Nuclear Iran”, “Foundation for Defense of Democracies”, “Committee on the Present Danger”, “Project for the New American Century”, y muchas otras.

(3) El término fue acuñado por Norman Podhoretz, importante ideólogo neoconservador, y por Eliot Cohen, del “Defense Policy Board”.

(4) Entrevista de “Fox News” a Woolsey en “ThinkProgress.org”: “Former CIA Director Woolsey: ‘I Think We Ought to Execute Some Air Strikes Against Syria”, 17 de Julio de 2006. http//thinkprogress.org/2006/07/17/Woolsey/.

Fuente: http://alainet.org/active/59769

09
Dic
12

La violencia en la pareja

El rincón de Kori

La violencia de género y el amor romántico

Coral Herrera Gómez

 
 

 

El amor romántico es la herramienta más potente para controlar y someter a las mujeres, especialmente en los países en donde son ciudadanas de pleno derecho y donde no son, legalmente, propiedad de nadie. Son muchos los que saben que combinar el cariño con el maltrato hacia una mujer sirve para destrozar su autoestima y provocar su dependencia, por lo tanto utilizan el binomio maltrato-buen trato para enamorarlas perdidamente y así poder domarlas.

Un ejemplo de ello es Kalimán, padrote mexicano que explica cómo logra prostituir a sus mujeres: elige a las más pobres y necesitadas, preferentemente a aquellas que están deseando salir del infierno hogareño en el que viven, o aquellas que necesitan urgentemente cariño porque se encuentran aisladas socialmente. Los padrotes siguen su guión a la perfección: primero las colma de amor, atenciones y regalos durante dos meses, haciéndoles creer que es la mujer de su vida y que siempre tendrá dinero disponible para sus necesidades y caprichos. Después la mete unos días en un prostíbulo para que “le hagan terapia” las muchachas; si ella se resiste, patalea, se enfada, lo mejor es dejar que se le pase sola. Jamás pedirle perdón. Es necesario que sufra hasta que su orgullo se desmorone y se ponga de rodillas, aceptando la derrota. El macho debe mantenerse firme, mostrar su desprecio, marcharse en los momentos de rabia máxima, y nunca apiadarse de las lágrimas de su esposa. Esta técnica les asegura que ellas accedan a sus deseos y trabajen para él en la calle o en puticlubs; la mayoría de ellas no tienen a dónde ir, y según ellos, una vez que prueban el lujo ya no quieren volver a su pobreza.

Este relato de horror es muy común en el mundo entero. No solo proxenetas y chulos, sino también numerosos novios y maridos tratan a las mujeres como yeguas salvajes que hay que domesticar para que sean fieles, sumisas y obedientes. Muchos siguen creyendo que las mujeres nacieron para servir o para amar a los hombres. Y muchas mujeres lo seguimos creyendo también.

“Por amor” las mujeres nos aferramos a situaciones de maltrato, abuso y explotación. “Por amor” nos juntamos con tipos horrendos que al principio parecen príncipes azules, pero que luego nos estafan, se aprovechan de nosotras, o viven a costa nuestra. “Por amor” aguantamos insultos, violencia, desprecio. Somos capaces de humillarnos “por amor”, y a la vez de presumir de nuestra intensa capacidad de amar. “Por amor” nos sacrificamos, nos dejamos anular, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestras redes sociales y afectivas. “Por amor” abandonamos nuestros sueños y metas, “por amor” competimos con otras mujeres y nos enemistamos para siempre, “por amor” lo dejamos todo…

Este “amor”, cuando nos llega, nos hace mujeres de verdad, nos dignifica, nos hace sentir puras, da sentido a nuestras vidas, nos da un status, nos eleva por encima del resto de los mortales. Este “amor” no es solo amor: también es la salvación. Las princesas de los cuentos no trabajan: son mantenidas por el príncipe. En nuestra sociedad, que te amen es sinónimo de éxito social, que un hombre te elija te da valor, te hace especial, te hace madre, te hace señora.

Este “amor” nos atrapa en contradicciones absurdas “debería dejarle, pero no puedo porque le amo/porque con el tiempo cambiará/porque me quiere/porque es lo que hay”. Es un “amor” basado en la conquista y la seducción, y en una serie de mitos que nos esclavizan, como el de “el amor todo lo puede”, o “una vez que encuentras a tu media naranja, es para siempre”. Este “amor” nos promete mucho pero nos llena de frustración, nos encadena a seres a los que damos todo el poder sobre nosotras, nos somete a los roles tradicionales, y nos sanciona cuando no nos ajustamos a los cánones establecidos para nosotras.

Este “amor” nos convierte  también en seres dependientes y egoístas, porque utilizamos estrategias para conseguir lo que anhelamos, porque nos enseñan que una da para recibir, y porque esperamos que el otro “abandone el mundo” del mismo modo que nosotras lo hacemos. Es tanto el “amor” que sentimos que nos convertimos en seres amargados que vomitan diariamente reproches y  reclamos.  Si alguien no nos ama como amamos nosotras, este “amor” nos hace victimistas y chantajistas (“yo que lo doy todo por ti”). Este “amor” nos lleva a los infiernos cuando no somos correspondidas, o cuando nos son infieles, o cuando nos abandonan: porque cuando nos hemos dado cuenta, estamos solas en el mundo, alejadas de amigas y amigos, familiares o vecinos, pendientes de un tipo que se cree con derecho a decidir por nosotras.

Por eso este “amor” no es amor. Es dependencia, es necesidad, es miedo a la soledad, es masoquismo, es una utopía colectiva, pero no es amor.

Amamos patriarcalmente: el romanticismo patriarcal es un mecanismo cultural para perpetuar el patriarcado, mucho más potente que las leyes: la desigualdad anida en nuestros corazones. Amamos desde el concepto de propiedad privada y desde la base de la desigualdad entre hombres y mujeres. Nuestra cultura idealiza el amor femenino como un amor incondicional, abnegado, entregado, sometido y subyugado. A las mujeres se nos enseña a esperar y a amar a un hombre con la misma devoción que amamos a Dios o esperamos a Jesucristo.

A las mujeres nos han enseñado a amar la libertad del hombre, no la nuestra propia. Las grandes figuras de la política, la economía, la ciencia o el arte han sido siempre hombres. Admiramos a los hombres y les amamos en la medida en que son poderosos; las mujeres privadas de recursos económicos y propiedades necesitan hombres para poder sobrevivir.

La desigualdad económica por razones de género nos lleva a la dependencia económica y sentimental de las mujeres. Los hombres ricos nos resultan atractivos porque tienen dinero y oportunidades, y porque nos han enseñado desde pequeñas que la salvación está en encontrar un marido. No nos han enseñado a luchar por la igualdad para que tengamos los mismos derechos, sino a estar guapas y  conseguir a alguien que te mantenga, te quiera y te proteja, aunque para ello tengas que quedarte sin amigas, aunque tengas que juntarte a un hombre violento, desagradable, egoísta o sanguinario. El ejemplo más claro lo tenemos en los capos de los narcos: tienen todas las mujeres que quieren, tienen todos los coches, droga, tecnología que desean, tienen todo el poder para atraer a muchachas solas y sin recursos ni oportunidades.

Esta desigualdad estructural  que existe entre mujeres y hombres se perpetúa a través de la cultura y la economía. Si gozásemos de los mismos recursos económicos y pudiésemos criar a nuestros bebés en comunidad, compartiendo recursos, no tendríamos relaciones basadas en la necesidad; creo que nos amaríamos con mucha más libertad, sin intereses económicos de por medio. Y disminuiría drásticamente el número de adolescentes pobres que creen que embarazándose van a asegurarse el amor del macho, o al menos una pensión alimenticia durante veinte años de su vida.

A los hombres también los enseñan a amar desde la desigualdad. Lo primero que aprenden es que cuando una mujer se casa contigo es “tu mujer”, algo parecido a “mi marido” pero peor. Los varones tienen dos opciones: o se dejan querer desde arriba (machos alfa), o se arrodillan ante la amada en señal de rendición (calzonazos). Los hombres parecen mantenerse tranquilos mientras son amados, ya que la tradición les enseña que ellos no deben darle demasiada importancia al amor en sus vidas, ni dejar que las mujeres le invadan todos los espacios, ni expresar en público sus afectos.

Toda esta contención se rompe cuando la esposa decide separarse e iniciar sola su propio camino. Como en nuestra cultura vivimos el divorcio como un trauma total, las herramientas de las que disponen los varones son pocas: pueden resignarse, deprimirse, autodestruirse (algunos se suicidan, otros se enzarzan en alguna pelea a muerte, otros conducen a toda velocidad en sentido contrario), o reaccionar con violencia contra la mujer que dicen amar.  Ahí es cuando entra en juego la maldita cuestión del “honor”, el máximo exponente de la doble moral: los hombres de manera natural persiguen hembras, las hembras deben morir asesinadas si acceden a sus deseos. Para los hombres tradicionales, la virilidad y el orgullo están por encima de cualquier meta: se puede vivir sin amor, pero no sin honor.

Millones de mujeres mueren a diario por “crímenes de honor” a manos de sus maridos, padres, hermanos, amantes, o por suicidio (obligadas por sus propias familias). Los motivos: hablar con un hombre que no sea tu marido, ser violada, o querer divorciarse. Un solo rumor puede matar a cualquier mujer. Y estas mujeres no pueden emprender una vida propia fuera de la comunidad: no tienen dinero, no tienen derechos, no son libres, no pueden trabajar fuera de casa. No hay forma de escapar.

Las mujeres que sí gozan de derechos, sin embargo, también se ven atrapadas en sus relaciones matrimoniales o sentimentales. Mujeres pobres y analfabetas, mujeres ricas y cultivadas: la dependencia emocional femenina no distingue entre clases sociales, etnias, religiones, edad u orientación sexual. Son muchas en todo el planeta las mujeres que se someten a la tiranía del “aguante por amor”.

El amor romántico es, en este sentido, una herramienta de control social, y también un anestesiante. Nos lo venden como una utopía alcanzable, pero mientras vamos caminando hacia ella, buscando la relación perfecta que nos haga felices, nos encontramos con que el mejor modo de relacionarse es perder la libertad propia, y renunciar a todo con tal de asegurar la armonía conyugal.

En esta supuesta “armonía”, los hombres tradicionales desean esposas tranquilas que les amen sin pedir nada (o muy poco) a cambio. Cuanto más deteriorada sienten las mujeres su autoestima, más se victimizan, y más dependientes son. Por lo tanto, más les cuesta entender que el amor de verdad no tiene nada que ver con la sumisión, ni con el sacrificio, ni con el aguante.

Hacienda, la Iglesia, los Bancos, la televisión, etc penalizan la soltería y promueven el matrimonio heterosexual, así que parece que estamos obligadas a ser felices o a ir contracorriente. Cuando el amor acaba o se rompe lo vivimos como un fracaso y como un trauma: nos entra miedo, sensación de desamparo, de soledad, nos atacan las angustias al vernos solos y solas en un mundo tan individualista. Cuando nos dejan o dejamos a nuestra pareja, muchos nos desesperamos completamente: gritamos, pataleamos, chantajeamos, victimizamos, culpabilizamos, amenazamos.

No tenemos herramientas para asumir las pérdidas. No sabemos separar nuestros caminos, no sabemos tratar con cariño al que se quiere alejar de nosotros o al que ha encontrado nueva pareja. No sabemos cómo gestionar las emociones: por eso es tan frecuente el cruce de amenazas, insultos, reproches, venganzas,  y putadas entre los cónyuges.

Y por eso, también, tantas mujeres son castigadas, maltratadas y asesinadas cuando deciden separarse y reiniciar su vida. La cantidad de hombres que no poseen herramientas para enfrentarse a una separación es mucho mayor: desde niños aprenden que deben ser los reyes, y que los conflictos se solucionan con violencia. Si no lo aprenden en casa, lo aprenden en televisión: sus héroes hacen justicia mediante la violencia, imponiendo su autoridad. Sus héroes no lloran, a no ser que consigan su objetivo (como ganar una copa de fútbol).

Lo que nos enseñan en las películas, cuentos, novelas, series de televisión es que las chicas de los héroes esperan con paciencia, los adoran y los cuidan, y están disponibles para entregarse al amor cuando ellos tengan tiempo. Las chicas de la publicidad ofrecen su cuerpo como mercancía, las chicas buenas de las pelis ofrecen su amor como premio a la valentía masculina. Las chicas buenas no abandonan a sus esposos. Las chicas malas que se creen dueñas de su cuerpo y su sexualidad, que se creen dueñas de su propia vida, o que se rebelan, siempre se llevan su castigo merecido (la cárcel, enfermedad, ostracismo social o muerte).

A las chicas malas no solo las odian los hombres, sino también las mujeres buenas, porque desestabilizan todo el orden “armonioso” de las cosas cuando toman decisiones y rompen con ataduras. Los medios de comunicación a menudo nos presentan los casos de violencia contra las mujeres como crímenes pasionales, y justifican los asesinatos o la tortura con expresiones como esta: “ella no era una persona muy normal”, “el había bebido”, “ella ya estaba con otra persona”, “él cuando se enteró enloqueció”. Y si la mató, fue porque “algo habrá hecho”. La culpa entonces recae sobre ella, y la víctima es él. Ella metió la pata y merece un castigo, él merece vengarse para calmar su dolor y reconstruir su orgullo.

La violencia es un componente estructural de nuestras sociedades desiguales, por eso es necesario que el amor no se confunda con posesión, del mismo modo que no debemos confundir la guerra con “ayuda humanitaria”. En un mundo donde utilizamos la fuerza para imponer mandatos y controlar a la gente, donde ensalzamos la venganza como mecanismo para gestionar el dolor, donde utilizamos el castigo para corregir desviaciones y la pena de muerte para reconfortar a los agraviados, se hace necesario más que nunca que aprendamos a querernos bien.

Es vital que entendamos que el amor ha de estar basado en el buen trato y en la igualdad. Pero no solo hacia el cónyuge, sino hacia la sociedad entera. Es fundamental establecer relaciones igualitarias en las que las diferencias sirvan para enriquecernos mutuamente, no para someternos unos a otros. Es también esencial empoderar a las mujeres para que no vivamos sujetas al amor, y también enseñar a los hombres a gestionar sus emociones para que puedan controlar su ira, su impotencia, su rabia, y su miedo, y para que entiendan que las mujeres no somos objetos personales, sino compañeras de vida. Además, debemos proteger a los niños y las niñas que sufren en casa la violencia machista, porque han de soportar la humillación y las lágrimas de su heroína, mamá, porque han de aguantar los gritos, los golpes y el miedo, porque han de vivir aterrorizados, porque se quedan huérfanos, porque su mundo es un infierno.

Es urgente acabar con el terrorismo machista: en España ha matado a más personas que el terrorismo de ETA. Sin embargo,  la gente se indigna más ante el segundo, sale a la calle a protestar contra la violencia, cuida a sus víctimas. El terrorismo machista se considera una cuestión personal que afecta a determinadas mujeres, por eso mucha gente que oye gritos de auxilio no reacciona, no denuncia, no interviene. Echando un vistazo a las cifras podremos darnos cuenta de que lo personal es político, y también económico: la crisis acentúa el terror,pues muchas no pueden plantearse separarse, y el divorcio queda para las parejas que puedan permitírselo económicamente. Una prueba de ello es que ahora se denuncian menos casos y en ocasiones las mujeres se echan para atrás; con las tasas judiciales aprobadas en España, las mujeres más humildes ni se van a plantear ir a denunciar: apelar a la justicia es cosa de ricas.

Es urgente  trabajar con hombres (prevención y tratamiento) y proteger a las mujeres y a sus hijos/as.Debemos empoderar a las mujeres, pero debemos trabajar también con los hombres, si no toda lucha será en vano. Es necesario promover las políticas públicas para que tengan un enfoque de género integral, y es necesario que los medios ayuden a generar un rechazo generalizado hacia esta forma de terror instalado en tantos hogares del mundo.

Es necesario un cambio social y cultural , económico y sentimental. El amor no puede estar basado en la propiedad privada,  y la violencia no puede ser una herramienta para solucionar problemas. Las leyes contra la violencia de género son muy importantes, pero han de ir acompañadas de un cambio en nuestras estructuras emocionales y sentimentales. Para que ello sea posible, tenemos que cambiar nuestra cultura y promover otros modelos amorosos que no estén basados en luchas de poder para dominarnos o someternos. Otros modelos femeninos y masculinos que no estén basados en la fragilidad de unas y la brutalidad de otros.

Tenemos que aprender a romper con los mitos, a deshacernos de las imposiciones de género, a dialogar, a disfrutar de la gente que nos acompaña en el camino, a unirnos y separarnos en libertad, a tratarnos con respeto y ternura, a asimilar las pérdidas, a construir relaciones bonitas. Tenemos que romper con los círculos de dolor que heredamos y reproducimos inconscientemente, y tenemos que liberar a mujeres, a los hombres y a los que no son ni una cosa ni otra, del peso de las jerarquías, de la tiranía de los roles, y de la violencia.

Tenemos que trabajar mucho para que el amor se expanda y la igualdad sea una realidad, más allá de los discursos. Por eso este texto está dedicado a todas las mujeres y hombres que luchan contra la violencia de género en todos los puntos del planeta: grupos de mujeres contra la violencia, grupos de autorreflexión masculina, autores/as que investigan y escriben sobre este fenómeno, artistas que trabajan por visibilizar esta lacra social, políticos/as que trabajan para promover la igualdad, activistas que salen a la calle a condenar la violencia, maestros y profesoras que hacen su labor de sensibilización en las aulas, ciberfeministas que juntan firmas para visibilizar los asesinatos e impulsar leyes, líderes y lideresas que trabajan en las comunidades para erradicar el maltrato y la discriminación de las mujeres. La mejor forma de luchar contra la violencia es acabar con la desigualdad y el machismo: analizando, visibilizando, deconstruyendo, denunciando y reaprendiendo junt@s

08
Dic
12

Cuba

Integración social, población y trabajo en Cuba
Un modelo en proceso de cambio
Revista Temas
Hablar de integración social implica asumir un discurso sociológico que no siempre sale airoso ante preguntas como ¿integrarse a qué, a quién, o para qué? Las razones que me llevan a referirme a la integración social de los cubanos en la actualidad son varias. Aunque Cuba no es una suerte de monolito, con ausencia de debate y pobreza de pensamiento, es innegable que la inmensa mayoría de su pueblo ha compartido un derrotero común durante más de cincuenta años y que las mejores obras como nación han sido recuperadas, reproducidas o producidas en ese contexto; por tanto, cierta integración social nos acompaña. Ser promotor, integrante, seguidor o lastre remolcado en ese proceso telúrico ha sido clave para el modo de inserción de los individuos y grupos.

Los resultados sociales, culturales e incluso socioeconómicos de la Revolución cubana han tenido alto impacto dentro y fuera de las fronteras insulares, de modo que en la mencionada integración incluso inciden elementos foráneos. Las características y avatares de este proceso han hecho imposible la neutralidad, por lo formidable de su principal y sempiterno enemigo, los Estados Unidos, y, en segundo lugar, por los aciertos, los logros sorprendentes1 y también por errores, no siempre superados o reconocidos. De todo ese mosaico resultan tomas de partido y exclusiones que influyen en la integración.

La redistribución de la riqueza y del saber después de 1959 redujo y transformó los índices de pobreza precedentes. En general, la Revolución integró a los más en ese derrotero y excluyó a la minoría privilegiada. Pero a la par cierta visión de la vida fue impuesta desde los centros decisores, sin demasiado margen para la creación individual y mucho menos grupal. Muy negativas fueron, y a veces siguen siendo, las malas copias de pobres originales procedentes del entonces campo socialista.2

Hoy, con la llamada «actualización del modelo de desarrollo cubano» se pretenden nuevas formas de expresión para la propiedad socialista, mayor descentralización administrativa, y un papel más protagónico, tanto para nuevos —y novísimos— actores económicos, como para las estructuras decisoras de alcance local. De igual modo se apuesta por la recuperación del papel del trabajo y de la responsabilidad en su desempeño —hoy resentidos— y por que el Estado se centre mucho más en el diseño y control de las políticas que en los quehaceres para materializarlas. No obstante, la propiedad social mantiene su rol protagónico, así como lo hacen el orden político y el esquema institucional de participación social. Son más las continuidades que las rupturas, a pesar de promoverse una filosofía de gestión sobre la cual hasta hoy solo habíamos tenido atisbos.

El concepto de integración social es comprendido en el presente artículo como el indicador complejo de inclusión, funcionalmente congruente con un proyecto consensuado de sociedad, en la producción y reproducción de la vida social y en el disfrute de sus resultados por parte del sujeto popular.

Examinar los cambios en curso a la luz de la integración social que generen y de su calidad socialista parece labor necesaria en el presente de Cuba, dinámico y desafiante. En otro orden de análisis, cuando aquí se habla de trabajo hay conciencia de la tradicional complejidad de su definición. Esa relación osmótica entre los hombres y la naturaleza, en la que ambos se producen y transforman y que alguien definió como «actividad humana que concluye en obra útil», ha tenido un muy largo y complejo itinerario.3 Para lo que aquí se discutirá, lo definitorio es la condición cultural del trabajo; el hecho de que construye o destruye lo humano en la medida que alimente su dimensión cultural —en el más amplio sentido— o la limite o niegue. En Cuba, el concepto de trabajo resulta inseparable del principio de realización de la propiedad social, que es una condición cultural y política de base para la socialización creciente del saber, el poder y la propiedad. Y de eso trato aquí, de qué retos genera esta actualización del modelo cubano, habida cuenta los impactos que tendrán esos cambios en la naturaleza del trabajo y en quienes lo realizan.

Lo primero será analizar la problemática poblacional, aludir a las tendencias predominantes de la reproducción y el envejecimiento de la fuerza de trabajo en Cuba y al impacto presente y futuro de las migraciones, sobre todo externas; así como referir la incidencia de los cambios sobre la cultura del trabajo. Todo esto permitirá distinguir las oportunidades que abre este nuevo momento crítico, la calidad de nuestros recursos laborales; y se tratará de responder a las preguntas acerca de qué integración social necesitaríamos y, en tal sentido qué hacer, si es que pretendemos, como dijera el Che, un hombre más libre por ser más pleno y, al mismo tiempo, más pleno por ser más libre.

Recursos laborales y situación poblacional

La singularidad actual de Cuba empieza por la dinámica y el estado de la población cubana. Marisol Alfonso lo considera propio de una segunda transición demográfica.4 La reproducción de la población cubana, desde 1978, está por debajo de los niveles de reemplazo; además, gracias a políticas sociales bien encaminadas, la mortalidad infantil en 2010 bajó a 4,3 por mil nacidos vivos y la esperanza de vida es casi de 78 años. Ello impacta inevitablemente en la estructura y distribución poblacional. No estamos creciendo debido a una muy baja natalidad, en pocos años seremos incluso menos que hoy. No solo envejecemos, los saldos migratorios son también desfavorables para el país, al tiempo que, internamente, la distribución de los recursos laborales se convierte en otro elemento de tensión. Como el tema central del presente artículo es el trabajo y su reacomodo ante los cambios actuales, el análisis se concentrará en los recursos laborales (RL),5 segmento que recibe como ningún otro los generados por el reajuste que comenzó en los 90 del siglo pasado.

Para enfatizar en la identificación de tendencias escogeré los movimientos en que coinciden diversos analistas más que datos censales ya distantes o encuestas que varían cada semestre. Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), alrededor de 60% de una población de 11,2 millones de habitantes configura nuestros recursos laborales, o sea, cerca de siete millones de personas; de las cuales están vinculadas a la economía poco más de cinco millones. En este orden cuantitativo se puede decir que estamos en un momento muy favorable —los demógrafos lo llaman Bono demográfico— de la evolución de la población, debido al bajo coeficiente de dependencia aún prevaleciente.

Sin embargo, según las proyecciones realizadas por Ernesto Hernández y colaboradores este coeficiente se elevará entre 2016 y 2025, hasta casi 1 (0,8 y 0,9) por efecto del envejecimiento de la población y la reducción de la natalidad,6 procesos que padecemos hoy, pero que tendrán su más contundente efecto entonces.

Otro rasgo positivo en la actualidad es la composición sexoetaria de esos RL; un ejemplo es la presencia femenina, que se elevó de 35% en 2002 a casi 38% en 2008 y seguiría aumentando hasta casi 40% en el futuro inmediato, según la tendencia actual. Esa situación pudiera mejorar con una política más enfática de atención a la tercera edad y con el aumento de las capacidades y la calidad de los círculos infantiles. Sin embargo, es de suponer que a raíz de la prevista reducción de plantillas en el sector estatal de la economía, dicha presencia disminuya, dado que esa esfera ha garantizado más de 80% del empleo femenino. En cuanto a la edad media de la población cubana que trabaja, esta era de 39 años, en 2006, y llegará a ser de 44 en 2025, según predicen Hernández y colaboradores, a partir del Censo de 2002.

Desde hace una década más de la cuarta parte de las personas mayores de seis años tiene un nivel reconocido de calificación y/o capacitación. Cerca de la mitad de ese grupo tenía en 2002 entre 30 y 59 años, etapa de la vida donde coinciden, en términos presumiblemente armónicos, desarrollo psicobiológico y competencias laborales. Es significativo el número de graduados universitarios —hoy alcanza un millón—, casi 80% de ellos en la edad referida, lo que presupone experiencia y alta capacidad de trabajo. Asimismo, resulta ilustrativo que en 2008 28,3% de la fuerza de trabajo en Cuba estaba formada por científicos, profesionales o técnicos de nivel medio;7 un potencial envidiable —la primera y más difícil premisa de cualquier proyecto de desarrollo— y una fortaleza indiscutible de la nación.8

Un dato contundente: el Censo de 2002 registró que poco más de 10% de los jefes de hogares cubanos, con cifras casi idénticas de hombres y de mujeres, tenía nivel universitario; si a tal índice se añaden los que han aprobado la enseñanza media superior el número asciende a 38%. Otro indicador de calidad es que 65% de los puestos de trabajo para técnicos y universitarios está ocupado por mujeres.9

En resumen: tenemos una población apta para trabajar y calificada, que mayoritariamente lo hace, pues en Cuba el desempleo es mínimo; además, como tendencia, se eleva la participación laboral femenina. Al decir de Boris Nerey y colaboradores, la ocupación seguirá creciendo hasta 2018, aunque a un ritmo menor cada quinquenio. A partir de entonces la disminución será sensible hasta el punto en que no podremos reproducir, no ya nuestra población en general, sino los que trabajan dentro de ella.10 Esta sufre un proceso de envejecimiento intenso con «un perfil etario no diferente del que caracteriza a los países desarrollados del mundo, y similar a Argentina y Uruguay».11 En 2010 17,8% de los cubanos era senescente y este proceso continúa. Raúl Hernández Castellón afirma que en 2025 la cuarta parte de los cubanos tendrá sesenta o más años;12 o sea, seremos el segundo país más envejecido en América Latina, después de Barbados y muy por encima de Argentina y Uruguay.

En ello intervienen los comportamientos de la fecundidad y la mortalidad, así como las migraciones. Las dos primeras variables han venido decreciendo sistemáticamente. José C. Alfonso y Esther M. Moleón aseveran: Es en Cuba donde se alcanzan los niveles más bajos de fecundidad en la región. En parte esto es debido a los cambios en los patrones de fecundidad asociados con el incremento de la participación femenina en la fuerza laboral pero también debido a una transformación de los patrones de formación de las familias.13

Las mujeres fértiles han reducido progresivamente su disposición a tener hijos porque enfrentan, además, fuertes tensiones en el plano económico y lo relacionado con la disponibilidad de vivienda. El aumento de la población no activa económicamente genera crecientes demandas asistenciales de salud y seguridad social, junto a la dislocación de personas —potencial o realmente activas—, hacia el cuidado de ancianos.

Las migraciones —tanto internas como externas— han afectado con fuerza la distribución ramal y territorial, la cantidad y la calidad de nuestros recursos. Investigaciones realizadas por Norma Montes y Arnoldo Oliveros, coinciden en que los cambios en el terreno económico han impactado las migraciones internas y estas la distribución de la población. En particular Oliveros, con su búsqueda a nivel municipal, saca a la luz elementos que a escala provincial no se distinguen.14 Han ocurrido reacomodos de efectivos en torno a núcleos poblacionales donde prosperan actividades económicas emergentes, o beneficiadas con la política inversionista que ha acompañado a lo que llamo desde hace varios años «el reajuste de los 90».

Tanto Montes como otros investigadores destacan el incremento de la población por vía esencialmente mecánica en La Habana (ahora Mayabeque y Artemisa) y Ciego de Ávila.15 La(s) primera(s) provincia(s) por su cercanía a la capital, donde está mucho más restringida la inmigración por vías legales —debido al Decreto Ley 217, de 1997—, y con carencia de fuerza de trabajo en su agricultura. La segunda, con un desarrollo turístico que ha dinamizado todo el eje Ciego-Morón-Cayo Coco. Los trabajos de Oliveros refuerzan estas observaciones y en conjunto la idea de que las más importantes tendencias demográficas están vinculadas con los procesos sociales de mayor trascendencia: aquellos que atañen a la supervivencia y el desarrollo personal y familiar.16

Por supuesto que también las migraciones externas impactan los RL y su dinámica. Lo que desde tiempos antiguos es una práctica recurrente, incluso promovida por el Estado en las primeras sociedades clasistas,17 se presenta hoy como una exigencia del desarrollo, en especial para los países centrales, debido a la tendencia al decrecimiento y envejecimiento de sus poblaciones, con el consiguiente aumento de las demandas en determinadas áreas del mercado de trabajo. Tal es el impacto del fenómeno migratorio, que después de múltiples discusiones y conferencias internacionales, la Comisión Global de las Naciones Unidas sobre Migración Internacional, creada en 2003, ha elaborado un amplio programa para analizar políticas al respecto.

Comparto el criterio acerca de que el costo de capital humano aparece como una transferencia que los países en desarrollo hacen a los del Primer mundo, o a los nichos de desarrollo de otras regiones, lo cual «forma parte del proyecto de concentración de la inteligencia de los países centrales».18

En Cuba, un país subdesarrollado, pero con indicadores de estructura sociodemográfica semejantes a los del Primer mundo, resulta crucial la evaluación del fenómeno migratorio, sobre todo en lo referido a la emigración de profesionales, por cuanto golpea o puede golpear, una de las fortalezas más visibles de la Revolución: el desarrollo profesional de los RL.19

Antonio Aja ha afirmado que

En la emigración desde Cuba, sea temporal o no, se aprecia la presencia de sujetos jóvenes y grupos de profesionales también jóvenes. En el caso de los profesionales, representan 12% del total de esta emigración en el último lustro, lo que ubica a Cuba dentro de las corrientes migratorias actuales de pérdida de importante capital humano. […] Se precisa evaluar las estrategias de enfrentamiento ante una erosión poblacional producto de la emigración, ya sea temporal o definitiva, de vital importancia para el futuro de la nación, que tome en cuenta los rasgos de edad, de género, profesional, técnico y selectivo por regiones del país.20

Estamos ante un proceso de exportación de fuerza de trabajo calificada que, a diferencia de otras exportaciones, no genera dividendos más allá de las consabidas remesas, de las que mucho habría que hablar, aunque existan estimaciones muy respetables.21 Con independencia de cualquier monto que se le calcule, tales dividendos van, en esencia, al consumo personal y solo muy indirectamente a la esfera productiva. De cualquier modo es inaceptable, desde todo punto de vista, legitimar la salida de profesionales en espera del retorno de sus remesas.

Relaciones de trabajo y cultura del trabajo

Es cada vez más obvia la necesidad de transformaciones radicales en el mundo del trabajo si queremos desarrollar las relaciones socialistas de producción. La actualidad laboral cubana evidencia disfunciones en la producción y en los servicios, aunque las interpretaciones y las visiones estratégicas de decisores y académicos no sean idénticas, ambos sectores coinciden en la necesidad del cambio, a ellos se suma la opinión popular.

Diversas investigaciones muestran diferencias en la calidad del empleo que no dependen del desempeño del trabajador o la importancia social de la actividad, sino del espacio económico donde se inscribe el vínculo laboral. Entre otros ejemplos, resulta emblemático el siguiente: los ingresos del maletero de un hotel son considerablemente superiores a los de un cardiólogo especializado en trasplantes.22

Esta realidad remite a los conceptos de multiespacialidad y de espacios económicos23 que han trastocado, banalizado o abstraído —efecto nocivo y en apariencia inevitable del reajuste de los 90— los objetos de trabajo de numerosas organizaciones colocadas en espacios desventajosos, al tiempo que han segmentado selectivamente las condiciones físicas, económicas y sociales de trabajo.

La condición económica fundamental: el cumplimiento de la función del trabajo como medio de vida falla por la insolvencia relativa de la moneda nacional que respalda el salario —con la consecuente reducción del salario real— y por la insuficiencia u obsolescencia de los medios de trabajo; el estado de las instalaciones, maquinarias, herramientas, equipos de protección, así como la alimentación, vestuario y calzado, rara vez son adecuadas. A la par, las condiciones sociales siguen siendo incompletas e insuficientemente estructuradas porque no se garantiza ni se potencia lo esencial: la realización de la propiedad social sobre los medios de producción. Aunque hay algunas excepciones, como es el caso de las cooperativas de cultivos varios.24

En el plano de las relaciones de trabajo, ya un estudio efectuado en 1989 sobre los rasgos y contradicciones de la esfera laboral señalaba una clara infuncionalidad del sistema de relaciones sociales de trabajo (SRST)25 en las empresas cubanas. Primero, no coincidía —ni coincide en la actualidad— la demanda de los contenidos de trabajo con las competencias de quienes los asumen, sobre todo en términos de capacidad demostrada; tal desencuentro ocurre por problemas de diseño, aseguramiento logístico, organización de los procesos de trabajo y exigencia —en los puestos de dirección— por introducción volitiva de patrones de selección ajenos a la labor para la que se escoge al «cuadro», pues suele creerse, sin fundamento alguno, que la confiabilidad política alberga ínsitas competencias técnicas o administrativas. En los últimos años se ha añadido a este panorama la poca disposición de muchos potencialmente idóneos a ocupar cargos, debido a la poca autonomía de que disponen, la dificultad de controlar estructuras y personas con serios vicios de conducta, y la virtual ausencia de canales honorables de estimulación o de retiro.26 En segundo lugar, diversas investigaciones reiteran la no coincidencia de las motivaciones laborales de los trabajadores con los sistemas de gratificación y sanción existentes —en consecuencia, los sistemas de relaciones de trabajo van perdiendo su capacidad de control sobre la conducta laboral. Asimismo, se desconocen diferencias como las que pueden existir entre jóvenes y adultos o adultos mayores, mujeres y hombres, etc. Se premia poco, mal, a destiempo, y no pocas veces a supuestos desempeños «integrales» abstractos.

No obstante, lo esencial es que, como ya señalamos, en los colectivos laborales falla la implicación y el compromiso de los trabajadores, debido al incumplimiento del principio de realización de la propiedad social sobre los medios de producción. Los trabajadores no actúan como dueños porque no se sienten dueños y no se sienten dueños porque no lo son en la realidad laboral constatable.

Esto ha sido comprobado reiteradamente por numerosas investigaciones.27 En todos los casos, se tuvieron en cuenta las diferentes dimensiones en que se puede analizar la participación (emulación, iniciativa y creatividad, ejercicio especializado de la dirección), y se concluyó que la participación directiva de los trabajadores es formal y, a la vez, frecuentemente manipulada. Parece cesión de poder.

La subjetividad laboral prevaleciente no considera el trabajo un valor que se corresponda con la actualidad, sino con referencias y tiempos, válidos en un futuro impreciso. La deshonestidad y las prácticas de resistencia se han hecho habituales y hasta adquieren apariencia de comportamiento lógico ante procederes que priorizan el control formal y no las verdaderas funciones de dirección.28 Esa manera de dirigir caotiza lo que se pretende controlar, por omitir el nivel institucional u organizacional de decisión y por la ausencia de implicación colectiva en el objeto social de las entidades. Pero tan errado sería subestimar o minimizar las contradicciones como simplificarlas con una lectura apocalíptica o escéptica, pues también se han constatado e identificado fortalezas indiscutibles y excepcionales en el mundo laboral cubano. Ya este artículo se refirió a la calidad de los RL. Además, la investigación y la observación común han confirmado que en los trabajadores hay reservas de eficiencia apreciables. Vale mencionar testimonios recogidos en un estudio efectuado en 2008: gerentes extranjeros identificaron a los cubanos como «hackers» y declararon que harían lo posible por mover algunos como staff en los sucesivos encargos que reciban de sus casas matrices; algunos de ellos mostraron asombro por la disposición de los trabajadores ante situaciones extremas, como mantener funcionando dignamente un hotel en medio de una alarma ciclónica.29 La mayoría de los trabajadores incluidos en las investigaciones referidas antes, evidenció disposición al cambio y potencialidades participativas enormes, sobre todo los profesionales y los jóvenes de ambos sexos. Cuantiosas experiencias de cambio, aunque, por lo general, incompletas, han tenido un éxito notable y promisorio. La mayoría de los cuadros administrativos empresariales, en especial de la industria, tienen una elevada competencia, altas condiciones morales y revolucionarias y aptitudes para desempeños mucho más virtuosos.30

Si tenemos en cuenta que toda cultura del trabajo tiene su asiento en un sistema de relaciones sociales de trabajo —pues este fija en algún grado apreciable formas de hacer, pensar y trasmitir la experiencia laboral—, y en Cuba el SRST podemos representarlo como una extraña suma vectorial de lo que se ha hecho bien y mal, no se ha hecho, se ha deshecho, vemos que nuestra(s) cultura(s) del trabajo está(n) marcada(s) por imprevisiones, imprecisiones e improvisaciones.

Lo anterior ha impedido la emergencia del milagro económico y social que todavía puede llegar a ser Cuba, si la conversión de nuestra enorme inversión humana en crecimiento material y espiritual deja de estar por debajo de las posibilidades y, sobre todo, por debajo de nuestras necesidades.

Economía solidaria para la integración social A lo largo de este artículo se han presentado diversas problemáticas relacionadas con el trabajo como proceso, y la población como instancia contentiva de lo social. Al sugerir lo que se debe emprender, se hará en el sentido de lo que atañe a los recursos laborales y el punto de partida será la siguiente realidad: el trabajo en Cuba, en estos momentos de cambio, impacta la dinámica de los RL y es impactado, a su vez, por ella. La infuncionalidad de las relaciones de trabajo indefine los planes de vida de la población y las estrategias de desenvolvimiento. Ello incide en uno de los problemas ya enunciados: la baja natalidad.

En situaciones de cierto nivel educacional y de una tradición de integración social más o menos responsable, la mencionada indefinición genera la posibilidad de que se resientan los nacimientos y se reduzcan hasta el mínimo que permiten las condiciones. No obstante, en este y otros aspectos, lo decisivo es la definición de la propiedad, o más exactamente cómo esta se plasma en las relaciones de trabajo. Otros autores han abundado en tan complejo tema.31 Las investigaciones citadas en el acápite anterior han demostrado la persistencia de múltiples problemas en las empresas cubanas, incluso en un escenario de diversidad en las formas de propiedad. No se trata de implantar determinado tipo de propiedad, sino del modo de concebir el funcionamiento social en el trabajo.

Incluso un cambio sustantivo no garantizaría una reversión total, ni a corto plazo, de las conductas reproductivas, pero abriría las puertas a un mayor acercamiento entre dicha conducta y el ideal reproductivo de las familias cubanas.32 Lograr algo así es una premisa insoslayable, por más que no resulte en un efecto automático, ni mucho menos a corto plazo, de aumento de la natalidad.

La transformación del trabajo exige, a su vez, otras en el modelo, o más bien en el modo en que se ha entronizado la conducción económica de la sociedad cubana. Eso es lo que pretenden los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido, que recogen propuestas sugeridas durante años por estudiosos del trabajo, de la economía y de la política, aunque no todas, ni como quisiéramos.

En Cuba la infuncionalidad del modelo económico que aún padecemos ha convertido la propiedad de todos en propiedad de nadie. Algunos de los problemas resultantes afectan, sobre todo, a los trabajadores más calificados y experimentados, a los que quieren y pudieran desempañarse mejor. Buena parte de ellos tiene edades avanzadas. El envejecimiento de la fuerza laboral no tendría que amenazar el futuro con la potencia que lo hace si la experiencia, el mejor desempeño y la mayor competencia fueran privilegiados en cuanto a estimulaciones, participación en la dirección, y aprovechamiento de la capacidad social de trabajo.

Privilegiar el mejor desempeño y atender con seriedad y cientificidad la correspondencia entre competencias y demandas de los contenidos de trabajo, restauraría y continuaría desarrollando la cultura laboral; además, frenaría conductas migratorias que hoy diezman nuestros mejores efectivos o los recolocan espacial y ramalmente con desmedro del interés social.

A escala macrosocial, el Estado debe abandonar su papel tradicional de empleador universal —esto parece haberse comprendido desde el último Congreso del Partido—, y concentrarse en lo estratégico y en lo puramente administrativo o regulatorio: es su verdadera función. El salario y el empleo deben descentralizarse mucho más de lo que se viene haciendo, como también las políticas de estimulación. Así se puede reconocer el desempeño, allí donde se produce y no desde un ambiguo espacio administrativo que generaliza y despersonaliza el monto y calidad del desempeño concreto. La labor empresarial u organizacional, en manos de los colectivos (en formas cooperativas, de arriendo u otras semejantes, pero sin mando único centralizado) y en un contexto de concurrencia socialista —algo semejante a un mercado solidario, obviamente impensable fuera del socialismo—, determinaría la mejor o peor suerte de cada colectivo y de sus miembros, a partir de la eficiencia y la eficacia de su quehacer. Deben asegurarse los vínculos entre las bases laborales y la ciencia y la técnica en todas sus ramas, así como la relación más constructiva entre el desarrollo a escala societal y el local.

En los niveles mesosociales (sectores, ramas, territorios) es necesario precisar competencias decisionales, ideales y patrones de desempeño —basados en normas tensas—, políticas sectoriales de atención y apoyo a grupos funcionales como el de los trabajadores de mayor edad, los jóvenes, las mujeres, los empleados claves de las entidades, etc. También a este nivel se deben desarrollar las políticas de gestión colectiva y participación calificada en la toma de decisiones, de incorporación de buenas prácticas de calidad y desempeño, y de conexión entre economía y comunidad. De este modo, se irá configurando una empresa ciudadana, ambientalmente responsable y comprometida con el desarrollo humano, al tiempo que eficiente y eficaz.

En el nivel microsocial (empresa o centro laboral), hay que diseñar los perfiles de los puestos de trabajo y las matrices de competencias para acoplar mejor unos y otros, afianzar de manera progresiva la autoridad prevaleciente del colectivo; asimismo, cumplir en todas sus aristas, los acuerdos con la comunidad, los planes concretos de atención a grupos funcionales; se deben llevar a escala personalizada los objetivos de una economía solidaria y socialista. Resulta necesario potenciar la función de las redes sociales que se forman en los centros de trabajo y en la comunidad, el papel de los oficios, competencias y tradiciones de desempeño.

Se trata de desarrollar la empresa solidaria, dentro de una economía socialista,33 o de recolocar la empresa socialista dentro de una economía solidaria, tan orientada a la eficiencia y a la eficacia económica como a los resultados sociales, comunitarios y humanos de su quehacer. Por ese camino armonizarán las dinámicas del trabajo y de la población; y se avanzará hacia la integración social, entendida —vale recalcarlo— como indicador de inclusión, congruente con un proyecto consensuado de sociedad.

El momento de cambio que vive la Isla, con todos sus retos, es también una nueva oportunidad para los cubanos, quienes comienzan la segunda década del siglo XXI, como dijera Rafael Alberti, «con el inédito asombro de crear».

Notas

1. Durante mucho tiempo la Isla ha sido única en la región, en diversos planos: educación, salud, deportes, cultura, ciencia, y etcétera.

2. Un gran costo dentro de muchas ventajas (económicas, comerciales, culturales y sobre todo para la defensa del país) sacamos de esa incorporación.

3. El trabajo sigue siendo «elemento central estructurador de las relaciones sociales», pero ha ido cambiando su significado y su sentido según ha integrado o excluido a los que dependen de él, sobre todo en períodos como el actual, cuando «el trabajo y todo lo que se ha organizado en torno a él […] pierde su función social». Véanse Francisco Velázquez, Diccionario laboral, Hato Rey, Puerto Rico, 1978; Martin Hopenhayn, El trabajo: itinerario de un concepto, PET-CEPAUR, Santiago de Chile, 1988; Manuel Castell, La era de la información. Economía sociedad y cultura, Alianza Editorial, Madrid, 2000; Tony Watson, Trabajo y sociedad, Hacer, Barcelona, 1995; y Martin Carnoy, El trabajo flexible en la era de la información, Alianza Editorial, Madrid, 2001.

4. Marisol Alfonso, «La singularidad de la segunda transición demográfica cubana», Tesis de Doctorado, Universidad de La Habana, La Habana, 2009. (Inédita)

5. Cuando hablamos de recursos laborales nos referimos a todas las personas que trabajan más los que pudieran hacerlo, descontados obvios requisitos físicos y mentales.

6. Ernesto de la C. Hernández et al., «Impacto de las variaciones de la PEA y la PNEA en la Seguridad Social», Informe de investigación, Centro de Estudios de Población y Desarrollo, Oficina Nacional de Estadísticas, La Habana, 2006.

7. ONE, La población cubana (CD-ROM), La Habana, 2009.

8. Otro tema, no demográfico, sino sociológico, es la simetría mayor o menor entre esa población calificada y las demandas —profesiones y oficios— que puedan distinguir ciertas visiones del desarrollo. Esas correspondencias —cuestionables según algunas constataciones, en especial en la agricultura— merecen un estudio detenido, pues en ese proceso intervienen otros factores además de la formación de la fuerza laboral.

9. María del Carmen Franco y Alina Alfonso, «El perfil sociodemográfico de los hogares cubanos. Análisis por territorio», Informe de investigación, Centro de Estudios de Población y Desarrollo, ONE, La Habana, 2007.

10. Boris Nerey et al., «Análisis de las variables fundamentales que determinan el empleo en Cuba», Informe final, Instituto de Estudios e Investigaciones del Trabajo, La Habana, 2007.

11. Juan C. Alfonso y Esther M. León, «El envejecimiento en Cuba. Características generales», Informe de investigación, Centro de Estudios de Población y Desarrollo, ONE, La Habana, 2007.

12. Véanse ONE, Anuario estadístico, La Habana, 2011; Rafael Hernández Castellón, Transición demográfica y envejecimiento de la población (en) Cuba: Población y desarrollo, CEDEM-UH-UNFPA, La Habana, 2010.

13. Juan C. Alfonso y Esther M. León, ob. cit.

14. Norma Montes, «Urbanización, migraciones y dinámica poblacional en Cuba por tipos de asentamientos y territorios» y Arnoldo Oliveros, «Análisis espacio-temporal de la dinámica demográfica de Cuba», Ponencias en Taller Internacional América Latina y el Caribe: retos sociodemográficos del siglo XXI, La Habana, febrero de 2007.

15. Norma Montes, ob. cit., B. Morejón y M. Santis, «La migración interna en el censo cubano de 2002», Ponencia en Taller Internacional América Latina y el Caribe…, ob. cit.

16. Arnoldo Oliveros (ob. cit.) añade otro eje: Cárdenas-Matanzas-Varadero, zona que también crece, así como otros ejemplos a escala municipal.

17. «En los antiguos Estados, en Grecia y Roma, la emigración coercitiva que tomaba la forma de establecimiento periódico de colonias, constituía un permanente eslabón de la cadena social. Todo el sistema de esos estados se hallaba edificado sobre la determinada limitación numérica de la población, que no se podía superar sin someter a un peligro la existencia misma de la civilización antigua» (Carlos Marx y Federico Engels, Obras, Vierlag, Berlín, IX, p. 278).

18. Roberto Aruj, «Migración internacional ¿hacia dónde nos dirigimos?», en Migración internacional y desarrollo, UNFPA, Nueva York, 2004, p. 103.

19. Al respecto, Ángela Casañas («La emigración de profesionales desde el país que la emite», Anuario del Centro de Estudios de las Migraciones Internacionales, La Habana, 2010) aporta ejemplos significativos, entre ellos, la aprobación de visas norteamericanas H1-B para profesionales, o la convocatoria del gobierno alemán para optar por veinte mil visas para empleos en el sector informático.

20. Antonio Aja, «La emigración de Cuba hacia el exterior», Anuario del Centro de Estudio de las Migraciones Internacionales, La Habana, 2007, p. 10.

21. Lorena Barbería, «Remesas a Cuba: una evaluación de las medidas políticas gubernamentales de Cuba y Estados Unidos», en Jorge I. Domínguez, Omar E. Pérez y Lorena Barbería, eds., La economía cubana a principios del siglo XXI, Colegio de México-The David Rockefeller Center for Latin American Studies-Harvard University Press, México, DF, 2007.

22. José Luis Martin et al., «Reajuste y trabajo», Fondos del CIPS, La Habana, 2000; y «Población, cultura del trabajo y turismo», CEDEM-CLACSO, La Habana, 2009.

23. Esos conceptos surgen de la interpretación de las transformaciones económicas en Cuba posteriores a 1990, que incluyeron la diversificación de las formas de propiedad, reconocimiento de la doble moneda y un primer intento de descentralización —posteriormente muy limitado por tensiones financieras y prácticas de dirección tradicionales. Hoy permanecen diferentes espacios económicos: el mixto, el cooperativo, el estatal reanimado y el no reanimado, el privado y el residual.

24. José Luis Martin et al., «Reajuste…», ob. cit.

25. Un sistema de relaciones sociales de trabajo (SRST) se estructura en el mecanismo de delimitación de competencias laborales, se controla o equilibra en el mecanismo de estimulación y funciona socialmente en el de participación. En otras formaciones socioeconómicas, como la esclavista, la capitalista, etc., se enunciaría como el mecanismo de ratificación de propiedad.

26. José Luis Martin et al., «Rasgos y contradicciones de la esfera laboral del modo de vida socialista en Cuba», Fondos del CIPS, La Habana, 1989; y «Población…», ob. cit.

27. Véase José Luis Martin et al., «Rasgos…», ob. cit.

28. José Luis Martin et al., «La experiencia transformativa del CAI Camilo Cienfuegos», Fondos del CIPS, La Habana, 1991 (inédito).

29. Pablo Palenzuela, Pablo Rodríguez y José Luis Martín Romero, «Culturas del trabajo, modelos gerenciales y niveles de satisfacción de los trabajadores cubanos y de sus empresas españolas en el sector turístico de Cuba», Resultado de investigación, Universidad de Sevilla (España) e Instituto de Antropología (Cuba), 2008.

30. El Grupo de Estudios del Trabajo halló evidencias en la experiencia transformativa del CAI Camilo Cienfuegos y en consultas internas en la textilera Hilatex y en la Fábrica de Gomas Nelson Fernández, entre otras investigaciones. Véase José Luis Martin et al., «Rasgos…», ob. cit.

31. Luis Marcelo, Repensando la economía socialista: el quinto tipo de propiedad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010.

32. Grisell Rodríguez, «La fecundidad cubana a partir de 1990. Las perspectivas sociales e individuales», Tesis de Doctorado en Ciencias Económicas, CEDEM, La Habana, 2006.

33. El autor considera perfectamente posible que el quehacer económico descanse en la autoridad del colectivo de trabajo, a partir de la propiedad social sobre los medios de producción; asimismo, que se concilie la planificación empresarial con la central y con los planes de desarrollo local. Una economía solidaria genera empresas responsables con el medio ambiente, la comunidad y las personas que moviliza o para quienes trabaja. Todas las condiciones para esa aparente utopía las tenemos en Cuba.

07
Dic
12

N. Chomnsky

Largavistas

La crisis de los misiles en Cuba: EE.UU. jugó a la ruleta rusa

A menudo se elogia la manera en la que el Presidente Kennedy manejó la crisis. En realidad, no reparó en los enormes riesgos que sus decisiones podrían causar con tal de imponer la hegemonía estadounidense.

 

Castro y Kruschev

Hace 50 años, el mundo estuvo en vilo durante la última semana de octubre, desde el momento en que se supo que la Unión Soviética había colocado misiles con ojivas nucleares en Cuba, hasta el fin oficial de la crisis -que aunque el público lo ignorara, fue solamente “oficial”.

La imagen del mundo en vilo se la debemos a Sheldon Stern, quien fuera el historiador de la Biblioteca Presidencial John F. Kennedy y que publicó la versión autorizada de las grabaciones de audio de las reuniones de EXCOMM (siglas en inglés de Comité Ejecutivo de Seguridad Nacional), en las que Kennedy y sus asesores más cercanos debatieron cómo responder a la crisis. Las reuniones fueron secretamente grabadas por el presidente, lo que puede haber incidido en que su postura a lo largo de las sesiones sea relativamente moderada, en comparación con los otros participantes, que ignoraban que estaban hablando para la posteridad. Stern acaba de publicar un estudio accesible y preciso de este importante documento, que fue desclasificado en los 90. En la conclusión dice: “Nunca antes o desde entonces, la supervivencia de la civilización humana estuvo en juego durante unas pocas semanas de peligrosas deliberaciones”, que culminaron con la semana que tuvo en vilo al mundo.

Había buenas razones para esta preocupación mundial. Una guerra nuclear era inminente, una guerra que pudo haber “destruido el hemisferio norte”, como alertó el Presidente Eisenhower. Kennedy evaluó que la probabilidad de guerra podría haber sido tan alta como del 50%. Esta cifra se incrementó a medida que la confrontación alcanzaba su pico. En Washington se implementó un “plan secreto para una catástrofe con el fin de asegurar la supervivencia del gobierno”, descripto por el periodista Michael Dobbs en su recientemente publicado y bien documentado bestseller sobre la crisis, aunque no explica la razón para hacerlo, dadas las características naturales de una guerra nuclear. Dobbs cita a Dino Brugioni “como un miembro clave del equipo de la CIA que monitoreaba la instalación de los misiles soviéticos”, y que no visualizaba otra salida más que “la guerra y la destrucción total” mientras las agujas del reloj marcaban Un minuto para la medianoche -el título elegido por Dobbs para su libro. El historiador Arthur Schlesinger, hombre cercano a Kennedy, describió los sucesos como “los más peligrosos momentos en la historia de la humanidad”. El Secretario de Defensa Robert McNamara se preguntaba si “viviríamos para ver otro sábado por la noche”, y después reconoció que apenas “nos salvamos”.

Si se examina más de cerca lo sucedido, las opiniones anteriormente mencionadas adquieren sombríos matices, con reverberaciones en el presente.

“El momento más peligroso”

Hay varios candidatos para este título. Uno es el 27 de octubre, cuando los destructores de EE.UU. que implementaban la cuarentena y el cerco alrededor de Cuba lanzaron cargas de profundidad sobre los submarinos soviéticos. Según los recuentos de los soviéticos, reportados por el Archivo de Seguridad Nacional, los comandantes de los submarinos estaban “tan nerviosos con las explosiones que consideraron disparar torpedos nucleares, cuya capacidad explosiva de 15 kilotones, era similar a la de la bomba que devastó Hiroshima en agosto de 1945″.

En uno de los casos, la decisión de ensamblar un torpedo nuclear para iniciar la batalla fue vetada en el último minuto por el segundo Capitán del submarino, Vasili Archipov, a quien se le atribuye haber salvado al mundo de un desastre nuclear. Hay pocas dudas sobre cuál habría sido la reacción de EE.UU. si el torpedo hubiera sido disparado o cómo habrían respondido los rusos si su país hubiera estallado en llamas. Kennedy ya había declarado el máximo alerta nuclear antes del lanzamiento (Defcon 2), que autorizaba “a los aviones de la OTAN con pilotos turcos… [u otros]… a despegar, volar hasta Moscú y lanzar una bomba”, según Graham Allison, analista estratégico en Asuntos Exteriores de la Universidad de Harvard.

Otro candidato para el título es el día previo, el 26 de octubre. Ese día fue escogido como “el momento más peligroso” por el Mayor Don Clawson, quien piloteaba un avión B-52 de la OTAN y proporcionó una descripción espeluznante de las misiones Domo de Cromo (CD, Chrome Dome) durante la crisis: “los aviones B-52 en estado de alerta con armas nucleares a bordo y listas para ser usadas”. “El 26 de octubre fue el día en que la nación estuvo al borde de la guerra nuclear”, escribe Clawson en sus “anécdotas irreverentes de un piloto de la Fuerza Aérea” publicadas con el título ¿Hay algo que la tripulación debería saber?. En una oportunidad, Clawson estuvo en la situación de desencadenar el cataclismo final. Concluye diciendo:

“Tuvimos mucha suerte al no haber hecho estallar el mundo -y no fue gracias al liderazgo político o militar de este país.”

Los errores, las confusiones, los riesgos de accidentes y los malentendidos de los dirigentes reportados por Clawson son sorprendentes, pero no tanto como las reglas de comando y control -o la falta de ellas. Clawson cuenta que durante las 15 misiones de 24 horas en la que participó como piloto -el máximo tiempo posible- los comandantes “no poseían la habilidad de evitar que un miembro arrogante de la tripulación ensamblara y disparara un arma termonuclear” ni incluso un anuncio que enviara “un alerta a la totalidad de la flota aérea sin posibilidades de reversión”. Una vez que la tripulación iniciaba el vuelo, llevando armas nucleares:

“Hubiera sido posible ensamblarlas y lanzarlas sin ninguna intervención desde tierra. No había inhibidores en el sistema.”

Cerca de un tercio de la fuerza total estaba en el aire, según el General David Burchinal, director de planes del personal aéreo en las bases de la Fuerza Aérea. El Comando Estratégico, quien estaba a cargo, parece haber tenido poco control en la realidad. Y según el relato de Clawson, la Autoridad del Comando Nacional no recibía suficiente información del Comando Estratégico, lo que quiere decir que los que tomaban las decisiones en EXCOMM, en las que se ponía en juego el destino de la humanidad, sabían incluso menos. El relato oral del General Burchinal no es menos espeluznante, y pone de manifiesto un profundo desprecio por el comando civil. Según él, la capitulación de los rusos nunca estuvo en duda. Las operaciones CD estaban diseñadas para dejarles en claro a los rusos de que ellos no podrían competir en una confrontación militar, y que si lo hacían, serían rápidamente destruidos.

Examinando los registros de EXCOMM, Stern concluye que el 26 de octubre el Presidente Kennedy se “inclinaba hacia una acción militar para eliminar los misiles en Cuba”, seguida de una invasión, según los planes del Pentágono. Era evidente que el acto podría haber desencadenado la guerra, una conclusión reforzada posteriormente por las revelaciones de que se habían desplegado armas nucleares, y de que las fuerzas rusas eran mucho más poderosas de lo que admitía la inteligencia de EE.UU.

Cuando las reuniones de EXCOMM estaban finalizando a las 6 de la tarde del 26 de octubre, llegó una carta del Primer Ministro Kruschev, dirigida al Presidente Kennedy. Dice Stern que el “mensaje parecía claro”:

“Retiraremos los misiles si EE.UU. promete que no invadirá Cuba.”

El día siguiente, a las diez de la mañana, el Presidente volvió a grabar el audio secreto. Leyó en voz alta un reporte del servicio de cable que acababa de recibir:

“El Primer Ministro Kruschev le envió un mensaje al Presidente Kennedy diciendo que hoy retiraría las armas de Cuba si EE.UU. retira sus misiles de Turquía.”

Se trataba de misiles Júpiter con cabezas nucleares. El reporte fue confirmado. Aunque el comité lo recibió como algo inesperado, en realidad lo estaban esperando. “Sabíamos que podría llegar desde hace una semana”, les informó Kennedy. Se dio cuenta que hubiera sido difícil rechazar el consentimiento público. Se trataba de misiles obsoletos, que ya habían sido marcados para ser reemplazados por los submarinos Polaris de mucho mayor fuerza letal y menor vulnerabilidad. Kennedy reconoció que estaría en una “posición insostenible si esa fuera la propuesta [de Kruschev]“, porque los misiles en Turquía no servían y serían retirados de cualquier manera, y porque “esto le parecería a cualquier hombre de EE.UU. o a cualquier hombre racional, como un intercambio justo”.

Un grave dilema

Los dirigentes se enfrentaron a un grave dilema: habían recibido de Kruschev dos propuestas, de alguna manera diferentes, para terminar con la amenaza de una guerra catastrófica, y ambas serían recibidas por el “hombre racional” como justas. ¿Cómo reaccionar entonces?

Una posibilidad podría haber sido la de suspirar aliviados porque la civilización sobreviviría, aceptar con entusiasmo ambas ofertas y anunciar que EE.UU. respetaría las leyes internacionales y retiraría toda amenaza de invadir Cuba; que retiraría los misiles obsoletos de Turquía, procediendo como lo tenían planeado en función de perfeccionar la amenaza contra la Unión Soviética, como parte de un cerco global de Rusia. Pero eso era impensable.

La razón básica por la que no podría considerarse la postura anterior fue explicada por McGeorge Bundy, asesor de Seguridad Nacional, ex Decano de Harvard, reconocido como la estrella más brillante del firmamento de Camelot. El mundo debe comprender que “la amenaza actual contra la paz no está en Turquía, sino en Cuba”, donde los misiles nos apuntan a nosotros. La fuerza bélica estadounidense, muy superior a cualquier otra y apuntando a su enemigo soviético, más débil y vulnerable, no puede ser considerada de ninguna manera como una amenaza contra la paz porque nosotros somos buenos, como pueden dar testimonio mucha gente del hemisferio occidental y de más allá -entre ellos, las víctimas de la guerra antiterrorista llevada a cabo por EE.UU. contra Cuba, o aquellos afectados por la “campaña de odio” en el mundo árabe, que tanto desconcertó a Eisenhower (no así al Consejo de Seguridad Nacional que lo explicaba claramente).

Y, por supuesto, la idea de que EE.UU. debía ser restringido por el derecho internacional era demasiado ridícula para ser considerada. Como lo explicó recientemente el respetado comentarista liberal Matthew Yglesias: “una de las muchas funciones del orden institucional internacional es precisamente el de legitimar el uso de la fuerza militar letal por los poderes occidentales” -es decir, estadounidense- entonces es “sorprendentemente ingenuo”, y más que ingenuo, “tonto”, sugerir que EE.UU. debe respetar el derecho internacional o cualquier otra condición impuesta por lo que carecen de poder: una declaración franca de presupuestos operacionales, dada por sobreentendida por el equipo de EXCOMM.

En una conversación subsiguiente, el presidente remarcó que “estaríamos en una posición desventajosa” si eligiéramos desencadenar la conflagración internacional al rechazar propuestas que los sobrevivientes consideren razonables, si a alguien le importara esto. Esta postura “pragmática” representaba el nivel máximo en cuanto a consideraciones morales. En un análisis de documentos recientemente hecho públicos sobre la era del terror de Kennedy, Jorge Domínguez, un experto en América Latina de la Universidad de Harvard hizo notar lo siguiente:

“En solo una ocasión, en casi mil páginas de documentos, un funcionario de EE.UU. hizo una observación que se aproxime a una débil objeción moral con respecto al terrorismo patrocinado por el gobierno de EE.UU.”

Un miembro del Consejo de Seguridad Nacional sugirió que incursiones aéreas que son “azarosas y matan inocentes… pueden ocasionar reportes de prensa desfavorables en algunos países amigos”. Las mismas actitudes predominaron a través de los debates durante la crisis de los misiles, como cuando Robert Kennedy alertó que una invasión de gran escala en Cuba podría “matar a una gran cantidad de gente, y que vamos a tener que responder a una gran reacción en contra por ello”. Y esto prevalece hasta el presente con solo raras excepciones, como lo prueban los documentos.

Sin el conocimiento público…

Podríamos haber estado “incluso en una peor situación” si el mundo hubiera sabido más sobre las acciones de EE.UU. en esa época. Solo recientemente supimos que, seis meses antes de la crisis, EE.UU. había desplegado secretamente misiles en Okinawa, casi idénticos a los que Rusia envió posteriormente a Cuba. Los misiles seguramente apuntaban a China, en un momento en el que se habían incrementado las tensiones en la región. Okinawa sigue siendo una de las principales bases militares ofensivas de EE.UU. a pesar del desacuerdo de sus habitantes, que en este momento miran con preocupación las maniobras de los helicópteros V-22 Osprey, propensos a accidentes, en la base militar Fukenma, ubicada en el corazón de un área urbana densamente poblada.

En las deliberaciones posteriores, EE.UU. se comprometió a retirar los misiles obsoletos de Turquía, pero no lo declaró ni por escrito ni públicamente: era importante que quedara la idea de que Kruschev había capitulado. Se dio una razón interesante, y fue aceptada como razonable por académicos y comentaristas. En palabras de Dobbs:

“Si hubiera parecido que EE.UU. estaba desmantelando sus bases unilateralmente, bajo presión de la Unión Soviética, la alianza (OTAN) podría haberse resquebrajado.”

O, para decirlo de otra manera, con un poco más de apego a la verdad, si EE.UU. reemplazaba misiles inservibles con armas mucho más letales, como lo tenía planeado, en un intercambio con Rusia que cualquier “hombre racional” hubiera considerado justo, esto habría causado el resquebrajamiento de la OTAN. Lo que queda claro es que, cuando Rusia retiró el único obstáculo que protegía a Cuba de un ataque de EE.UU. en medio de la amenaza de un invasión directa y se retiró de la escena, los cubanos se enfurecieron -como puede comprenderse. Pero esta es una comparación inaceptable por razones de doble estándar: nosotros somos seres humanos que importan mientras que ellos son “no-gentes”, usando la frase de Orwell.

Kennedy también hizo una promesa informal de no invadir Cuba pero con condiciones: no solamente el retiro de los misiles sino también la terminación o, al menos, una drástica disminución de la presencia militar rusa. (A diferencia de Turquía, en la frontera con Rusia, donde ninguna medida de este tipo sería considerada.) Cuando Cuba deje de ser un “campo armado”, entonces “probablemente no invadiremos”, fueron las palabras del presidente. Agregó también que si Cuba esperaba librarse de una amenaza de invasión de EE.UU., debería terminar su “subversión política” (la frase pertenece a Stern) en América Latina.

La subversión política ha sido un tema reiterado constantemente durante años. Fue invocado, por ejemplo, cuando Eisenhower derrocó al gobierno democrático de Guatemala y hundió al torturado país en el abismo en el que aún se encuentra. Y el tema siguió vigente durante las guerras terroristas de Reagan en América Central en los ochenta. La “subversión política” consistió en apoyar a los que se resisten a los ataques asesinos de EE.UU. y sus regímenes-clientes, y a veces -horror de lo horrores- hasta incluso proveen armas a las víctimas.

El problema con Castro

En el caso de Cuba, el consejo de planeamiento político del Departamento de Estado explicó:

“El peligro principal que confrontamos con Castro es… el impacto que tiene la mera existencia de su régimen sobre el movimiento izquierdista en muchos países de América Latina… El simple hecho es que Castro representa un desafío exitoso a EE.UU., una negación de nuestra política para todo el hemisferio de casi un siglo y medio.”

La doctrina Monroe anunciaba la intención de EE.UU., entonces inaplicable, de dominación del hemisferio occidental. Un ejemplo de gran trascendencia contemporánea fue revelado por un importante estudio recientemente realizado por el académico iraní Ervand Abrahamian sobre el golpe de estado de EE.UU. y Gran Bretaña contra el régimen democrático de Irán en 1953. Mediante un análisis minucioso de los documentos internos, demuestra de manera convincente que la historia oficial no tiene respaldo. Las causas principales del golpe no estuvieron relacionadas con la Guerra Fría, ni con la irracionalidad iraní que despreciaba las “intenciones benignas” de Washington, ni siquiera con el acceso al petróleo y otras ganancias sino más bien con la demanda de “controles generales” con amplias implicaciones de hegemonía global, que habían sido amenazadas por el nacionalismo independiente. Esta es la razón que descubrimos una y otra vez al investigar casos particulares.

En Cuba, también, y esto no nos sorprende -aunque el fanatismo ameritaría ser analizado en este caso. La política de EE.UU. hacia Cuba ha sido criticada duramente a través de toda América Latina, y ciertamente también en la mayor parte del mundo pero “un respeto básico por las opiniones de la humanidad” se acepta como una retórica vacía entonada sin convicción el 4 de julio. Desde que se han realizado encuestas sobre el tema, una mayoría considerable de la población de EE.UU. ha apoyado la normalización de las relaciones con Cuba pero eso, también es insignificante. La falta de consideración de la opinión pública es, por supuesto, normal. Lo que es interesante en este caso es que se ignora la opinión de poderosos sectores económicos que también apoyan la normalización de las relaciones, y que frecuentemente tienen una gran influencia en las decisiones políticas: energía, agroindustria, sector farmacéutico y otros. Esto sugiere que hay un poderoso interés estatal involucrado en castigar a los cubanos, al igual que factores culturales puestos en evidencia por la histeria de los intelectuales de Camelot.

El fin… solo oficialmente

La crisis de los misiles finalizó oficialmente el 28 de octubre. La resolución de la crisis no fue oscura. Esa noche, en un programa especial de la CBS, Charles Collingwood reportó que el mundo había salido “de la más terrible amenaza de holocausto nuclear desde la Segunda Guerra Mundial.. con una humillante derrota de la política de la Unión Soviética”. Dobbs comenta que los rusos trataron de interpretar la salida a la crisis como “otro triunfo de la política exterior por la paz de Moscú contra los imperialistas promotores de la guerra”, como “los dirigentes soviéticos extremadamente sabios y razonables salvaron el mundo de la amenaza de la destrucción nuclear”. Extrapolando los hechos básicos de las tendencias al ridículo, el acuerdo de Kruschev “había salvado al mundo de la amenaza de destrucción nuclear”.

Sin embargo, la crisis no había terminado. El 8 de noviembre, el Pentágono anunció que todas las bases de misiles soviéticos habían sido desmanteladas. El mismo día, reporta Stern, “un equipo de sabotaje realizó un ataque en una fábrica cubana”, aunque la campaña terrorista de Kennedy, conocida como Operación Mangosta, había sido formalmente reducida en el pico de la crisis. El ataque terrorista del 8 de noviembre respalda la observación de Bundy de que la amenaza para la paz estaba en Cuba, no en Turquía -donde los rusos no continuaron un asalto letal. Esta no era, sin embargo, la conclusión de Bundy, ni siquiera podría haberlo entendido así.

El respetado académico Raymond Garthoff, quien tuvo mucha experiencia dentro del gobierno, agrega más información en su detallado relato de 1987 sobre la crisis de los misiles. Escribe: “El 8 de noviembre un equipo enviado desde EE.UU. para ejecutar una acción encubierta de sabotaje hizo explotar las instalaciones de una fábrica cubana”, matando 400 trabajadores, según una carta enviada por el gobierno de Cuba al Secretario General de las N.U. Garthoff comenta que los “soviéticos solo podían analizar [el ataque] como una marcha atrás en lo que era para ellos, la cuestión clave que estaba pendiente: las garantías de EE.UU. de que no atacaría Cuba”, particularmente porque el ataque terrorista había sido lanzado desde EE.UU. Esta y otras “acciones a través de terceros” revela una vez más, que el riesgo y el peligro para ambas partes podrían haber sido extremos, y que la catástrofe no había sido descartada”. Garthoff también examina las operaciones destructivas de la campaña terrorista de Kennedy, las que ciertamente serían consideradas más que justificativos para la guerra, si EE.UU. o sus aliados o sus clientes fueran las víctimas, y no los autores.

Por la misma fuente, más adelante sabemos que el 23 de agosto de 1962 el presidente emitió el Memorando de Seguridad Nacional No 181, “una directiva para organizar una revuelta interna, a continuación de la cual se produciría una invasión militar de EE.UU.”, que involucraría “importantes planes, maniobras y movimiento de tropas y equipo militar de EE.UU.” que seguramente eran conocidos por Cuba y Rusia. También en agosto, se intensificaron los ataques terroristas entre ellos el ataque desde una lancha a un hotel cubano de la costa “donde se sabía que se congregaban técnicos militares soviéticos, matando a rusos y cubanos”; ataques a barcos de carga británicos y cubanos; contaminación de cargamentos de azúcar; y otras atrocidades y sabotajes, ejecutados principalmente por organizaciones de exiliados cubanos que operaban libremente en La Florida. Poco después vino “el momento más peligroso en la historia de la humanidad”, y no fue casualidad.

Jugando con fuego

Kennedy renovó oficialmente las operaciones terroristas después del fin de la crisis de los misiles. Diez días antes de su asesinato, aprobó un plan de la CIA de “operaciones de destrucción” a ser ejecutado por terceros, “contra una gran refinería petrolera e instalaciones de almacenamiento, una planta de energía eléctrica, fábricas de azúcar, puentes ferroviarios, instalaciones de una bahía y demolición submarina de muelles y barcos”. Un plan de asesinato de Fidel Castro fue supuestamente iniciado el mismo día del asesinato de Kennedy. La campaña terrorista fue suspendida en 1965, pero “una de las primeras medidas tomadas por Nixon en 1969 fue instruir a la CIA para que intensificara las operaciones encubiertas contra Cuba”, reporta Garthoff.

En el último número de la revista Political Science Quarterly, Montague Kern sostiene que la crisis de los misiles es una de esas “crisis de gran calibre… en la que un enemigo ideológico (la Unión Soviética) es percibido universalmente como el atacante, conduciendo a un movimiento de todos detrás de la bandera que expandió en gran medida el respaldo al presidente, incrementando sus opciones políticas”. Kern tiene razón al decir “percibido universalmente” de esa manera, dejando de lado a los que han escapado un poco de las cadenas ideológicas como para prestar alguna atención a los hechos. Kern, de hecho es uno de ellos. Otro es Sheldon Stern, quien reconoce lo que desde hace tiempo fue conocido por las personas con desviaciones. Comenta lo siguiente:

“La explicación original de Kruschev sobre el envío de misiles a Cuba fue fundamentalmente cierta: el líder soviético nunca se propuso usar esas armas como una amenaza para la seguridad de EE.UU., sino como una defensa para proteger a Cuba, un país aliado, de ataques de EE.UU. y en un esfuerzo desesperado de darle a la URSS la apariencia de igualdad en el equilibrio de poder nuclear.”

Dobbs también reconoce que:

“Castro y los patrones soviéticos tenían razones reales para temer intentos de EE.UU. de un cambio de régimen, incluyendo, como último recurso, la invasión de Cuba… [Kruschev] también era sincero en su deseo de defender la revolución cubana de su poderoso vecino del norte.”

Los ataques de EE.UU. son frecuentemente subestimados por los comentaristas estadounidenses como bromas tontas, dicen que los matones de la CIA se les fueron de las manos al gobierno. Nada más alejado de la realidad. Los “mejores y los más brillantes” reaccionaron ante la derrota de Bahía de Cochinos (Playa Girón, en Cuba) casi histéricos, incluyendo al presidente, quien solemnemente le informó al país que:

“Las sociedades complacientes, indulgentes consigo mismas, blandas están a punto de ser barridas con los escombros de la historia. Solo las fuertes… tienen posibilidad de sobrevivir.”

Y solo podrán sobrevivir, pensaba evidentemente, usando el terror masivo -aunque este agregado era secreto, y es todavía ignorado por los leales que perciben que su enemigo ideológico fue quien atacó -la percepción casi universal, como lo dijo Stern. El historiador Piero Gleijeses observa que después de la derrota de Bahía de Cochinos, JFK lanzó un embargo asfixiante para castigar a los cubanos por haber derrotado una invasión respaldada por EE.UU., y “le pidió a su hermano, el Fiscal General, que dirigiera el grupo de alto nivel de agencias estatales que supervisaría la Operación Mangosta, un programa de operaciones paramilitares, guerra económica y sabotaje, implementado por el propio Kennedy a fines de 1961 para infligirle los ‘terrores de la tierra’ a Fidel Castro y, en términos más prosaicos, para derrocarlo”.

La frase “terrores de la tierra” fue acuñada por Arthur Schlesinger en su biografía prácticamente oficial de Robert Kennedy, que estuvo a cargo de la guerra terrorista, y que le informó a la CIA que el problema cubano es “de la más alta prioridad para el gobierno de EE.UU. -todo lo demás es secundario- no se debe ahorrar tiempo, esfuerzo ni efectivos” para derrocar al régimen castrista. La Operación Mangosta fue dirigida por Edward Lansdale, quien poseía una vasta experiencia en “contrainsurgencia” -el término usado para las acciones terroristas realizadas por EE.UU. Elaboró un cronograma que conduciría a la “revuelta y el derrocamiento del régimen comunista” en octubre de 1962.

La “definición final” del programa reconocía que “el éxito definitivo solo se logrará con una intervención militar decisiva de EE.UU.” después de que el terrorismo y la subversión hayan preparado el terreno. Estaba implícito que la intervención militar de EE.UU. ocurriría en octubre de 1962, cuando explotó la crisis de los misiles. Los sucesos que acabamos de analizar explican porque Cuba y Rusia tenían buenas razones para tomar en serio las amenazas.

Años más tarde, Robert McNamara reconoció que Cuba tenía justificaciones para temer un ataque. “Si hubiera estado en el lugar de un cubano o un ruso, yo también habría sentido temor”, dijo en el 40 aniversario de la crisis de los misiles. En cuanto al “esfuerzo desesperado de la URSS por una apariencia de igualdad” mencionado por Stern, nos recuerda que la estrecha victoria electoral de Kennedy en 1960 dependía de la fabricación de una “brecha en los misiles” armada para aterrorizar al país y para condenar como débil en asuntos de seguridad nacional al gobierno de Eisenhower. Había ciertamente una “brecha en los misiles”, pero era claramente a favor de EE.UU. Según sostiene el analista estratégico Desmond Ball en su estudio del programa de misiles de Kennedy, la primera “declaración pública inequívoca” sobre los verdaderos hechos fue la de octubre de 1961, cuando el Secretario de Defensa Roswell Gilpatric informó al Consejo de Negocios que “EE.UU. tendría un mayor sistema de respuesta nuclear después de un ataque sorpresivo que la fuerza nuclear que podría emplear la Unión Soviética en su primer ataque”.

Los rusos eran, por supuesto, muy concientes de su debilidad y vulnerabilidad relativas. También eran concientes de la reacción de Kennedy cuando Kruschev le ofreció reducir drásticamente la capacidad de ofensiva militar y procedió a hacerlo unilateralmente ante la falta de respuesta de Kennedy: Kennedy emprendió un enorme programa armamentista.

En retrospectiva

Las dos cuestiones más cruciales sobre la crisis de los misiles están relacionadas con cómo comenzó y cómo terminó. Comenzó con el ataque terrorista de Kennedy contra Cuba, con la amenaza de invasión en octubre de 1962. Terminó con el rechazo presidencial de la propuesta rusa que le hubiera parecido justa a cualquier persona racional pero que era impensable porque desgastaría el principio fundamental de que EE.UU. tiene el derecho unilateral de desplegar misiles nucleares en cualquier parte, apuntando a China o a Rusia o a cualquier otro país, en sus fronteras; y el principio asociado de que Cuba no tiene derecho a tener misiles para su defensa contra lo que parecía ser una inminente invasión de EE.UU. Para establecer estos principios con firmeza, era totalmente apropiado enfrentar el alto riesgo de una guerra con un poder de destrucción inimaginable, y rechazar maneras simples y justas, según lo admitieron ellos mismos, de terminar con la amenaza.

Garthoff sostiene que “en EE.UU. hubo un grado de aprobación casi unánime a la manera en que Kennedy manejó la crisis”. Dobbs dice que “el tono de constante optimismo fue marcado por el historiador de la corte, Arthur Schlesinger Jr., quien escribió que Kennedy había ‘deslumbrado al mundo’ mediante una ‘combinación de dureza y moderación, de fuerza de voluntad, nervios y sabiduría, tan brillantemente controlado, tan incomparablemente calibrado’. En un tono más sobrio, Stern está parcialmente de acuerdo, notando que Kennedy repetidamente rechazó el consejo militante de sus asesores y asociados que pedían la intervención militar y dejaban de lado las opciones pacíficas.

Los sucesos de octubre de 1962 son ampliamente considerados como los momentos más destacados de Kennedy. Graham Allison se une a muchos otros en presentarlos como una “guía sobre cómo desactivar conflictos, manejar relaciones de alto nivel de poder, y tomar decisiones correctas sobre temas de política exterior en general”. En un sentido muy estrecho, estas evaluaciones parecen razonables. Las grabaciones de audio de las reuniones de EXCOMM revelan que el presidente se diferenció del resto, a veces de casi todos los demás, al rechazar el uso prematuro de la violencia.

Sin embargo, persiste un interrogante más de fondo: ¿Cómo se puede evaluar la moderación relativa de Kennedy en el manejo de la crisis dentro del contexto más amplio que acabamos de analizar? Pero este tema no puede ser analizado en una cultura moral e intelectual muy disciplinada, que acepta sin cuestionamientos el principio básico de que EE.UU. es efectivamente el dueño del mundo por derecho, y que es, por definición, una fuerza del bien a pesar de los errores y malentendidos ocasionales. Por lo tanto, es lisa y llanamente apropiado que EE.UU. despliegue una fuerza masiva de ataque sobre todo el mundo, mientras que es una ofensa cuando los otros (excepto los aliados y los clientes) hacen hasta el mínimo gesto en esa dirección, y hasta cuando piensan en disuadir al benigno poder hegemónico global de usar la violencia.

Esa doctrina es el principal cargo oficial contra Irán hoy en día. Irán podría ser una fuerza disuasiva contra un ataque de EE.UU. e Israel. Este tópico también formó parte de las consideraciones durante la crisis de los misiles. En las conversaciones internas, los hermanos Kennedy expresaron sus temores de que los misiles en Cuba pudieran ser una fuerza disuasiva de una invasión de Venezuela, que entonces estaba bajo consideración. Por ello, “Bahía de Cochinos había sido una decisión correcta”, concluyó JFK.

Los principios siguen vigentes y representan un riesgo constante para una guerra nuclear. No han escaseado los graves peligros desde la crisis de los misiles. Diez años después, durante la guerra árabe-israelita de 1973, Henry Kissinger declaró un alerta nuclear de alto grado (Defcon 3) para advertirles a los rusos de que se mantengan al margen mientras que él autorizó secretamente a Israel a violar el cese al fuego impuesto por EE.UU. y Rusia. Cuando Reagan asumió el gobierno, pocos años después, EE.UU. lanzó operaciones para poner a prueba las defensas rusas y simuló ataques aéreos y navales, mientras emplazaba misiles Pershing en Alemania, a cinco minutos de tiempo de vuelo de los objetivos de ataque rusos, proveyendo lo que la CIA llamó un “poder de ataque súper sorpresivo”.

Obviamente, esto causó una gran alarma en Rusia, país que a diferencia de EE.UU. sufrió repetidas invasiones y fue prácticamente destruido. Esto condujo a una gran amenaza de guerra en 1983. Hubo cientos de casos en los que la intervención de una persona abortó un ataque minutos antes de que ocurriera, después de que los sistemas automáticos dieran falsas alarmas. No tenemos acceso a los registros rusos pero no hay dudas de que sus sistemas son más propensos a un accidente.

Mientras tanto, India y Pakistán se han aproximado a una guerra nuclear varias veces, y las fuentes del conflicto siguen vigentes. Ambos se han negado a firmar un tratado de no proliferación, al igual que Israel, y han recibido apoyo de EE.UU. para el desarrollo de sus programas de armas nucleares -hasta hoy, en el caso de India, un actual aliado de EE.UU. Las amenazas bélicas en el Medio Oriente, que podrían volverse reales en cualquier momento, una vez más incrementan el peligro de una catástrofe.

En 1962 se logró evitar la guerra por la determinación de Kruschev para aceptar las demandas hegemónicas de Kennedy. Pero no podemos contar que un criterio similar estará siempre presente. Es casi un milagro que no se haya producido hasta ahora la guerra nuclear. Existen más razones que nunca para escuchar la advertencia formulada hace unos 60 años por Bertrand Russell y Albert Einstein: el dilema es “crudo, horrible e ineludible”:

“¿Se va a poner fin a la raza humana; o la humanidad deberá renunciar a la guerra?”

06
Dic
12

MERCOSUR

Mercosur ampliado vs Alianza del Pacífico
 

Noviembre fue un mes particularmente intenso en el devenir geopolítico global y regional, en un mundo que asiste a cambios agudos y permanentes en este escenario. Los sucesos más importantes confirman la tendencia hacia la ampliación del Mercosur, pese a los nubarrones que amagan en Argentina, y la tendencia al estancamiento de la Alianza del Pacífico que integran México, Colombia, Chile y Perú.

Concentrándonos en la región sudamericana, encontramos dos hechos simultáneos de enorme importancia. El gobierno de Bolivia aceptó la invitación para convertirse en miembro pleno del Mercosur, cuyos primeros pasos se darían en la cumbre de Brasilia que se inicia el 6 de diciembre (Reuters, 23 de noviembre de 2012).

En el mismo reporte, Evo Morales aseguró que Ecuador recibió similar propuesta del Mercosur. Este ha sido el punto más delicado de la diplomacia brasileña en la región, ya que la principal constructora del país, y quizá de la región, Odebrecht, fue expulsada por el presidente Rafael Correa en octubre de 2008 por los graves problemas que forzaron la paralización de la recién inaugurada hidroeléctrica San Francisco. Durante varios años el papel jugado por el brasileño Banco Nacional de Desenvolvimento (BNDES) como prestamista para obras de infraestructura fue ocupado por China, que financió con 2 mil millones de dólares la construcción de Coca Codo Sinclair, la mayor hidroeléctrica ecuatoriana.

Ecuador se negó a pagar la deuda contraída con el BNDES para financiar la obra y acudió a la Cámara de Comercio Internacional (CCI), la corte arbitral internacional en París, para impugnar el contrato, pero perdió el juicio. A mediados del año pasado comenzó un proceso de aproximación entre ambos países. El gobierno ecuatoriano no está conforme con los intereses que debe pagar a los chinos y las cuotas de petróleo como garantía de los préstamos (Valor, 12 de noviembre de 2012).

En noviembre, el BNDES liberó el primer préstamo a Ecuador desde 2008 por 90 millones de dólares para construir el proyecto hidroeléctrico Manduriacu, a 130 kilómetros de Quito, que fue ganado por Odebrecht. Como suele suceder, el BNDES presta el dinero para financiar la exportación de bienes y servicios brasileños relacionados con construcciones de infraestructura (La Hora, 14 de noviembre de 2012).

Es apenas la primera de un paquete de grandes obras de infraestructura por 2 mil 500 millones de dólares que el gobierno ecuatoriano ofreció a empresas brasileñas, siempre con financiación del BNDES (Valor, 12 de noviembre de 2012). El retorno de Odebrecht a Ecuador abre una nueva etapa en las relaciones binacionales que se intensificarán en los próximos meses, ya que la de Manduriacu es una de las 10 centrales hidroeléctricas que el gobierno tiene previsto levantar a lo largo de la cuenca del río Guayllabamba.

Con el ingreso de Bolivia y Ecuador al Mercosur, se cerrará el proceso iniciado con el ingreso de Venezuela, luego del golpe contra el presidente Fernando Lugo, en junio pasado. La diplomacia brasileña ya está moviendo sus piezas para el reingreso de Paraguay al Mercosur, luego de las elecciones presidenciales de abril. El tema será analizado este viernes 30 en la cumbre de la Unión Suramericana de Naciones en Lima, de la que Paraguay también fue separado.

Dilma Rousseff y Cristina Fernández compartieron la clausura de la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA), el miércoles 28. El tema central del acto fue Argentina y Brasil: integración y desarrollo o el riesgo de la primarización y se realizó en un momento especialmente delicado para el gobierno argentino, acosado por una importante huelga general y el aumento de la inflación. Dilma no acudió a la cumbre de Lima por razones de agenda interna pero decidió viajar a Buenos Aires en lo que su canciller, Antonio Patriota, interpretó como un acto de fuerte simbolismo (Folha de São Paulo, 28 de noviembre de 2012).

Defendió la profundización de la integración binacional, a la que definió como una de las más importantes alianzas en el hemisferio y en el mundo, las inversiones recíprocas y la cooperación en áreas estratégicas como los sectores naval, espacial, nuclear, aeronáutico, televisión digital y defensa (Télam, 28 de noviembre de 2012). Finalizó recordando que Argentina es el mayor mercado industrial para Brasil y Brasil es el principal mercado industrial para Argentina.

En paralelo, las fuerzas armadas de Brasil y Argentina comenzaron a desarrollar una doctrina militar conjunta, para lo que iniciaron la elaboración de un manual de cooperación con el objetivo de fomentar la confianza en materia militar entre dos naciones amigas (MinDefesa, 14 de noviembre de 2012).

Es evidente que el Mercosur enfrenta problemas, pero se mueve para resolverlos y lo hace siguiendo el ritmo y la dirección marcados por Brasil, que representa la mitad de la población y del PIB sudamericanos. La Alianza del Pacífico, empeño de Washington para unir a los países con los que ya tiene un TLC, para contener a Brasil y ponerlos a remolque de la Asociación Trans-Pacífico (ATP), enfrenta tantas dificultades como la propia superpotencia.

Un revelador artículo de David P. Goldman, quien firma con el seudónimo Spengler, en Asia Times (27 de noviembre de 2012), señala que Estados Unidos afrontó en la reciente cumbre de la ASEAN celebrada en Phnom Penh (Camboya), entre quince naciones asiáticas, la peor humillación sufrida por una nación. Barack Obama quiso imponer la ATP que excluye a China, pero los miembros de la ASEAN más China, India, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda formalizaron una alianza que deja fuera a Washington.

En su artículo Nace el mundo pos USA en Phnom Penh, Goldman sostiene que los líderes asiáticos invitaron a Obama a dar media vuelta y regresar a casa, en alusión al pretendido reposicionamiento de la superpotencia hacia Asia-Pacífico. Aunque cueste creerlo, la decadencia del mundo unipolar es un hecho tan evidente como el ascenso de nuevas alianzas, incluso en el ex patio trasero.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/11/30/index.php?section=opinion&article=025a1pol

05
Dic
12

Arafat … y después.

¿Se resolverá el misterio de la muerte de Arafat?

Robert Fisk

 
 
 
Al fin lo exhumaron. Ironía de ironías. Toda su vida, Yasser Arafat temió ser asesinado y con justa razón. Los israelíes intentaron bombardearlo desde el aire en Beirut en 1982, pero alguien alertó al señor Palestina, y la bomba israelí mató, como ocurre con tanta frecuencia, a todos los civiles que estaban en el edificio impactado. Muchos de sus colaboradores más cercanos fueron asesinados, como Abu Jihad, por ejemplo, muerto a manos del Mossad. ¿Pero en verdad habrán querido matarlo los israelíes hace ocho años? ¿Con polonio 210?

Algunas ideas. Atrincherado en el asediado edificio de la Muqata en Ramalá, Arafat no se cuidaba. Diplomáticos que lo visitaron durante sus últimos días quedaron sorprendidos por la falta de higiene del lugar, cuyos inodoros estaban tapados, y el deterioro físico de Arafat. Un diplomático europeo me describió cómo durante una conversación, Arafat, como distraído, se arrancaba con los dedos pellejos resecos que tenía en los pies. Después vino el vuelo a París y el hospital militar de Bercy, donde murió. En sus últimas horas, los franceses no dijeron nada sobre las causas de su muerte, pero el personal médico militar sí hizo denodados esfuerzos por saber las causas por las que murió ese viejo tan resistente y no encontraron ningún indicio. En Ramalá, Arafat siempre compartía sus alimentos con colegas en las oficinas de la Muqata y ellos sobrevivieron. Sin embargo, los confidentes más cercanos han hablado de que todas las mañanas Arafat tomaba una poción herbal para su salud y, al parecer, nadie sabe su procedencia ni qué contenía y nunca nadie la probó. ¿Por qué Arafat tomaba esta misteriosa medicina? Los israelíes, por supuesto, niegan cualquier involucramiento (no eramos sus cocineros, dijo hace unos meses un funcionario de Tel Aviv), pero ¿habrán tratado de liquidarlo con veneno para evitar asesinarlo públicamente? En todo caso, para entonces ya era una fuerza desgastada; un fantasma del nacionalismo palestino quien fue engañado con el acuerdo de Oslo, lo que lo destruyó políticamente de manera tan terminante como cualquier polonio 210. Pobre viejo Arafat. Había sido un super terrorista que lideró a la OLP de Beirut, un super estadista que estrechó la mano de Yitzhak Rabin en los jardines de la Casa Blanca, luego volvió a ser un super terrorista cuando, con toda razón, rechazó entregar la soberanía del Monte del Templo a Israel. Nuevas investigaciones sobre la reunión de 2000 en Campo David demuestran que eso es exactamente lo que se esperaba de él. Pero la vieja mentira sobre Arafat, de cómo rechazó 99 por ciento de lo que él exigía porque prefirió lanzar otra intifada ha sobrevivido más de lo que sobrevivió el líder palestino. No hace falta decir lo que muchos comentan en Medio Oriente, aunque sea de mal gusto reproducirlo: Sólo Dios sabe cómo se ve el pobre tipo ahora. Su viuda, Suha Arafat, dijo desde un principio que su esposo fue envenenado, y corresponde sobre todo a Al Jazeera el hecho de que se haya presionado para que el gorro y las manchas de orina en los pantalones del líder hayan sido analizados en Suiza. Así fue como se descubrieron los rastros de polonio 210 y las locas reclamaciones de Suha se tomaron finalmente en serio. Lo que nadie ha explicado es cómo la confirmación de la causa de la muerte va a señalar al culpable del asesinato. ¿Habrá sido la KGB, que mató a uno de sus ex agentes de la misma forma, el que proporcionó el veneno a palestinos que detestaban a Arafat o a israelíes que detestaban a Arafat? Es poco común exhumar los restos de un presidente, si bien pasamos mucho tiempo acusando a mandatarios y reyes muertos. Los revolucionarios franceses destruían las tumbas de los monarcas; ahora va a resultar que Ricardo III ha resucitado. El cuerpo de Salvador Allende ha sido enviado para ser examinado para ver si fue ejecutado. Arafat está bien acompañado.




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